jueves, 7 de febrero de 2008

Cuando fui Penélope


Por el Ángel que soñé se giraron los planetas.
Cuando me miró pensé: “aquí me voy a morir, aquí empieza todo, ahora, y acaba donde esté ella”.

Me miró una sola vez y me trajo la tormenta.
Así me quemó la piel y me declaró la guerra. No hay nada, sólo su boca, y sus ojos, y su hoguera.

Mi Ángel es de cristal, de luna, sal y marea.
Es carne y luz, y es mi voz. Y el deseo de tenerla. Ceniza y fuego. Y saber la muerte que hay en la espera.

La magia que me atrapó tejió la misma cadena.
Me alejo, huyo, me voy, empeñado en no romperla. Mi Ángel, que me encontró, siempre es mía y siempre es ella.


Nadie lo había leído nunca. Me lo escribió mi Príncipe, Momo, antes de irse por el mundo. Son días de cierta nostalgia y me he atrevido a recordarlo, a compartirlo. Porque acabo de entender que fue mi segundo Ulises. Y, aunque nunca volvió, éste siempre está conmigo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por compartirlo, Socia.

Anónimo dijo...

Qué bonito Len....

Un abrazo

Marechek

Alberich dijo...

Precioso.Gracias por regalárnoslo,Len

Anónimo dijo...

Gracias por compartirlo con nosotros, Len. Un abrazo. Carlota