sábado, 31 de diciembre de 2011

Terminando y empezando

Qué puedo decir? Salvo por el tema laboral (mi personal cruz en esta vida, por lo que veo) no podría haber sido mejor año. No rompí con mis buenos propósitos porque jamás me los hago. Logré desempolvarme el cerebro y volver a estudiar (algo, tampoco es cuestión de tirarse el farol). Tecleé alguna que otra historia a pesar de la empecinada indiferencia de las musas. Leí lo que pude y agrandé mi ya infinita lista de "pendientes". No deseé demasiadas cosas y tuve más que suficientes. No hubo tragedias, ni pérdidas irreparables, ni me tocó padecer por los que quiero o por mí misma.
Llegaron muchas vidas nuevas, algunas con gigantescos esfuerzos y luchando desde su primer aliento. Se superaron pruebas enormes. Hicimos memoria. Capeamos la crisis como pudimos y La Indignación tomó la calle para demostrar al menos que existía, que tenía voz. Amé y me sentí amada. Aprendí mucho de mucha gente. Y, como de costumbre, eché de menos a algunos y de más a otros. Descubrí placeres nuevos y facetas insospechadas. Me encontré miedos imprevistos y fuerzas para enfrentarlos. Me colgaron una etiqueta que temía pero que resultó un alivio indescriptible. Firmé un papel que, al parecer, hizo de mí una señora decente. Me emocioné viendo el brillo de la magia en los ojos verdes de una amiga y sigo dando gracias por esos milagros (el suyo y el mío) que tanto había soñado. Pido a los que nos miran desde arriba que la cuiden para que pronto tenga ese prodigio entre los brazos.
A mediados de verano empezó el capítulo más tremendo de mi existencia (la nuestra, Trasto, la nuestra) y sospecho que ante semejante enormidad me quedaré en blanco la mayoría de las veces. Pero antes, mucho antes (un siglo antes!) hace exactamente un año, a esta misma hora, estaba en el hospital temiendo que algo pudiera ir mal. Justo a esta misma hora, hace exactamente un año, un par de chicas sonrientes giraron una pantalla hacia mí para que viera que no mentían. Entonces pude ver dos minúsculas fabinas blancas en sendos saquitos oscuros. Y en medio del estupor, los nervios, las lágrimas de genuino pánico y no menos genuina alegría, alcancé a entender (vagamente, calculo) que mi vida acababa de cambiar radicalmente y para siempre.
Conmemorando aquel momento mis dos fabinas, Atreyu y Bastian, Daniel y Ángel, despiden este año insólito manteniendo una interesante charla trascendental, profunda, sesuda e intraducible dejándome muy claro que lo mejor está por venir. Porvenir.
Feliz Año.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Positivo

Ayer hizo un año de la primera gran sorpresa de nuestra vida. No podíamos entender aquel retraso (de casi dos semanas!) cuando no hacía ni tres que nos habían confirmado lo difícil que iba a resultarnos eso de engendrar sin ayuda. Decididos a no disgustarnos, nos sumergimos en foros, blogs y webs sobre adopciones, ya que si estábamos empeñados en adoptar antes de conocer nuestros problemas de fábrica no veíamos razón para descartarlo precisamente entonces. Ni siquiera presté atención a la falta, porque no era la primera vez. Pero tras dos semanas se me ocurrió que quizá algo no iba bien (jamás me planteé la explicación más sencilla dadas las circunstancias) y decidí hacerme la prueba, consciente de que cualquier médico empezaría por descartar justo lo que a mí me parecía imposible. Sin la menor emoción procedí con el asunto. El Trasto, tan convencido como yo de estar asistiendo a uno más de mis desarreglos, esperaba tirado en el sofá viendo la tele. "Aproximadamente cinco minutos", rezaban las instrucciones. En apenas tres, una palabra (y no dos, como yo esperaba) me dejó totalmente en blanco. Agarré el palito mágico y lo miré fijamente durante al menos tres o cuatro minutos más, pero él no cambió de opinión. Pasmada todavía, fui hasta el salón chisme en mano y sin mediar palabra se lo enseñé al Trasto. La cara que puso no la olvidaré mientras viva. Y el resto... es historia.


martes, 6 de diciembre de 2011

Qué se siente?

 Le pregunto a La Mamma cómo es eso de ser abuela. Si lo imaginaba así. En realidad supongo que pasa como con ser madre: por mucho que le eches inventiva no lo sabes hasta que tienes a tus hijos en los brazos. Antes de eso ni alcanzas a comprenderlo. Le pregunto a La Mamma cómo se quiere a los nietos. Si es como con los hijos o totalmente distinto. Ella menea la cabeza, como si la mera idea la superase. Y pega un suspiro de los suyos, de esos que se le escapan cuando algo le parece muy grande, muy hondo. La Mamma es de esas. No melodramática, no va por ahí. Es de las viscerales, de las que siente de un modo animal y primitivo, de las que ama y odia desde las raíces. Uno de esos seres que puede aplastarte con el dedo meñique y barrerte como un tifón. No lo hace intencionadamente, claro. Además, curiosamente, es también de esas personas incapaces de discutir, temerosa de los demás, apocada, demasiado emotiva, alguien a quien puedes achantar con un grito. Siempre me he preguntado cómo demonios se puede ser tan complejo, tan extremo. La Mamma es de las que se quitaría la comida de la boca para dársela a un desconocido hambriento. Pero también de las que puede zamparte una crítica demoledora que te machaque, para luego llorarla diez años sin poder perdonarse nunca.

He intentado muchas veces transformarla en personaje, pero no puedo. Me resulta demasiado complicada. No necesita a nadie, pero te necesita con avidez. No depende de nadie, pero es incapaz de decir "no". No pide nada a cambio de lo que da, pero sin darse cuenta ella misma lleva la cuenta exacta de cada gesto. Ama de un modo apabullante, como una leona. Destrozaría a tus enemigos con sus propias manos, pero no puede resistir la mirada de su propio padre cuando se pone en plan encíclica. Se juzga a sí misma con una dureza inhumana, es espartana, dedicada, generosa e implacable. Una mujer hiperactiva que no puede estarse quieta, que tiene la manía de ser útil, que te saca de quicio corriendo de un lado a otro, que te llena la vida de broncas sobre cómo deben ser las cosas y de detalles insospechados. Creo que vive anclada a miedos que detesta pero de los que no puede o no sabe liberarse. Quizá les pasa a muchas de su generación, no lo sé. Aplaude a las que pasamos del qué dirán, anima a los suyos a buscar la felicidad ignorando la moralina del vecino. Pero ella misma es incapaz de predicar con su propio ejemplo. Calculo que arrastrará siempre ese sentido del deber que le inculcaron, ese modo único de proceder y de ser, ese modo "correcto", ese orden inalterable, esa paradoja de hacer lo que quiere pero buscando siempre la excusa perfecta para no lastimar a nadie. La Mamma es de esas personas que no responden a una pregunta, por simple que sea, sin plantearse antes mentalmente qué es lo que tú quieres oír. Siempre da rodeos. Siempre teme contestar algo incorrecto. Vive con miedo a ella misma. Porque es de esas personas que intenta amoldarse a quienes le rodean en ese instante y, al final, siente que no encaja en parte alguna.

Pero me voy por las ramas, como siempre. El caso es que le pregunto a La Mamma cómo es querer a los nietos. Y, decía, ella suspira con esa tremebundez tan suya y tan auténtica (porque en eso sí que es auténtica) y me asegura que a los nietos se les quiere prácticamente tanto como a los hijos. Porque son tu sangre, porque los ha parido quien tú pariste. Celebro todas esas preguntas, y no son muchas, que La Mamma puede responder sin meditarlas.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Malditos anuncios

 Es cierto que algunos son creativos, preciosos e incluso auténticas obras de arte en pocos segundos. Lo malo es que la mayoría son imbéciles (o nos toman por tales), engañosos, absurdos, cutres, ñoños, aburridos o asquerosamente sexistas. Lo peor (ay!) es que probablemente son un reflejo de lo que somos nosotros.
No deja de sorprenderme cuánto se escandaliza la peña por cosas que me parecen irrelevantes y lo poco que se escandaliza con otras que resultan vomitivas. Pero, claro, supongo que es cuestión de opiniones, sensibilidades o manías de cada cual. Otros, sin duda, se reirían de mis legendarios cabreos ante imágenes que, seguramente, les parecerán inofensivas.
Me ronca el mango la cantidad de sandeces que nos intentan vender envueltas en salud. Hasta la peineta estoy de danacoles, casseis inmunitas (diez mil millones, na menos), jabones que salvan a nuestros niños de gérmenes asesinos y friegasuelos que despanzurran millones de bacterias ocultas en nuestros hogares con el único propósito de matarnos a traición. Las zarandajas de belleza son casi peores, y ahí sí que queda claro que nos toman por idiotas (porque, probablemente, lo somos). Cremas con liposomas, con ADN marino, con extracto de perla, con coenzimas, con hidracosas, con resticosas, con oligoelementos, con aceites esenciales, con tensores de la piel... Francamente, no entiendo cómo es posible que haya viejos, si, por lo visto, hace años que conocemos el secreto de la eterna juventud.
Mención especial para el tema de la jodienda, claro. Al final casi todo se resume a lo mismo en esto de la publicidad (y de la vida??) Si tienes tal cosa (este coche, esta laca del pelo, este maquillaje, esta ropa, este móvil, este olor, esta cara, este cuerpo...) podrás follar mucho y bien. Tendrás compañeros sexuales a tu disposición y quién sabe si incluso tu media naranja. Y ahí viene lo curioso del tema. Mucha gente se ha hecho cruces con un anuncio de Ikea (estos me gustan casi siempre) que se colaba en los dormitorios de montones de parejas (jóvenes, maduros, ancianos incluso) y nos mostraba (de manera nada vulgar, en mi opinión) el goce supino de compartir guarida, refugio, cama y lujuria. Total: brazos, piernas, caras de placer, sonrisas, besos, abrazos, ternura, complicidad... Sexo, sin más. Sexo entre personas normales y en situaciones normales. Pues bien, ese anuncio se consideró por muchos soez y pornográfico (diosanto!) y varias organizaciones de decentes ciudadanos pidieron su retirada inmediata (pero es que nadie va a pensar en los niños???) En cambio ahí tenemos a Axe, convenciendo a los tíos campaña tras campaña de que usando su desodorante las tías se abrirán de piernas a su paso (inolvidable aquel spot repulsivo en el que una chica que acaba de tener un accidente de tráfico y aparece maltrecha y ensangrentada se abre el escote loca de lascivia al oler al camillero, y qué decir de aquella otra perla del buen gusto que recordaba a las señoritas asistentes a una fiesta de la marca que debían volver al recinto a por sus bragas). Ahora les ha dado por el rollo bíblico, así que hemos empezado con lolitas angélicas de labios turgentes que se escorromoñan a tierra seducidas por el aroma del pichabrava de turno y hemos terminado (de momento) con un arca de Noé en el que se cuela una pareja de cada especie de jamonas. Igual en el próximo capítulo nos cuentan que Eva no perdió a la raza humana tentada por la manzana, sino por el ciruelo de Adán rebozado en Esencia Marina.
Y justo cuando pensaba que no podía haber anuncios más machistoides, los gurús del marketing me llevan la contraria. Primero llega la Bundchen y nos enseña a las féminas cómo dar una mala noticia a nuestros maridos, a saber: en bragas y sujetador. Así nos libramos de la bronca. Luciendo tipo la modelo le confiesa a su contrario que ha abollado SU coche y se ha fundido SU tarjeta de crédito. Porque, claro, eso es lo que hacemos las tipas. Joder a nuestros queriditos esposos SUS coches y SUS visas. Incluso la Gisele, que siendo como es una top entre las tops necesita que un señor le deje coches y tarjetas que desguazar, se ve que con lo que gana ella solita no le alcanza. Pero no se vayan todavía, no, que aún hay más. Y, de nuevo, son las colonias masculinas las que hacen alarde de exquisito cromañonismo. Desde la caja tonta nos asegura un guapito de cara que es él quien NOS ROBÓ a NUESTRA primera novia y a NUESTRAS hermanas. NUESTRAS, ojo. De nuestra propiedad y ahora de la SUYA. Porque, como todo el mundo sabe, las novias y hasta las hermanas pertenecen siempre a un pene hasta que llega otro más perfumao y se las lleva puestas. No se les ocurrió añadir a NUESTRAS madres porque igual (igual) les parecía ya forzar la máquina. Y calculo que NUESTRAS hijas se libraron por la cosa de la pederastia, que queda un poco feo. Lo de la novia en usufructo ya pone de mala uva, pero lo de las hermanas... díganme ustedes que no suena a burka, cinturón de castidad y duelo al amanecer pa reparar las honras perdidas. Vomitivo. Asqueroso. Y de juzgao de guardia.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Si no me veo no me creo

 Dos días. Apenas llevo dos días con el tratamiento y sencillamente no doy crédito a mi nuevo ser. El médico me aseguró que, posiblemente, tardaría un par de semanas (quizá más) en notar mejoría. Me pareció lógico. Y heme aquí. El dolor se ha IDO. Casi por completo. Apenas me molesta ese talón machacado que no me dejaba caminar. No hay punzadas en el costado, ni migrañas, sólo una ligerísima molestia en las sienes, un mero amago. Por primera vez en años no me he pasado el día rotando la cabeza para intentar aliviar (en vano) el quejido de mis vértebras. Los hombros siguen rígidos, claro, pero ahora tengo que presionar sobre ellos para notarlo. Esa contractura que me ardía en el omóplato parece haberse esfumado sin más. Nada en el gemelo, nada en las rodillas, nada en los dedos de las manos. Es absolutamente increíble.
Quizá haya ocurrido todo tan rápido porque mi organismo debía estar muy desintoxicado de fármacos (hacía años que no tomaba nada para el dolor porque de todos modos no funcionaba, así que para qué molestarse). Estas maravillas han caído sobre mí como un mazazo de eficacia. Os parecerá una estupidez, pero he podido tender la ropa sin tener que descansar a media tarea. He podido repetir ese movimiento (brazos arriba, brazos abajo) sin pinchazos, ni ardor, ni agarrotamiento. Ayer necesité una infinitésima parte de vueltas en la cama para encontrar postura, y caí dormida como una piedra, con un sueño sin sueños. Y amanecí despejada, sin achaques ni resoplidos. Cierto que he necesitado una pequeña siesta porque de repente me pesaban los párpados como plomo (ya me habían avisado de los efectos secundarios) pero la diferencia es absolutamente abismal. Me pregunto si no será un efecto placebo todo esto... aunque, francamente, tras la odisea que llevo vivida casi que me da lo mismo.
Y es que había llegado a preocuparme seriamente. Porque incluso la memoria (ese don mío que siempre había funcionado de manera prodigiosa) me estaba fallando ya. Ahora sólo me inquieta una cosa. Confieso que no me gusta del todo la idea de depender de unas pastillas para funcionar. Pero por otro lado, a quién le gusta? Tampoco el diabético desea pincharse a diario. Tengo que asumirlo. Porque compensa. Realmente ya no sabía lo que era vivir sin dolor. Esto es pura magia. Un regalo.

martes, 22 de noviembre de 2011

Fibromialgia

 Quizá debiera estar preocupada, o incluso deprimida, pero lo cierto es que siento alivio. Alivio de que al fin un médico me haya escuchado mirándome a los ojos, se haya tomado la molestia de dejarme hablar más de cinco segundos, me haya examinado, haya mostrado interés, me haya hecho preguntas y le haya dado nombre a algo que arrastro hace años. Ha merecido la pena hacer caso a quienes me avisaron en su día (gracias, Costillo, Kaken, Alberich, Jack y perdón si olvido a alguien) y a todos aquellos (muchos) que aun no sabiendo (como yo misma) qué demonios me ocurría me animaron siempre.
Te pasas la vida oyendo que eres vaga, quejona y una borde con mal carácter. Que exageras. Que eres pasota. Que te rindes demasiado pronto, que sigues la ley del mínimo esfuerzo, que deberías esforzarte más, poner más energía en las cosas. Que te encanta ser el centro de atención y por eso te inventas cosas que no existen. Llega un momento en el que dudas. Será verdad todo eso? Se puede inventar el dolor? Y por qué me ocurre entonces que no temo ir al dentista, que reacciono tranquilamente cuando una batidora decide atacarme dejándome la mano hecha trizas, que puedo parir dos mellizos de más de tres kilos sonriendo y negándome a la epidural hasta que prácticamente me obligan a ponérmela? No significa que el dolor no exista, significa sólo que aprendes a vivir con él, a soportarlo, a relajarte cuando te asalta. Porque si no aprendes llevarías una vida miserable.
Te obligas a mantener el buen humor como sea (nadie tiene la culpa de lo que te pasa) y procuras no quejarte demasiado porque no sirve de nada. Además, llegas a aburrirte tú misma de tu cantinela eterna, así que calculas lo aburridos que están los demás de oírte. Es inútil que te empeñes en anunciar tus males porque están ahí cada día: ayer fue jaqueca, hoy las piernas, mañana será el cuello, a veces te zumban los oídos, o se te nubla la vista, tienes punzadas en las costillas o fuego en el estómago. Siempre hay algo. Nunca estás bien. Al final pasas de todo y te callas para no resultar cansina. Demasiadas veces has tenido que oír eso de: "joder, no hay día que no te quejes de algo, eres una floja". Te sientes culpable y hasta mentirosa. Dudas de ti misma.
El cansancio es casi peor. No te abandona nunca. Amaneces peor de lo que te acostaste: rígida, dolorida, embotada, incluso confusa. No funcionas. Te mueves a trompicones, pierdes el equilibrio, se te caen las cosas, te molestan la luz y el ruido. Tienes que esforzarte por sonreír y por no responder de malos modos cuando alguien te habla. Lo bueno es que la decisión de ser feliz te pertenece, se ponga tu cuerpo como se ponga. Dominas los deseos de gritar y te niegas a justificar tu mal genio con tus dolores. Lo malo es que algunos días no puedes, y luego te pesa cada bufido, cada mal gesto que el otro no merecía. Y te patea la culpa cuando no consigues levantarte, cuando te quedas en la cama hasta las diez mientras sientes que deberías estar poniendo la lavadora, estudiando un poco o haciendo cualquier otra cosa útil. Te sientes una zángana egoísta. Y una mala persona cuando te oyes resoplar sólo porque uno de tus hijos se ha echado a llorar obligándote a ponerte en pie. Es duro sentirse una mala madre y la sensación no desaparece por mucho que cubras de besos a tus críos.
Resulta asombroso cómo esto te condiciona por completo. Algo tan sencillo como tender la ropa te supone un esfuerzo tremendo, y tienes que hacer pausas porque no resistes el dolor de los brazos. Cómo puede resultarte insufrible levantar una camisa húmeda hasta la cuerda? Cuando sabes que al día siguiente tendrás que hacer tres recados diferentes ya te acuestas pensando en ello. Valoras cien veces a qué hora tendrás que poner el despertador para que te dé tiempo, decides que es mejor ducharse por la noche y ahorrarte luego ese paso, dejas la ropa preparada para ganar unos minutos de sueño y te fatiga pensar en caminar un puñetero kilómetro (de casa al súper, luego al banco y después a la tintorería). A veces decides que mejor hacer las cosas en dos tandas. Recuerdas cuánto faltaste a clase porque literalmente no podías levantarte de la cama o aquella vez en que osaste hacer tres bizcochos (uno para mamá, otro para el abuelo, otro para casa) y al día siguiente no podías moverte por las agujetas. La de cosas que has abandonado y la rabia que sentías al hacerlo.
No me gustan las etiquetas, pero esta no va a condicionarme. Llevo viviendo así más de lo que puedo recordar, un nombre no lo empeora. Al revés. Esto me ayuda a entenderlo, a saber que no soy una chiflada ni una vaga. Me ayuda a entender qué me pasa y por qué, a respetar mis límites, a cuidarme más, a priorizar, a no sentir culpa si hay polvo en un estante y necesito descansar dejando el plumero para otro día. Si debo elegir entre una casa impoluta o jugar con mis hijos, elegiré a mis hijos, ya que seguramente no daré para ambas cosas. Y que le den a la casa. Y que le den a la culpa. Este nombre ayuda a quienes viven conmigo a no enfadarse cuando toca un día difícil. Siempre me han apoyado, pero ahora me tranquiliza saber que no parezco una egoísta dejándome ayudar, porque me aterraba que pudieran creer eso. Esto me acompañará toda mi vida, como lleva años haciendo. Ahora al menos sé lo que es y cómo plantarle cara.

jueves, 10 de noviembre de 2011

92

10-IX-79
Alegre Estrella mía de los Mares:
Sé de sobra que en un cierto espacio de tiempo las circunstancias no van a permitirte leer esta simple tarjeta; pero es muy probable que dentro de unos cuantos años, si te ayudan a conservarla, te haga cierta ilusión constatar que te la escribí cuando tenías solamente quince meses y medio. Entonces puede tener para ti un cierto encanto, y por eso te la escribo.
El abuelo Víctor.

Efectivamente, Güelito, siempre me ha hecho mucha ilusión, como me la hacen todos y cada uno de los "papelinos" que recopilaste para mí (citas, versículos de San Mateo, poemas, chistes, artículos inflamados sobre la pobreza y la injusticia, odas disparatadas y fábulas con moraleja) y que guardaré como un tesoro. Porque gracias a esos papeles, a las fotos, los vídeos (pequeñas magias) y los recuerdos (los míos propios y los de esta tribu tuya que tanto te venera) será más sencillo explicar a mis hijos la extraordinaria persona que fue su bisabuelo.
Felices 92, Obo.



(Mi abuelo "haciendo el indio" con cuatro de sus bisnietos. Cosas de la vida, esta foto se tomó el 10 de Septiembre de 2.011. Treinta y dos años exactos después de que me escribieras aquella postal. Como digo siempre: qué lujo tenerte).

lunes, 24 de octubre de 2011

Lo que pedimos

Ocurren un par de cosas estos días que mantienen en vilo a la opinión pública. O, al menos, a buena parte de ella. Por un lado se juzga a los chavales implicados en la violación, muerte y desaparición de una menor (una de tantas que se evaporan cada año en este país y en tantos otros). Por otro lado, una pareja de hermanos de corta edad se esfuman sin dejar rastro, siendo el principal sospechoso su propio padre. Es una historia que nos suena, pero con matices. La familia (en un ejemplo de prudencia, serenidad y sensatez pocas veces visto en estos casos) no dice ni sí, ni no, ni todo lo contrario. No hemos visto escenas que, seguramente, esperábamos ver. No ha habido llantos desgarrados, desmayos ni crisis de nervios. El dolor se queda en la intimidad y no se dice una sola palabra por miedo a complicar la labor policial. La parte que se repite es, en apariencia, la del progenitor que usa a los hijos para vengarse. Han ido saliendo detalles que inclinan la balanza hacia ese lado. Pareja en trámites de separación. Hombre obsesionado con esposa. Denuncias por maltrato psicológico. Y la amenaza clásica: "si me dejas no volverás a ver a los niños".

Trasciende también que el hombre es militar retirado, que estuvo en Bosnia, que se quedó tocado del ala (no tendría nada de raro, aunque empieza a ser cansina tanta "toquez"). Que lleva muy mal los fracasos amorosos (no sé si eso es una manera elegante de llamarle inmaduro, celoso patológico o emocionalmente inestable), que hay riesgo de suicidio... Se dice que es frío, impasible. Que su conducta es extraña. Que no menciona a los hijos ni parece preocupado por ellos (quizá porque ya sabe que no hay nada de qué preocuparse?) pero siempre tiene a su ex esposa en la boca. Que es capaz de pedir pizza y preguntar por un partido de fútbol mientras unos agentes registran su finca buscando los restos de sus niños. Lo cojo todo con pinzas, porque me consta lo sensacionalista que puede llegar a ser la prensa. He visto a los reporteros (afectadísimos todos ellos) pinchar con insistencia a la portavoz de la familia materna para que digan algo que, a todas luces, no quieren decir. Les he visto anunciar a bombo y platillo "exclusiva" y "última hora" que al final se resumían en: "los padres del sospechoso están destrozados". Montan vídeos preciosos y emotivos, o truculentos a más no poder, en los que, desde el exquisito respeto (juran) y la total objetividad comentan que, no es por nada, conste, y sin ánimo de ofender lo decimos, pero que se sepa que, al parecer, el menda es bipolar o algo de eso. Y tiene la mirada perdida (las más de las veces sí... perdida tras unas gafas oscuras, concretamente).

Me acuerdo de aquel chico al que la sociedad entera señaló como abusador y asesino de la hija de su novia. Finalmente resultó que ni había abusos ni crimen, ya que se trató de una muerte accidental. Llovieron las disculpas, pero el daño estaba hecho. Se levanta la cabeza tras algo así? Y aún debe estar agradecido este chico de que su novia, o la familia de esta, o el padre biológico de la chiquilla no tragaran con el asunto y lo rajaran como a un puerco. Que podía haber pasado.

Lo de los niños cordobeses me pinta mal, desde luego. Pero me siguen ofendiendo dos cosas: el modo en que los medios tratan estas cosas (indecente casi siempre) y el modo en que la sociedad pide justicia. Porque la mayoría de las veces no es eso lo que piden. Piden venganza. Piden cadalso en la plaza mayor. Piden insensateces. Piden que los jueces "sean duros", como si una sentencia dependiera sólo de un señor que va de negro, como si ese señor disfrutara dejando en libertad a individuos indeseables, como si no tuviera la obligación de tomar decisiones basándose en una cosa que se llama "legislación". Es decir, si el Cuco (de los cojones, que nadie piense que es que a mí me cae bien el nota, pero, oh, sorpresa, los hijoputas que nos caen mal TAMBIÉN tienen derechos) ha salido absuelto es porque no podía ocurrir otra cosa. Porque no hay cuerpo, y sin él faltan pruebas. Porque hay más indicios que otra cosa. Porque hay ocho o nueve versiones diferentes. En cualquier caso, a cada una de estas personas le caerá lo que le pueda caer, nada más. "Si fuera la hija del juez les metía doscientos años!!" Si fuera la hija del juez, ese juez no podría juzgarles. Y no sé si podría meterles a la sombra doscientos años, porque suele haber unos máximos pa esas cosas. Creo, no sé. Es que hay leyes, oiga. "Que cambien las leyes!" Cuáles? Todas? No creáis que a mí no me gustaría ver revocada o modificada más de una, pero me temo que lo que la sociedad clama (en su indignación, que es comprensible, máxime si hablamos de los padres de estas criaturas) es que se tire abajo el sistema penal entero (cosa que no sé si es posible, pero se me antoja como poco complicadísimo). Creo que lo que se reclama es casi casi la vuelta al linchamiento, al más puro estilo Gadafi. Porque se pide desde las tripas.

Es curioso que cuando nos toca ser acusados en lugar de víctimas hasta una puñetera multa de tráfico se nos antoja un abuso imperdonable, una vulneración de nuestros derechos más fundamentales.

jueves, 13 de octubre de 2011

No sonrías

 Una chica ha muerto por contar en el facebook lo ilusionada que estaba al haber encontrado a alguien con quien rehacer su vida. Aterra pensar cuántas mujeres han estado durmiendo con su enemigo. Aterra comprobar que la pesadilla no termina cuando das por zanjada una historia. Que, incluso después, debes seguir midiendo tus pasos y cubriéndote las espaldas. Que puedes seguir adelante, ser feliz de nuevo, volver a la vida, sí, pero sólo si él te lo permite, sólo si tienes la prudencia de no airearlo demasiado. Pasma comprobar que muchas nunca logran desembarazarse de la etiqueta de "mía", y que no hay animal más peligroso y traicionero que un macho que se siente humillado, herido en su hombría. Entristece constatar que, demasiadas veces, el mejor consejo que le puedes dar a una mujer sea: "procura ser feliz, pero que no se te note".

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Oh, revelación!

- Cariño, creo que acabo de descubrir por qué no adelgazas.
- Por qué?
- Obviamente por lo que comes.
- Pero si como muy sano...
- Eso sí, sin duda.
- Ya ves que siempre como ensalada.
- Ajá. Pero en ración de elefante, amor.
- Bueeeno, sí, es verdad. Igual es mucha cantidad.
- Por no mencionar que cenas "una pieza de fruta". Concretamente... un melón!
(Carcaj, atragant, tosecill, carrasp, carcaj, resoplid, carcaj, agoniz...)

Dedicado al Trasto, todo frugalidad.
XD

lunes, 19 de septiembre de 2011

Pesadillas

Normalmente soy de lo más tranquila. De esas personas que reaccionan con calma ante cualquier cosa (una mala noticia, desguazarse la mano con la batidora, parir mellizos de más de tres kilos cada uno, sufrir el desplome de un ascensor, ser amenazada con un cuchillo por un adolescente enajenao... en fin, esas cosillas corrientes de la vida). No me inquieté cuando me dijeron que quizá uno de mis hijos sufriera una malformación de columna. Soy de las que piensan que preocuparse por anticipado no tiene el menor sentido ni mucho menos utilidad. Prefiero que me digan cuáles son las opciones en el peor de los casos, y siempre que existan esas opciones me parece bien (y cuando no existen... en realidad de qué sirve preocuparse??) Al mismo tiempo, curiosamente, me anticipo a todo. Siempre medito qué es lo peor que puede ocurrir y lo tengo en cuenta, como mera probabilidad. Igual es por eso que carezco casi completamente de capacidad para sorprenderme. Pero considero que anticiparse es sano como medida de protección, no para amargarse la vida con nubarrones apocalípticos. Me hice a la idea de que Bastián nacería con esa malformación y debería ser operado. Estaba preparada. Luego todo salió bien y sólo tuve que alegrarme. Me hice a la idea de que tendría un embarazo horrible. Como no fue así, ahora sólo puedo decir que fue mejor que bueno. Me mentalicé sobre posibles complicaciones en el parto, bebés con bajo peso, incubadoras, volver a casa sin ellos. Nada de eso ocurrió y disfruté de cada momento. Me va bien esa técnica (la de que no vale la pena alterarse) y esa especie de tara genética familiar (la de la vergüenza insuperable a mostrar el dolor. Por alguna razón que se me escapa esas demostraciones siempre me han parecido vulgares. O sea. Incluso yo tengo mi lado pijo).
Por eso me resulta tan chocante que, a estas alturas, el subconsciente me tenga tan desquiciada. La primera vez que uno de mis hijos se atragantó, se puso granate y no lograba respirar, me limité a hablarle suavemente y darle golpecitos en la espalda. Cuando logró recuperar el aliento (llorando enérgicamente, probablemente de puro susto) le di unos mimos y se calmó en pocos segundos. No hubo más. Creo que es una inmensa suerte poder reaccionar con calma, sin que se le altere a uno el pulso en estos casos. Pero cuando me duermo, todas mis teorías hacen aguas. Supongo que se debe a algo muy hondo, muy primitivo. Algo que no se puede racionalizar, por ferolítica que se ponga una cuando está consciente. El caso es que en el terreno de los sueños tengo perdida la batalla de la sensatez. Desde que los enanos nacieron no he dejado de tener pesadillas, casi cada noche. Pesadillas en las que no consigo que vuelvan a respirar, en las que todo sale mal, en las que incluso yo misma les hago daño con saña o me vuelvo loca y les quito la vida con mis propias manos. Me despierto tan angustiada que no puedo seguir en la cama, necesito distraerme con lo que sea. El mal cuerpo me dura todo el día.
Sé que todos esos espantos son normales, que forman parte del miedo de cualquier ser humano a no ser capaz, a fallar, a perder lo que más ama. Del mismo modo en que todos hemos soñado con llegar tarde a un examen, con quedarnos en blanco, con la muerte de un ser querido, con el abandono, con no ser reconocidos por los nuestros. Miedos grandes y pequeños. Salir desnudo a la calle o que la cajera del súper te diga: "son cuatrocientos mil euros", y te veas sudando tinta, buscando una excusa para no pagar, revolviendo en el bolso desesperadamente (pero consciente de que no tienes esa cantidad) y preguntándote cómo la compra habitual puede costar tanto de repente. Por suerte siempre he sabido cuándo soñaba. No sé por qué, pero desde niña siempre he podido reconocer el ambiente extraño e incoherente de los sueños. Eso no me ha evitado sufrir con muchos de ellos, ni el terrible malestar que se te queda luego, pero al menos nunca me los he creído. Cada vez que un sueño se ha vuelto siniestro he pensado: "quiero despertar, no quiero ver esto". Siempre lo he conseguido. Pero ahora, aun sabiendo también que lo que estoy viviendo no es real, el terror es mucho mayor, más profundo, más animal, más difícil de controlar. Me consuela pensar que si ocurre es porque nunca antes había tenido nada tan valioso.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Ni rastro de Morfeo

Primero dormían como benditos. Lo que corresponde a unos recién nacidos, vaya. Luego llegaron los temidos cólicos. Mamá patentó unos masajes de tripa (que le salieron bien de pura casualidad) y tuvimos paz durante el primer mes. La cosa se fue complicando a medida que los angelitos tragaban más y más, así que hubo que recurrir a manos más profesionales y expertas. Los cólicos desaparecieron. Hurra!

Lo curioso es que, junto con el pérfido dolor de panza, desaparecieron también las ganas de dormir. Lo lógico hubiera sido lo contrario: menos molestias, sueño más tranquilo. Meeek. Error. Toca biberón a las doce de la noche. Toca de nuevo sobre las cuatro. Desayuno a las ocho. Y empieza el fandango. Ya no duermen nunca más en toda la mañana. Apenas sestean un rato si salimos de paseo. Se ve que les gusta el meneo del carromato (porque eso no es un carricoche, no, es un carromato. Una diligencia, inclusive). Morfeo hace su entrada triunfal en torno a las dos de la tarde y, con suerte, habemus pax hasta las siete. Chapoteo bañeril, manduca y nueva juerga flamenca. Cuando los hados tienen piedad los pequeños monstruitos caen rendidos cerca de medianoche, tras otra ronda biberonil.

Que qué hacen tantas horas despiertos? Mirar. Lo miran todo. Miran al techo, miran la ventana, el armario, los muñequitos que se balancean sobre la cuna, nos miran a nosotros... chillan de vez en cuando, como si se aburrieran. Les ponemos música, peluches que hacen ruiditos, los chupetes, los tapamos, los destapamos, cambiamos a Chopin por Satie, a Satie por Enya, a Enya por sonidos del mar... nada. Ojos como platos, bocas formando una "o", como si todo fuera la pera de interesante. Empiezan a bajárseles los párpados y de repente, en cuanto nos confiamos, zas. Un bote y de nuevo están a plena energía. Mueven las piernas de tal manera que balancean las cunas (y, ojo, son cunas grandes de madera pesada, nada de serones ni minicunas). Menean los brazos como aspas. Lanzan los chupos hasta el infinito y más allá (en serio, los vemos volar!)

Se giran solos y cambian de postura hace semanas. Apoyan los pies en el colchón y se van empujando hacia arriba, hasta que se quedan con la cabeza literalmente aplastada contra la chichonera (sobre todo Atreyu, que es una pequeña mula parda). No pasan tapados ni dos minutos, porque patean hasta librarse de las sábanas. Se agarran el pelo, las orejas, la nariz... Llega un momento en el que enfilas el pasillo dispuesta a emular a Herodes, pero luego entras en su dormitorio y se te va la furia asesina a tomar vientos en cuanto te miran y se ríen. Porque se ríen, en nuestra misma cara. Abren esas boquitas de lado a lado y sueltan gorjeos de esos "desmontapadres". Pensábamos que la sonrisa tardaba mucho más, que los primeros meses era un puro reflejo (por más que los progenitores babeemos con estas cosas). Pero hemos comprobado con sorpresa que sonríen después de comer, cuando les pones delante un juguete, cuando les hablas en "tono cursi-bebé" y cuando les coges en brazos. Ahora ya no sólo sonríen: se ríen. Con sonido. Y contestan, los muy descaraos! Emiten ruidos que suenan a arameo cuando les hablamos, y hasta hacen una especie de carraspeo muy cachondo, como si nos pegaran la bronca.

Son más divertidos que la mejor de las pelis. Pero han decidido que dormir está sobrevalorado. Cielos. Y todo esto con apenas mes y medio. Que los dioses se apiaden de nosotros.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Montando una escena

Siempre hay alguna que te revuelve por dentro, que te trae recuerdos, que te hace llorar a lágrima viva, soñar despierta o reír a carcajadas. Algunas de mis favoritas, sin mayor orden ni concierto:
- Los dos hermanos (el mayor, el ejemplo a seguir, hundido y renacido tras asesinar por puro odio, pagarlo en la cárcel y renacer; y el pequeño, transformado tras mirarse en el espejo nuevo de su ídolo) descolgando de las paredes todos los símbolos nazis en "American History X".
- Papeles en llamas cayendo lentamente desde las ventanas de la cárcel, despidiendo a Giuseppe en "En el nombre del padre".
- Él y ella juntos en el balcón, con esa preciosa música triste de fondo en "El fantasma y la señora Muir".
- Una Escarlata hambrienta, pero no vencida, jurando ante Dios bajo el cielo rojo de Tara en "Lo que el viento se llevó".
- Los supervivientes dejando piedras sobre la tumba de Oskar en "La lista de Schindler".
- El discurso final del barbero en "El Gran Dictador".
- Los conjurados tocándose la nariz en "El Golpe".
- La pequeña Murron entregando un cardo a William cuando él se queda solo frente a la tumba de su padre y su hermano. El grito de rebeldía sobreponiéndose al dolor y la tortura en "Braveheart".
- Él bajo la lluvia y ella aferrada al cierre del coche, dudando entre el amor de su vida y el papel que le corresponde en "Los puentes de Madison".
- El rostro del cura, sin palabras, diciendo tantas cosas con los ojos, mientras escucha el relato de los abusos de sus protegidos en "Sleepers".
- Nettie y Celie, abrazadas tras toda una vida de distancia. La mujer malvada y libertina cantando desgarrada un himno y siendo al fin perdonada por el padre en "El color Púrpura".
- El niño reencontrándose con su madre y celebrando que ha ganado el tanque en "La vida es bella".

Y hay tantas más...

domingo, 14 de agosto de 2011

Hacia el sol

Si miráis un poco más abajo veréis la foto de un centro de flores con los globos de mis nanos. Aún tienen esos globos, cada uno en su cuna, sujetos con un lazo. Cada día (varias veces) giro el globo de Dani hacia la puerta. Cada día (varias veces) el globo aparece girado hacia la ventana. Evidentemente esto tendrá una razón de ser, una explicación perfectamente lógica (aunque yo la desconozca). Pero no puedo evitar sonreír cada vez que mis ojos se posan sobre el globo, más terco que yo misma.


Al fin y al cabo, Daniel siempre ha sido nombre de niño travieso. Y quién sabe, hijo. Quizá tengas tu propio trasgu, o tu propio diañu burlón. Quizá allá arriba hay alguien a quien le gusta que lleves su nombre.

jueves, 4 de agosto de 2011

Mis Búhos Reales

No puedo dejar de mirarles.
No puedo dejar de tocarles.
No puedo dejar de escucharles.
No puedo dejar de olerles.
No puedo dejar de besarles.

Todos mis sentidos puestos en este par de xaninos, mi Ventolín y mi Espumeru, mi Atreyu y mi Bastian, mi Principito y mi Montaraz.

Fascinante cómo algo tan obvio, tan natural, tan cotidiano, tan miles de millones de veces repetido puede provocar cosas tan inexplicables. Cosas que sólo alcanzas a imaginar muy de lejos. Incluso cuando les llevas dentro y eres perfectamente capaz de distinguir cada movimiento suyo, estás a años luz de asimilar cuánto van a significar para ti desde el momento en que les ves, cuando por fin toman forma y se vuelven rotundamente reales y "tuyos", "nuestros".
Trasto, esto es enorme. Nada nuevo bajo el sol, dos personas más empeñadas en perpetuarse, siguiendo la rueda. Pero es enorme. Y es increíble que lo hayamos hecho juntos. Doy gracias por ti cada día, y por el par de regalos que me has dado. No se puede pedir más a la vida que tener esto contigo.

lunes, 18 de julio de 2011

Límites

Crees que tienes un límite concreto y bien definido, pero luego descubres que puedes llegar más allá una y otra vez sin que se acabe el mundo. Y no, no me refiero sólo a la elasticidad del pellejo, que también. Hace más de dos meses empecé a sentir que llegaba al límite, pero aquí estoy. Aquí estamos. Sesenta días apenas sin dormir, moviéndose con cada vez mayor dificultad, pasando calor, molestias, dolores, convencida siempre del "de aquí no paso". Y pasas. Me cuesta creer (teniendo en cuenta cómo he sido yo casi toda mi vida) que no se me haya agriado el carácter. Que no ande por ahí chillándole a la gente, poniendo morros, llorando por las esquinas o autocompadeciéndome. En un día especialmente malo me limito a tumbarme en la cama con un libro para leer y sestear a ratos, disfrutando de estar sola y en silencio (algo que no será posible no tardando mucho).

Me observo desde fuera y pienso que el cambio es real, que no fue solamente un intento. Las autopsias funcionaron incluso mejor de lo esperado. Y hasta me río pensando en lo fructíferos que resultaron ciertos desengaños que tan injustos me parecieron en su día. Necesitaba esta transformación. Con enorme urgencia. Necesitaba mutar en otra cosa, desprenderme de muchas cargas y corazas, de muchos miedos, de mucha ira. No digo que lo haya logrado del todo, pero sí puedo afirmar que el cambio es sorprendente. Porque, en realidad, sigo teniendo los mismos problemas que entonces, las mismas cuestiones pendientes de resolver, los mismos proyectos que no terminan de salir a flote. Sencillamente lo encaro de otro modo. Ya no estoy enfadada con el mundo, ni conmigo. Y, joder, me felicito y me aplaudo por primera vez en mi vida. Porque esto lo he conseguido yo. Yo misma me buceé, yo misma me destripé, me analicé con saña de cirujano, me miré al espejo sin un gramo de maquillaje, me prohibí terminantemente las excusas, me comprendí, me tiré a la basura y me reinventé. Coño. Supongo que por esa razón es la primera vez que me siento orgullosa de mí misma por algo.

Aún quiero cambiar cosas, sin duda. Nadie piense que a mis 33 años me considero ya perfectamente acabada. Ah, no. Creo que vivimos en constante construcción, en una reforma permanente. Quizá alcanzamos estados y momentos que se aproximan mucho a la meta deseada (y eso ya me parece glorioso) pero siempre habrá alguna bombilla que cambiar o una mano de pintura pendiente. Total, a qué venía todo esto? (Como se puede apreciar algunas cosas nunca cambian. Sirva como ejemplo mi capacidad para divagar). Venía a cuento de la agotadora sensación de no dar más de sí, sensación que pocos años atrás me habría demolido por completo y que ahora, aun teniéndome para el arrastre, no consigue aplastarme. Y menos mal. Porque vienen de camino dos seres humanos que, desde luego, no pidieron venir. Y que pondrán mi vida (tan llena de manías) patas arriba. Y que exigirán atención, paciencia y el entusiasmo necesario para sentirse un regalo (no un castigo, que es lo que parecen ser para muchos padres, incluso para los que tanto parecían desearlos). Dos seres humanos a lo que habrá que querer y respetar, ayudándoles a tejer su propio mundo (el suyo, sólo suyo, su universo) del que deberé aprender a formar parte sin invadirlo ni llenarlo con mis propios fantasmas. Me temo que es la tarea más compleja a la que jamás me enfrentaré, y estoy convencida de que obraré todo tipo de desastres. Pero quiero saber estar ahí, como mínimo. Y cuando me miro hoy a través de la lupa, creo que, al menos, es posible.

lunes, 27 de junio de 2011

jueves, 23 de junio de 2011

San Xuan


Esta noche no quiero pedirte ningún deseo. Me concediste uno más allá de lo que esperaba, pero aún me debes alguno de otros años. Seguiré esperando por ellos. Luego no digas que soy codiciosa.

 

lunes, 13 de junio de 2011

Más enanos

Ya teníamos a Lara, Carla y Martina. Y, en lo que va de año: Candela, David y Carlos. Faltan Daniel y Ángel. La cuarta generación viene a todo trapo. Y siguiendo un curioso orden. Las damas primero.

viernes, 10 de junio de 2011

Famosos con doble

Julieta Venegas y su hermana Ivonne. Gisele Bundchen y su hermana Patricia. Scarlett Johansson y su hermano Hunter. Ashton Kutcher y su hermano Michael. Alanis Morissette y su hermano Wade. Isabella Rossellini y su hermana Ingrid. Kiefer Sutherland y su hermana Rachel. Eva Green y su hermana Joy. Vin Diesel y su hermano Paul Vicent

Supongo que algunos serán gemelos idénticos y otros serán mellizos (los de distinto sexo como mínimo, claro). Más de uno se estará frotando las manos ante la mera idea de toparse con dos Giseles o dos Evas Green. Telita. Fantasía de fantasías. Y qué me decís de que haya otra Isabella?? Cielos. Qué derroche de belleza. Se ve que a la Naturaleza le dio pena hacer sólo una. Mejor dos, a lo grande. Yo, personalmente, sólo de pensar en dos Vin Diesel, me pongo malita, pero de angustia. Sí que me molaría conocer al mellizo de la Scarlett. Sobre todo si tiene sus mismos morros. Ñam!

martes, 7 de junio de 2011

Reflexión

 "En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen los unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar. No creo en Dios, no lo necesito y además soy buena persona".




José Saramago.

sábado, 4 de junio de 2011

Nadie dijo que fuera fácil

Y quien lo dijera, mentía. Insisto en que no me puedo quejar. Estoy teniendo una preñez idílica. No he sabido lo que es una náusea, ni un mareo, ni un antojo, ni un ataque de mal humor o de tristeza. Todos los pequeños síntomas que me atacaron a mitad del embarazo (pies como globos, jaquecas) desaparecieron sin dejar rastro hace ya tiempo. Es decir, que a punto de cumplir ocho meses en este viaje, lo único que puedo alegar es lo que ya tenía antes de empezar la aventura: cansancio. Total, ninguna diferencia sustancial, salvo, naturalmente, la sensación de llevar una mochila inmensa llena de agua. Pesa. Te vuelve torpe. Te hace caminar como una oca sobrealimentada. Y correr al baño diez veces por noche, si se tercia. Luego están las manías de los enanos, claro (aunque al menos en estas son todos iguales). Tienes que dormir del lado izquierdo. Siempre. Caiga quien caiga. No sirve dormir panza arriba ni del lado derecho (panza abajo se descartó hace meses), o te fríen a patadas. No, el modo en que ellos están cómodos y reciben (al parecer) todo cuanto necesitan sin interrupciones, es que te pongas del lado izquierdo. Y cuando llevas durmiendo así varios meses, toda la pierna de ese lado protesta indignada ante el abuso, de la cadera al pie. Demasiado tonelaje para el pobre e indefenso lado izquierdo.



Y una noche, además, empiezan las contracciones esas de mentirijillas. O eso crees. En todas partes te las definen como molestias breves, de apenas unos segundos, que cursan con endurecimiento súbito de panza. Resulta que las tuyas no son así (tú, para variar, llevando la contraria), son más bien una especie de dolor menstrual de nivel 10 en barriga y riñones, con su endurecimiento pertinente y que duran aproximadamente media hora. Seguida. Nada de ir y venir, no. Tampoco varía la intensidad. Es un dolor fijo de media hora que no te permite estar acostada, así que tienes que levantarte y pasear. Mientras paseas, no duele. Que te tumbas a los cinco minutos? Mal, el dolor sigue ahí. Arriba, bonita. Tienes que esperar media hora, es lo que hay. Cuando al fin se pasa, puedes volver a dormir (si los calambres en la pierna izquierda y la flojera de vejiga te lo permiten). Pero que sepas que las contracciones esas volverán dos o tres veces más cada noche y alguna que otra por el día. Me gusta pensar que, aunque aún nos falte camino, el cuerpo se va preparando para la traca final. Bien. Nadie dijo que fuera fácil, pero aquí estamos. Listos y con la maletita a punto. Quién dijo miedo?

sábado, 28 de mayo de 2011

33




Dicen que, en el fondo, todos son iguales. Supongo que, si alguno puede ser distinto, será este.
Felicidades, Lenka. Ya falta menos para que lleguen dos de los Búhos.

viernes, 27 de mayo de 2011

El hijo ha vuelto

No hace tanto contaba yo por aquí el triste episodio que vivía una de mis primas, al ver truncado su embarazo en el quinto mes. Le deseaba entonces la mayor de las fuerzas y cuanta pequeña magia (por absurda que esta pareciera) pudiera convocar en su consuelo. Desplegaba mi colección de tonterías de cuento de hadas, de rollos místicos, de hechizos del todo a cien. Sobre todo cruzaba los dedos por ella, confiando en que lograría sobreponerse al dolor.

Por aquellas fechas se cumplían casi dos años de mis propios intentos por conjurar la vida. Mediaba Septiembre, y las dos recibíamos malas noticias, aunque la suya era sin duda infinitamente peor que la mía. Yo tenía una ilusión por cumplir, ella tenía una pérdida. Quién me iba a decir que la alquimia estaba a punto de funcionar? Si supieras la punzada de pena y culpa que sentí al saber que eran dos... pensaba en la flagrante injusticia de tener dos hijos cuando tú habías perdido al tuyo, cuando tantas otras mujeres a las que adoro siguen luchando contra los caprichos lunares. Me consolaba pensando que al final sería posible, y que todas, de un modo u otro, seríamos madres si de verdad lo deseábamos. Porque me empeño en creer que la vida puede encapricharse con llevarnos por sendas torcidas y nuevas, pero nos lleva. Al final llegamos. No hay un solo camino para lograrlo.

Total, que un día hablamos por teléfono, y me preguntaste cómo iba todo. Y yo despaché el tema con cuatro tópicos, procurando no extenderme, no recrearme, no pecar de falta de delicadeza contigo. Pero tú reías, indagabas, querías saber los detalles. Me asombró tu fortaleza, lo bien que lo estabas llevando. Sobre todo teniendo en cuenta que éramos tres las embarazadas del clan, tres historias felices frente a la tuya. Me conmovió tu generosidad. Y me sorprendió que, durante la charla, dejaste escapar un par de frases en presente, no en pasado. Sentí cómo se disparaba una agradable alarma en mi cabeza y, tras despedirnos, comenté a La Mamma en secreto: "creo que Lin está embarazada otra vez, pero supongo que aún no querrá decirnos nada".

Lo conseguimos a la vez, Lin, pero tú guardaste silencio, seguramente muy marcada aún por la tragedia reciente. La distancia te permitió ocultarlo y hoy no dejo de pensar en lo duro que habrá sido vivir en silencio tu ilusión y tus miedos. Apenas dos meses después de tu peor trago, la vida se te plantaba dentro de nuevo. El otro día la voz de La Mamma me daba la insólita y feliz noticia. Ya eres madre. Tu bebé ha nacido, con muchas prisas, demasiado pronto, apenas un ratoncito, pero empeñado en pelear. No hace tanto te escribía que no habías perdido una criatura, que sólo se había aplazado el momento, que regresaría a ti cuando estuviera listo. Lo sé, es una de mis idioteces. Pero me encanta saber que, de algún modo, así ha sido. Cuando el hijo vuelva, te dije. Ya ha vuelto, Lin. Enhorabuena. Y bienvenido, tú, que tanto de bueno traes.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Frases/situaciones que odio...

... en las pelis y series yankees. Pasen y vean.




- Esas familias modélicas de padres pluscuamperfectos e hijos repulsivamente ideales. Ya sabéis, esos críos que una vez CASI fuman, (pero no, porque es malo y te mueres), CASI beben (pero no, porque no es legal antes de los 21), CASI asisten a una fiesta salvaje (pero no, porque en ella había gente que fumaba y bebía) y, si son niñas, CASI follan (pero tampoco, porque hay que esperar a estar enamorada, y hasta casada si es posible, para que sea algo súper especial).




- Los niños pequeños. Son todos gilipollas perdidos. Repelentes. Hablan como académicos de la lengua, comprenden a la perfección los misterios insondables de la vida y, en el peor de los casos, pasan una tremeeeenda fase de rebeldía en la que a todo responden con un: "déjame sol@!!!" A veces demuestran un egoísmo acojonante o son groseros hasta límites insospechados, pero no hay padre ni madre en el cine que les arree jamás una buena ostia en la boca. Como mucho (como mucho), les aporrean un poco la puerta de la leonera, y se preguntan con cara angustiada qué están haciendo mal. Oish. Que nadie se preocupe, porque al final todo terminará con un abrazo y alguna frase almibarada que dé vergüenza ajena.




- Esa moda personajística de los tíos "idiotas y torpes pero sensibles en el fondo" y las tías "cultas, inteligentes y maduras pero con ramalazos neuróticos evidentes". Esa constante de que, ocurra lo que ocurra, ellas siempre tienen razón y sobrados motivos para todo. Gritar a los hombres. Tirarles la ropa por la ventana. Enviarles al sofá. Ponerles los cuernos. Darles un guantazo. No importa. Haga lo que haga una tía, siempre es culpa del tío, que algo peor le habrá hecho antes. Ellos, naturalmente, terminan perdonando cualquier histerismo. Ellas, cual perro ladrador, muerden más bien poco y también lo perdonan todo. Y al final todo se arregla con un anillaco, un vestido blanco y las amigas vestidas de perifollo rosa hortera, en lo que sin duda es, "el día más feliz en la vida de toda mujer".




- La absoluta memez de que la fea se quite las gafas y todos descubran con asombro (incluida ella misma) que es un cañón. Nadie se había dado cuenta. Claro. Ponle a la Bellucci unas gafas y seguro que de repente es Rossy de Palma, no te jode.




- La manera en que los personajes se cuelgan unos a otros el teléfono. Jamás se despiden! Cómo saben que el otro ha terminado de hablar? De repente, y sin venir a cuento, cuelgan. Y a tomar por saco. Otra parida insufrible con teléfonos de por medio es cuando empiezan a sonar y el/la prota se queda mirando al tendido con cara de completo imbécil durante los primeros seis timbrazos. Como si se preguntara: "está sonando de verdad o me lo parece?" Mejor armarse de paciencia, porque entre que se entera, lo asume, se levanta y recorre una de esas casas inmensas (en las que, por cierto, nunca hay lámparas de techo, sólo lamparitas de mesa repartidas aquí y allá que siempre están todas encendidas), fácil que el teléfono de las narices llegue a sonar veinticinco veces. No se cansa el que llama? Diría que sí, y por eso se venga luego colgando cuando le sale del orto.



- La escena esa en la que el padre recibe al novio de la hija en la puerta con una amable sonrisa para, a renglón seguido, amenazarle con la castración en vivo. Da igual si la nena tiene 15 años o 36. Lo cojonudo es que, al parecer, esa escena tiene que hacernos gracia y debemos considerar que semejante cavernícola es tela de guay. También mola mucho cuando la chavala pone los ojitos en blanco y exclama: "papá, por favooooor..." Yo al mío lo fulminaría si osara comportarse así. Pero claro, yo soy una mala hija, no una de esas modélicas niñas yankees que sólo-casi-follan.




- La puñetera frase de: "has herido mis sentimientos". Pero qué mierda es eso??? Cómo se puede decir una cursilería semejante sin echar la pota??? Quién demonios se expresa con tal nivel de ñoñez??? Y, ojo, que no es la única! Cualquier día me lío a hacer una recopilación de las frases más insufriblemente vomitivas del cine yankee. Prometido. Aunque sospecho que la cosa dará para un buen puñado de entradas.




Hay más, que conste. Cuál es tu favorita? No me dirás que no hay donde elegir!

lunes, 16 de mayo de 2011

Vergüenza torera



Siempre se dice que los latinos somos expresivos, vehementes, emotivos y pasionales (entre otras cosas). No es que yo lo niegue (y aquí podríamos entrar en debates sobre biología, entorno, cultura, genes y toda la pesca), pero debo admitir que yo no soy así para nada. Lo mismo es que, dentro del mundo latino, estoy demasiado al norte. Al fin y al cabo si nos ponemos a analizar aspectos (clima, gastronomía, folclore...) un astur, a simple vista, tiene más cosas en común con un escocés que con un sevillano. No es coña, ni creo que esté exagerando. Naturalmente que uno es lo que es, y que, como española, siempre habrá más entendimiento y complicidad con el sevillano. Es que tenemos la misma historia detrás, digamos. O hemos escrito distintos párrafos del mismo cuento. Pero en ciertas cosas admito que una se asoma al Puerto Pajares y piensa: "cielos... comparados con todos esos, somos marcianos!!!"


En fin, que ya me estoy liando y no quería yo hablar de esto ahora. Lo que pretendía explicar es que hay ciertas maneras de expresar los sentimientos que parecen irremediablemente ligadas a la cultura de uno. Más o menos todos damos por sabido que un japonés es mucho más contenido que un italiano, y afirmamos como cosa incuestionable que un cubano es más abierto que un noruego. Así, en general. Con los matices personales que se quieran. A partir de ahí podemos cribar cuanto deseemos, y meter cienes de variables: que si educación, que si nivel cultural, que si creencias, que si esto y aquello... (y discutirlas también, faltaba más).


A qué viene todo esto? Al tema del dolor y de los miedos. Os aseguro que yo intento ser absolutamente comprensiva y respetuosa con las muestras de dolor y de miedo de todo hijo de vecino. En serio. Qué menos. Pero confieso también que cuando veo el modo en que algunas personas expresan esas emociones me invade una vergüenza ajena indescriptible. Y me ocurre sencillamente porque yo soy contenida y vergonzosa con las emociones (con otras cosas ni por asomo). Porque soy muy poco latina. Porque me abochorna hablar demasiado alto, llorar en público o mostrar según qué debilidades. Ejemplos? Mogollón. Qué puñetas es eso de tenerle miedo al dentista? Si te pone anestesia!! Y, te haga lo que te haga, existe el Nolotil. No se puede tener miedo al dolor habiendo Nolotil! Miedo al ginecólogo? Cielos, yo empecé a ir a los 11 años. A esa edad ya me hacía la cera, jajaja. Jamás lloré al vacunarme, porque me enseñaron que no dolía un pijo, que era un pinchazo de nada y duraba segundos. Todo lo relacionado con los ojos me da cierta grima, pero me hicieron mil perrerías cuando me operaron con láser y lo único que había que hacer era relajarse. Punto. Aunque no temo a las agujas (llevo cinco tatuajes, leñe, y más que pienso hacerme) ni mucho menos a la sangre, siento un yuyu espantoso por las venas (cada cual con sus chorradas), pero desde que me preñé no paran de aguijonearme y ponerme vías y siempre actúo como si me importara un pimiento (qué voy a hacer?? Echarme a llorar ante la enfermera???) Os aseguro que sufro, que siento palpitaciones y sudores fríos, pero sonrío, respiro con normalidad y me controlo. Y se pasa.


Nunca es tanto como parece. No importa si me sacan tres muelas de una tacada, si me deshacen a huevo un nudo de tendones en el brazo o si me sanjan un dedo y me lo exprimen para curar una infección. Puedo apretar los puños hasta marearme y perder el aliento, pero nunca daré un grito. Porque me da vergüenza. Porque el dolor y el miedo se pueden controlar perfectamente, al menos en la mayoría de los casos. Y, en el peor de los casos, suelen ser cosas pasajeras. Porque sospecho que los nervios y la histeria sólo empeoran las cosas y aumentan el sufrimiento. No vale la pena. Y porque, definitivamente, da mucho palo eso de perder los papeles en público. Al menos a mí. Cómo si no se explica que con mi ascazo a las venas sea donante de sangre? Porque puedo con ello, porque no es para tanto. Y porque ciertas cosas valen la pena, o bien son inevitables. Así que... para qué montar un pollo que no conduce a nada?? Seguramente es eso, vergüenza torera, mera pose, orgullo. Será. Pero a mí me vale!! Hace años que aprendí a quitarme las migrañas sin medicación, sencillamente relajándome. Será verdad que la chulería ayuda a dominar dolores y fobias?? No todo dolor, desde luego, y no toda fobia. Nada de eso. A ver quien es el guapo que consigue olvidarse de un brazo roto meditando. Pero sí, creo que muchos sufrimientos "cotidianos" pueden controlarse cuando uno se empeña. O quizá sólo puede controlarse la reacción ante ellos. Que no es poco decir. Ya lo decían las abuelas: "si lloras te duele más". Resulta que tenían razón. Al menos yo estoy convencida.

viernes, 13 de mayo de 2011

A ver si nos enteramos





- No hay ninguna chica embarazada y en coma en un hospital de Levante (o de Moscú) porque le hayan quitado los dos riñones y la hayan violado. Es difícil eso de que te echen droga en la bebida. La droga no la regalan así como así.


- No hay bandas de rumanos que te aborden en los aparcamientos del Mercadona para hacerte oler supuestas muestras de perfume, te droguen con éter y te lo roben todo.


- Tommy Hilfiger jamás dijo en el programa de Oprah que odiara a los negros (Oprah es negra, por si no lo habíais notado), a los judíos y a los latinos. Se habría montado un pollo de magnitud indescriptible. El mongolo del Tommy no vendería ni un calcetín si osara afirmar que odia a los judíos, los latinos y los negros. Resulta que algunos (algunos!) son incluso ricos. Y compran ropa.


- Bill Gates no va a donar un céntimo por cada mail que reenviéis con la foto de un niño enfermo de Wisconsin. Esos jodíos niños no existen. O, como poco, han tenido que cumplir ya los 45 años. O se han muerto ya, así que... ni os molestéis.


- Los imanes de nevera no dan cáncer. Tampoco los desodorantes, ni los microondas.


- Los moros que viven en Lleida no cobran 3.000 euros al mes en ayudas. Ni los que viven en ninguna otra parte. Cualquier trabajador social sabe lo difícil que es conseguir una ayuda del estado, para un inmigrante, un oriundo o un marciano. Ese mail no lo escribió una trabajadora social, sino sencillamente un neonazi resentido. Seguramente uno de esos que se queja de la crisis pero no da palo al agua y vive de sus padres.


- Ni hotmail ni facebook van a empezar a ser de pago a partir del mes que viene.


- Nostradamus no predijo el 11-S. Ese día los judíos neoyorkinos sí fueron a trabajar. Ninguna pareja de guiris advirtió a un árabe que se le había caído la cartera y este, agradecido, les advirtió que no fueran a Nueva York el 11-S. Ningún árabe ha advertido tampoco a nadie que no beba coca-cola.


- Ningún etarra agradecido advirtió a ninguna ama de casa que no comprara en grandes superficies en los meses siguientes. No hay comandos terroristas abandonando por ahí mochilas bomba, monederos bomba ni móviles bomba para que nos vuelen las manos al recogerlos.


- No aparecen dedos/ratas/dientes en las hamburguesas de ninguna cadena de comida rápida. Tampoco es cierto que en lugar de pollos y vacas usen lombrices ni engendros sin patas ni cabeza fruto de una mutación genética. Sale más barata una jodía gallina que criar millones de gusanos o fabricar monstruos alterando su ADN.


- En los países árabes no secuestran a las turistas liándolas en una alfombra para vendérselas a un jeque millonario. Acaso Berlusconi, o Briatore necesitan secuestrarlas??? Será por putonas...


- No hay droga en los caramelos ni en las calcomanías. Nunca la hubo.

- Ningún chico se ha despertado tras una noche de marcha y se ha encontrado escrito con carmín en el espejo del baño la frase: "Bienvenido al club del SIDA". Tampoco se ha despertado nadie en una bañera llena de hielo y con cicatrices en la espalda. No es tan sencillo quitarle los órganos a alguien y dejarle vivo.


- El 99% de los textos (iracundos o ñoños) atribuidos a tal o cual escritor, no son de tal escritor. Son de algún tontolaba aburrido a quien nadie leería de firmar con su nombre. Por eso usa el de algún autor conocido.


- Si un cabrito te asalta a punta de navaja en un cajero para que le des toda tu pasta no sirve de nada que teclees tu pin al revés. No va a saltar una alarma en la comisaría más cercana. Si te crees que en dos minutos tendrás a la pasma rescatándote, es que eres bobo. Mejor espera sentado. Y piensa un poco. Crees que como tú tienes el pin 2589, nadie tiene el 9852?? Qué pasa con los que tienen claves capicúa??


- No hay números de móvil de diez dígitos que te endosen facturas astronómicas si osas responderles. En cualquier caso, existe una muy buena costumbre que no cuesta nada y ahorra problemas: no contestes a números desconocidos, no des tus datos a desconocidos, no abras mails de desconocidos, no aceptes copas de desconocidos, no subas a coches de desconocidos ni te largues a casa/un hotel/un descampao con desconocidos. Anormal.

- No hay virus peligrosos escondidos en archivos que se llaman "Urgente", "Hola, soy Pepe" o "Atención: virus". Cuando se propaga un virus peligroso sale en todos los medios. Estas memeces sólo sirven pa que nos compremos antivirus a cascoporro. Si un peligroso hacker quisiera joder a la humanidad entera no crearía un virus llamado "Aviso importante". Cualquier imbécil entiende que lo efectivo es crear un virus que se llame "Orgía lésbica".


- La policía tiene mejores maneras de alertar a la sociedad sobre un supuesto peligro (rumanos armados con éter, drogas en los cubatas, robo de órganos, futuros atentados terroristas) que sentar al agente Ruipérez a teclear mails como un gilipollas. Ni la pasma, ni la ONU, ni el Ministerio de Interior, ni el director de ningún Hospital ni los catedráticos de Oxford necesitan recurrir a las imbéciles cadenas de mails para avisarnos de nada. Tienen los medios de comunicación a su disposición. Estos avisos saldrían en la tele, la radio y las primeras páginas de los periódicos si fueran reales.


- No importa que los mails vengan "firmados" por expertos, médicos, científicos o mariscales de campo. Es todo mentira, siempre. Quién puede creerse que un Profesor de la Universidad de Almería use la palabra "freezer" en lugar de "frigorífico"??? Somos idiotas, o qué??? Si nos molestamos en hacer un par de búsquedas en Google descubriremos que las direcciones de Hospitales, Universidades, Organismos Oficiales, Consulados, etc, también son falsas.


Si la peña se tomara un triste minuto de su vida en usar la cabeza, comprendería que estas leyendas urbanas no tienen ni pies ni cabeza. Y entonces no nos amargarían a los demás reenviándonos una y otra vez semejantes gilipolladas. Así que, por favor (por favooooooor) usad más la cabeza y menos el ratón. Gracias.

domingo, 8 de mayo de 2011

Todofobia



Investigaba yo por internet para descubir cómo se llama el miedo irracional a los peces (ictiofobia, claro, si es que parezco lela) y me he topado con una lista de pánicos de lo más curiosa. Vaya por delante que no osaría reírme de los terrores de nadie, pero de verdad que algunas cosas suenan absolutamente marcianas. Da la sensación de que nos hemos vuelto tontacos y nos encanta que nos etiqueten. Nos chifla padecer alguna rareza. Lo que hasta no hace tanto podía ser motivo de mofa y escarnio ahora es casi una medalla, un distintivo. Algo que te hace original, diferente. Cool. Y es que, además, aunque nos estemos refiriendo a miedos irracionales, los hay que parecen más irracionales que otros, caramba.


Tener miedo a los insectos, o a los espacios abiertos es una putada. Porque es muy fácil que la vida diaria te enfrente habitualmente con dichos miedos. Pero es que hay fobias que implican cosas tan rematadamente raras, improbables o tan fáciles de evitar que te preguntas cómo es que los que las sufren se han dado cuenta siquiera de su padecimiento. O por qué les llega a obsesionar ese temor. Yo tengo pánico a los tiburones desde que me llevaron de niña a ver la dichosa peli. Pero, coño, qué probabilidades hay de que me tope con uno?? Vivo en el norte de España, donde la cercanía de un escualo es cosa extrañísima. Lo peor que me puede pasar es que me tope con un bicho de esos en el canal del National Geographic. Y, por yuyu que me dé, está en la tele. Basta con hacer zapping. Tenerle manía a los tiburones no me afecta para nada. Digo más, ni siquiera tenerle manía a los peces en general (y eso es anterior a mi terror hacia el Gran Blanco). No tendré jamás un acuario. No practicaré el buceo. Y poco más. Sencillo.


También soy nictofóbica. De una manera muy extraña. La oscuridad sólo me asusta si estoy en una casa, en una construcción (no importa que sea grande o pequeña). En cambio adoro la noche y no temo pasearme a oscuras por la calle o incluso por el campo. En espacios abiertos la oscuridad me parece hermosa. No se puede ser más irracional: acaso corres más peligro en tu propia casa si se va la luz que sola en medio del monte?? De todos modos, a la hora de la verdad, no estoy segura de que lo mío sean fobias, ya que consigo razonarlas y mantener la calma ante ellas. Si ahora mismo se fundieran los plomos mi corazón se aceleraría, sentiría miedo y agobio, lo pasaría francamente mal. Pero me obligaría a buscar una linterna y a ir hasta la caja de los fusibles para arreglar el asunto. Sufriría, pero mantendría el control. Se supone que con las fobias no puedes hacer eso. O sí?


Creo que lo que tengo son más bien manías. Yuyus. A los peces, a la oscuridad (en recintos), a los caracoles y los gusanos (y luego voy y me hago una foto con una pitón albina, anda que...) al ruido (sobre todo cuando se relaciona con gente: barullo de conversaciones, voces estridentes, etc), al contacto humano no buscado (esfuerzos titánicos tengo que hacer pa no pegarle a mi pobre suegro, que es de esos que te da golpecitos en el brazo mientras te habla), al sonido que hacen los soldados cuando marchan (es ver una peli o documental en la que salga un desfile y me pongo enferma con el ruido de esas botas marcando el paso), al sonido de ciertas sirenas (más de lo mismo: ver un documental sobre bombardeos me pone los pelos de punta. Lo mismo me ocurre con la sirena de la mina, de un faro, de una fábrica... qué cosas), y, sobre todo, a las venas. No a la sangre, ni a las agujas, nada de eso me asusta. Lo que me supera son las venas. Puedo quedarme tan tranquila mirando cómo me vacunan o cómo me hacen un tatuaje, pero la mera idea de que una aguja me atraviese una vena me da mareos y sudores fríos. Por eso lo paso mal cuando me sacan sangre o me ponen una vía. Porque hay venas. A mí se me puede pinchar en cualquier sitio, menos en las venas. Jamás seré yonki. Nunca me abriré las venas. Puaj.


Pero es que hay cada fobia de carse de espaldas!!!! Investigad por ahí y os mataréis de risa. A los tomates, a besarse, a los travestis, al arcoiris, a ciertos colores, al yogur, a las aceitunas, a las nutrias, a las palabras largas, a los genitales, a la fealdad, a la belleza, a los globos, a los chinos, a hacerse fotos, a los granos, a la luna, a los calvos, a los niños... Gensanta. Pero lo mejor es leer los comentarios de la gente. "Tengo fobia a morirme. Tengo fobia a las pelis de terror. Tengo fobia a las responsabilidades. Tengo fobia a enamorarme. Tengo fobia a que me peguen. Tengo fobia al compromiso. Tengo fobia a que me hagan daño. Tengo fobia a los asesinos en serie". No te jode. Algunos son muy listos. Y otros tirando a bobos. Fobia a la muerte, dice. Háztelo mirar, colega, porque a quién se le ocurre. Con las ganas que tenemos los demás de morirnos!

miércoles, 27 de abril de 2011

Ay, la leche...

A poco que pongas la oreja puedes oír cada cosa como para caerte patas arriba. Supongo que por eso hace mucho tiempo que he desarrollado la capacidad de aislarme completamente del entorno. Bueno, no, no completamente. Ojalá. Aún no he conseguido dejar de oír las irritantes musiquillas de móvil ni ciertas conversaciones atronadoras, de esas que te perforan los tímpanos en el bus y te hacen plantearte seriamente bajar seis paradas antes. No me rindo. Terminaré por lograrlo. El silencio total!


A lo que iba. Con esto de la preñez tienes que oír montones de cosas. Todo el mundo se siente capacitado para darte su opinión (respecto a lo que sea: pies cansados o cómo evitar que tus hijos se droguen en el futuro, lo mismo da), criticar tus ideas, aconsejarte o, directamente, ponerte a caldo. Y nunca, jamás, bajo ningún concepto, les parecerá que estás haciendo las cosas bien. Nunca. Si afirmas rechazar la epidural recibirás el aplauso de madres naturisto-furibundas, feministas new age y otras tribus de maternidad radical (muy de moda todo ello), pero el resto del mundo te espetará que estás mal de la olla y eres una masoca. Si eres pasotilla respecto a desinfectar, sulfatar y esterilizar a tus críos y lo que les rodea, unos te mirarán como a una terrorista pútrida y dejada mientras otros te alabarán la sensatez: "venga ya, por dios, acaso no nos criamos nosotros en el pueblo chupando piedras? Y lo bien que hemos salido?"


Si eres partidaria de carretar a los guajes a todas horas y llenarlos de besos, unos te dirán que ole y bravo, sí señora, a la vieja usanza, como las indígenas del altiplano, una cosa natural que te pone en conjunción mística con el cosmos. Otros te espetarán que pareces boba y que así vas a criar niños mimados. Si, por el contrario, defiendes la necesidad de que haya reglas, horarios, cierta disciplina... por un lado te tacharán de madrastrona gélida sin entrañas, mientras por el otro te felicitarán por tu sano empeño en criar niños autónomos. En cualquier caso, tienes que manifestarte. No vale el ir por libre. Ah, no, bonita. Ya me estás diciendo qué método piensas usar, para que yo pueda darme el gusto de criticártelo y demostrarte lo equivocada que estás.

Métodos, señores. Libros de instrucciones. Pa educar. A mí esto me supera. Es que no quiero métodos, ni creo en ellos. Es que paso de clubs. Es que no quiero que nadie me diga cuánto tiempo debo amamantar, ni cuántos gramos exactos de leche en polvo debo meterle a un biberón, ni en qué momento justo debo dejar a mis hijos sin chupo. Es que pienso hacer lo que me salga del higo, con mejor o peor fortuna. Es que tengo pensado regirme por lo que me parezca más lógico o me venga mejor. Porque soy una pasota irredenta. Porque, además, soy terca como una mula y no me caso ni con dios (no me he casao ni con el padre de mis hijos...) Porque soy de las que piensan que los hijos son la cosa más compleja del mundo (en tanto que seres humanos) y, al mismo tiempo, la más sencilla (en tanto que todo cristo los cría desde que el mundo es mundo).


La última que me han contado me tiene loca. Veréis. Tengo una vecina que es flamante propietaria de una farmacia. En dicho establecimiento se venden, entre otras cosas, leches de esas preparadas para bebés. Pues bien, la buena mujer ha perdido la cuenta de las veces que le ha entrado una feminazi en el local exigiéndole que no coloque los botes tan a la vista, que los retire. Porque incitan. ATENCIÓN. Porque in-ci-tan. A qué? A no dar el pecho. Tócate los golondrinos. Y si no puedo dar el pecho? Y si no me sale de las narices darlo? Vas a venir tú a decirme que soy peor madre que tú, faltosa? "Calla, calla, pero no me digas que no te has fijado", sigue mi vecina, "no te has dado cuenta de que en la tele sólo anuncian las leches que son de continuación? Fíjate: de continuación. A que nunca has visto un anuncio que mencione la primera leche, la de los recién nacidos? A que no? Ni de coña, nanay, primero le das la teta sí o sí, y luego ya te dejamos darle la de continuación. Primero mamá y luego también mamá. Te has fijado?"


Y, coño, no me había fijado. Y es verdad. O sea, que no. Que no puedes no dar el pecho. No se te permite tener una deformidad congénita en los pezones (por ejemplo), o que no te suba la leche, o no producir cantidad suficiente para alimentar de forma correcta a tu prole. Prohibido. Mala madre. Y si eso no se te permite, mejor ni hablemos de que seas una frívola y no quieras que se te caigan las tetas, o que te dé pereza, o te venga fatal por tu trabajo, o te resulte incómodo o no te dé la real gana meterte en eso de la lactancia. Ahí ya pasas a ser una desnaturalizada y una criminal. Conste que mi idea es amamantar. Pero vive dios que si no puedo, no produzco lo bastante para dos enanos, cambio de idea, me resulta demasiado pesado o lo que sea, ninguna flower power me va a tocar los ovarios con sus dictaduras. Y es que, al final, es lo de siempre. Libertad para las mujeres!!! Sí, para que hagan lo que yo diga.