lunes, 18 de julio de 2011

Límites

Crees que tienes un límite concreto y bien definido, pero luego descubres que puedes llegar más allá una y otra vez sin que se acabe el mundo. Y no, no me refiero sólo a la elasticidad del pellejo, que también. Hace más de dos meses empecé a sentir que llegaba al límite, pero aquí estoy. Aquí estamos. Sesenta días apenas sin dormir, moviéndose con cada vez mayor dificultad, pasando calor, molestias, dolores, convencida siempre del "de aquí no paso". Y pasas. Me cuesta creer (teniendo en cuenta cómo he sido yo casi toda mi vida) que no se me haya agriado el carácter. Que no ande por ahí chillándole a la gente, poniendo morros, llorando por las esquinas o autocompadeciéndome. En un día especialmente malo me limito a tumbarme en la cama con un libro para leer y sestear a ratos, disfrutando de estar sola y en silencio (algo que no será posible no tardando mucho).

Me observo desde fuera y pienso que el cambio es real, que no fue solamente un intento. Las autopsias funcionaron incluso mejor de lo esperado. Y hasta me río pensando en lo fructíferos que resultaron ciertos desengaños que tan injustos me parecieron en su día. Necesitaba esta transformación. Con enorme urgencia. Necesitaba mutar en otra cosa, desprenderme de muchas cargas y corazas, de muchos miedos, de mucha ira. No digo que lo haya logrado del todo, pero sí puedo afirmar que el cambio es sorprendente. Porque, en realidad, sigo teniendo los mismos problemas que entonces, las mismas cuestiones pendientes de resolver, los mismos proyectos que no terminan de salir a flote. Sencillamente lo encaro de otro modo. Ya no estoy enfadada con el mundo, ni conmigo. Y, joder, me felicito y me aplaudo por primera vez en mi vida. Porque esto lo he conseguido yo. Yo misma me buceé, yo misma me destripé, me analicé con saña de cirujano, me miré al espejo sin un gramo de maquillaje, me prohibí terminantemente las excusas, me comprendí, me tiré a la basura y me reinventé. Coño. Supongo que por esa razón es la primera vez que me siento orgullosa de mí misma por algo.

Aún quiero cambiar cosas, sin duda. Nadie piense que a mis 33 años me considero ya perfectamente acabada. Ah, no. Creo que vivimos en constante construcción, en una reforma permanente. Quizá alcanzamos estados y momentos que se aproximan mucho a la meta deseada (y eso ya me parece glorioso) pero siempre habrá alguna bombilla que cambiar o una mano de pintura pendiente. Total, a qué venía todo esto? (Como se puede apreciar algunas cosas nunca cambian. Sirva como ejemplo mi capacidad para divagar). Venía a cuento de la agotadora sensación de no dar más de sí, sensación que pocos años atrás me habría demolido por completo y que ahora, aun teniéndome para el arrastre, no consigue aplastarme. Y menos mal. Porque vienen de camino dos seres humanos que, desde luego, no pidieron venir. Y que pondrán mi vida (tan llena de manías) patas arriba. Y que exigirán atención, paciencia y el entusiasmo necesario para sentirse un regalo (no un castigo, que es lo que parecen ser para muchos padres, incluso para los que tanto parecían desearlos). Dos seres humanos a lo que habrá que querer y respetar, ayudándoles a tejer su propio mundo (el suyo, sólo suyo, su universo) del que deberé aprender a formar parte sin invadirlo ni llenarlo con mis propios fantasmas. Me temo que es la tarea más compleja a la que jamás me enfrentaré, y estoy convencida de que obraré todo tipo de desastres. Pero quiero saber estar ahí, como mínimo. Y cuando me miro hoy a través de la lupa, creo que, al menos, es posible.

5 comentarios:

Juan dijo...

Los límites no los ponemos demasiadas veces para justificarnos.

No me gusta la frase de "si quieres, puedes", porque no es real...tenemos límites. Prefiero "si quieres, inténtalo con todas tus fuerzas", porque aunque es verdad que tenemos límites, estos son mucho más laxos de lo que creemos.

Educar a los hijos no es tan difícil, sólo hay que echarle un poco de sentido común, un mucho de generosidad y un todo de respeto.

Ya falta menos....

Rogorn dijo...

Tenías que pisarme el chiste de los límites, ¿no? :(

Supongo que todavía te vas a encontrar muchos límites más, y maneras de pasarlos. ;)

Lenka dijo...

Lo bueno es que, por lo visto, siempre podemos bastante más de lo que pensamos!

Antonio Fernández López dijo...

Estás en medio de uno de los mayores privilegios del ser humano: la posibilidad de dar nueva vida. Ahora eres verdaderamente protagonista. Cada paso que des, cada palabra que digas,cada suspiro, es historia. Te harás fuerte hasta límites que ni soñabas, pero serás cada día más persona. Me alegro de haberte encontrado en este momento. Un fuerte abrazo

Lenka dijo...

Muchas gracias por tus palabras, Antonio. Realmente hermoso lo que me dices.

Bienvenido!