Es cierto que algunos son creativos, preciosos e incluso auténticas obras de arte en pocos segundos. Lo malo es que la mayoría son imbéciles (o nos toman por tales), engañosos, absurdos, cutres, ñoños, aburridos o asquerosamente sexistas. Lo peor (ay!) es que probablemente son un reflejo de lo que somos nosotros.
No deja de sorprenderme cuánto se escandaliza la peña por cosas que me parecen irrelevantes y lo poco que se escandaliza con otras que resultan vomitivas. Pero, claro, supongo que es cuestión de opiniones, sensibilidades o manías de cada cual. Otros, sin duda, se reirían de mis legendarios cabreos ante imágenes que, seguramente, les parecerán inofensivas.
Me ronca el mango la cantidad de sandeces que nos intentan vender envueltas en salud. Hasta la peineta estoy de danacoles, casseis inmunitas (diez mil millones, na menos), jabones que salvan a nuestros niños de gérmenes asesinos y friegasuelos que despanzurran millones de bacterias ocultas en nuestros hogares con el único propósito de matarnos a traición. Las zarandajas de belleza son casi peores, y ahí sí que queda claro que nos toman por idiotas (porque, probablemente, lo somos). Cremas con liposomas, con ADN marino, con extracto de perla, con coenzimas, con hidracosas, con resticosas, con oligoelementos, con aceites esenciales, con tensores de la piel... Francamente, no entiendo cómo es posible que haya viejos, si, por lo visto, hace años que conocemos el secreto de la eterna juventud.
Mención especial para el tema de la jodienda, claro. Al final casi todo se resume a lo mismo en esto de la publicidad (y de la vida??) Si tienes tal cosa (este coche, esta laca del pelo, este maquillaje, esta ropa, este móvil, este olor, esta cara, este cuerpo...) podrás follar mucho y bien. Tendrás compañeros sexuales a tu disposición y quién sabe si incluso tu media naranja. Y ahí viene lo curioso del tema. Mucha gente se ha hecho cruces con un anuncio de Ikea (estos me gustan casi siempre) que se colaba en los dormitorios de montones de parejas (jóvenes, maduros, ancianos incluso) y nos mostraba (de manera nada vulgar, en mi opinión) el goce supino de compartir guarida, refugio, cama y lujuria. Total: brazos, piernas, caras de placer, sonrisas, besos, abrazos, ternura, complicidad... Sexo, sin más. Sexo entre personas normales y en situaciones normales. Pues bien, ese anuncio se consideró por muchos soez y pornográfico (diosanto!) y varias organizaciones de decentes ciudadanos pidieron su retirada inmediata (pero es que nadie va a pensar en los niños???) En cambio ahí tenemos a Axe, convenciendo a los tíos campaña tras campaña de que usando su desodorante las tías se abrirán de piernas a su paso (inolvidable aquel spot repulsivo en el que una chica que acaba de tener un accidente de tráfico y aparece maltrecha y ensangrentada se abre el escote loca de lascivia al oler al camillero, y qué decir de aquella otra perla del buen gusto que recordaba a las señoritas asistentes a una fiesta de la marca que debían volver al recinto a por sus bragas). Ahora les ha dado por el rollo bíblico, así que hemos empezado con lolitas angélicas de labios turgentes que se escorromoñan a tierra seducidas por el aroma del pichabrava de turno y hemos terminado (de momento) con un arca de Noé en el que se cuela una pareja de cada especie de jamonas. Igual en el próximo capítulo nos cuentan que Eva no perdió a la raza humana tentada por la manzana, sino por el ciruelo de Adán rebozado en Esencia Marina.
Y justo cuando pensaba que no podía haber anuncios más machistoides, los gurús del marketing me llevan la contraria. Primero llega la Bundchen y nos enseña a las féminas cómo dar una mala noticia a nuestros maridos, a saber: en bragas y sujetador. Así nos libramos de la bronca. Luciendo tipo la modelo le confiesa a su contrario que ha abollado SU coche y se ha fundido SU tarjeta de crédito. Porque, claro, eso es lo que hacemos las tipas. Joder a nuestros queriditos esposos SUS coches y SUS visas. Incluso la Gisele, que siendo como es una top entre las tops necesita que un señor le deje coches y tarjetas que desguazar, se ve que con lo que gana ella solita no le alcanza. Pero no se vayan todavía, no, que aún hay más. Y, de nuevo, son las colonias masculinas las que hacen alarde de exquisito cromañonismo. Desde la caja tonta nos asegura un guapito de cara que es él quien NOS ROBÓ a NUESTRA primera novia y a NUESTRAS hermanas. NUESTRAS, ojo. De nuestra propiedad y ahora de la SUYA. Porque, como todo el mundo sabe, las novias y hasta las hermanas pertenecen siempre a un pene hasta que llega otro más perfumao y se las lleva puestas. No se les ocurrió añadir a NUESTRAS madres porque igual (igual) les parecía ya forzar la máquina. Y calculo que NUESTRAS hijas se libraron por la cosa de la pederastia, que queda un poco feo. Lo de la novia en usufructo ya pone de mala uva, pero lo de las hermanas... díganme ustedes que no suena a burka, cinturón de castidad y duelo al amanecer pa reparar las honras perdidas. Vomitivo. Asqueroso. Y de juzgao de guardia.