sábado, 28 de abril de 2007

Como la Garbo

Exactamente como ella. Retirada, o quizá debería decir escondida... A lo mejor es por la primavera, siempre odiosa, con esa facilidad para alterarlo todo. O simplemente una fase más, una cualquiera. Es un anhelo que no puedo disimular y que, más que con la soledad, creo que tiene que ver con el silencio. No me apetece hablar. Ni escuchar. Y más que un deseo, está adquiriendo tintes de obsesión. Quizá porque lo he soñado durante muchos años, casi trece ya, pero nunca lo he conseguido. Siempre he tenido a alguien a mi lado. Los lazos del clan se resisten a soltarme, incluso los de aquellos que siempre predicaron la más absoluta y robinsoniana independencia. Creo que se me hacen viejos. Envejecen antes de tiempo y, justo ahora, precisamente en este momento, se aferran a mí, que tengo tantas ganas de volar. Y, debo confesarlo, me resultan un lastre muy pesado. No puedo evitarlo.
Lo que quiero es levantarme cada mañana y que no haya nadie. Entrar y salir sin que haya nadie. Llegar a casa por la noche y no encontrar a nadie. Quiero silencio. La televisión no existe para mí desde hace seis meses. No escucho música. El único sonido que me apetece es el rumor al pasar las páginas, el agua de la ducha, las voces susurrantes de la radio que me ayudan a dormir, el ritmo del teclado. Apenas resisto ver una película, yo, que normalmente las devoro. Esta es la fase que toca ahora. Fase de autismo. Me molesta el ruido, me molesta la gente. Me molesta todo lo que está más allá de mi guarida, más allá de YO misma. Nunca deja de soprenderme lo rara que soy.
Pero esto pasará. Y le seguirá una fase pletórica de verborrea incontrolada y ganas de reír. Porque siempre he sufrido una curiosa tendencia a los extremos.
No lo toméis a mal, ni os preocupéis. No me pasa nada. Estoy encantada y feliz en mi silencio. Tanto que, ni siquiera me molesta romperlo de vez en cuando. Es sólo que, de repente, me pasa como a la Garbo. Quiero estar sola.

miércoles, 25 de abril de 2007

Un cuento para Menchín

Te ha tocado. Por sabia, por hermosa, por dulce, porque fuiste mi amiga desde el primer minuto, porque no me cabe duda de que has estado conmigo en todas mis vidas, siempre cerca, siempre generosa, dispuesta a escuchar, a compartir, a comprender. Porque sabes acercarte pese a mis asperezas, porque jamás invades, pero siempre estás. Porque me enseñas constantemente, mi amiga sabia entre las sabias, y porque me das el mejor de los tesoros: esa risa que derrochas y me prestas cada vez que pierdo la mía. Un cuento sabio para la amiga sabia. Seguramente no te enterarás nunca, viajando constantemente, pero no importa. Lo sé yo y eso me basta. Otro cuento para una de mis rubias. Os adoro!
EL JUEZ
Rabindranath Tagore
Di de él, Juez, lo que te plazca, pero yo conozco las faltas de mi niño.
Si lo amo no es porque sea bueno, sino porque es mi hijo.
¿Qué sabes de la ternura que puede inspirar, tú que pretendes hacer exacto inventario de sus cualidades y sus defectos? Cuando yo tengo que castigarlo se convierte en mi propia carne.
Cuando lo hago llorar, mi corazón llora con él.
Sólo yo puedo acusarlo y reñirle, pues sólo quien ama tiene derecho a castigar.

martes, 24 de abril de 2007

Jacuzzis y zuecos blancos

Ya sé que es un tema mucho más prosaico y banal, pero una no puede mantener siempre su imagen rutilante de glamour... las gatas insomnes también tienen que vivir, o qué os habíais creído??
Nuevo trabajo. Un Spa (qué palabra más rematadamente pija!) en uno de los hoteles más lujosos de mi ciudad. Me veo a mí misma con pantalones de lino blanco, una horrenda camiseta azul ochenta tallas más grande de lo que debería ser y zuecos blancos de enfermera. La viva imagen del anti morbo. Treinta señoras han pasado por mis manos. Espaldas, piernas y pies. Jacuzzis, saunas, piscinas, chorros, cascadas, baños turcos, aceites... Quince masajes, cinco horas. Me he quedado para el arrastre, pero ha merecido la pena.
En realidad, esto no es exactamente lo mío. Mi trabajo, mi verdadera vocación, consiste en acompañar a yonkis en el camino que les lleva a dejar de serlo, dar clases a chicos malos que no quieren estudiar, enseñar manualidades a personas que tienen la cabeza programada de manera distinta al resto de los mortales, cuidar a niños a los que nadie quiere, explicar a los marroquíes y los senegaleses cómo es el mundo de aquí y cuál es la forma menos dura de acostumbrarse a él... eso es lo que me gusta de verdad. Pero, como eso es "eventual" (cómo odio esa palabra) tuve que buscar otra vocación alternartiva, y descubrí que estas manos que siempre consideré tan torpes, tan ineptas, son bastante buenas a la hora de amasar, relajar y combatir el dolor. Así que ahora soy eventual en dos trabajos distintos. Un carrerón impresionante que aún me obligará a ser eventual en un tercero. Pero no importa. Sobreviviré.
Me gusta dar masajes. No tanto como pelearme con los marroquíes, pero casi. Los jefes son estupendos en ambos lados, los compañeros también, los sueldos no están mal (para ser "eventuales" y por horas) puedo chatear en un curro y usar el jacuzzi en el otro. Todo son ventajas. Ahora sólo haría falta que me hicieran fija en alguno de los dos y así podría empezar a vivir y dejar de sobrevivir. Pero todo llegará. Espero...
Qué demonios. Tengo dos trabajos que no tienen nada que ver. Y en los dos me han dicho que soy buena. Al final va a resultar que es cierto.

domingo, 22 de abril de 2007

Camille


Camille Claudel (Villeneuve, 8 de diciembre de 1864 - Montdevergues, 19 de octubre de 1943); escultora francesa, hermana del poeta, dramaturgo y diplomático francés Paul Claudel.


Esto es lo todo lo que solía encontrarse sobre ella en las enciclopedias. Algunas añadían que había sido alumna de Rodin. Otras, insinuaban que había sido su amante. Ambas cosas fueron ciertas, en efecto. Pero Camille Claudel fue mucho más que eso. O trató de serlo. Trató de ser mucho más de lo que se esperaba de ella, más que la hermana o la amante de alguien.


El que una mujer con inquietudes fuera reconocida y respetada en sociedad, o ninguneada y tratada de loca, dependía básicamente del momento en que naciera. La historia, tantas veces empeñada en moverse como un péndulo, y no en línea recta (mucho menos ascendente) es responsable de curiosos destinos, de extrañas paradojas que determinan si la abuela será aplaudida y la nieta condenada. Avances y retrocesos, épocas de luz seguidas de oscurantismo. Un péndulo eterno e implacable.


Camille nació en el campo, hija de un terrateniente, en una época de claroscuros. Su padre, Louis-Prosper Claudel, la apoyó en sus inquietudes artísticas. Su madre, Louise, se avergonzó de ella, la criticó con enorme dureza y consideró una prueba de rebeldía y extravagancia el empeño de Camille por estudiar. Los hombres estudiaban. El hijo, Paul, debía estudiar, ya que podía permitírselo. Pero no Camille. Ella debía casarse y cumplir con sus obligaciones. Cualquier otra pretensión era pura soberbia, locura incluso. Y un estigma para una respetable familia burguesa.


Camille modelaba desde niña, demostrando grandes aptitudes para la escultura. En su juventud, lejos de abandonar tales "manías", se trasladó a París, dispuesta a perfeccionarse. Fue aceptada por Dubois en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Conoció a Rodin en 1883 y al año siguiente empezó a trabajar en su taller. Posó para él y colaboró en muchas de sus creaciones, modelando las partes que al genio no le motivaban demasiado. Esculpió sus propias obras, siempre a la sombra del maestro, obras que, en los primeros años, fueron consideradas menores y de escasa importancia. Una mujer escultora resultaba algo demasiado estrambótico como para ser tomado en serio. Camille era la única mujer entre los alumnos de Rodin, lo que alimentó rumores maledicentes sobre ella y cuestionó su talento. Hubo quienes, a pesar de todo, advirtieron el talento de la joven, su extraordinaria habilidad para trabajar el mármol y dotarlo de movimiento y expresividad. Tras mucho esfuerzo, sus obras empezaron a ser elogiadas por algunos entendidos, Mirbeau entre ellos.


Camille abandonó el hogar y se trasladó a un estudio muy cercano al de su mentor. Louise, su madre, jamás le perdonó tal osadía, ni la vergüenza que suponía para la familia reconocer a su hija en muchas de las esculturas de Rodin. La sola idea de que una mujer posara, esculpiera desnudos, viviera sola, se consagrara al arte y se dejara ver en público con un hombre casado, era más de lo que la tradicional Louise Claudel estaba dispuesta a tolerar. Musa de Rodin, compañera, amante, Camille tejió con él una relación tumultuosa y conflictiva. Rodin, artista reconocido, afamado y aplaudido, poseía un talento fuera de toda discusión. Pero su inspiración decaía. Camille, mucho más joven e inexperta, poseía, en cambio, la fuerza, el empuje, las ideas, la creatividad. Algunos afirman que Rodin la vampirizó, que exprimió el talento de su amante, logrando que ella esculpiera muchas de las obras que, aún hoy día, llevan la firma del maestro, pero que son atribuídas a Camille por ojos expertos.


Camille aprendió de Rodin, y Rodin se sirvió de Camille. Más allá del taller, en lo tocante a su relación, se mantiene siempre presente entre ambos la figura de Rose Bauret, mujer a la que Rodin jamás renunció. El triángulo amoroso fue representado por Camille en la obra L´Age Mur, en el que son fácilmente reconocibles los protagonistas. A pesar de todo, la relación entre el genio y su musa se mantiene durante 15 años. Cuando, finalmente, se rompe, Camille ya es una escultora conocida en su país, recibe muy buenas críticas en las publicaciones artísticas de la época y realiza varias exposiciones. Mantiene una relación con Claude Debussy, pero, una vez más, la historia se repite, y Camille debe conformarse con el papel de amante.


A partir de 1905, el estado emocional de Camille se desmorona. Permanece encerrada en su taller, trabajando frenéticamente. Cuando termina una obra, la destroza a martillazos, convencida, en su delirio, de que alguien quiere robar sus creaciones. Tal vez un eco alucinado de sus propias experiencias, un recuerdo de su vida a la sombra del maestro invencible. Camille se enfrenta sola a su locura. Su padre está enfermo, su hermano Paul vive lejos, su madre y su hermana le dan la espalda, castigándola por sus "excesos", por su vida de artista, por permanecer soltera, por frecuentar el ambiente artístico de París, por sus historias amorosas. El padre de Camille muere en 1913. Una semana después, la vengativa madre ingresa a Camille en un sanatorio. Cuatro meses después, la encierran en un manicomio. Pese a su visible mejoría, a sus súplicas y al consejo de los médicos, la familia de Camille se niega a que la mujer abandone la institución.


Pasan los años y nada consigue apiadar a la madre de Camille. Rencorosa, cruel, implacable y con una frialdad impropia de una madre para con su hija, Louise está decidida a hacer pagar a Camille por "los caprichos de su vida disipada y escandalosa". El castigo es inapelable y de una dureza extrema. No habrá perdón. El pasado de Camille es molesto, vergonzoso, una mancha. Lo mejor para la familia es borrar a Camille, hacerla desaparecer, esconderla, olvidarla. Ni siquiera Paul, ya un afamado dramaturgo, intercede por su hermana. Mantiene con ella una nutrida correspondencia, escucha sus penas, la consuela, incluso la visita de vez en cuando. Pero jamás le concede la libertad. Incluso Paul, tan cercano siempre a ella, artista como ella, la traiciona con imperdonable cobardía, convencido quizá de que, en efecto, el pasado de su hermana resulta demasiado incómodo. Paul la abandona y se desentiende de tan enojoso asunto.


Una vez más, la mujer es una loba para la mujer. La propia madre castra a su hija, aplastando a su propia sangre sin el menor remordimiento, sin ninguna piedad. Louise Claudel nunca fue capaz de comprender los anhelos de Camille y, no contenta con despreciarla, la enterró viva. Una vez más, el talento, la curiosidad, la creatividad, la sensibilidad artística, merecieron amputación y penitencia, humillación y escarnio. Otra mujer mala condenada por los suyos, por quienes debieron amarla y apoyarla.


Camille Claudel fue encerrada en un manicomio en 1913, según sus propias palabras "por haber tratado de ser Camille y mujer, Camille y artista, Camille y amante y libre”. Permaneció allí hasta su muerte, 30 años después.

jueves, 19 de abril de 2007

Joe Cocker tiene el mueble bar intratable

Ayer noche, nos dio por alternar. La simpar Menchín y yo misma nos plantamos en El Gato Tuerto (uno de los locales de moda por estos parajes, con permiso de la Guaja) con la insana intención de ver al ilustre Monaguillo en carne mortal. Temiendo que hubiera cámaras por allí, nos apostamos discretamente en un lateral, con buena vista, sofá cómodo y un par de cervezas.
La primera sorpresa: dónde están las fans? Qué hay de esas legiones de chicas picaronas que llaman a la radio para susurrarle al ínclito?? Por qué sólo hay hombres?? Y es que, así era. Mayoría aplastante de jóvenes veinteañeros.
Segunda sorpresa: Qué haces?? Querrás dejar el móvil en paz y subirte al escenario de una vez, Sergio de mis entretelas?? El susodicho no tenía prisa, y, copa en mano, se paseaba por nuestro cuadrante con el telefonillo pegado a la oreja mientras Menchín y yo comentábamos de aquella vez que le vimos trotar por los estudios de Onda Cero, mientras asistíamos embebidas a la tertulia de las 4C de La Rosa de los Vientos, las ganas secretas que pasamos de ahogarlo porque no nos dejaba oír nada, si sería tan gracioso en vivo como en el No son Horas...
Empezó la actuación y sólo puedo decir que resultó mejor que un lifting. Llegó a dolernos la cara de reír. El Monaguillo estaba especialmente católico ayer noche y obsequió a los feligreses con su particular visión del mundo del cine. Tiburón, Los Gremlins, Star Wars, E.T., X-men, Psicosis o el Exorcista revisados a fondo y comentandos desde la mente enferma del malagueño saleroso. Tela.
Tercera sorpresa: le sonamos de algo?? Por qué nos mira todo el rato?? Capaz que se está partiendo de risa con nuestras caras... (nos iluminaba un foco azul verdoso que nos daba cierto aire La novia cadáver versión pitufil)
Cuarta sorpresa: A qué viene esta gente? Hay algo que nunca lograré comprender. Por qué hay personas que pagan una entrada para asistir a un espectáculo al que no piensan hacer ni caso? Una vez más, el imán de mi mala suerte funciona. Dos petardas vestidas de leopardo, la una rubia pollo, la otra negro cardado, se nos plantan delante. Primer aviso. Así que se nos ponen al lado, de pie, cacharro en ristre, a marujear a viva voz, saludar con la mano a sus amiguetes, hablar a gritos con otra petarda situada en lontananza, juguetear con sus móviles y reírse con rebuznante encanto de lo simpáticas que se encuentran. Descubro que tengo alma de psicópata cuando me imagino apagando mi cigarro en la espalda huesuda y desnuda de la rubia de bote. Afortunadamente para todos, Sergio suelta una nueva parida y me hace llorar de risa.
Quinta sorpresa: llega el descanso. El Rey de la noche desciende de su escenario, rodea mesas y sillas saludando a sus admiradores, rodea, ya de paso, el local entero, se acerca a nuestro cuadrante, se apoya en la barandilla que nos parapeta y, tras un saludo sonriente y un "lo pasáis bien?" nos pide un cigarro. Impagable la cara de sorpresa de las leopardas. Impagable nuestra propia cara, seguro. Charlamos con el Monaguillo en persona, fumamos y reímos. Es simpático, es divertido, es mono... no tiene la voz de Salas (el dueño radiofónico de mi corazón) pero es encantador de todos modos.
Continua el espectáculo y nos reímos más, si cabe, que durante el primer acto.
Cuando acaba la fiesta, nos acercamos a Sergio, le felicitamos, besitos de rigor, has estado genial, me alegra que os haya gustado, me parto con tu programa, qué bien, qué bien, te vimos en Onda Cero, así que sois fans del Cebri, vamos de vez en cuando, a ver si vais un día y os quedáis a verme a mí, vale, encantadas, adiós, guapas, gracias por venir. Discreto mutis por el foro.
El Monaguillo no se corta, y asegura que se dedica al humor porque en las discotecas es como el niño de El Sexto Sentido, sólo le ve la del guardarropa. Así que, harto de tal situación, decidió hacerse cómico, a ver si había suerte y alguna chica se decía: "anda, míralo que simpático es. Igual me lo follo un poquito..." Según sus palabras, aún no ha sucedido, pero podría suceder. (No me creo nada, seguro que te pones morado) Espero de corazón que ayer tuvieras suerte. A juzgar por cómo se retocaba la pintura de guerra la rubia de bote en el baño, lo mismo el triunfo fue doble, querido Sergio. Ojalá que sí.
Una noche de risas, que nunca viene mal. Y una sospecha. Qué les pasa últimamente a los famosos?? Estaré en racha????

martes, 17 de abril de 2007

Curiosas definiciones

Esta mañana leí una frase curiosa.
"La malavarrosa es como tú. Lo invade todo y ni siquiera es comestible".
Me dejó sorprendida, pensando si realmente existen personas en el mundo a las que se podría aplicar tal definición. Las hay.

lunes, 16 de abril de 2007

Hay días en que vivo

En el claro de la luna.
En el claro de la luna, donde quiero ir a jugar
duerme la reina fortuna que tendrá que madrugar.
Mi guardiana de la suerte sueña cercada de flor
que me salvas de la muerte con fortuna en el amor.
Sueña, talismán querido, sueña mi abeja y su edad,
sueña y, si lo he merecido, sueña mi felicidad.
Sueña caballos cerreros, suéñame viento del sur,
sueña un tiempo de aguaceros en el valle de la luz.
Sueña lo que hago y no digo, sueña en plena libertad,
sueña que hay días en que vivo, sueña lo que hay que callar.
Entre las luces más bellas, duerme intranquilo mi amor
porque en su sueño de estrella, mi paso en tierra es dolor.
Mas si yo pudiera hacerle, miel de abeja en vez de sal,
¿a qué tentarle la suerte, que valiera su soñar?
Suéñenme, pues, cataclismos, sueñe el golpe, largo y ser
sueñe todos los abismos, que de otra vida no sé.
Sueña lo que hago y no digo, sueña en plena libertad
sueña que hay días en que vivo, sueña lo que hay que callar.
Sueñe la playa del día, del día que fui, del que soy
que el de mañana, alma mía, lo tengo soñado hoy.
Silvio Rodríguez.

sábado, 14 de abril de 2007

Un cuento para Guaja

Te ha llegado el turno, mal bicho. No sé cuándo podrás leerlo, con el poco tiempo libre que tienes. Pero espero que, para entonces, ya puedas hacerlo desde casa, o te veo montando el espectáculo en público. De todas formas, si la organizas, no te preocupes. Seguro que Marechek estará dando el cante en la oficina. (Lo sé, soy mala y perversa) Las demás, andaos con ojo. Hay para todas.
Mil besos para mis rubias.

EL CARTERO MALO
De Rabindranath Tagore

Madre, di, ¿por qué estás tan callada y tan triste, sentada ahí, en el suelo? ¿No ves que la lluvia entra por la ventana y que te está mojando?
Oye, el gong está dando las cuatro y hermano tiene que volver ya del colegio. ¿Qué té pasa, di madre, por qué estás tan rara? ¿Es que no has tenido hoy carta de papá?
A todo el pueblo le trajo hoy el cartero una carta, yo lo he visto.
Sólo las cartas de papá se las guarda en un saco para leérselas él.
¡Madre! ¡Estoy seguro de que el cartero es muy malo!... Pero no estés triste por eso, madre. Mira, mañana es la feria del pueblo. Que vaya la criada y compre plumas y papel. Yo mismo te voy a escribir todas las cartas de papá. Y verás que no encuentras ni una falta.
Te escribiré derechito desde la A hasta la K... ¿Por qué te estás riendo, madre?
¿Tú crees que yo no sé escribir tan bien como papá?
Ya verás, yo rayaré el papel con una regla, y pondré mucho cuidado, y haré bien grandes las letras.
Y cuando concluya, ¿piensas que voy a ser tonto como papá, que echa las cartas en el saco de ese cartero feo?
¡Te la traeré yo mismo al momento y te ayudaré a deletrearla! ¡Ya sé que al cartero no le gusta darte las cartas más buenas!

viernes, 13 de abril de 2007

La tribu Malaussène

Sí, lo confieso, tengo un nuevo amor. Que me perdonen los anteriores, saben bien que les guardo en un rinconcito, hay sitio para todos. Pero no puedo negarlo: estoy enamorada hasta las trancas!

Una vez dije que el frikismo no nace, ni muere, sólo se transforma. Se ramifica. Fluye y desemboca en nuevos frikismos que se encadenan, se enlazan en una especie de tapiz Näif.

Mi nuevo amor es reciente, y fue mi padre quien me lo presentó (gracias, viejo). Es un hombre que me tiene fascinada. Su creador: un gabacho nacido en Casablanca, un genio, un loco maravilloso. Con ustedes, Daniel Pennac.

Imaginaos a un tipo joven, con una madre casquivana y veleta que desaparece tras cada nuevo amante y sólo vuelve a casa para poner en brazos de ese pobre primogénito al nuevo fruto de sus andanzas. Imaginaos una tribu formada por esa madre que va y viene, el sufrido hermano mayor, una enfermera enamoradiza, una pitonisa lúgubre, una bella fotógrafa, un pirómano malhablado, un pequeñajo con gafas rosas, un bebé chillón y un perro epiléptico y apestoso. Añadid un gay presumido, una reportera intrépida, un serbocroata experto en armas y ajedrez, una panda de abuelos yonkis, una editora perversa y un barrio de moros trileros, negros inmensos, travestis brasileños y policías de todo pelaje. Pues todo eso, de momento, es la tribu Malaussène. Y aún voy por la segunda novela. Me quedan tres. No me atrevo ni a imaginar hasta qué extremos de surrealismo puede llegar Pennac. Pero me tiene hechizada.

Novela policíaca, romance, humor negro, tragicomedia, costumbrismo, intriga... está todo ahí, todo junto, mezclado. Un delirio. Mi amado protagonista trabaja como chivo expiatorio, es cínico, corrosivo, adorable y está secretamente enamorado de su hermana. Sólo sabe llorar cuando le pagan y es imposible que no te caiga bien. Es más, ya lo he dicho: le amo. Así pues, y para agradecer al cosmos que mi padre me lo presentara, yo os lo presento a vosotros.

La felicidad de los ogros. El hada carabina. La pequeña vendedora de prosa. El Señor Malaussène. Los frutos de la pasión.

Avisados estáis. Daos un paseo por el barrio de Belleville y conoced a esta tropa, porque merece la pena. Hacía mucho tiempo que no se me saltaban las lágrimas de risa leyendo. Disfrutadlo.

Hoy es viernes trece, San Chivo Expiatorio y Santa Bruja Irredenta. Vendrán los búhos?

jueves, 12 de abril de 2007

Sobrevivir a los frikis

Llegó la Semana Santa, pasó y no hubo nada. O casi nada, que no es lo mismo, pero es igual. Qué quiero decir con esto (además de citar a Reverte y a Silvio así, como que no quiere la cosa)? Que sobrevivimos, una vez más. Porque haber, lo que se dice haber, hubo de todo. Pero esa es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión (Ende). De hecho, ya ha sido contada en tiempo y lugar oportuno (Shakespeare). Hoy me ha dado por las citas!

En fin, que sólo quería decir que he vuelto a casa, los fantasmas siguen bien (aunque no me han ordenado la ropa, voy a tener que llamarles al orden) y encima traigo bajo el brazo una Noche Estrellada, un mate, dos aventuras más del Señor Malaussène (mi nuevo amor), un autógrafo, muchos recuerdos y... sí!! Pardiez!! Bondad graciosa!! Un búho!!!!!

Como me ocurre siempre, la verborrea se me diluye en medio de un montón de sentimientos que no puedo explicar. Así que, para qué intentarlo? Prefiero que lo haga Él, que siempre encuentra las palabras que busco.
Qué hago ahora contigo?

lunes, 2 de abril de 2007

Nuevos Fantasmas

Al fin en mi nueva casa. La caldera funciona a medias, tengo la cocina más horrible del mundo, el baño es azul y rosa (socorro!) y las ventanas se cierran a bastonazos. Pero aquí estamos, libres al fin de las amenazas del casero chupasangres.

Tengo un balcón, internet funciona, los libros aún no me han atacado y parece que todo va encajando en su lugar. Mi habitación es color malva (ooooh, perfecto) y Victoria Francés ya preside el hogar codeándose con los nuevos fantasmas. Buen rollito.

Diluvió como no lo hacía en años el día de la mudanza. Mojadura integral, tiritona y fiebre. Desde que me instalé, sol a raudales. El cosmos en un cachondo. Pero todo está bien. De momento, todo está bien.