miércoles, 25 de junio de 2008

Nuestro armario

Me ha llevado siete horas, mucho calor, dolor de espalda y montones de bolsas hasta los topes (por los dioses, cómo es posible acumular tal cantidad de cachivaches inútiles?) pero creo que lo voy consiguiendo. Ahora sólo necesito repetir la operación en la despensa y lograr que mi augusto padre se independice de mí de una bendita vez. Largar sus docenas de cajas de tonterías y restos de naufragio, su colección de caprichos por estrenar, sus juguetes de niño con canas, sus toneladas de papeles insólitos (cartas de restaurantes en Chipre, recibos de compras en Tanzania, entradas de cine en Nueva York, posavasos de Japón y mil zarandajas más que conservaría si el espacio me lo permitiera). Y, naturalmente, queda lo más difícil: firmar el pacto de no agresión entre sus miles de libros y mis cientos de libros. Conseguir que todos encajen y acepten convivir en paz. Aunque, me lo estoy temiendo, al final no quedará otra que asumir la realidad aplastante de los metros cuadrados (el saber, señores, sí que ocupa lugar) y resignarse a hacer la buena obra del año, vía donación a biblioteca municipal. Porque esto no es serio, viejo. No puedo empezar mi vida cargando con la mitad de la tuya. Hasta tenemos libros repes. Por no mencionar tus incunables de electrónica, auténticamente jurásicos y obsoletos, de tu época de estudiante con ínfulas de corsario. Tela. Empieza una nueva era y no queda sino batirnos.
La mala noticia es que mi álbum, mi tesoro, el de las viejas fotos de los antepasados, sigue sin aparecer. Cada vez tengo más asumido que esa joya impagable se perdió en el berenjenal de nuestras mil mudanzas. Habría preferido perder cualquier otra cosa, lo que fuera antes que los ojos de Rafa, el ceño fruncido de Ángel, la sonrisa tímida de Mila (todos ellos niños aún), el semblante adusto de Víctor en el seminario, el porte de marquesa de la bisabuela María, el luto de la tatarabuela Victoria, y tantos otros que conocí en persona o por boca de los míos. La pena y la culpa de haber perdido a mi sangre me superarían por completo de no ser porque respiro hondo y pienso: "no es tan terrible, ahí siguen los originales, en las casas de tus abuelos, sólo debes tener la paciencia de hacer nuevas copias y asegurarte esta vez de que nada ni nadie te hace perder la pista a tu bien más preciado, insensata".
La buena noticia, Trasto, es que cada vez tienes más sitio en mi vida. Que esta ya es nuestra casa. Que ya no soportaba la idea de que te sintieras un invitado, con maletas por todas partes y tus cosas desperdigadas. Que esa es la razón de mi ataque de hoy, tirando cosas sin apenas mirarlas, enterrada entre montañas de ropa que no necesitaba, haciendo hueco en mi armario y en mi vida para ti, para nosotros, para lo que venga. Y tenía que ser hoy. Y por eso todo tenía que empezar ayer, con mi viejo diario, el de los años tristes, ardiendo entre las llamas de San Juan.

5 comentarios:

Rogorn dijo...

Jurtz. La misma, y a la vez desconocida.

too_fast_manu dijo...

en ningún segundo desde que estoy contigo me he sentido como un invitado, desde el primer instante ya me he sentido parte de tu vida y eso no solo se demuestra haciendo un hueco en un armario, despensa... como ya bien sabes yo tb tengo mis fantasmas y gracias a ti y esto que estamos viviendo juntos los estoy liberando y dejando que puedan descansar en paz y de paso permitirme a mi mismo ser feliz y sentir la felicidad plenamente sin quebraderos absurdos de cabeza, ese es el hueco que has consegido limpiar y ordenar dentro de mí, lo que realmente es importante.

Gracias por todo lo que haces y por como eres, es mas me encantas asi tal cual eres tú, prometeme que no vas ha cambiar lo más mínimo te quiero tal cual y así epero envejecer a tu lado, siendo cada dia un poco más feliz y mejor persona.

Te quiero Brujita.

Guaja dijo...

Ains, y yo os quiero a los dos (bueno Manu, a ti un poquito menos, pero es lo que tiene el derecho de antigüedad ;) )

Anónimo dijo...

Ainsssss que bonito... cuánto amor en el ambiente... jijijiji me encanta ;) ;).

Me alegro por los dos y por esta nueva vida que ambos estáis viviendo juntos.

Muchos besos

Lenka dijo...

Hay que reconocer que un poco de asco sí que damos, pero es todo taaaan bonito...

;-)

Evidentemente, Trasto, lo que menos importa es dejar huecos en los armarios. Lo realmente bueno es tapar otros huecos en el alma.
Besos, cariño.