viernes, 4 de enero de 2008

Yo soy yo y mis amigos

La buena noticia es que ayer se acababa el mundo, pero yo ya sabía que no era cierto. No lloré hoy, y quizá no llore mañana. No lloré, incluso aunque pasaron varias motos, aunque en la hora del café me cantó Pereza, y Cold Play, y Fito, todos seguidos (el cosmos, para variar, es un cachondo) Trabajé como una bestia, me reí con mis compañeros, un antiguo alumno me regaló una sonrisa y la sorpresa de que recordaba mi nombre, recordé al Dalai Lama, que cumple años (y a la que veré mañana, y me consolará, y me hará reír, y hasta puede que me regale un par de maldiciones), me pegué un buen trote con la Guaja y la Xana a la caza de regalos, debatí con ellas y con el Emperador, y fui capaz de sonreír, y de pensar en Él mientras sonreía, y me descubrí fuerte y animada, y con ganas de estar curada para poder acercarme de nuevo, si me deja, y estar ahí en este año difícil que se le presenta, y pasmé a mi pobre madre por darle una mala noticia con buena voz, y por defenderle como un puma de su sentimiento de "ofensa maternal" (lógico, por otra parte) y, para terminar, aprendí una lección nueva. En realidad ya la sabía, con esa clase de sabiduría que nunca has necesitado meditar, pero que, de repente, sale sola y puedes explicar sin un tropiezo, como una tabla de multiplicar memorizada hace años.

Somos lo que somos por lo que fuimos, por nuestra historia, nuestras tragedias, nuestros sueños, por los besos que nos dieron o nos negaron, por los castigos, por los juguetes, porque mamá no nos dejaba comer chocolate, porque llevamos los genes de aquel tío abuelo tan cabezota, porque aquí llueve mucho, porque optamos por estudiar letras, por los amantes, por los libros que leímos, por las películas que hemos visto, porque fumamos y no comemos naranjas, porque odiamos madrugar, porque nos gusta U2, o Silvio, o Viggo Mortensen, o la luna.

Pero, sobre todo, cuando llevando todo eso en la maleta salimos al mundo, cuando elegimos a nuestra gente y somos elegidos por ellos, somos más nosotros que nunca. Ha sido un año curioso, lleno de lágrimas, de sustos, de risas, de desmadres, de gabinetes de crisis, de puertas que se cerraban y ventanas que se abrían, de dudas, de certezas. Y aquí estamos. Aquí estáis. Sois la gente que elegí, la gente que me eligió. Los de este lado de la pantalla y los del otro lado. De algunos me conozco hasta las entrañas, de otros sólo sé un mote con el que llamarlos. Muchos ni siquiera tenéis cara. No importa. Compartimos las risas y compartimos lo más amargo. Nos enviamos abrazos de un extremo al otro del mundo, o nos reunimos en el salón de alguien y ponemos el mundo boca abajo. Da igual. Quiero dar miles de gracias a los que me acompañan en la distancia, tanto a los que quiero y me quieren porque ya nos conocemos, como a los que jamás me han visto y aún así están ahí, al otro lado de la pantalla, leyendo y mandando besos a una extraña. Tiene mucho mérito que nos leamos, que nos dediquemos un pensamiento. Habrá quienes no entiendan este tipo de amistad, pero es hermosa. Quizá nunca lleguemos a vernos, quizá desaparezcamos un día cada uno de la vida de los otros, y no pasará nada, quizá hasta nos olvidemos. Pero tiene mucho de mágico y de sincero que alguien que no te conoce de nada te escriba palabras de aliento. Nada le obliga. Por eso es tan valioso. Gracias.

Y sobre los de este lado, mi aquelarre, mi absurda pandilla de rojos y fachas, ateos y creyentes, macarras y pijos, formales y pendones, heteros, gays y milanesas de soja, revertianos y coelhistas, no sé qué podría decir. Que no me explico cómo podemos ser tan distintos y ser una sola cosa. Que no sé cómo logramos querernos sin invadirnos, sin pretender cambiar nada de los demás, cómo hacemos para salir corriendo cada vez que alguien se rompe en pedazos, cómo nos agarramos y apretamos los nudos, cómo demonios nos las ingeniamos para llorar de risa y reír de pena y de asco, y nos espetamos en la cara verdades como puños, y nos aceptamos. A veces no me sorprende nada que la gente que mira desde fuera nos pregunte cosas como: "Pero sois amigos porque queréis??" Somos mucho más que eso. Si no somos hermanos, no sé qué carajo somos.
Todo esto para daros las gracias. Y para deciros que os quiero. Y sí, a ti también, tarado.

12 comentarios:

Celadus dijo...

El madrugón escuece menos cuado uno lee cosas como esta. Me alegra mucho empezar así el día, gemela.
Más besos y abrazos.

Anónimo dijo...

Ains niña.... como te quiero.

Por cierto, ayer la guaja y yo descubrimos por qué este grupo tan rarito y variado somos todas amigas..... jejeje ya te contaremos ya.

Besitos.

Marechek

Lal dijo...

Estoy con Cel, nada como empezar así el día. Y no por la parte que me toca, sino por ti, por lo que tienes y porque sabes que lo tienes. Y ahora.
Un besote!

Wendy Pan dijo...

... LENKYYYYYYYYYYYYYYY !!

Rogorn dijo...

Gracias a ti por elegirnos a nosotros.

Anónimo dijo...

Cómo me alegra leer esto. Una tía con un par, de mayor quiero ser como tú -que conste que no te estoy llamando vieja ni nada por el estilo, ¿eh?- . Un beso. Carlota.

Cris dijo...

Estoy con Cel y Lal. Sabes que te queremos, y que nos vas a tener siempre a tu lado.
Un besazo.

Anónimo dijo...

Soy Amaranta, así ya sabes mi nombre. Me alegra verte mejor. Así se hace.

Más besos.

Eli dijo...

El mundo nunca se acaba cuando nos tenemos unos a otros. Quizá se oscurezca un poco. Pero nunca te va a faltar quien te ilumine el sendero, niña.

Jose dijo...

Si ya lo digo yo, con tanta gente abajo para recogerte ¿que miedo tienes a caer?

Me alegro de que al menos rias hoy, porque eso son dos sonrisas para mañana ;)

Alberich dijo...

Un abrazo de un amigo de los de verdad
;-)

Anónimo dijo...

Las gracias te las tenemos que dar nosotros a tí, Len. Mucho ánimo desde la jodida distancia