domingo, 27 de enero de 2008

Disparando


Una afición que siempre tuve aparcada. No supe que se me daba bien hasta el viaje de estudios del instituto. Tenía una cámara vieja, sin zoom. Su único extra era el flash incorporado. Hice unas fotos que pasmaron a mi familia. Y bien catalogadas. Las de "haciendo el mono con los colegas" por un lado, las "serias" por el otro. Estas últimas parecen de anuncio. Sobre todo las de Delfos. Cientos de estudiantes de todos los rincones de Europa dando el coñazo por allí, y yo conseguí hacer fotos en las que no salía nadie. Como postales. Y con paciencia de artesano. Si quería tal detalle, debía esperar a estar lo bastante cerca para encuadrarlo. Si no quería que saliera la horrenda señal de tráfico, debía apuntar hacia allá. Si quería librarme de la turista del vestido floreado, mejor subirme a una piedra, pedir a alguien que me agarrara para no perder el equilibrio y disparar justo ahora y en este ángulo.

Soy maniática para las fotos. No soporto que salga gente si yo no quiero. Odio las señales de tráfico, los cables, los coches, la modernidad. Me gustan las fotos de ciudades irreales, atemporales y desiertas. Los paisajes. Y sí, también ciertos experimentos. Pero me quedé sin cámara. Aquella reliquia rindió el alma y no podía permitirme una. Para compensar, durante diez años tuve una pareja con un buen equipo y conocimientos suficientes como para hacer estupendas instantáneas. Y eso sí, muchas veces fui sus ojos. "Saca aquello. No, el farol. Desde ahí. Pero que se vea sólo el farol y la pared, vale? Súbete al escalón y apuntas desde aquí. Y se puede hacer que aquello de detrás quede como borroso?" Lenguaje chapucero. Él me entendía. Sacaba la foto y quedaba magnífica. Es cierto, tengo buen ojo. Si supiera dibujar, haría maravillas. Pero se me da fatal. Así que, ahora que por fin tengo una camarita digital, como todo el mundo (nada del otro jueves, pero tiene zoom, el colmo, ya no habrá quien me pare!!) quiero empezar con esta nueva afición. A ver hasta dónde llego.

Así que salimos los dos a callejear. Y a disparar a todo lo que se movía. Reconozco que lo pasé en grande y que, dados mis nulos conocimientos y el hecho de que disparo por puro instinto, sin preocuparme mucho de encuadres, como se me canta, como me da la gana, empeñada en congelar instantes, una luz, un reflejo, la salpicadura de una ola, haciendo experimentos extraños, a ver cómo quedan, la verdad es que me gusta el resultado. Técnicamente son malas, seguro. Llenas de fallos. Pero aprenderé. Y el ojo ya lo tengo, así que... Lo dicho, una afición aparcada que al fin puedo estrenar. Ya no tendré que dar la lata a la gente para que hagan las fotos que yo querría hacer. Ahora soy yo la que dispara.

4 comentarios:

Rogorn dijo...

¿Hay algo que esta mujer no haga bien?

Hasta eso que ella dice también. Culpa de ellos si no lo aprecian.

Lenka dijo...

"Eso que ella dice" es lo de "mantener el interés de los hombres"??? ;-) No lo hago bien, a la vista está. No lo suficiente. Pero no importa. Aprenderé. Y si no, que aprendan ellos.

Lal dijo...

Estoy deseando ver esos disparos. La fotografía es una vía de escape maravillosa.

Lenka dijo...

En esta entrada os dejo el primero. Intentaré subir algunos más. Pero no contéis con ninguna obra de arte.

;-)