sábado, 29 de diciembre de 2007

Palabras vacías

Mi emperador está triste y no sé qué demonios puedo hacer para ayudarle. Odio esta sensación de impotencia. Sobre todo tratándose de él. Porque resulta que él, además de Emperador, es Mago. Porque se las ha ingeniado siempre para anticiparse a mis peores horas, para estar ahí incluso en el exilio, para (no sé bien cómo) tragarse en un segundo cientos de kilómetros y sorprenderme en las mayores tristezas con un: "te invito a cenar". Porque en esos momentos de pánico, inexplicablemente, nunca estaba lejos, sino a la vuelta de la esquina. Cómo lo hace? Me resulta increíble. En el instante más desesperado no se conformaba con ser una voz en la distancia, no. Se materializaba a mi lado para darme un abrazo. Es mi Emperador, pero es un Mago, indudablemente.

Cómo le curo yo ahora? De dónde saco la receta? Él parece tenerla siempre a mano, pero no le sirve. Es muy injusto. Es asquerosamente injusto que él pueda consolarme siempre, hacerme reír en medio de la pesadilla, conseguir que las peores noches amanezca sonriendo y convencida (yo, la reina del pesimismo) de que todo saldrá bien. Cómo puedo devolverle todo eso? No encuentro una sola palabra inteligente, un sólo gesto útil. Nada. Cómo le hago creer que el dolor pasará, que podrá con esto, que saldrá adelante y será feliz, que llegará sin darse cuenta y se asombrará de tanto alivio? Porque lo sabe. Lo sabe porque lo ha vivido antes, y porque ha sido testigo de la curación de otros. Ha estado ahí para curarnos y ha vivido las metamorfosis, las nuevas ilusiones, el brillo nuevo en los ojos. Pero ahora, claro, en medio de la oscuridad, eso no le consuela. Ahora vive en esa fase en la que todo da igual, en la que nada sirve, en la que no merece la pena intentarlo siquiera.

Llegará lo quieras o no. Incluso si te empeñas en rendirte. Siento no poder hacer nada más, sólo repetirte las consignas de siempre. Y confiar en que, aunque no te importe en absoluto ahora, seas capaz de creerme. Debes creerme a pesar de todo.

No te imaginas cuánto te quiero.

7 comentarios:

Jose dijo...

Len, con lo poco que conozco a Emperador y con lo que tu cuentas por aqui, creo que él tendría suficiente con presentarte delante de él, mirarlo fijamente y tenderle tus brazos.Yo por lo menos me encontraría la mar de reconfortado.

Además, tu siempre sabes que decir para cada situación, recuerda todas esas noches de insomnio por el mesenger!!cuanto no me has ayudado!!

Eli dijo...

A veces no necesitamos las palabras, Len. Con los gestos lo decimos todo. Y los gestos de cariño son universales.

Lenka dijo...

Ojalá encuentre las palabras, Al, y si no las encuentro, ojalá encuentre los gestos y sepa darlos, Eli.

Besos a los dos!!

Alberich dijo...

Todo saldrá bién.
Ya verás.Sabrás darle el cariño que necesita ahora...aunque no encuentres palabras,saldrán en el momento adecuado.

Rogorn dijo...

Ya le has ayudado. Uno, dejándote ayudar tú, que es terapia bastante. Dos, hablando con él de lo suyo, que seguro también le sirve.

Curiosamente, seguro que él piensa lo mismo de ti. 'No puedo ayudarla, las palabras son poco consuelo'. Y es que al final llega el tramo que uno debe hacerse solo, pero no es lo mismo no tener quien te acerque hasta allí siquiera.

Claro que le has ayudado. Que si él es mago, tú eres una xana.

Wendy Pan dijo...

Si no se encuentran las palabras..., es hora de pasar a la acción, las cosas más sencillas son las que mejor funcionan:
cógele de la mano, achuchale un brazo, sino el otro (un achuchón puede ser polivalente), achuchón por delante, achuchón por detrás (si le pillas desprevenido mejor), un beso sin venir a cuento, una caricia en el cogote...
Esas son las "palabras" mágicas, y estoy segura de que tú, mi Reina de los "mapaches", las dominas.

Besotes

Guaja dijo...

Solo puedo decir que lo siento. Y agradecerte que estes ahi para el.