sábado, 1 de agosto de 2009

Nuestra niña eterna


Ayer nuestra pequeña duende cumplió 16 años. Y, como decía aquel, carne de gallina en el corazón. No debiera ocurrirme, en principio, ya que he asistido sin demasiados sobresaltos a las bodas de algunos de mis primos, a la paternidad de uno y el embarazo (de momento) de otro (de su mujer, se entiende), al empeño del calendario en que mi hermano pasara de los 17 años (edad a la que le anclé mentalmente durante siglos, tras eones encerrándole en los 14, yo, poco filial, menos maternal incluso, acostumbrada a un niño que ya en EGB tenía barba, levantaba metro noventa y calzaba un cincuenta, empeñada por no sé qué razón en crecer por mí y por todos mis compañeros). Servidora, que ve con cierta nostalgia pero con resignación cómo los cuatro abuelos dejan atrás la barrera de los ochenta, cómo padres y tíos se acercan peligrosamente a los sesenta, cómo niñas a las que vi nacer terminan el instituto y apenas pueden disimular las dos cabezas que me sacan, o el brillo de labios que se dan mientras juegan a la goma con las más pequeñas. Divinas primas las mías, que se obstinan en seguir siendo niñas en un mundo en el que parece ya no haber transición entre las gominolas y el calimocho. Apuesto a que las tienen por pánfilas, pero qué sabias son, todas ellas, alargando sin pudor la era más feliz, sorteando sin complejos esa tontorrona edad del pavo, contentas con ese ancla que las retiene en un universo de muñecas en el que las quinceañeras de metro setenta saltan, corren y ríen con sus primas-amigas de nueve.

Pero ella, nuestra duende, la niña especial, la reina de mi corazón, la maga de la música, esa que lleva una etiqueta, de la que los señores doctos dicen que le falta medio cromosoma (aunque nosotros sabemos perfectamente que es, en realidad, un hada caída por azar entre simples mortales), ha cumplido 16 años. Con su cuerpo de ocho, su alma de seis, sus brillantes ojos de recién nacida, su inocencia intacta, su bondad absoluta, mi pequeño trasgu. Qué harás tú con tus 16 años de cosas que no comprendes, de hormonas que no controlas, de miedos que no conoces, de confianza ciega en un mundo que concibes tan bueno como tú misma? Qué será de ti, mujer y niña, que vas por la vida confiando en que los abrazos son siempre sinceros, las intenciones siempre blancas, la gente tan incapaz de lastimar como lo eres tú? Sabrán todos cómo pagarte esa belleza tuya, esa generosidad tuya, ese modo de darte sin reservas ni dobleces? Podrá el mundo tratarte como te mereces, sin golpes, sin sufrimiento, sin maldades de las que no sabes defenderte porque ni te imaginas que puedan existir? Seremos capaces nosotros, tu clan, tu tribu, de protegerte en esta jungla en la que el fuerte se come al débil sin que le tiemble el pulso, esta jauría humana que somos los que tantas veces asociamos bondad con estupidez?

Ojalá pudiera blindarte contra lo que te espera, cariño mío, pero cómo hacerlo sin cargarme esa inocencia que es tan tuya como tu piel? Carne de gallina en el corazón, mi pequeño duende, cada vez que pienso que no hay modo alguno de prepararte para lo oscuro, que no existe manera posible de pertrecharte sin destruirte primero. Nada puede hacer tu prima mayor, salvo asegurarte que tu clan siempre estará contigo, porque, pase lo que pase, si en algo estaremos de acuerdo mientras nos quede vida es en que tú eres nuestra Reina, nuestro regalo, el hada de la voz mágica, el sol entre los planetas, nuestra luz, lo mejor de nosotros, el duende, la paz. Nuestra niña eterna. Felices todos tus días.

3 comentarios:

Eli dijo...

Una entrada dolorosa, Len, que me hace recordar el daño que el mundo puede inflingir en una niña especial.
Tu hada, preciada y preciosa -es casi inevitable- abrirá un día los ojos a la realidad. Pero puedo asegurarte que toda la fealdad del mundo no puede competir con el AMOR de una familia. Y que esta niña especial guardará siempre en su corazón esa inocencia que la vuelve tan frágil. Pero ella tiene suerte.

Un beso para Irene. Seguro que ella disfrutará de cada uno de sus cumpleaños.

Alberich dijo...

Qué maravilloso mar de belleza...

Lenka dijo...

Gracias, chicos. La magia de esta mujer que siempre será una niña me toca demasiado el corazón.