martes, 18 de agosto de 2009

Otra de menores


Pero esta sí que es para cabrearse. Por pura impotencia, por absoluta incapacidad (por mi parte) para entender. Por afanarse en encontrar alguna razón y no dar con ninguna. Y es que hay cosas que siempre estarán por encima de toda lógica, de toda sensatez, de todo sentido común (que, como dice mi abuelo, es el menos común de los sentidos).

Soy antitaurina, lo he reconocido siempre. Supongo que influyen varios factores en ello. En primer lugar soy oriunda de una zona con escasa o casi nula tradición en lo que a toros se refiere. Es una de esas cosas consideradas "españolas" que, con todo y con eso, encuentro totalmente ajena e incomprensible. No entiendo muy bien el sentido de hacer daño a un animal y convertirlo en "fiesta" y en "arte". Menos aún entiendo la necesidad, el gusto, la vocación de ponerse uno mismo en grave riesgo por tan nobles motivos. Aunque, en realidad, ambas cosas parecen formar parte del ser humano desde el principio de los tiempos: el maltrato, la violencia y las ganas de jugarse el pellejo para demostrar valentía, hombría o qué sé yo. No lo comprendo, en cualquier caso.

Es lo que considero una tortura gratuita lo que me enferma. Si el torero se plantara delante del bicho con un capote y le diera artísticos y osados pases (ooooole.... ooooooleeeee) supongo que me idea cambiaría mucho. Seguirían sin gustarme los toros, pero creo que los respetaría más. Sin banderillas, sin estocadas, sin sangre, sin muerte. Me parecería mucho más artístico, sin duda. Lo he discutido muchas veces con aficionados a la fiesta, pero, lamentablemente y no sé bien por qué razón, nunca han considerado que tal alternativa sea deseable. Pero bueno, me desvío. No pretendo desbarrar contra el toreo en esta ocasión. Porque, al menos, el tío que se viste de luces y se planta delante de un morlaco como un tanque es un profesional y sabe a lo que se expone. Lo que pretendo criticar, y mucho, y sin piedad alguna, es esa tradición estúpida, imbécil, salvaje, arriesgada y sin sentido que tenemos en este país. Los puñeteros encierros.

Vistos desapasionadamente, los encierros, fiestas con vaquillas y similares que se dan prácticamente en todo pueblo (al menos de Pajares para abajo) consisten en soltar a una manada de animales salvajes y correr delante de ellos. No importa si tienes setenta años o catorce, si estás borracho como un piojo o si no has visto un toro de cerca en tu perra vida. No importa si la última vez que corriste diez metros seguidos fue para coger el bus del colegio. Tú vas y te plantas allí delante, entre el follón, el caos y el griterío, y procuras que el bicho no te desgracie. Y los animales se caen, pisotean, se giran, saltan a los remolques y arremeten contra lo que pillen, sea un abuelo despistado, una turista mal ubicada o un crío. En lo que va de año creo que llevamos 19 muertos en encierros y jolgorios populares. Muchas condolencias desde los ayuntamientos y muchas banderas a media asta. Y al día siguiente, más de lo mismo en el pueblo de al lado.

De esos 19 muertos, había un crío de 16 (murió delante de su propia madre) y un niño de 10 años. Críos que en ningún caso debían estar allí. Porque, en mi opinión, ni siquiera adultos con dos dedos de frente debieran estar ahí. Pero menos aún los chiquillos, que ni si quiera alcanzan a comprender el riesgo que asumen. Un crío no debería jamás correr delante de un animal de semejante calibre, ni siquiera debería estar cerca, parapetado en un carro. Y es que no consigo entender cómo demonios casa nuestra protección obsesiva de los menores con semejante exposición. Alguien en sus cabales osaría ponerse a hacer muecas en las barbas de un león? Nos llevaríamos a los críos a participar de algo así? Si nos contaran en las noticias que un padre cogió a su enano en brazos y se puso a tentar a un tigre de bengala o a un rinoceronte con un palito para luego salir corriendo, y que el bicho acabó merendándose a ambos, no pensaríamos que el tipo era básicamente gilipollas? No nos saldría la vena malvada y musitaríamos un "te está bien. Pa qué vas"? A mí me saldría, lo admito. Y qué diferencia hay? He visto imágenes de padres amantísimos acercar bebés a toros embolaos. He visto a un chaval jugarse el cuero por sacar de un tirón a una nena de tres años que estaba subida al remolque que el morlaco eligió visitar de un brinco. Si en lugar de astados hubieran sido panteras, no me habría parecido mayor gilipollez.

10 comentarios:

Eli dijo...

Padres impresentables los ha habido siempre y siempre los habrá.
¿Te acuerdas de la famosa escenita de Michael Jackson sujetando a su hijo por fuera del balcón?
No hace mucho apareció en las noticias la muerte de un niño ahogado mientras practicaba pesca submarina con su padre.
Siempre hay algún gilipollas que se jacta de controlar el peligro. Sí. Hasta que deja de hacerlo. ¿Y entonces?

Lenka dijo...

Y tienes toda la razón. Lo inquietante de esa insensatez es que cuando la asociamos a festejos taurinos nos encontramos, en mi opinión, demasiados casos. Quiero decir que, como forma parte de nuestra cultura, nos parece más "normal", y de normal no tiene nada, es un disparate!!!!

Actualmente cualquier mínimo olor a negligencia paterna provoca un cataclismo mediático, críticas a menudo despiadadas, corrillos, mesas redondas y expertas opiniones. Como lo de Michael Jackson, que le pusieron de tarado parriba. Pero a un crío de 10 años, o de 16, lo mata un toro en una fiesta de pueblo y qué ocurre? "Desgraciado accidente, tragedia, condolencias, banderas a media asta". Y nada más. Absoluta comprensión y simpatía por los padres. Yo nunca he oído una sola crítica ante un caso así. Nunca.

Eso es lo que me deja atónita. Es como si todo el mundo asumiera que hacer el capullo delante de un morlaco es una cosa normalísima. Coñe, son las fiestas. Es que no queremos que una chica de 16 años se opere el pecho, y nos parece un enorme riesgo y una irresponsabilidad, y completamente tonto e innecesario, y criticamos a sus padres, y hasta proponemos que la cosa se vigile, que haya leyes al respecto. Pero que se te ocurra decir que habría que multar muy seriamente a ayuntamientos, comisiones de festejos y padres que permiten la burrada de meter críos en un encierro y verás. Es que nadie lo dice, de hecho. Es que parece que no ha lugar, y me pregunto por qué. No te digo nada si se te ocurre pedir que se prohíban tales festejos, por peligrosos y absurdos. Te comerían con patatas. "Es que se ha hecho siempre", te espetarían. Un argumento de peso, sin duda.

Jack dijo...

Igual es que somos del norte, ne.
Porque a mí ni siquiera me parece lo mismo fondear con un velerín cerca de la costa, bajar con tu guaje a ver si pescas algo pa la cena y tener un accidente que meter a menores en un encierro con toros. Cualquier animal grande corriendo detrás de uno es peligroso de por sí,creo que ahí está la diferencia. En que una parte grande de la diversión y de lo tradicional es el peligro que conlleva.
Lo que supongo que piensa la gente, prima, es que estadísticamente no pasa nada casi nunca. Y es cierto, supongo, que proporcionalmente mueren más menores en la carretera que en el encierro de villaconejos de enmedio.
Pero claro, es que el peligro de un encierro es absolutamente gratuíto.
Y sí, bajar al fondo es también peligroso, pero para mí es otro tipo de peligro bastante más parecido a ir en un coche. No sé si lo es sólo para mí. También habría que ver dónde estaba el fondo, a qué metros. Si se metió al chaval a pulmón o con equipo, si era apor pulpo por las rocas o a por peixe grande a 18 metros, si el padre estaba con él y porqué y cómo pasó lo que pasó. Bajar al fondo (así, en genérico) para mí es más como subir un monte (así en genérico tb) con un chaval o hacer esquí de fondo, o montar a caballo. Cosas que son peligrosas, sí, pero según y cómo. Y cosas (de paso aclaro porque quizá por eso mi visión no es muy objetiva) he hecho yo desde pequeña con mis padres, cuya motivación no era ni de lejos el peligro por el peligro, ni el subidón de adrenalina.
Un encierro es peligroso sin más. Gratuítamente peligroso.
Creo.

Lenka dijo...

Sí, la verdad es que lo vemos de la misma manera, a lo mejor solamente porque somos de la misma zona y hemos visto las mismas cosas (y "no visto" las mismas también). Mi hermano y yo hicimos la Ruta del Cares con ocho y cinco años. Con nuestros padres, of course. Igual para mucha gente es una insensatez llevarse a unos críos a hacer senderismo, máxime a un sitio en el que se te pueden ir de cabeza garganta abajo. Existe el riesgo de que pase, obviamente, como existía en las pozas del Dobra, lanzándonos como locos (mi hermano no sabía nadaaaaar!!!) Claro que los mayores habían comprobado que era imposible llegar al fondo (te lo dice un bombero que se ha metido con todas sus ganas y no ha logrado llegar abajo, y te lo crees) y que siempre había alguien abajo para controlar que el maravilloso "estilo perro" de mi hermano fuera suficiente.

Pero el riesgo está ahí, aunque te preocupes de minimizarlo cuanto puedas. Ahora bien, es que es verdad, es que un niño se te abre la cabeza haciendo monte y es un accidente, sí, y se pudo evitar, seguro que también, y probablemente no fue negligencia, o sí, depende. A lo mejor es que los padres se pusieron a dormir la siesta y dejaron a los nenos a su bola, lo que me parece una osadía. A lo mejor el padre se agachó para atarse el cordón de la bota, la madre aprovechó pa beber agua y el chiquillo se despeñó en ese puñetero momento. Una tragedia, una putada enorme, pero no lo llamaría negligencia. Un jodío despiste de segundos que se paga demasiado caro, por desgracia.

Hay riesgos por todas partes. A mí casi me mata un columpio a los dos años, no me abrió la cabeza de milagro. En un parque infantil, con mi madre al lado. A mi hermano lo revolcó una vez una ola maligna en la mismísima orilla de una playa, y nos lo podía haber afogao. Hay riesgos (o puede haberlos) incluso donde ni te imaginas. Pero claro, no te vas a volver paranoico.

Claro que, entre la paranoia y el morlaco... joer, es que nadie puede decir que "no vio" el riesgo de poner o dejar que se pusiera un crío delante de un animal de sopotocientos kilos, con cuernos y con pezuñas. Carajo. Eso ya no es, o no debiera ser, un "hay una pequeña posibilidad de que pase algo malo". Caminar entre peñascos con adultos, bucear entre truchas, darse un paseo a caballo o acariciar a un perro entrañan riesgos, sí, pero no creo que se puedan comparar a sacarle la lengua a un toro o a nadar entre tiburones. Es lo que tú dices, me parece que el agravante es la gratuidad. Tú apuntas a tu niño a karate y ni se te pasa por la cabeza que te lo pueden desgraciar de un mal golpe tonto. Puede pasar, es una posibilidad muy pequeña, pero vete a saber. No creo que nadie pueda tildarlo de negligencia. Lo que no es muy de recibo es que apuntes a un niño de ocho años a un curso de puenting. Digo yo, eh?

Por eso me choca que parece que andemos siempre a la caza de la negligencia paterna y luego se den cosas que por lo visto no se ven, cuando en mi opinión son mucho más salvajes.

Jack dijo...

Claro. Si es que a ver. Yo me pongo a pensar en lo que hacía de enana con 9 o 12 años (el mar, que casi todos los cantábricos hemos aprendido a respetarlo a base de sustos; el caballo, que quieras que no es un bicho grande con sus neuras y sus enfados, el monte, que es hermoso pero tiene un peligro que pa qué, con gargantas y ríos y acantilaos y nieve y la virgen, o los pantanos, con sus cambios de temperatura que dan calambres y sus fondos negros como la noche negra) y pienso en que si bien nunca lo hacía sola, pues su peligro tenía todo. Y aún así, me cuesta ver a mis viejos como unos gilipollas impresentables que estaban echando números pa la bonoloto del funeral infantil. Y no niego que según y cómo, quizá lo estaban haciendo aunque a la vez todas esas cosas están unidas (mucho) a los mejores recuerdos de mi infancia. Con tó y con eso, mis dos experiencias cercanas a la muerte infantil fueron cuando un coche se saltó un semáforo y nos llevó por delante a mi madre y a mí en la acera (!!?) y por afogamiento en clase de solfeo (no se me olvida, lo juro) con uno de esos demoníacos caramelos de lila llenos de aristas con los que nos premiaba la profe y que paunencima, sabían a colonia. Puro azar, como ves, aunque asumo que no significa nada en la práctica.
Lo del encierro, en cambio, así como las capeas y los niños toreros me parece harina de otro percal, como dice el santo, incapaz de decir bien frase hecha o refrán que en el mundo exista. Son cosas que nacen de la necesidad del hombre (del mozo, del torero, etc) de demostrar su valor. Y son costumbres que permanecen y gustan por la adrenalina y el peligro. Yo calculo que en los medios nadie osa al "y qué esperábais" por insensible, aunque se piense. Lo unico útil sería prohibir ese tipo de cosas a los menores, igual que se les prohíbe ir de paquete en las motos o montar en un coche sin los anclajes pertinentes. Porque lo contrario es muerte, más que nada. Y una de las ventajas que da la mayoría legal es precisamente esa, poder tentar a la muerte libremente sin perjuicio de la vida ajena. Hasta cierta edad has de estar protegido pa según qué cosas, por ley, y punto.
Pero es lo que tú dices, si nos ponemos a buscar el peligro en las cosas que hacíamos de crías, pa mí que me hubieran llevao los asistentes sociales antes de la comunión.

Lenka dijo...

A ti y a todos si nos ponemos pejigueras, eso fijo. Cualquiera le daría de coces a mi padre sabiendo que nos llevaba en moto a mi hermano y a mi desde el parvulario. Por ciudad y a veinte por hora, pero nos llevaba. En una época en la que el casco no era obligatorio, pa empezar. Y con diez años yo ya me subía y bajaba Pajares de paquete, con casco y guantes (la hormiga atómica!!) y a una velocidad que para mí era "normal", para mi padre era "flojita" y para cualquiera ajeno al mundo motero era, sencillamente una salvajada.

Nunca estuvimos ni cerca de tener un problema. Ya ves, de adulta sí he tenido sustos en carretera, pero de niña nunca, que yo recuerde. Y parecido a ti, maja, mis dos mayores riesgos de muerte infantil se los debo al jodío columpio aquel y a un puto calamar rebozao que se me quedó en mitad de la tráquea y por poco me cuesta la vida. Otros percances que recuerde? Caída por una escalera, cuasi amputación de un pie entre los radios de una bici (esa fue guapa también!!) y descenso de ladera en el pueblo apoyada sobre el muslaco, que me quedó divino a raspuñones. Una vez en la nieve se me congelaron las manos, qué dolor, qué llantina, qué mal recuerdo y qué yuyu me da la jodía nieve, que sólo me gusta en la tele. Porque no iba uno equipao, iba a jugar a bolazos.

El Trasto me gana por goleada. Siendo un bebé se le cayó a la hermana de los brazos y rodó escalera abajo quedando inconsciente un rato. No mucho después le pasó por encima una estampida de ganao, con la suerte de que, flípalo, todas las benditas vacas lo esquivaron (santas todas ellas, con lo torpes que son las criaturicas). Y con no más de dos años se tiró por encima un cazo de aceite hirviendo que le dejó cicatrices por todo un brazo (el increíble y mutante brazo-tortita!!!) Cosas de criarse en un pueblo.

Burradas de esas, las que quieras. Cualquier adulto puede contar historietas a puñaos de sus accidentes de infancia. Bicis, escaleras, mascotas, planchas, enchufes, caramelos asesinos... Mírame a mí, que de mayor me empeñé en batirme la mano!!! La cuestión es que sabiendo todo eso, no es de recibo que tentemos a la suerte más de lo necesario. No hay ninguna razón para que un menor de edad esté en un encierro (yo no encuentro razones ni pa que esté un adulto, pero eso allá cada cual) y creo que no se debería ser permisivo con eso. Tolerancia cero. Nos indigna que un imbécil lleve al crío sin su silla reglamentaria en el coche aduciendo que "es muy cara" (más que la vida del neno? Más que un funeral??? Más que el jodido climatizador de tu coche, so mongólico???) Y hay consecuencias para eso. Pues digo yo que llevarte al chiquillo a un encierro debiera suponer abucheo general, como poco, y que se te cayera el pelo a sanciones.

Ado dijo...

Eso de no gustar los toros no es solo de gente del norte, que por aqui tambien "habemos" unos cuantos...

En mi pueblo es de los pocos que no sueltan ni toro (bueno, solo de fuego, que es una estructura con cuernos que tira carretillas y otros fuegos artificiales), ni vaca, ni vaquilla ni nada.

Lo siento por la gente que muere, pero lo siento mas por los toros que ellos si que no han podido elegir el estar o no alli.

Kaken dijo...

"Lo siento por la gente que muere, pero lo siento mas por los toros que ellos si que no han podido elegir el estar o no alli."

Me ha llamado la atención esta frase.
Un bes.

Lenka dijo...

Desde luego, Ado, que no es sólo cosa del norte lo de que no gusten los toros. Hay gente de mi tierra a quien le gustan y mucho, y estoy segura de que a personas del sur no les gustan para nada. Lo que quizá es (o parece) más "del norte" es lo de sentirse "ajeno" al mundo de los toros. Quiero decir, aunque igual me equivoco por completo, es que ni una sola persona de mi familia ha visto una corrida en directo en su vida. Tampoco sé de padres o abuelos de amigos míos que lo hayan hecho. Soy de una zona donde no se iba ni se va a los toros (bua, hay corridas en la Semana Grande, pero me temo que tienen una acogida tirando a escasita)

En gente del sur he oído muchas veces "no me gustan, pero recuerdo que mi padre era aficionadísimo, o mi abuelo no se perdía una". Nunca he oído eso mismo por aquí. Seguro que en algunas épocas los señoritos de muy buena familia y de la capital iban a alguna corrida, no te sé decir. Pero es algo muy minoritario. Nunca ha habido cultura taurina aquí, Desde luego no al nivel de otras zonas, ni de lejos.

Me encanta que en tu pueblo seáis tan poco aficionados al mundo taurino. De verdad que me encanta. Menos mal que aún quedan sitios en los que queda patente y demostrado que se pueden montar jolgorios sin cuernos de por medio.

David Bowman dijo...

Ave M Purísima, q cosas, q cosas