miércoles, 14 de enero de 2009

Malleus Maleficarum


Hablemos de Brujas. Son unos personajes que siempre me han fascinado sobremanera. Y me refiero a aquellas mujeres del mundo antiguo, en tiempos de la Diosa Madre, que curaban, que vaticinaban, que aconsejaban a los suyos, que eran estandartes y herederas de una tradición y una sabiduría transmitida de madres a hijas durante generaciones. Más tarde llegó el monoteísmo, se impuso el Dios único, varón, y terminó el reinado de las mujeres sagradas. La mujer pasó a ser encarnación del mal y del pecado siempre que no se sometiera al dictado del hombre, su amo y señor. Cualquier pretensión de salirse del tiesto, del corsé de esposa sumisa, de madre atenta, de hija obediente, era señalado y castigado. O santas, o putas. La honra se situó entre las piernas femeninas y llegó a su fin (al menos durante mucho tiempo) el tiempo de la Hechicera, la sanadora, la guía espiritual, la portadora de las enseñanzas, que, por obra y gracia del nuevo orden, se convirtió en Bruja, en discípula del demonio, en súcubo, en perdición, en blasfema y hereje, en hacedora de maleficios, en pozo de maldad, mentira y manipulación, en asesina de niños y ganados, en chupasangres y monstruo.

Así fue como la Hechicera buena se convirtió en Bruja malvada. Su poder y su conocimiento ya no provenían de la Diosa, ni de la Tierra, ni del Bien, sino de Satanás, lo oscuro, las tinieblas. Esa asociación con el Maligno, orquestada por los grandes pensadores de la época, provocó un triste cambio en el destino de las mujeres, y, de paso, un genocidio aterrador. Pero esta historia la he contado ya tantas veces que temo recibir abucheos y tomatazos varios. La pesada esta, todo el día dando la coña con lo mismo.

A lo que iba. Hechicera o Bruja, ya no importa demasiado, porque el concepto se ha mezclado con el tiempo. La Bruja ya no tiene tratos con Lucifer (necesariamente). Ahora puede ser moderna, estupenda, divina, mera aficionada o aceptar mastercard. La Bruja es un icono de lo más actual. No sólo se ha impuesto la moda de los niños magos, también la de los adultos magos. Que, ojo, hombres también hay. Aunque yo, sinceramente, he conocido a muchas más féminas en este mundillo. Quizá la cosa se ha visto alimentada por todas esas series de brujas chachis, mediums chachis, vampiros chachis y demás parafernalias ocultistas chachis. Comics, posters, hay todo un mercado alucinante sobre el tema. Vuelven los aquelarres, las pócimas, los conjuros, el mal de ojo, el tarot y los hierbajos. Todo revestido de glamour y en fascículos coleccionables. Hoy día, cualquiera puede comprarse una baraja, leer cosas sobre la Wicca en internet, ponerse un amuleto y jugar a hechicerías. Como divertimento, no está mal. No los hay que se tiran puente abajo?

Cuando mi madre se separó, conoció a una de las brujas clásicas, esas que sobreviven a modas y series de la tele. Se hicieron amigas y, como atravesaban situaciones parecidas, se ayudaron mutuamente. Pero, poco a poco, aparecieron más. Y todo adquirió un cariz cómico-siniestro. Yo era una niña de nueve o diez años, pero recuerdo perfectamente cómo eran aquellas mujeres. He conocido a muchas como ellas a lo largo de mi vida. Todas cuentan la misma historia. Casualmente, todas son herederas de una ilustre estirpe de brujas poderorísimas. Todas ellas son hijas, nietas, bisnietas y tataranietas de brujas. Sus antepasadas fueron famosas en sus pueblos, porque tenían poderes extraordinarios. Ellas mismas, desde pequeñas, dieron muestras de haber recibido el don. De repente, sin saber de qué hablaban, criaturas inocentes, anunciaban la muerte de alguien y todo el mundo se pasmaba. Ooooh, la niña lo ha heredado. Veían a los espíritus, a los que jamás tuvieron miedo. Todas ellas sufrieron mofas y escarnio en el colegio hasta que un día se hartaron (esta parte me chifla!) y se encararon con el más cruel de los niños, diciéndole: "pues tú, que lo sepas, te vas a caer y te vas a romper una pierna!!!"

Adivináis?? Síiiii, naturalmente! Dos días más tarde, el niño abusón aparecía enyesado. Y todos los otros chiquillos decían: "ooooooh, es una bruja!" Con esta típica, tópica y requetemasticada historieta, toda bruja pretende dejarte claro un concepto elemental. Soy muy buena, y sólo hago magia blanca, pero cuidado, bonita, porque como me cabrees te echo un mal de ojo que te dejo pelona. Piénsatelo bien antes de despreciar mi amistad, hacerme un feo o poner en duda mis poderes. Al lorito. Después, para que la cosa no sonara demasiado amenazante, te hablaban de sus maravillas y curaciones, de sus profecías asombrosas, del agotador trabajo que supone tener un don divino para ayudar a las personas, de sus costosos y laboriosos rituales, ay, y todo por amor a la humanidad. Y sí, claro, yo cobro. Tengo que comer. Ojalá en este mundo no existiera el vil metal, ay, pero existe, y hay que pagar facturas. Pero que conste que yo hago las cosas de corazón, que hay mucha lagarta suelta y mucha interesada. Ya las castigará Dios, ya. Yo, que de buena que soy, soy tonta, apenas cobro lo justo para vivir. Que si yo quisiera, maja, si yo quisiera, andaría publicando libros y viviendo como una reina. Que tú no sabes quién vino una vez a consultarme, rica. Que me conocen los famosos, pero yo paso de esas cosas, no se comercia con los dones. Que yo, aquí donde me ves, hice una vez un curso y coincidí, no te lo vas a creer, con Diego de Araciel en persona!

Claro!!! Todas, todas ellas eran íntimas amigas de Diego de Araciel, aquel aristócrata excéntrico y encantador al que le dio por echar las cartas para pasar el rato. No tengo la menor idea de si ese hombre vive aún (ya era mayor cuando yo era una enana), pero viva o no, calculo que ni se imagina el macho cabrío de todo un aquelarre de brujildas de medio pelo que siempre sacan a relucir su íntima amistad con él. Lo siguiente en la lista era, impepinablemente, poner a caldo a todas las Brujas del mundo, las de la propia pandilla y las otras, las famosas. Todas eran falsas, impostoras, peseteras, malísimas y golfas. Para continuar, te profetizaban una vida apasionante, dinero, lujo, amantes, un señor rico de Albacete, negocios prósperos, viajes y esmeraldas como puños. Y mi madre, que siempre ha sido una bendita, oía tal sarta de estupideces y sonreía, impasible. Como guinda final, la Bruja se te quedaba mirando, muy fijamente, y soltaba aquello de: "sabes que tú también tienes el don? Eres bruja, querida, y de las potentes, no te creas. No te funciona porque no te lo crees. Y tu hija... buf, tu hija lo ha heredado de ti, que lo sepas". Y ya estaba. Ya te habían hecho miembro (miembra) del selecto club de iluminadas. Y no podías rebelarte, porque era tu naturaleza. Quién iría contra los suyos, contra sí mismo?

Le pregunté una vez a mi madre por qué aguantaba a aquellas tipas. Y ella, la eterna samaritana, me sorprendió con su respuesta: "no ves que la pobre no tiene nada? Es por ayudarla un poco. La infeliz vive en su mundo". Mi madre, una ong con patas, con sus juguetes para los niños pobres, su ropa para los inmigrantes, sus tuppers para los vecinos en apuros, mi madre, que no tiene un duro y se gana fregando cada jornal, haciendo de misionera para la Hermandad de las Brujas sin Escoba. La vi cocinar para ellas, coser para sus chiquillos desatendidos, limpiarles la casa, y todo por nada, a cambio de nada. Teniedo que soportar, además, su cháchara vacía y sus aires de grandeza. Todas las que conocí eran manirrotas, vagas, sucias, mentirosas, incultas, envidiosas y pagadas de sí mismas, enfadadas con el mundo, abandonadas por hombres hartos de tanto humo, adictas al teléfono, ludópatas, neuróticas, taradas... Al final, ni las mejores intenciones de la Mamma pudieron con tanto hechizo y abandonamos para siempre el selecto club brujeril.

Y, el caso es que las recuerdo con cierto cariño. Supongo que eran infelices, enfrascadas en su papel de elegidas, pero incapaces de salvarse a sí mismas, de encarrilar sus propias vidas. Detrás de tanto ademán y charlatanería de feriante no había más que mujeres solas. Mujeres tristes. De aquellas tardes extrañas me queda una baraja vieja, el supuesto don de leerla y la convicción de que ciertos dones pueden ser una maldición. Al menos para la estabilidad mental. Me encantan los temas ocultos y misteriosos, interpretar los naipes y mis pequeños ritos inventados. Puros juegos para entretenerse con las amigas, sin creerse jamás ni una sola palabra. Me encantan las historias de fantasmas, los hechos inexplicables, el enfrentarse a un misterio y despachurrarlo. Me encanta que tantas cosas tengan respuesta lógica, por más que haya quienes se emperran en no verla, hombre, me va a decir usted que yo tengo anemia, lo que tengo es mal de ojo, y mi cuñada no está sufriendo una crisis nerviosa, no, está poseída! Una anemia es una cosa vulgar que tiene cualquiera, lo mío es más chungo y más guay (jamás entenderé que algunas personas prefieran aferrarse a eso, dios mío, con lo tranquilizador que es saber que hay más posibilidades de padecer una carencia vitamínica que un maleficio!!! Que lo uno se arregla en la farmacia, cuernos, y lo otro... dónde encuentro yo un exorcista de guardia???) Y me encanta, por supuesto, que haya tantas cosas que no tienen respuesta. Porque eso nos permite imaginar, investigar, seguir siendo espirituales, tomar conciencia de que no lo sabemos todo, de que somos pequeños ante la inmensidad del universo, y no perder nunca las ganas de aprender, de encontrar explicaciones.
He conocido a personas con talentos extraordinarios que, de momento, escapan a la lógica. Os preguntaréis por qué a ellos sí les creo. Porque sólo tienen preguntas para lo que les ocurre, no respuestas. Porque son personas normales, con vidas normales. No se sienten albaceas de ningún don. Muchos, al contrario, aborrecen vivir experiencias ajenas al resto de los mortales y no se rinden jamás a la hora de encontrar la gran explicación. No lo cuentan, ni lo pregonan, y sólo tras la confianza que da la amistad de años se atreven a confesarse. Y se muestran temerosos ante la idea de estar como cabras, en lugar de orgullosos por tener "poderes". A veces pienso en lo que sería tener una capacidad "sobrenatural", como algunos de estos seres que conozco y, literalmente, me muero de miedo. Comprendo su desazón, su terror a haber perdido la chaveta. Luego comprendo que es más triste lo otro. Haberla perdido de verdad y no ser consciente de ello.

9 comentarios:

Eli dijo...

Yo nunca he conocido una bruja de las llamémoslas profesionales. No creo que una persona ajena que tira más del azar que de la adivinación sea capaz de condicionar el rsto de mi vida por unas cuantas palabras.
Pero sí que he observado que existen personas (yo misma, aunque muy esporádicamente) que son capaces de soñar o preveer de alguna manera acontecimientos cercanos (no me refiero en el tiempo, sino cercano a la persona).

En cuanto a la tradición de hechiceras como herboristas o sanadoras, creo que aún llevamos arraigado ese sentimiento en la genética.
A lo mejor por eso las enfermeras somos mujeres en su gran mayoría ;-)

Lenka dijo...

Uy, sí, yo también creo que algunas cosas se han quedado grabadas en alguna parte de nuestra memoria genética. Aunque también he conocido, y los ha habido siempre, hombres tremendamente hábiles para la, digamos, curación artesanal, curanderos, componedores de huesos...

Y conste que no hablo de charlatanes, sino de gente honrada que, sabe dios cómo, porque muchas veces eran analfabetos (al menos en las cosas, digamos, "oficiales") sabían lo bastante de la naturaleza como para darte un remedio casero a tus males, o arreglarte un esguince de un crujido certero. No me refiero a esos trepas que dicen poder curar el sida y burradas así.

Y sí, estoy convencida de que hay personas con capacidades que, de momento, escapan a toda lógica. Desde personas tremendamente intuitivas (cosa que siempre he creído explicar por esas señales que el cerebro ve y archiva y nosotros no podemos racionalizar, pero luego encajan como un puzzle y dices: aaah, era esto!) hasta las que incluso se adelantan a las cosas mediante sueños, y con una exactitud que parece escapar (parece) a los archivos de la mente, por rápida que sea.

He vivido situaciones de lo más curiosas y conocido a personas curiosísimas. Me considero una escéptica prudente. Siempre, siempre hay que buscar una explicación lógica para todo. Y, si no la hay, bueno. No la hay. Quizá la haya dentro de cincuenta años, o nunca. No creo que el ser humano sea tan sabio como para responder a todo, aprendemos constantemente. Por eso me chirría que haya gente dispuesta a creerlo todo, y gente que no se cree nada de nada. Lo primero me parece ingénuo, lo segundo un tanto soberbio.

Las cosas mágicas, las fantasías, siempre han caminado con el ser humano, no son más que preguntas a la espera de respuesta. Es bonito, me gusta, es nuestra parte más frágil e inocente, pero también la que nos impulsa a imaginar, crear, investigar, hacernos cada vez más preguntas. Creo que es parte de la naturaleza humana.

Pero cuando ciertas cosas pasan a ser obsesiones, nos nublan el raciocinio, nos impiden pensar con lógica, cuando perdemos el norte... malo. Por eso desconfío de las personas que están tan convencidas de las repuestas (en una dirección o en otra).

Pele Ón dijo...

Conozco muchas brujas, y todas buenas. Y recordad, que las malas no nos hacen daño ellas, sino que tenemos que colaborar nosotros. Nadie puede hacernos daño verdadero, salvo nosotros mismos.
Y, en cuanto entra el dinero, la publicidad, el negocio, sale la magia y el amor en el que está basada; es triste reconocer lo difícil que es compatibilizarlos. Me fío más de las que se dedican a esto por afición, aunque puede haberlas (las hay, claro) también con dedicación exclusiva, cobrando y honradas.
Pretender que la ciencia abarque todas las respuestas es utópico. Y lo más escurridizo por el momento es.... el ser humano.
Gracias

Kaken dijo...

Me ha encantado la entrada, Lenka, y he reconocido en ella muchas situaciones personales.

Creo que me mantego respecto al tema en la misma dimensión que tú, lo miro desde la curiosidad, la distancia y el ¿porqué no?
Un escepticismo abierto, nunca un dogmatismo en uno u otro sentido.

La Ciencia no lo puede explicar todo, pero tampoco nos vamos a creer todo lo no explicado...ni a excluirlo.

En el fondo subyace algo que me cuesta abordar y que me encanta: la intuición.

Dificil tema, por amplio, por casuístico, por sensitivo, por no medible...pero tan certero a veces que asusta..

Se me queda corto el comentario para una entrada y unos comentarios tan interesantes.

Bes a todos.

Lenka dijo...

Por supuesto, Peleón, para que alguien nos haga daño con sus "poderes" es imprescindible que le permitamos hacerlo. Es vital creer que es posible. La fuerza de la sugestión.

Por eso mismo hay que usar armas reconocibles por el otro, dejarle claro que se le quiere dañar y hacerlo de manera que él identifique. Hasta el miedo tiene su propio idioma. Si a un señor de Laponia le dejan a la puerta de casa una muñeca de trapo llena de alfileres, seguramente se encoja de hombros y la tire a la basura. En Haití y en muchos rincones de África, semejante hallazgo puede llevar a una persona a la muerte. Porque funciona el vudú? Yo no lo creo. Pero funciona el miedo, ese miedo, su miedo ancestral inculcado durante generaciones. Por eso no es tan raro que un haitiano muera de un infarto si descubre una de esas muñecas en su puerta. O, como poco, que se aterre y hasta somatice mil males. Y claro, el poder del brujo ha funcionado. Y el mito de sus poderes crece y se alimenta.
Lo mismo pasa con el mal de ojo, las maldiciones, etc.

Celebro que hayas conocido a muchas brujas buenas, yo jamás he dudado de que las haya. Fíjate si no lo dudo, que entre mis mejores amigas hay una bruja con capacidades de esas de dejarte pasmado. Lo sé porque lo he visto, por lo poco que le gusta vivir esas experiencias que ha tenido que aceptar (todo un aprendizaje) y porque tiene una vida normal, sin la menor parafernalia. Porque, al contrario que muchas que conozco (y de las que huyo) no lo saca a relucir en una tertulia de café, no se disfraza, no alardea, no se siente importantísima, no promete cosas, no ofrece cosas y, por supuesto, no se dedica a amenazar a la gente ni a meter miedo a nadie. Prefiere ni sacar el tema, y llevarlo como puede, como quien tiene un lunar que no le gusta o una cicatriz que le acompleja. Y porque jamás, jamás, jamás, por cosas raras que le pasen, renuncia a la lógica por encima de todo.

Uf, Kaken, sí que da para mucho, desde luego. Es todo un mundo del que estaría horas hablando!!!!

Juan dijo...

Pues hablemos de brujas.

Yo no creo en lo sobrenatural. Todo es natural. Otra cosa distinta es que, de momento, no tengamos explicación a todo lo que nos sucede. Pero seguro que hay conexiones interneuronales, sustancias intracerebrales desconocidas que podrán explicar en el futuro mucho de lo que es "sobrenatural".

Durante una intervención quirúrgica en el cerebro, con anestesia local, un neurocirujano, sin querer, tocó en una determinada zona del cerebro. El paciente de pronto dijo que se veía a sí mismo desde el techo viendo todo el quirófano y a lso allí presentes. Cada vez que le tocaban en esa parte del cerebro (que no recuerdo cual era), el paciente volvía a ver desde arriba. Posteriormente eso se ha demostrado en todos los pacientes a quienes se ha tocado esa misma región del cerebro. Parece sobrenatural, de hecho muchos que han estado muy graves o en coma, recuerdan haber vivido esta misma experiencia.

Con esto me vengo a referir a que lo que hoy no tiene explicación conocida, mañana la podrá tener.

Sin embargo, lo de adivinar el futuro y demás, se han hecho algunos estudios al respecto y la conclusión ha sido la misma siempre: los que supuestamente tienen poderes aciertan exactamente lo mismo que personas sin poderes y escogidas al azar que se les ha preguntado las mismas cuestiones.

Tampoco hay que menospreciar la capacidad de observación. Hay personas muy observadoras que son capaces de "adivinar" con sólo ver algunos gestos, poses o expresiones a alguien para saber muchas de sus circunstancias.

Por ejemplo, cuando veo entrar a un paciente en mi consulta, sólo por como entra, adivino en un 80% de casos la enfermedad que le aqueja. Muchas veces, antes de empezar a hablar el paciente, le he contado todo lo que le sucede, hasta con pelos y señales. En estos casos, el tratamiento que le propongo suele ser excepcionalmente eficaz por una mera cuestión de confianza. A los ojos del paciente soy como un brujo, pero es pura y simple observación.

Un abrazo Lenka. Enhorabuena por la entrada.

Lenka dijo...

Y estamos de acuerdo, Juan. Mcuhas personas creen en los fenómenos paranormales, pero creo que hay dos formas de creer en ellos. Una forma es, digamos, la "a pies juntillas" (no se me ocurre otro modo de decirlo), las personas que sí creen en fuerzas sobrenaturales, en poderes de origen misterioso, etc, y lo creen de una manera "desconectada" de ka lógica.

Otra forma (la mía, la tuya y la de muchísima gente a la que, de todos modos, se tacha poco menos que de fantoches, sobre todo si son personajes público) es la creencia de que sí, en efecto, hay miles de cosas que el ser humano no ha sido capaz de explicar (aún) porque no somos todopoderosos , ni omnipotentes ni omniscientes. Lo que no quita para que no exista esa explicación. Sencillamente aún no la tenemos, como no se tenía en su día la explicación a un trueno o a un eclipse (y eran, por tanto, fenómenos paranormales, mágicos, misteriosos o como se llamaran en su día)

Según vayamos avanzando en nuestros descubrimientos, iremos dando respuesta a más y más cosas. Y, probablemente, surjan cada vez más y más enigmas y preguntas. No creo que lleguemos al punto de "todas las respuestas" jamás. O sí, vaya usted a saber. Pero incluso si el fin del mundo nos pilla con miles de misterios por descifrar, eso no significa (necesariamente, porque tampoco me atrevo a afirmar nada categóricamente) que sean cosas sobrenaturales. Significará, creo, que no logramos alcanzar a desvelarlar, que quedaron fuera de nuestro alcance. Y ya está.

Palabras como "sobrenatural", "paranormal", etc, son eso, palabras, etiquetas para englobar esas cosas que aún no podemos descifrar. Son palabras que quizá están cargadas de ciertos tintes mágicos, pero mucha gente (me incluyo) no las usa tanto en ese sentido como en el de identificarlas, simplemente. Son palabras conocidas por todos y así sabemos de qué hablamos. A mí, además, me gusta darles esos nombres porque, aunque creo firmemente en la razón, me parecen nombres poéticos, bonitos.

Me encanta que cada vez sepamos más, obvio, pero también me parece bonito pensar en cierta inocencia. La misma de nuestros ancestros ante una luna llena (que quizá nosotros ya ni apreciamos por puro cotidiana y explicada). O la misma de los niños ante cosas como Los Reyes Magos o un cuento de hadas. Igual es que la razón (aunque la defiendo a capa y espada) me parece un poco más fría, menos bonita. Me gusta dejar un hueco para lo mágico, pensar que todavía podemos pasmarnos como niños, o como nuestros ancestros, ante ciertas cosas. Que, de hecho, lo seguimos haciendo ante cada nuevo avance.

No sé si logro explicarme. Me gusta pensar que un doctísimo cirujano, o un químico, se emocionen ante una historia de dragones, en lugar de considerarlo una pamplina. Obvio que no creemos en esas cosas, pero a míme gusta imaginar que sí las creo. Será que se resiste a morir esa parte infantil, o ancestral, no sé. Pero con toda la lógica del mundo y celebrando internet y la conquista del espacio, soy de esas que prefieren creer que los bosques de mi tierra están llenos de xanas y trasgus ;) Y no lo creo "a pies juntillas", pero me gusta pensar que es posible, sólo porque mis antepasados lo creían así y es bonito.

Me encanta el ejemplo que pones, esa experiencia tan conocida de "salirse del cuerpo". Como la famosa visión del túnel en las experiencias cercanas a la muerte. No dudo que todo eso tiene explicación científica, es más, estoy convencida. Pero hasta la ciencia puede tener manifestaciones poéticas y bellas, jajaja.

Y me encantaría que algún día se descubriera, por ejemplo, la razón lógica que hace que algunas personas tengan sueños proféticos de una exactitud pasmosa (conozco a algunas personas capaces de ello). Porque creo que la teoría empieza en los archivos de señales en el cerebro (eso que tantas veces hemos comentado como explicación de la intuición), pero a veces (pocas veces) parece llegar mucho más allá, de un modo asombroso, con un detalle increíble. Y seguro, seguro que tiene alguna explicación. Y muchas personas que lo viven se quedarían más tranquilas, desde luego.

El caso es que me confieso una escéptica muy razonable (o eso intento) pero muy enamorada de la magia. Simplemente porque es bonita.
Besos, Juan!

Juan dijo...

Sí te había entendido Lenka.

A mí, la palabra magia me encanta. Todavía veo mágico el amor, la amistad, la comunión con tu medio....es que tantas emociones son mágicas, por más que se conozca la neuroquímica que las provoca.

Un abrazo.

Lenka dijo...

Eso seguro, la mayor magia la tenemos siempre a nuestro al rededor, y a veces cometemos el error de darla por sentado, de no verla, de que nos resulte indiferente.

Besos!