jueves, 7 de agosto de 2008

Sandra


Lo prometido es deuda. Hablemos de Sandra. Y démosle, además, un lugar entre las Mujeres Malas, junto a otras tantas ilustres. Se lo ha ganado. Ella y el resto del gremio. Sandra (no es su verdadero nombre, sino el de guerra, pero qué más da) es brasileña, flaquísima, morena, divertida, mordaz, con carita de niña traviesa, simpática, certera, lesbiana y puta. No sé por dónde andará ahora, hace un par de años curraba en uno de los clubs más grandes de mi ciudad, junto con un buen montón más de chicas sudamericanas, de Europa del Este y, las menos, africanas. Sandra era la líder indiscutible del grupo, la que daba voz a las tímidas, la que aconsejaba a las novatas, la que mediaba en los conflictos entre los tres bandos, las tres culturas. Su posición se advertía nada más traspasar el umbral y conocer aquel hábitat que las lumis compartían con un par de camareras guapas (también sudamericanas) y un encargado encantador, simpatiquísimo, atento, cariñoso, detallista y homosexual, probablemente el único hombre con el que se sentían totalmente relajadas.
Cada jueves tocaba "irse de putas", y allí nos plantábamos puntualmente, con nuestras identificaciones en la solapa, un médico, una psicóloga y yo misma. Llegábamos temprano, cuando aún no habían aparecido los clientes y las chicas se estaban maqueando. Siempre tuvimos claro que aquello era un negocio y que no debíamos interferir en él. El dueño, como los de todos los clubs de la zona, nos abría las puertas encantado, sin la menor cortapisa, y colaboraba en todo aquello que fuera en interés de sus currantas. A cambio, nosotros ahuecábamos el ala ante la llegada de cualquier "huésped", para no incomodar a ninguno. Salíamos discretamente, vista al suelo, para evitar situaciones embarazosas. Recuerdo que siempre pensaba: "ay, dios, que no me encuentre a ningún conocido, a ningún vecino, a ningún amigo... a ningún pariente!!! Por favor, que me da un siroco, y a él le darán dos!!!" Siempre había algún vejete socarrón que se nos acercaba. "Tú eres la nueva?? Estás muy rica, pero qué tapadita vas!!!" Cuando ya nos conocían, nos ponían por las nubes. "Cuánto hacéis por estas chicas... pobrecitas, son unas santas!! Pero claro, la mala vida... para mí son como hijas, eh? No te confundas. Que yo sólo miro y charlo, no vayas a pensar. Que yo a mi señora la tengo en un pedestal!!!"

El encargado nos ofrecía refrescos, quitaba la música, reunía a las trabajadoras como si fueran gallinitas: "niñas, al salón, venga, so vagas, que está aquí esta gente, so groseras, no hagáis esperar, os, os, venga, venga". Empezaba el consultorio de salud, los consejos legales, las fotos de venéreas (que contemplaban con asco supino, interés científico y complicidad de expertas, según el caso), las dudas, los miedos, las confidencias, las risas, las técnicas amatorio-salubres (impagable ver a treinta pilinguis, dos camareras y un encargado con pajarita aplaudirnos y hacer la ola cuando agarrábamos el falo sintético, alias "Braulio", y le poníamos un condón con la boca), el reparto de folletos, preservas, lubricante, teléfonos de abogados y ginecólogos de esos que atienden por amor al arte, sin pedir papeles y a los que les basta que en la ficha pongas que te llamas Sharon Stone.

Pasamos buenos ratos con ellas, y también ratos de secretos, de confesiones a media voz, de recuerdos envenenados, de rabia, de miedo, de ilusiones hacia el futuro. Tras cada rostro pintarrajeado, tras cada minifalda, cada escote, cada tacón de aguja, había una historia humana, que podía ser pavorosa, insólita, típica, o incluso todo a la vez. Quizá la más demoledora era la de Sandra. Sandra contaba su vida con frialdad de cirujano, aparentemente libre de culpas y rencores, pero también de victimismo. Al menos eso era lo que demostraba. Sandra nació en algún lugar de Brasil y tuvo hermanos, una madre y un padrastro. El padrastro tenía vicios y deudas que no podía pagar, y en algún momento de su vida decidió que su hijastra adolescente podía ser perfectamente usada como moneda de curso legal. Por qué no? Al fin y al cabo, él mismo había estrenado la mercancía, podía dar fe de su calidad. Sandra puso tierra de por medio en cuanto tuvo edad y dinero. Tanto en su país natal como en España ejerció, palabras textuales, "el oficio que mi padrastro me enseñó tan amablemente". No se andaba con muchos dramas. "Se gana mucho. Cualquiera de nosotras podría fregar o cuidar viejos, pero aquí se gana mucho. Mientras te aguante el estómago y no se te caigan las tetas, aquí sigues".

Tenía sus planes. "Ya tengo mucho ahorrado. Estoy estudiando en una academia. Me busco un curro y hago vida normal, con mi chica. Y no quiero volver a ver una polla en lo que me quede de vida!" Porque, como os he dicho, era lesbiana. Literalmente se moría de asco con cada servicio. Pero lo llevaba con cierto humor. "También da asco curar llagas y cambiar pañales a los viejitos, pero alguien tiene que hacerlo". Adoraba a sus compañeras, pero era implacable con ellas, y consigo misma. "Somos unas avariciosas, todas. Y la mayoría no tienen cabeza. Lo gastan todo en ropa, en joyas, en tonterías. No piensan en el futuro. Cuando sean viejas, qué?" Despreciaba la prostitución de alcurnia. "Son lo mismo que yo, o que la yonki de la calle. O peores. Ellas hablan idiomas, muchas son niñas bien, de buena familia, con estudios. Podrían hacer otras cosas. Cenan con un señor, hablan de arte y de política y luego se desnudan en un hotel de lujo. Yo hago lo mismo, pero en barato. Si entendiera de arte no sería puta. Qué desperdicio de estudios!"

Decía que la mayoría de los hombres quieren charlar y tomarse copas. "Esos son educados, pero tontos. Con lo que cuesta aquí una copa tendrían para toda la noche en cualquier bar. Total, nunca piden servicio. Para mirar mujeres en minifalda también tienen cualquier bar!" Luego están los de los servicios. "Ahí ya hay de todo. Enfermos totales, gente muy sola, gente amable, gente que te trata como a basura. Casi todos casados o con pareja. Aburridos. Machistas. Están contigo en la cama y te cuentan que si ven a su Mari con otro, la matan. Acomplejados. Algunos son muy raritos. Y vienen muchos jóvenes. Se supone que no tendrían que pagar por sexo, pero se quejan de que las mujeres siguen siendo unas estrechas. Yo no entiendo nada". Te hablaba de filias extrañísimas, de fantasías surrealistas y también de los grandes topicazos. "Son cansinos con los tríos. Montas el teatro y salen encantados de sí mismos, muy machos, convencidos de que te han dado la mejor noche de tu vida. Son como niños". Le indignaban particularmente los mitos sobre lesbianas. "Creen que una lesbiana es una tía que folla con otra para que ellos miren y disfruten. Que nuestra meta es ponerles calientes. Como en el porno. Se han creído el porno. Pues menudo interés tengo yo en calentar a un tío. Interés monetario".

Lo más espeluznante fue la confirmación del poco sentido común de muchos clientes. Aún los hay que ofrecen más por prescindir de la protección. La mayoría, de nuevo, con pareja. Una pareja con la que tampoco usan protección. Semejante insensatez y falta de respeto por la curranta, por sí mismos y por sus parejas, es monstruoso. Incomprensible. Como incomprensible me resulta que estas chicas, la mayoría, sigan sintiendo un profundo respeto por los hombres, ejerciendo con ellos de madres, amantes, amigas y confidentes. Es una relación curiosa. Aman, sirven, callan, cumplen, escuchan. También odian y desprecian. Manejan, utilizan y manipulan cuanto pueden. A veces se enamoran, o se convencen de que se enamoran. Unas por necesidad de afecto. Otras, directamente y sin complejos, esperando que algún caprichoso las retire. Son maravillosas, codiciosas, astutas, sabias, liantas, mentirosas, honestas, divertidas, amargadas, profundamente coherentes y absolutamente paradójicas. Hijas, hermanas, esposas, parejas, madres, abusadas, maltratadas, consentidas, aterradas, valientes, avergonzadas, orgullosas, inocentes, cínicas, sumisas, rebeldes, entregadas, ingobernables, sumisas, irreverentes, frágiles, indómitas, simples y complejas. "Somos santeras, y católicas a muerte. Le rezamos a La Virgen y nos abrimos de piernas. No tiene sentido ninguno, guapa. Somos putas!"

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola.

Lenka dijo...

Hola, Don Bow!!! Que vaya, que sí, que le agradezco las visitas y los saludos, pero... qué escueto que me está últimamente!!!! No me dice nada de nada! Ni "ooooh, qué bonito", ni "buf, qué coñazo", ni "déjate de cuentitos chorras", ni ná de ná de lo que me decía usted. Vamos, que ya no me quiere como antes, está claro!!!!
:-(

;-)

Rogorn dijo...

Le ha faltado decir aquello de 'pobrando, pobrando, awanchufrí, awanchufrí, mesoye, mesoye'. O se ha quedao boquiabierto con lo de Braulio. O te está intentando ligar, mwahaha.