sábado, 2 de agosto de 2008

La Mamma

La Mamma está contenta, aliviada por no tener que pelear por lo que es suyo. Pero ojo, no tiene que pelear porque ha perdido el derecho, no porque le hayan concedido la gracia sin batallar. Así está la situación: Mamma seguirá fregando mientras sus huesos se lo permitan, sin derecho a nada, perdida en un limbo en el que figura como casada sin estarlo. Lo asombroso del asunto es que se ha quitado un peso de encima. Porque ya no tiene derecho a pedir (no tiene derecho legal, el derecho moral no se lo quita nadie) y así se evita el mal trago. Y me preguntaba yo de quién puñetas había heredado ese terror a pedir las cosas...

Está claro que fracasé estrepitosamente en mi empeño por demostrar que podían ser civilizados y llevarse bien, aunque fuera al menos por lo que fueron. Por los buenos tiempos. Por los hijos. Pero no. Tras los años del buen rollo todo se ha ido al garete por esa razón que a nadie le importa y menos que a nadie a mi Pater, tan robinsoniano él, tan antisistema, tan profundo y elevado, tan alejado de las miserias terrícolas: el vil metal. Siempre aseguró que lo dilapidaba porque no lo valora. Siempre prometió que nada le faltaría a la madre de sus niños, esgrimiendo una de las frases que le hizo famoso: "pa tí navego yo". En algún momento de la película, el argumento y la buena voluntad de la que presumía se vino abajo. Nada queda de esa obligación moral que él suele encontrar siempre, a pesar de lo que digan las leyes y los papeles. Lo curioso es que seguirán sin dirigirse la palabra, pero es él el ofendido. Ella, que ha perdido, vuelve a reír, a dormir y a comer, encantada con la idea de no tener que luchar. Ni siquiera por lo suyo.

Aprendes grandes lecciones de tus padres, de lo bueno y de lo malo. La Mamma, con sus complejos de inferioridad, con sus miedos, sus inseguridades, su cultura básica y simple de ama de casa, ha demostrado siempre ser una brava. Porque, muy convencida de valer poco, se acostumbró a escuchar y observar, a aprender de los otros con la boca abierta, a buscar respuestas en los libros, a tragarse documentales y películas de esas que enseñan cosas, a preguntar a sus hijos lo que no entendía (repitiendo siempre la cantinela de "menos mal que en la inteligencia salisteis a él"). La Mamma, tan sumisa, tan humilde, nunca necesitó a nadie. La recuerdo desmontando enchufes y asegurando: "no puede ser tan difícil". La recuerdo logrando siempre lo que emprendía, sola y autodidacta, razonando con simpleza: "no voy a esperar cuatro meses a que vuelva tu padre a arreglarlo!" La recuerdo peleando con obreros, haciendo quiebros entre el tráfico (siempre condujo mejor que cualquier tío), cocinando seis cosas a la vez, criando a sus monstruos, sola. La recuerdo siempre riendo, organizando fiestas para los amigos, siendo la madre de todo el mundo, cuidando enfermos, preparando los platos favoritos de la gente y distribuyéndolos por ahí, como un catering, arreglando la ropa de todo cristo. Incluso en los años malos, cuando todo había acabado, cuando perdió doce kilos y la oía llorar cada noche, impotente y rabiada, mascando su fracaso. Porque ese era el eje de su vida, ser esposa y madre, porque, a pesar de todo lo que sabe hacer, siempre pensó que no valía para nada, que si le quitaban el papel de esposa no sería nadie.

Ese ha sido el drama. Ser hija de un padre dominante y una madre que se anuló a sí misma. Crecer convencida de que eso era lo normal, mientras, en alguna parte, algo se rebelaba y le demostraba que podía ser independiente. Que le gustaba serlo. Vivir entre la culpa, el fracaso y la vergüenza, como si un matrimonio fallido fuera un estigma. Convencerse a sí misma de que no valía nada, de que nadie podía amarla por lo que era, así que no quedaba más remedio que dar, darlo todo y sin medida, con la esperanza de que la amaran por eso mismo, por lo que podía entregar. Y sin pedir nada a cambio. Y no la amaron, ni por lo que era ni por lo que daba. No funcionó. Y durante años, desde niña, tuve que convencerla de que sí que era, era muchas cosas: valiente, luchadora, hábil, inteligente, sabia, generosa, honesta, curiosa, lúcida... Acaso no veía de qué era capaz? Por qué sentirse inferior a sus amigas con carrera, si muchas de ellas no sabían ir solas al banco o cambiar una bombilla? Cuándo había necesitado ella a nadie? Acaso no había educado a sus hijos, llevado la casa, viajado, montado tiendas de campaña, hecho rutas por el monte, cosido disfraces, cuidado a sus mayores, pintado la casa, comprado una finca, arreglado el coche, plantado árboles, colaborado en voluntariados, estirado su sueldo para mantener a varias familias? No es eso una Superwoman? Me ha costado años demostrarle todo eso. Y aunque se pasma y me mira boquiabierta y me dice: "ay, Dios, y nosotros pensando que os enseñamos tanto, cuando sois los hijos los que nos enseñáis", en realidad no termina de creérselo del todo. Pero seguimos en ello.

Tendría que haber sido más afortunada, porque lo merece. Ojalá hubiera encontrado a un hombre cariñoso, tranquilo, menos complicado que mi viejo. Un hombre normal y corriente, detallista y tierno. No me explico por qué duraron tanto. Cómo podía funcionar un matrimonio entre Nietzsche y Teresa de Calcuta?? Él quería anarquía, filosofadas, diálogos profundos entre humo de marihuana, motos, juerga, sin horarios, sin relojes, sin promesas. Ella quería su vida de detalles, de familia, de cenas con los amigos. Él se fascinó con la mujer todoterreno, pero aborrecía su lado tradicional. Supongo que a ella le faltaba sofisticación, teniendo claro lo que para él es sofisticado. Ella no tenía tiempo para el Anticristo ni los cigarritos de la risa, porque alguien tenía que poner lavadoras y cambiar pañales. Así que no funcionó y el Pater siempre quiso compensarla por ello, por las rosas que no hubo, por los aniversarios que nunca recordó. Siempre pensó que ella merecía esa compensación por sus esfuerzos, por quedarse con la parte más ingrata. No entiendo en qué momento todo eso cambió y ella dejó de merecer.

La Mamma tampoco lo entiende, pero vuelve a reír y a maquillarse. Ayer la vi corretear tras los pasos de la nieta de su hermana, con envidia sana de abuela frustrada, la vi preparar canapés y bebidas para la fiesta de los treinta años de su sobrina. La vi feliz, con los suyos, despreocupada, encogiéndose de hombros ante un futuro incierto de no llegar a fin de mes, encantada de no haber tenido que pelear. Liberada de su culpa absurda de pedir lo que le corresponde. Vuelve a ser ella. Tengo que perdonar a mi padre, porque es mi padre y mi salud mental no me permite renegar de mi sangre. Tengo que quererle con sus glorias y sus miserias. Igual que la perdoné a ella tras los años oscuros en los que el terror de fracasar también en su misión de madre la convirtió en una leona furiosa que, empeñada en protegernos con sus garras, nos llenó de arañazos. Tengo que recordarme que son mis padres, y son humanos, y se equivocan, y que incluso cuando lo hacen me enseñan cosas. Y los quiero por ello.

Y como os quiero, Mamma, puedo decir tranquilamente que el Pater es todo un personaje revertiano y maravilloso y miserable. Que es sabio y su cultura provoca pasmo. Que tiene mil doctorados en la vida, y es un corsario y un soldado viejo curtido en mil batallas. Y es fascinante y lo adoro. Y te digo también que es un insensato, un tarado, un loco egoísta y enfurruñado con la vida, que es un vendedor de humo, un cliché, un títere de sí mismo, un predicador en el desierto que no se cree lo que predica. Es un feriante y un iluminado. Y le quiero. Y tú, Mamma, eres fuerte, y brava, y coherente, y sincera. Eres La Chata, La Rizos, Tata, María de la Amparación, El Teniente Coronel. Eres el alma de la fiesta, la reina del carnaval, la diosa en la cocina, la misionera incansable, la contadora de chistes, el roto y el descosido, la memoria de los tuyos, la leona de cristal, tan frágil y tan poderosa. Eres la madre de todas las madres, y todos lo ven y lo saben. Y todos caen rendidos ante el hechizo y la labia del Pater, y todos le ríen las aventuras, pero a quien quieren, Mamma, con quien se les mueve el corazón es contigo. Porque él va y viene, como el ermitaño absurdo que es y nos deleita con sus cuentos. Pero tú estás siempre. Y lo sabemos todos. Porque, aunque se dejaría matar antes de admitirlo, incluso él sabe que la roca eres tú. Y que tú le enseñaste a andar.

8 comentarios:

Eli dijo...

Tu madre está orgullosa de su hija, y se le nota. Y debería estar también orgullosa de sí misma.
Da igual lo que haya perdido porque nunca lo tuvo y nunca lo necesitó. Y ahora que sabe de lo que es capaz ¡a vivir la vida!
Dale muchos besos a la mamma y un recuerdo de una amiga del sur que disfrutó con su cocina ;)

Kaken dijo...

Dicen que los mayores tesoros se tienen bien escondidos.
Ahora entiendo porqué no hablabas de tu madre.
Y he llorado leyéndote, como tu mamma solo hay una, pero parecidas...hay tantas, afortunadamente¡¡
Ojalá algún día alguno de mis hijos escribiera sobre mí la mitad de lo que tu has escrito sobre tu madre.
Un beso grande a las dos.

Guaja dijo...

¡Y tienes tanta razon!. Si, tu viejo me ha hecho reir mil veces, hace años incluso llegue a admirarlo, pero no es mas que eso, un tipo simpatico al que llamo papa, que me trae imanes para la nevera y al que le tengo cierto cariño.
Pero la Mamma ... eso es otra cosa, porque es la que le hace frixuelos a mi madre con sacarina, la que me manda mermelada casera, la que me ha dado de comer mil veces, la que me consiguio un monton de cosas cuando me fui de casa, la que siempre me tiene guardados unos calcetines de rayas..... ¡Ampariiiiiin, hazle caso a esta guaja tuya, que tiene mucha razon en lo que dice, ponte delante de un espejo y mira bien lo que hay en el!.

Besos, Le.

Rogorn dijo...

Bravooo. Yo de mayor quiero ser como tú. Pero en chico. O así.

Lenka dijo...

Muchas gracias a todos. La verdad es que resulta más fácil hacer literatura sobre el Pater, precisamente porque hay taaaaanto de personaje en él... (dicho esto sin reproche, conste) Pero ella... ella es otro mundo, con ella sí que no se puede resumir, porque hay tanto, tanto ahí dentro, tanto que ni ella misma ha descubierto aún!!!

Con el Pater, por complicado que resulte a veces el tío, puedes dar dos pinceladas y conseguir un retrato bastante fiel. Con ella no. No tiene ni idea, pero es mucho más humana, y por tanto más compleja, más profunda, más interesante. A ver si logro convencerla!!!!

Besos para todos.

Anónimo dijo...

Es verdad que es mas atractivo escribir sobre personajes que se dibujan solos, pero otros, como tu madre, merecerían un libro entero.
Lo que más me llama la antención de lo que escribes sobre ella es ese binomio: Baja autoestima-independecia que tan pocas veces se da.
La mayoría de las mujeres esgrimen su baja autoestima para culpabilizar a los demás e intentar chantajear, porque la dependecia obsesiva es la patología que padecen en realidad.
Tu madre es una brava porque es in dependiente,( sin serlo la bravura queda reducida a pataleta) porque asume su "normalidad", porque rezuma sentido común y generosidad. Y es extraordinaria porque aún no sabiendo todo lo que vale ha logrado la verdadera libertad: Apañarse con lo que tiene y no necesitar y aún encima, por lo que leo, se ocupa con alegria de los demás...
Mujeres dependientes y "entregadas" conozco muchas, pero como tu madre no hay tantas.
Tu madre, querida Lenka, es una artista de la vida, le queda corto lo de personaje. ¡Un libro entero, merece!

Anónimo dijo...

Perdón, esto de no tener blog, firma, y esas cosas es lo que tiene.
El post de arriba es de la Sra de Zafón

Lenka dijo...

Muchísimas gracias, Señora de Zafón. Me encanta todo lo que has dicho de ella. La verdad es que pensaba que me había quedado una entrada de lo más farragosa y me sorprende ver que ha gustado y que, además, parece que he conseguido describir muy bien a la Mamma. Los que ya la conocen la han reconocido y los que no, la habéis captado muy bien.

Me parece que le voy a enseñar esta entrada y los comentarios, a ver si logro que empiece a creerse cuánto vale y cuánto se la quiere.

Besos para todos!!!

Ah, se me olvidaba: Eli, no dudes que le enviaré tus recuerdos. Y ya sabes que tienes aquí tu casa (la mía y la de ella) siempre que quieras!