martes, 24 de julio de 2007

Llamada inesperada



El teléfono sonó a las doce y media, poco más o menos. Descolgué convencida de que sería mi madre, la noctámbula impenitente que se permite el lujo de preguntarse a quién habré salido con esto del insomnio. Pero no era ella. No era nadie. Silencio absoluto. El mismo silencio que escuché dos veces más en las siguientes llamadas, producidas en un lapso inferior a cinco minutos. Colgué mentando para mis adentros a los graciosos trasnochados, a las compañías de móviles, al vecino del quinto o a quien quiera que fuese el culpable de tal percance, desajuste, desaguisado técnico, choteo malintencionado, sobresalto gratuito o abuso perverso de la vulnerabilidad de una inocente jovencita solitaria propensa a imaginar toda suerte de desgracias .

Una menos veinte. Ring. Diga? Nada. Será mi augusto padre desde tierras gabachas? Querrá saber si he recibido ya su recochineante postal de jubilado ocioso? (Pater, pater, toda la vida recibiendo cartas y postales de tus viajes por mar y te retiras únicamente para seguir mandándome besos en tinta ahora que, por fin, viajas por tierra?)

Una menos cinco. Ring. La madre que... Diga? Nada. O sí? Espera. Te oigo, desgraciado. Te oigo respirar. Y de qué te sirve, me pregunto, tener un teléfono con pantallita caza números, si dejas que se agote la pila y no la cambias nunca más? Eso te pasa por andar comprándole viejos teléfonos de oficina a un argentino. Cinco euros. Quéjate, encima.

El insomne respira. Y suspira. Parece a punto de decir algo. Pero no lo hace. Si mi vida fuera una película (a veces lo parece) una voz distorsionada me amenazaría de muerte. O me invitaría a participar en algún juego macabro. Si fallas la pregunta, te descuartizo. Podría ser una voz de mujer, advirtiéndome que apartara mis zarpas de su marido. O una voz de ultratumba enviándome un críptico mensaje desde el más allá. "Dile a Patricia que la amo"... tachán, tachán... y yo descubriría al cabo de un tiempo que Patricia era la anterior inquilina de este piso... Podrían entregarme un mensaje en clave!! "Lobo Gris a Halcón Moteado. Cada mochuelo a su olivo, repito, cada mochuelo a su olivo". Y en cuestión de minutos, yo tendría que salir huyendo de los agentes de la CIA. Habría un hombre con gabardina, estaciones de tren, la llave de una taquilla misteriosa y un agente doble (danés, a ser posible) con ojos color turquesa... O mejor aún!!! Lo tengo, lo tengo!!! Podría haber descolgado confiadamente para escuchar un susurro burlón... "Hola, Clarice..." Me encanta!!!!

Pero no. Silencio. Una leve y lejana respiración. Y un par de suspiros. Lo asombroso del asunto es que de repente me invadió una cierta nostalgia. Vuelve a llamar. Y di algo. O no digas nada. Podemos callarnos los dos.

5 comentarios:

Julio Rodríguez dijo...

Por lo menos ha dejado una pista: respira, lo que indica que está vivo. Y eso, amiga mía, hace que borremos la desagradable posibilidad de que se tratase de un espíritu, fantasma o algún ser de ultratumba.
Un besillo! ;)

Lenka dijo...

Pues sí, lo cual es un alivio, aunque le quita suspense al asunto.

;-)

Anónimo dijo...

Ese final,Len...
me has matao...
Alberich.

Celadus dijo...

Estooo...¿los seres de ultratumba no pueden respirar pero sí, en cambio, hablar por teléfono? No se, hay algo que no me cuadra. Yo no descartaría nada tan prematuramente, gemela.

Lenka dijo...

Glubs, es verdad!!! Si pueden arrastrar cadenas y gemir lastimeramente ("uuuuuhhhhhh...") pues seguro que también respiran y suspiran!! Qué yuyu!!

;-)

Doc... te adoro!