jueves, 19 de julio de 2007

Hoy es el primer día...


... que no consigo recordar cuándo fue la última vez que pensé en ti. Estamos de enhorabuena, ¿no te parece? Seguramente nunca llegues a enterarte, por aquello de que, finalmente, decidí tirar por el camino de en medio instalando la nada entre los dos. No fue capricho, no fue berrinche, no fue chantaje. Sólo fue eso: nada. Y la nada tuvo sus frutos. Y son estos.


Me encantaría celebrarlo contigo, cortar juntos la cinta que inaugura este nuevo momento de normalidad, sacar los pañuelos blancos y decir adiós a la magia, tan engañosa ella, tan rastrera y adictiva. Pero claro, hay dos clases de frutos. Unos son dulces (como el alivio) y otros amargos. El silencio me concedió la calma. El precio ha sido no tener derecho a compartirlo contigo, a brindar por este triunfo que es nuestro, tuyo y mío.


Lo importante es que todo está bien en el mejor de los mundos, todo pasó al fin y, aunque en su momento parecía tan lento, ahora miro atrás y me pregunto: ¿ya está? ¿Cómo fue? ¿Cuándo? ¿En qué momento preciso? ¿Cómo lo hice? Desde aquí parece rapidísimo y sin dolor. Siempre termina siendo así. Supongo que eso es lo que nos consuela a todos mientras sufrimos. El convencimiento de que, algún día, todo será un recuerdo y nos preguntaremos cómo fue posible tanta pena y cómo no nos dimos cuenta antes de lo fácil que era exorcizarla.


Ya está, se fue. No sé a partir de qué segundo empezó a evaporarse. Lo que sí sé es que mereció la pena. Y que ahora, por fin, ya sólo espero a los búhos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No solo hay buhos en u vida,Len...
besos enormes y oso-abrazo titánico.

Alberich.

Lenka dijo...

Gracias, Doc!

Nebroa dijo...

Esperando a los búhos...
Desprendías paz aquí, sosiego después de las ansias
Me gusta leerte Lenka, aunque eso ya los sepas