sábado, 5 de mayo de 2007

Lo ha vuelto a hacer

Parecía imposible, pero sí, lo ha hecho. Lo lógico, lo predecible, es que la trama fuera perdiendo consistencia sin remedio. Al fin y al cabo, ya es la cuarta novela. El argumento debería resultar absolutamente trillado, los personajes cansinos, las situaciones repetitivas. Pero no. La tribu Malaussène se vuelve cada vez más surrealista. Algunos nos han dejado, otros acaban de llegar, la mayoría permanece. Se dejan conocer un poco más, se hacen querer un poco más, se desmadran mucho más. Pennac no cambia de tercio. El lema es: "¿y si todo esto se complicara?" Y se complica. Hasta lo indecible. Benjamin y los suyos siguen dando saltos mortales por Belleville, el clan ya es en sí mismo un chivo expiatorio absoluto, mezclado siempre en las situaciones más descabelladas. Como en una maldición, la ingrata profesión del primogénito termina por arrastrarlos a todos, a todos ellos, al barrio entero, hacia un desastre que alcanza proporciones apocalípticas. Cabezas de turco, el destino de los Malaussène y de todos los que se les acercan. Desde la primera novela, el estupor ha ido creciendo. Y las carcajadas. Y las lágrimas, la inquietud por el destino de esta familia de tarados adorables. Casi sufro un síncope en la tercera. Y, en la cuarta... Pennac se cachondea!!! Pennac se burla de quien lee, le oprime el estómago de pura tensión!! Te mantiene en vilo durante siete capítulos de pesadilla, leyendo como un poseso, mordiéndote las uñas, muriéndote de risa, sufriendo con ese Benjamin al que ya no le puede ir peor... y, en el clímax de las emociones... te suelta un sermón hasta hacerte enrojecer!!! Pero, cómo osa??? Cómo osa Pennac jugar así con quien se desvive por su irresistible Malaussène??? Y cómo es posible que, el muy maldito, tenga tanta razón??? Cómo se arregla para tener tan calado al lector, para rizar el rizo, hacer una pirueta inverosímil que te lleve, en un sólo párrafo, del llanto al ataque de risa y viceversa???
Es un genio. Y sólo queda una novela. Una más y llegará la despedida. No sé cómo haré para vivir sin ellos. Estoy condenada a releerlos una y otra vez. Lo más gracioso de todo esto, es que, al final, te das cuenta de que ya eres uno de ellos. De la tribu Malaussène. Una vez que has conocido a Benjamin, ya no podrás amar a ningún otro. Esa es la gran broma de Pennac!!

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