miércoles, 27 de octubre de 2010

Los abuelos del mío


Samuel no conserva demasiados recuerdos de su infancia. Al menos hasta que quedó huérfano a los 11 años y tuvo que empezar a ganarse la vida. Tampoco sobre eso nos había contado gran cosa. Ahora, quizá por la edad, empieza a agrietarse su coraza de hombre huraño y van saliendo a la luz lo que para él son pequeñas historias, y, para mí, hilos de Ariadna que tejen el tapiz de los míos. De mí misma. Que me hacen entender muchas cosas, muchas razones. Y consiguen que el amor y respeto hacia los míos se vuelva más devoto (si cabe) al conocer sus grandezas y miserias.

Una de las primeras escenas que guarda en la memoria, le sitúan jugando en el patio de su casa, y viendo acercarse a un hombre joven del pueblo, que le saluda con gesto grave.

- Ánde para to ma? (Dónde está tu madre?)
- N´a casa.
- Y to pa? (Y tu padre?)
- N´a tená. (En la tenada. En el pajar).

El recién llegado se dirige a esta última sin dudar. Samuel le mira mientras interrumpe la faena de su padre, mientras los hombres se saludan y murmuran en voz baja. Y supone que algo malo ha pasado. Después, Silvino, el padre, cruza el patio, le acaricia distraídamente la cabeza y entra en casa. Su siguiente recuerdo es el llanto de Amparo, su madre. Más tarde, ritos de muerte, rezos y velatorio. Los rosarios de las mujeres, los corrillos de los hombres. Quedaba una mina por ahí enterrada. Una de tantas, vestigio de la guerra no tan lejana. Metida justo debajo de la portilla. El paisano fue a cerrar y la tocó con el canto de la puerta. O igual la pisó, a saber. Cuánto llevaría allí, la muy hija de Satanás? Y fue a explotar a estas alturas. Mala suerte.

La historia de la muerte de su abuelo es algo que el mío no ha olvidado. El otro, el paterno, naufragó en el Atlántico volviendo de Argentina, en un barco que ni con las magias modernas logramos rastrear. Lo que Samuel no consigue es recordar sus nombres. A uno porque no le conoció. A otro porque murió siendo él niño. Y morirse era cosa de todos los días, y aquellas historias no volvían a contarse porque no tenían interés. Además, y aunque él no lo imaginara entonces, sus propios padres perderían la vida muy pronto con tres meses de diferencia, echándolo al mundo, sin más infancia, ni más juegos, ni tiempo para rememorar estampas. Yo, que no sé qué es el hambre, ni la miseria, tengo tiempo de sobra. Lástima que me falten los datos. Pero, aun sin ellos, lo contaré. Es un conjuro estúpido contra el olvido, pero me consuela. Me gusta creer (qué ingenuidad) que, incluso sin nombres y sin fechas, cuando evoco a mis ancestros les quito un poco de muerte.

11 comentarios:

Alberich dijo...

De estúpido nada.
Honorable si.
:)

Kaken dijo...

Es precioso ese buceo en las raíces. Lo que te falta por contar es el porqué.
Bes¡¡

Remolina dijo...

Creo que nunca hay porqués para bucesar en las raíces. A mí es algo que me encanta también. Llevo un año junto con otros familiares recogiendo historias, datos y fechas de mi familia materna. El árbol genealógico ha llegado hasta mi tatatatarabuelo (vamos, el abuelo de mi bisuabuelo). Hemos recogido por el camino anécodtas y familiares allende los mares, algunos con los que se había perdido el contacto, pero sabíamos los unos de los otros que existíamos, otros que desde Mar del Plata sabían que su bisabuelo era español, pero no sabían de dónde ni que tenían familia aquí. Es toda una experiencia.

Sigue indagando, los mayores con la edad recuerdan muchas cosas de antes (aunque no se acuerden de lo que han comido hoy), pregunta y recopila antes de que les falle la memoria.

Lenka dijo...

Gracias, Doc!!!

Kaken, no sé si te he entendido. Que cuente por qué esta manía mía del buceo??? Ojalá lo supiera. Yo creo que es como pa psicoanálisis!!! XD

Siempre me ha interesado mucho el tema de las raíces, del arraigo. No sé por qué. Creo que tiene más de poético que otra cosa, porque luego no soy una persona muy familiar, más bien tiro a despegada. Y tampoco es una cuestión "blasónica" de presumir de abolengos. Ya ves, casi todos mis ancestros eran mineros y gente del campo.

No hay héroes, al menos no el sentido habitual. No tengo antepasados que lucharan contra los nazis, por decirte algo. Todo gente humilde, de poca cultura, con vidas grises de partirse el lomo. Pero admito que es que siempre le he visto no poco heroísmo a eso, aunque no trascienda ni quede en los libros.

Sí, poéticamente debe molar saber que la tatarabuela se travestía pa ir a la universidad, que compartes genes con pioneros de algo, con una soprano, o un científico. Qué sé yo. Pero tampoco es lo que me importa realmente.

Buceando me he encontrado con madres coraje, con suicidas, con torturadores, con honestos currantes, con terratenientes venidos a menos, con golfos, con adúlteras y hasta con presuntos violadores. Con lo peor y lo mejor. Con la especie humana, así sin más. Y me fascina cada historia. Y cuánto no sabré nunca??? Quién me dice que no pudo haber un asesino, o un místico, o alguien que dio su vida por otro???

Si es que no lo puedo evitar, jajaja! Es mi alma de cuentista. De cada nombre y cada foto necesito saber, y cuando sé me pregunto qué más habría. Siempre me empeño en meterme en aquellas pieles, aquellos momentos, aquellas realidades. De pequeña, además de escritora, quería ser actriz de teatro. Igual es por eso. Mira que, con la de veces que he leído Othello, y lo mismo tenía uno en la familia... o un Yago, o una Ofelia, o una Sirena Varada, o una Yerma...

De siempre me ha fascinado el pasado, las fotos ajadas, mirar esos rostros y preguntarme quiénes fueron en realidad. Así que cualquier detalle, por pequeño que sea, que pueda conocer de ellos... me encanta. Pero si hasta me apropio de fotos antiguas ajenas (internet es una mina pa eso) sólo por el placer de inventarme idilios, traiciones, secretos oscuros, hazañas...

Me encantan las obras de teatro de un paisano mío (Alejandro Casona) y entre muchas de las frases suyas que me marcaron hay una que puede explicar un poco esta neura mía. Un noble presume de su linaje y su escudo de armas, y de pronto un reporterillo novato sin apellido ni fortuna le espeta:

"Al fin y al cabo todos sabemos lo que es una gran familia: en la galería los retratos ilustres; guerreros, cardenales, comendadores... Y en el sótano los piratas ahorcados y las amantes de príncipes".

Me impactó esa idea. Si por mí fuera, sabría de cada cardenal y cada pirata de mi árbol. Cada vida es una historia, y todas las historias me fascinan.

Claro, también está el tonto (u honorable, según se mire) afán de resucitar un poco a tantos que pasaron sin dejar huella aparente. Una ñoña y ridícula pretensión de inmortalidad, tal vez. Qué sé yo. Silvino, mi bisabuelo, murió sin gloria aplastado en la mina, joven aún, como tantos. Sólo es un nombre más que no significa nada en la Historia (con mayúsculas). Ni en mi vida, realmente, porque está claro que no le conocí nunca. Pero me importa de todos modos, y me hago la estúpida ilusión de que, sólo por saber ese nombre y unos pocos detalles sueltos sobre él, aún vive de cierto modo.

Conclusión: que estoy de psiquiatra!!!!!!!
XD

Lenka dijo...

Eso hago, Remolina! Pregunto y pregunto, y desde muy niña. Libreta en mano, además!!!!

Antes me cortaba un poco porque temía molestar, o forzar a mis mayores a revivir momentos muy dolorosos de su vida (sólo de pensar que habían sufrido una guerra, me espantaba). Resulta que no, que cada vez se aferran más a todo aquello, que les gusta hablarlo, aunque se trate de cosas tristes. Y supongo que les sorprende mi interés.

Me temo que lo habitual es aborrecer estas historietas de abuelo, pero a mí me encantan desde que era ñaja. Eran mejores que las pelis, mejor que cualquier libro, porque encima eran reales, y no le habían ocurrido a desconocidos, sino a los tuyos. A los tuyos, que fueron niños, y jóvenes, y amaron, y odiaron, y padecieron, y celebraron. Como tú misma, en realidad, aunque en otro escenario (qué flipe cuando un niño comprende que había mundo antes que él, y que el abuelo, además de ser "SU abuelo", es una persona con vida propia!!!)

Creo que la cosa empezó por el afán inocente de oír "cuentos". Luego se abrió todo un mundo de posibilidades. Y también el pensar en mi cómoda infancia comparada con las suyas. Me costaba creerlo. Niños de siete años pasando hambre, trabajando, con frío, sin juguetes, sin padres que les cuidaran y les dieran besitos cuando se raspaban una rodilla???? Era una peli de terror!!!!! Pero era la pura verdad. Me sentía la niña más consentida del universo!!!!

Empecé a sospechar que lo de ser héroes no tenía nada que ver con medallas ni con salir en los libros. Mi abuelo, a los 14 años, se ganaba la vida en la misma mina en la que había muerto su padre. Venga ya. Eso es de héroes. Por desgracia, sí, pero lo es.

Qué bonito, eso de econtrar parientes que ni se conocían!!!! Y quién no los tiene, por ahí desperdigados??? Eso es lo bonito y lo terrible a la vez. Que el árbol no termina nunca!!!!

Kaken dijo...

Querida Remolina, que te encante a tí o a quién sea, a mí misma, bucear en nuestras raíces es algo tan lícito como normal y respetable...incluso admirable.

Yo lo he intentado y he interpretado de una manera determinada mi búsqueda personal, que puede que no tenga nada que ver con la tuya o la de Lenka, y sigue siendo igualmente super respetable.

Lenka, quizás no me expresé bien, pero cuando veo a alguien que, como yo, busca su origen, su árbol, no puedo evitar sentir que se busca porque hay un dolor previo, una curiosidad, una necesidad de entender para paliar dolor.

No me plantearía jamás exigirte respuestas.

Bes para las dos¡¡¡

Kaken dijo...

Conste que con lo de "super respetable" me refería a lo vuestro¡¡

Lenka dijo...

Pues no, la verdad es que no creo que sea necesariamente por un dolor previo. Puede pasar, claro, aunque creo que en mi caso no es así. Me parece que mi exceso de imaginación desde niña fue lo que me inclinó siempre a preguntar y preguntar, por eso decía que para mí escuchar estas historias era mejor que el mejor de los cuentos. Y, además, saber que les había pasado a los míos me alucinaba. Era casi como ser un poco protagonista (oivá, qué egocéntrica!!!!!!) cosa que nunca te pasaba leyendo Blancanieves.
;)

Prefería sentarme con los mayores a escuchar que jugar con otros críos. Pa empezar, porque era vaga de narices, jajajaja! No había mayor entretenimiento que un libro, y supongo que, a falta de libro, lo ideal era un abuelo contando hazañas en directo. Supongo que era un poco rarita también, porque no es muy normal esa afición en un niño pequeño. Pero el caso es que a mí me flipaba mirar fotos viejas y oír historias, aunque fueran tristes y truculentas. Aunque, la verdad... entre el ogro de Pulgarcito comiéndose vivas a sus siete hijas y mi pobre tatarabuelo hundiéndose en el mar... igual es mucho más sangriento el "cuento infantil".

:S

Ah, y para nada me he sentido interrogada o coaccionada a contestar, eh?? Que conste. No tiene nada de malo tu pregunta, sólo que no sabía si te habíe entendido bien. Ahora veo que sí. Esta es la respuesta que se me ocurre: dolor no, o no soy consciente, más bien un exceso de imaginación que nunca se cansaba de oír historias.

Luna dijo...

Buenas Lenka:

Mis recuerdos familiares se remontan a mis abuelos, de los cuales solo me quedo mi abuela paterna, que se fue tres meses antes de los 100 años, con toda la lucidez del mundo.
Solo conoci un bisabuelo, del cual recuerdo pocas cosas porque murio siendo muy niña.
Yo tengo recuerdos imborrables sobre todo de mi abuelo materno... que tuve la desgracia de perder siendo muy niña.
Nunca conoci a los primos de mis padres, que se que los tennian, no se porque.
Ahora ya es tarde para intentar averiguaciones.
Asi que solo me quedan los recuerdos de las cosas que pude vivir personalmente.
Tu aun puedes enterarte de cosas del pasado de tu familia...un poco de envidia si me das, pero lo mio ya no tiene remedio!

Besos guapa!
Rosa

Kaken dijo...

Enriquecedora tu respuesta, Lenka.
Y como soy muy pesada (jajajaa, cualquier día me tiras por la borda¡¡), sólo te escribiré lo que me ha llamado la atención: rarita, poco normal, exceso de imaginación, vaga, egocéntrica...
Muchos besos, buen puente¡¡

Lenka dijo...

Juas, Kaken, la verdad es que soy única poniéndome a parir!!!!
XD

Rosa, yo en este tema de los ancestros soy muy afortunada. Conocí a una bisabuela y conservo a mis cuatro abuelos aún perfectamente sanos y lúcidos. También a un buen puñado de tíos abuelos. Como, además, desde muy niña les interrogaba, al final he reunido una buena colección de historias. Pero el mérito no es sólo mío, desde luego. En mi familia es bastante típico eso de bucear en las raíces. Mi abuelo paterno hace casi cuarenta años andaba dando la coña con un magnetófono, y gracias a su "complejo de reportero" conservamos las voces de muchos que ya se fueron. Y hasta pude escuchar la voz de otra bisabuela que no conocí, porque murió un año antes de nacer yo.

Pienso que es otra de las razones de mi "obsesión". La cantidad de rostros que he contemplado desde niña (atesorar fotos es otro clásico familiar) y las voces rescatadas en cintas. Y las imágenes en movimiento, claro! Porque siendo yo niña ya andaban por ahí algunos de mis tíos más "frikis" grabándolo todo en vídeo para la posteridad. Gracias a todo eso tenemos un buen montón de recuerdos.

Lo fascinante es el celo con el que mis abuelos han guardado fotos de una antigüedad asombrosa. Porque (no es broma) he "heredado" retratos incluso de algunos tatarabuelos! Me parece increíble, porque, cuántas fotos podía hacerse una familia humilde cualquiera por entonces?? Era algo que rarísima vez ocurría. Lo normal es que todo aquello se hubiera perdido o estropeado, pero si tienes parientes que veneren tales reliquias te lo han puesto muy fácil. Claro, normal... a quién iba a salir yo???