viernes, 29 de enero de 2010

Galletas!!!!


Cuando La Mamma dejó de comprarlas yo dejé de desayunar. Tal cual. Ya no tenía sentido ingerir alimento por las mañanas. Para qué? No había nada que se les pudiera comparar en este mundo. Parece ser que en el super no las tenían (así, de repente, sin avisar ni nada). La Mamma probó con otras marcas, pero nanay. No era lo mismo. Ni Príncipe ni gaitas. A Godzilla le daba igual, claro, engullía cualquier cosa. Pero servidora siempre ha sido muy suya en el tema galletil. No me gusta el dulce, a excepción del chocolate. Y NO puede ser cualquier chocolate. Tenía que ser AQUEL.

Años después, de pura chiripa, descubrimos que Elgorriaga estaba haciendo galletas en plan marca blanca de supermercado. Albricias. Las mismas, pero más baratas. Las había en varios sitios: paquete rojo o paquete marrón. Empezamos a comerlas por kilos. Los desayunos volvían a mí. Pero el destino es cruel y esquivo, así que de nuevo fueron desapareciendo. Tras numerosas pesquisas, les dimos caza por enésima vez. Tal super, marca blanca, paquete azul. Me pegué mis buenos descansos por aquello de la línea y tal. Cometí el sacrilegio de pasarme a los cereales (sí, ese alpiste inmundo con trazas de serrín) y ellas no me lo perdonaron. El otro día me las tropecé, creía yo, en su último refugio conocido. Al tres por uno. Y pensé "qué demonios". Estaba deseando que llegara el día siguiente, por el mero placer de desayunar. Ríete tú de los nervios en noche de Reyes.

Casi madrugué, no digo más. Me preparé un batido de chocolate fresquito (siempre de la nevera, sí, Mamma, y sin dolor de tripa, deja de sufrir) y agarré el preciado cilindro galletoso. Rasgué el envoltorio... y... ops. Aquí pasa algo. Este NO es el dibujo de mis galletas. Calma, calma, lo mismo han cambiado el logo, total, es marca blanca, a saber... pero no, espera. Este NO es el color de mis galletas. Y, maldita sea, este NO es el olor de mis galletas. Aferrándome a la esperanza con uñas y dientes (sobre todo con dientes) me decidí a mordisquear aquella oblea impostora. Efectivamente. Mil millones de mil diablos. NO son mis galletas. Son como todas esas galletas parecidas que NO son iguales y que detesto. Duras, secas, avainilladas, demasiado dulces. Puaj. Atragantada de indignación (y de asquito) compruebo la letra pequeña. "Fabricado por..." Ein?? Y quién puñetas sois vosotros???? Cómo osáis????

En fin, las azules tampoco son ya Elgorriaga. Horror de los horrores. Busco por la red (lo juro) y compruebo que no lo he soñado todo. La firma existe. Hay pruebas. Fotos. Una bonita historia de pequeño negocio familiar, expansión y posteriores tejemanejes empresariales. Que si la compran unos gabachos... que si la recompra el loco ese de la abeja y su señora la futbolera de los flanes... Anda, mira, yo las recordaba rojas... pero son amarillas. Eran amarillas entonces?? Será que recuerdo más las de tapadillo que las reales, todas aquellas galletas de contrabando que se disfrazaban de tonos extraños pero llevaban en un rinconcito la rúbrica delatora, esa que confirmaba las conclusiones de mis insuperables papilas gustativas?? Sea como fuere, bien, respiro tranquila. Existen aún. Pero dónde, en nombre de Triki, dónde puñetas las venden?? Cómo las consigo?? Cuánto hay que pagar?? Por qué me las arrancan de entre los dedos y las esconden?? Yo os maldigo, bellacos!!!!

Posiblemente esta sea, de largo, la entrada más imbécil en la historia de este blog. Pero, qué queréis? Es el sabor de mi infancia. Cuál es el vuestro??

13 comentarios:

Kaken dijo...

Jajajjaja, de imbécil nada de nada, anda que como empecemos a sacar sabores de infancia no acabamos ninguno, creo yo.
Hasta he pensado en hacer una entrada al leerte, pero te lo dejo en tu castillo.

Te resumo que mi abuelo materno tuvo fábrica modesta de chocolate, más local que otra cosa, entendía lo suyo, se arruinó y lo perdió todo.
Curiosamente, todas las noches al irse a dormir se llevaba a su mesilla unas cuantas onzas de pocholate Elgorriaga, por si la tos.
Y sí que tosía, después de ser fumador empedernido, a pesar de dos pulmonías graves, el calmaba su tos nocturna con ese choco.

A mí no me gustaba ese chocolate, lo encontraba raro, terroso, a pesar de ser chocoloadicta como hoy en día lo es una de mis hijas.

Con el tiempo, los viajes a Córdoba a ver a los abuelos causaban un pertrecho de provisiones para la vuelta a Sevilla, que los nietos merendaran en el coche. Y la abuela, entre otras cosas, preparaba un PAQUETE DE GALLETAS ELGORRIAGA PARA CADA NIETO.
Se vuelven tarumbas con esas galletas, es increíble lo que les gustan.
En Sevilla no las he encontrado.

El envase es rojo, nada que ver con lo que he visto en la web.

Pues ya sabes, Lenka, en cuanto vaya a Córdoba pillo un cargamento y te lo mando, ¿te parece?

Y mi sabor de infancia sí que no creo poder recuperarlo....el tasajo¡¡¡ Dddiiooosss, que riiicccoo¡¡

Katha dijo...

Hola Lenka,

Me ha hecho gracia lo de "vicios confesables". Y es que, servidora, siempre se ha confesado adicta al chocolate, mejor negro, mejor con naranja, mejor acompañado de una galleta. Los hombres, como siempre, te dicen lo de "sustituto del sexo". No me compares, no me compares, que las comparaciones son siempre odiosas... y que cada cual piense lo que quiera. En fin, que no pocas tabletas habré ingerido yo de la singular campana.

Pues bien, de una chocolatera a otra, he aquí que la marca ha aparecido de nuevo en el supermecado y mi pequeño, tan apaegado como su madre al apreciado dulce, insistió y pidió por favor "chocolate de la campanita". Pues bien, aprovechando la oferta de "2ª unidad a mitad de precio" me llevé dos tabletas de chocolate con leche pensando en el peque, en lugar de la variedad negro que es el que a mí me hace circular las endorfinas o lo que sea. Pues bien, llegados a casa, y tras conseguir que el pitufo se quitara zapatos y abrigo y se lavara las manos, se avalanzó a por su preciado trozo de marrón alimento. Obviamente, su madre no pudo sino probarlo también... ¡Cruel desencanto! ¡Aquella onza no sabía a nada! Algo había fallado con tanto cambio de mano. Me temoq eu el señor de la abeja y su esposa la señora de los flanes, hanb debido de perder la fórmula original. Eso, o los recuerdos de infancia te hacen creer las cosas mejor de lo que eran. Para reponerme del desconsuelo, acudí a la caja de bombones que nos habían regalado en navidades. Pero he aquí qeu mis favoritos se habían acabado y en la caja únicamenet qeudaban, tristes, solos y abandonados, unos de frutos secos a punto de ponerse rancios, porque ninguno de nosotros apreció nunca su sabor.

Perdona el rollo. Espero que encuentres tus adoradas galletas.

Un saludo.

Katha dijo...

Se me olvidaba. A mí hace meses me desaparecieron unas galletas de gullón, Petit creo que se llamaban, qeu estaban buenísimas. Las he buscado en varios supermecados, en Carrefour, en Hipercor... Ni rastro de mis galletas.

JR dijo...

a mi me pasó algo `parecido con las galletas rellenas de queso marca Ritz.
Al final mi hermano las encontró en una gasolinera cerca de Sevilla y para mi fué como haber encontrado Shangri La o algo así.

Juan dijo...

Lo mío es grave, muy grave.

Mis magdalenas favoritas de toda la vida sólo se hacen en el Horno de San Luis de Córdoba, justo al lado de Mihrab de la Mezquita. Y los muy puñeteros sólo las hacen en martes, con lo que el miércoles están liquidadas. Y yo sólo puedo ir a Córdoba en fin de semana.

Pero me conformo con las magdalenas "El brillante", también de Córdoba. Y últimamente las magdalenas de Mercadona.

Lo siento, soy magdalenero 100%. Un desayuno sin magdalenas es como un Gran Hermano sin concursantes gilipollas.

Lenka dijo...

Kaken, preciosa historia la de tu abuelo y su remedio para la tos. Qué no curará el chocolate??? Y las galletas... ciertamente eran rojas, verdad??? Amos, amos, mi memoria es prodigiosa, imposible olvidar algo así. Se ve que han cambiado el color y lo han puesto "amarillo rumasa". En fin! La pena es, Katha, que te hayan cambiado también la receta. Yo es que de esa marca sólo comía galletas. Y hace nada, cuestión de meses, aún sabían como tenían que saber (cuando eran Elgorriaga de verdad, claro, y no esta porquería de otra marca que me vendieron ahora)

Sabes con qué noté yo el cambio? Con el regaliz. Nunca fui niña de chuches, pero de vez en cuando sí que comía alguna cosa. Una chocolatina o regaliz rojo. A qué sabía? A REGALIZ ROJO. Hace un par de años me compré unos cuantos. A qué sabían? A porquería fresuda piruletil. Y si hay un sabor de infancia que recuerdo con asco es el de las piruletas. PUAJ! Cómo osan cargarse el regaliz rojo???? No, no creo que nos cambie tanto el gusto con la edad. Porque de niña ya amaba el regaliz y odiaba las piruletas, distinguía perfectamente un sabor de otro. Y ahora resulta que me los cambian. Blasfemia!!!

Jaaaaaaajajajaja, sabía que el Jinete apreciaría una entrada como esta. El muy cabrón nunca me escribe nada, y míralo. De hecho, mientras tecleaba pensé: "jodó, me va a quedar una entrada jinetil total" ;)

Costillo, muy buen aforismo. Sí señor. Me lo quedo. Un desayuno sin galletas Elgorriaga es como un Gran Hermano sin gilipollas. Tal cual.

Sianeta dijo...

Las galletas Príncipe. Una perdición. Pero el sabor de la mía es la nocilla...anda! aún lo es ;)

Cris dijo...

Len, el otro día vi algo de Elgorriaga, no te se decir si eran galletas o era chocolate, pero me llamó la atención porque hacía tiempo que no se veían. Eso sí, el paquete era como el de la foto. Y creo que fue en Carrefour donde me pareció verlas.
A mi me pasa algo parecido con unas galletas que comía de pequeña y que ya no las hacen, eran de vainilla y estaban buenísimas.
Y la nocilla es mi perdición, al igual que el chocolate, jajaja.

Sra de Zafón dijo...

Pues yo me pasé la infancia añorando los desayunos del verano: Pan gallego, mantequilla y mermeladas caseras y no había galleta que me consolara, y eso que me encantaban las campurrianas.
Ahora he conseguido desayunar así todos lo días y aún no me lo creo :-)

Besos

Lenka dijo...

Hombre, Zafo, nada se puede comparar con el pan y la mantequilla. Mantequilla, eh? No esas guarrerías lights, sin colesterol, descafeinadas, con omegas y alfas y demás chuminás. Mantequilla de pueblo de verdad. Eso es un lujo asiático.

Lo bueno es que la consigo fácilmente y mi madre y mi abuela siguen haciendo mermelada casera cada dos por tres, así que por ahí voy servida. Cuando tengo de eso sí que desayuno. Pero claro, mis galletas de la infancia desaparecidas, buaaaaah! Por eso las echo tanto de menos, porque son difíciles de encontrar. Si las hubiera a patadas me daría lo mismo y capaz que ni las compraría, jajaja.

Ostras, Cris, gracias por el aviso. Se ve que ya se van a quedar amarillas para siempre, pero si saben igual que antes lo mismo me da!!!!

Remolina dijo...

A mí cuando era pequeña también me calmaban la tos con chocolate. Cuando tosía por la noche me acuerdo de venir mi madre a despertarme con 4 cuadraditos de chocolate. Y tenían que ser 4. Eso sí, no tengo manías, no me gusta mucho el dulce, pero el chocolate me como el que sea, me da igual la marca, negro, con leche, blanco, con lacasitos, con almendras enteras y en trocitos, con avellanas, y mis dos preferidos....¡¡Chocolate relleno de menta y chocolate relleno de naranja!!! Sobre todo el de naranja.

Pero mi sabor de la infancia no es el chocolate, ni nada de desayunar, ni de merendar.

Mi sabor de la infancia es un medicamente, unas gotas que tenía que tomar todos los días durante varios años. ¡¡¡¡Estaban buenísimas!!!! Lo malo es que sólo podía tomar 4 al día. Me acuerdo perfectamente del sabor. Además, también recuerdo el sabor de la sal. En mi casa comíamos siempre sin sal y recuerdo comer la sal a cucharadas cuando mi madre no me veía. ¡¡Qué tiempos aquellos!!

Lenka dijo...

Jajajaja, pero Remooooo, mira que ser fan de un medicamento!!!!!

Yo recuerdo que me salían muchas... muchas... ops, no sé cómo se dice en castellano!!!!! En mi tierra las llaman "engüeñas", y son parecidas a las ampollas, pero no. Salen en la boca, en las encías o donde pillen, son redondas, blancas, y dueeeeelen. Buf, qué dolor. Total, que mi madre me echaba una cosa rarísima, un líquido azul oscuro que se daba en las heriditas con un mini pincel. Además de dejarte la lengua y los dientes como si hubieras tomado batido de pitufo, recuerdo un sabor extrañísimo. Como a... tinta? No. Como a... no sé, algo químico, raro, rasposo... uf, ni idea, pero os juro que tengo el sabor ese en la punta de la lengua (juas) y no se me olvidará jamás.

Montones de sabores de la infancia, y no todos buenos. Pero oyes, hasta los malos te traen recuerdos estupendos!

Por cieeeeerrrrto: nunca me gustaron los chuches, pero sí me gustaba comer regaliz alguna vez. El otro día me compré un poco y casi me muero de asco porque sabía a piruleta de fresa (un sabor que detesto). Qué fue del sabor a regaliz??? El regaliz no sabía a fresa, sabía... a regaliz!!!! Pues no busquéis más: lo tienen en Ikea. Los suecos han acaparado el regaliz. Lo venden en bolsas tamaño bolsa pipas. Dentro vienen un montón de regalices finitos y laaaargos, como un espagueti gigante. Son rarunos (claro, son suecos) pero saben a regaliz. Doy fe, porque estoy masticando uno.
;)

Remolina dijo...

¡Ay, aquellas gotas! Lanacordin se llamaban. Hace tiempo estuve trabajando seis meses en un almacén de farmacia y tuve que hacer serios esfuerzos para no abrir un frasco y darle un tiento. Dios mío, parezco una drogadicta.