jueves, 8 de mayo de 2008

Cherokee

Jueves de reunión con un día típicamente astur: sol, lluvia, niebla, cielo azul, cielo gris, cielo negro, viento, calor y frío. Para que siempre tengas de lo que te gusta. La Jefa está de baja con las cervicales hechas puré. Ya son siete los educadores que se han largado. Alicante, Galicia, Boabdil, Avilés, Pola, Bruce y Toto. Algunos apenas nos han durado una semana. Hay grandes posibilidades de que sean ocho no tardando mucho. Abderramán se lo está pensando. Si los propios mediadores abandonan (ellos, que son también de Marruecos, que, en teoría, entienden mucho mejor a estos chicos, su cultura, sus razones) qué va a ser de nosotros, que somos el enemigo? De momento resisitimos, pero a duras penas. Confieso que la motivación es, sencillamente, que no hay nada mejor a la vista. Que no están los tiempos como para andar dejando curros. Y que, seamos francos, me interesa continuar en la Fundación. Al fin y al cabo está implicada en un millón de proyectos y cualquiera es mejor que esta casa de locos. Quién sabe? Quizá si resisto lo suficiente acabe mereciendo un lugar mejor.
De todas formas, se avecinan cambios. Rara es la semana en la que no aparecen noticias en la prensa sobre el tema candente de la inmigración. Y todas ellas tienen los mismos protagonistas: menores marroquíes. El Dalai se topó por internet con una entrevista a Custom, la mano derecha del Gran Jefe. Lo que cuenta es lo que pensamos todos. Ciudadanos del mundo, la hermosa utopía. Que cada cual tenga derecho a vivir donde le plazca y a hacerlo dignamente. Pero a costa de qué y de quiénes? Y ni siquiera menciona el sentimiento de fracaso, el estrés, el síndrome del educador quemado, los recursos que han sido literalmente reventados y a los que hubo que poner el cierre, las agresiones... lo que nos inquieta es pensar en la cantidad de chavales válidos que están en la calle, o en el puerto de Tánger mirando el horizonte, a la espera de una oportunidad, mientras los centros mantienen a tanto cafre que, simplemente, deja pasar los años entre colocón, robo y amenaza. Custom asegura que hay que cambiar las cosas. Que se nos va de las manos. Que la condescendencia no es educativa ni útil. No lo es para los que no cumplen y lo es menos para los que se quedan fuera.
Obviamente nadie en mi trabajo espera gratitud ni aplausos. Sólo la satisfacción de ver que los recursos dispobibles se aprovechan. Ver que un chaval llega con lo puesto y con un millón de ilusiones, de planes y dudas. Y que va resolviendo su vida y sale adelante. Él. Con su esfuerzo. Nosotros no hacemos nada, sólo estamos ahí para resolver pequeñas cosas. Pero cuando en lugar de eso ves pasividad absoluta, a una panda de niñatos cabreados que te exigen las cosas de malos modos, que son muy pequeños para doblar la espalda pero muy mayores para darte un guantazo, mentarte a la madre o sobarte como a un pasamanos, que se pasan las normas por el forro (déjame tranquilo, lárgate de mi habitación, no me quiero levantar), que creen merecerlo todo a cambio de nada (ábreme la cocina, quiero más comida, dame más paga, dame tabaco, no me gustan estos pantalones), que te culpan de todos sus fracasos (si no me das más dinero saldré a robar y compraré disolvente, no tengo papeles porque tú no sabes hacer tu trabajo), que están convencidos de que, por ser menores (dudo que, de entre los doce que tenemos en casa, cuatro de ellos lo sean realmente) tienen derecho a que el estado los mantenga a capricho, cuando ves todo eso, se te quitan las ganas. Afortunadamente te vuelven al instante cuando ves a uno saltar de la cama para ir al instituto, cuando oyes un "por favor", o un "sois buena gente", cuando te piden ayuda con los problemas de matemáticas o te cuentan que eso de soldar es divertido, cuando ves a unos cuantos plantar hierbabuena para el té en el jardín o te piden permiso para pintar su habitación. Cuando alguno te dice: "ahora vosotros sois mi familia".
Esos son los chicos que merecen todas las oportunidades. Y no es justo que las pierdan por culpa de los otros desgraciados. No es justo que en el barrio les miren mal por las animaladas de los de siempre, que no puedan dormir porque los de siempre están colocados, que se pasen la vida oyendo portazos, peleas, broncas, que no se atrevan a decir que les han vuelto a robar dinero, o ropa, o el móvil, o que sus papeles se retrasen porque los expedientes de los de siempre alcanzan proporciones kilométricas. Nosotros vemos que no es justo y parece ser que, arriba, en los despachos, empiezan a verlo también. Aunque, probablemente, lo que ven es el insólito incremento de gastos, la avalancha de bajas por depresión, las agresiones, la mala imagen de los centros. La verdad es que no importa, mientras hagan algo útil. Y sí, parece que al fin se han decidido.
El pasado miércoles recibíamos una llamada en El Ñeru. Por fin, y tras cuatro meses, el fiscal decidió echar una firmita en un documento. Avisamos a Cherokee un millón de veces. Le dijimos que, posiblemente, su prueba ósea revelaría que es mayor de edad. Que, a pesar de eso, si su conducta era buena los informes también lo serían. Y se haría la vista gorda, como se hace siempre que un chaval responde (aunque tenga canas en la barba) No sirvió de nada. Tres años lleva el tipo paseándose por la piel de toro, dejando su rastro desde Gadir hasta Gigia. Robos, atracos, peleas, amenazas, consumo superlativo, agresiones. Una ficha impresionante. De qué me sirve que luego clames a Alá, nos llames racistas, te lamentes de tu pobre familia en Tánger, que tanto te necesita? Qué has hecho, en todo este tiempo, para conseguir esos papeles, ese trabajo, ese dinero que tanta falta te hacía? Qué has hecho por tu vida y la de los tuyos? Qué dirían Alá y tu gente si vieran cómo te metes tu futuro por las narices?
El fiscal miró la prueba ósea (que decía "18/19"), miró los informes y no lo dudó. Cherokee ha sido considerado mayor de edad. No se le tutelará. Será juzgado por sus delitos como adulto. Cumplirá la pena en prisión, como un adulto. Y, cuando corresponda, será deportado, como los adultos. Volverá a Tánger igual que se fue, con las manos en los bolsillos. Y sin posibilidades de regresar a España. Cabreado, fracasado, adicto, echado a perder, ex presidiario y sin un duro. Habrá mandado al carajo tres años de oportunidades, pero nos culpará a nosotros, los pérfidos y racistas educadores, de todos sus males. Sabemos que hará precisamente eso cuando tenga que mirar a los ojos a su padre y explicarle qué ha pasado. Hace unos meses, me daría pena. Hoy no. Ayer, en la reunión, lo que se respiraba era alivio. Se han llevado al Cherokee. Un problema menos. Adiós al misógino enfermizo, al matón, al camello de la casa. Los críos, y nosotros, todos vamos a estar mejor sin él. Señoras, señores, lo intentamos. Y lo intentaron muchos antes de nosotros. Será mejor asumir cuanto antes que no todos se van a salvar. Porque no todos quieren.
En cualquier caso, Cherokee, buena suerte. En serio. Me quedo con tus pocas sonrisas y con las veces que ayudaste, que animaste a algún compañero, que pediste las cosas por favor o diste las gracias. Con las veces que hiciste bromas o decidiste cocinarnos algo especial. Siento que no te hayamos entendido.

3 comentarios:

Rogorn dijo...

Quien no entendía era él, al parecer. Ole por vosotros de nuevo, y a quien corresponda por dar el paso que hacía falta. Que Dios dijo hermanos, pero no primos. Y seguro que Alá estaba de acuerdo.

Lenka dijo...

Gracias, Ro. Por más que uno lo razone una y mil veces, la culpa es inevitable. Siempre te quedas a vueltas con el "si hubiera hecho más", y el "si hubiera intentado esto"... Y al final piensas: "vamos a ver, trece educadores en este centro y a saber cuántos más en montones de centros más por todo el país y durante 3 años... seguro que entre tantos lo intentamos TODO. Por pura estadística no puede haber tanto incompetente junto. Va a ser que el problema lo tenía el chaval".

Y al final te quedas con la misma rabia, pero la rabia de que el tío haya sido tan poco inteligente, que haya desperdiciado tantas ocasiones. Ahora podría tener varios títulos bajo el brazo, los papeles en regla, su curro, su piso de alquiler, sus proyectos, su vida. Y en lugar de eso, está camino de la cárcel. Para qué? Para volverse a Tánger sin nada, como vino, o no, peor. Y resulta que te da lástima cuando piensas en ese momento tan jodido, cuando le toque enfrentar la mirada de su gente. Buf. No le espera nada envidiable. Pero en fin, este es sólo uno más de los muchos que perderemos en el camino.

Kaken dijo...

Al leerte, Lenka, se me ha venido, otra vez, a la mente una frase que me ronda desde que la escuché hace dos días en la radio, referida, precisamente, al tema de la inmigración, pero que yo extiendo mucho más allá.
Decía, simplemente que "lo fácil es ser bueno, lo difícil es ser justo".
A mí me da mucho que pensar.
Un bes