jueves, 16 de abril de 2009

Lo que se hace por amor


Por amor fue que mi tía la mayor pegó un susto a sus padres cuando se enteraron de que tantos años de educación católica no habían hecho demasiada mella en la prole y su primogénita andaba por la villa y corte compaginando estudios con manifas, corriendo delante de los grises de la mano de un muchacho izquierdoso con pantalones de pana. Un muchacho izquierdoso, sí, y estudiosísimo, una eminencia, educado, afable, encantador. Por amor fue que mis abuelos apoyaron aquel matrimonio y se deshicieron de ternura con sus dos nietas, pese a que no fueron bautizadas y pese a la educación que recibieron, que me barrunto progre y rojeras. Por amor respetaron todo aquello sin una mala cara ni un reproche, como lo respetan todo.

Por amor fue que esos abuelos recibieron, como era de esperar tratándose de ellos, con los brazos abiertos al inglés de ébano de la eterna sonrisa, mientras a algunos nos preguntaban ciertas almas simples, limitadas y tristes cómo llevaban mis abuelos eso de que una nieta se casara con un negro. Por amor, otra nieta, la otra hija de la enfermera rebelde y del chico del pantalón de pana, la hermana de la emigrante "que se casó con un negro", ha decidido bautizarse pasados los treinta y casarse por la iglesia con el hombre que la hace feliz.

Por amor y por respeto yo modero mi lengua viperina y me ahorro mis comentarios sobre bodas, ritos y costumbres, mi cinismo habitual, mi desprecio a los convencionalismos, mi malicia. Y sonrío. Sonrío porque, indudablemente, el amor es una buena razón para tomar ciertas decisiones. Mucho mejor razón (en mi opinión) que el "porque sí", o el "porque toca", o el "porque lo hacen todos". Y sonrío también porque el karma, tan cabrón normalmente, a veces demuestra un sentido del humor soberbio. Porque hoy son mis tíos progres los que quizá se sorprenden por la decisión de la hija, que ha decidido dar un giro inesperado. De lo progre a lo tradicional. Eso es lo divertido de la vida, que casi cada camino es de doble sentido.

Y sonrío porque mis abuelos seguramente están que no caben en sí de felicidad. Sonrío porque unos y otros, abuelos y padres, habrían aceptado con idéntica alegría cualquier decisión de mi prima. Por amor. Pero hoy les toca a los progres aceptar. Y a los abuelos festejar. Porque el karma burlón le ha dado la vuelta a la historia de manera impecable y deliciosa. Y, aunque su prudencia no le permitiría decirlo en voz alta, puede que mi abuelo está pensando con su sorna de curita de pueblo: "arrieritos somos..." Para ti, prima, y para él que te acompaña, toda la felicidad que podáis soñar.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Estás que te sales guapa. Por amor, el que tú tienes a lo que escribes.
Un fuerte abrazo.

Kaken dijo...

Jejejeje, suele pasar, Lenka, pero me parece muy sabio que nos lo cuentes y lo veas así.

Gracias y un bes.

Lenka dijo...

Gracias a ambos!!!

(Anónimo.... identifícate!!!)

Juan dijo...

Me ha encantado la entrada. Muchas gracias.

Hablando de educación,jejejejeje, para mí el adoctrinamiento no es educación, más bien es decirle al hijo:tu debes ser y pensar como yo. La educación en que yo creo ni es sociata, ni progre,ni católica ni musulmana. Es la educación del respeto y la aceptación, sin más.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Qué historia, me encanta...

Gracias, Len

Am

Lenka dijo...

Gracias, Amaranta!!!

Juan, estamos de acuerdo. Pero no podemos negar que es bastante común el transmitir a los hijos los valores de uno. Ojo, con la mejor intención del mundo, desde luego. Y muchas veces sin darse cuenta uno mismo, seguramente. Quiero decir que, probablemente, si tengo hijos me oirán hacer comentarios ante el teledario, o crecerán escuchándome tararear a Silvio. Y no me verán ir a misa. Así es que es más que posible que reciban cierto "adoctrinamiento" indirecto, aunque yo luego les explique que cada cual puede pensar y creer lo que desee con toda libertad. Y, como suele pasar, o bien abrazarán las mismas ideas de sus padres, o bien por puro hartazgo pensarán todo lo contrario. Ya está la mama dando el coñazo con Al alba, al alba. Qué cruz. Qué tía pesá!!!

Mi abuelo es fervoroso creyente y siempre ha encontrado en su fe un consuelo y una fuerza tremenda para tirar palante con lo que fuera, y supongo que deseaba lo mismo para sus hijos. Mi tía encontró en sus ideas políticas la misma ilusión, supongo. Ella no tenía fe, así que nunca la transmitió a sus hijas.

Y resulta que ahora mi prima o bien ha encontrado esa fe porque su pareja se la ha acercado, o bien ha decidido "adentrarse" en esa fe por amor a su pareja, o por lo que sea. Y tanto sus padres como sus abuelos lo respetan, claro. Lo que no quita para que resulte curioso, irónico y hasta divertido!!!

Sra de Zafón dijo...

Qué bien lo cuentas, como siempre.
Por amor ...tantas cosas.

Qué bonita historia, qué bien contada y que sonrisa se me ha quedado pegada a la cara.

Gracias, Lenka

Katha dijo...

Hola Lenka,

Sí se hacen muchas cosas por amor, pero tan sólo una pequeña reflexión: nunca nos paramos a pensar lo que se podría llegar a hacer por falta de él.

Saludos.