jueves, 12 de marzo de 2009

Criaturas Celestiales

"La idea principal aquel día fue desnucar a mi madre, esa idea no era nueva pero esta vez se trataba de un plan definido que pensábamos llevar a cabo, lo habíamos elaborado detallamente y las dos estábamos muy ilusionadas con la idea. Lógicamente estábamos algo nerviosas pero el placer de lo nuevo es algo fantástico".
22 de Junio de 1954.

Tan macabras palabras forman parte del diario de una adolescente de 15 años, neozelandesa. La anotación llevaba por título "El día del feliz acontecimiento". Resulta estremecedor. El nombre de la chica era (no digo "es" porque se lo ha cambiado) Pauline Parker. Pero ella habla en plural. Relata el modo en que, con ayuda de su mejor amiga, piensa asesinar a su propia madre. Aquella amiga se llamaba Juliet Hulme, aunque actualmente también esta última utiliza un pseudónimo. Calculo que a estas alturas de la película (la película es "Criaturas Celestiales", de Peter Jackson, y si no la habéis visto ya tardáis) todo el mundo sabe que Juliet Hulme, ironías de la vida, es una aplaudidísima escritora de novela negra victoriana, conocida como Anne Perry.

Tenemos a dos adolescentes unidas por un estrecho lazo de amistad, tan estrecho que podemos definirlas como amantes. No es una bonita historia de amor, ni tampoco una suculenta historia sensual. Es la historia de dos adolescentes refugiadas en un universo propio de fantasía que las envolvió hasta desdibujarles por completo el sentido de la realidad. Dos chicas que deseaban estar juntas y, cuando supieron que la vida iba a separarlas decidieron eliminar cualquier obstáculo que se interpusiera entre ellas. Y es que, obviamente, sus respectivas familias tenían prejuicios ante su íntima relación. No se sabe si la razón era que sospechaban cómo de amigas eran o simplemente que pertenecían a distintas clases sociales, lo cual ya de por sí era "inapropiado". Fuera por una razón o por la otra la cosa no es muy de extrañar tratándose de aquella época. Además, los padres de Juliet iban a divorciarse llevándose a la chica, con lo que la separación de ambas amigas parecía ya irremediable.

El principal impedimento para su relación, o así lo entendieron ellas, era Honora, la madre de Pauline. Así pues, decidieron matarla. Y esta vez la cosa fue mucho más allá de su mundo de fantasías. El día en cuestión acompañaron a Honora a dar un paseo y, tras distraerla, le asestaron cuarentaicinco golpes en la cabeza con una piedra metida en una media. Después, ensangrentadas e histéricas, dijeron que la mujer se había caído y estaba gravemente herida. La versión, naturalmente, no se sostuvo. Las anotaciones en el diario de Pauline corroboraron las sospechas. Era un asesinato y no había la menor duda.
Los psiquiatras y expertos de la época utilizaron el lesbianismo de las jóvenes para definirlas como inmaduras y paranoicas. Ser homosexual entonces equivalía a ser un enfermo y un desviado. Sin embargo, la corta edad de las chicas jugó en su favor y las libró, muy posiblemente, de ser ejecutadas. Cumplieron cinco años de reclusión (una pena que incluso hoy parece muy leve, aunque las condiciones de un presidio de los cincuenta no debían ser precisamente maravillosas) y se las obligó a romper sus lazos en lo que les quedara de vida. No podrían volver a verse nunca ni mantener ningún tipo de contacto. Se dice que cumplieron este mandato, aunque existen rumores de que mantuvieron correspondencia algunos años.

Juliet es Anne Perry y todos la conocemos por sus novelas. Pauline es Hilary Nathan, que se dedicó a la enseñanza, especialmente con niños discapacitados. Curiosamente ambas viven en Gran Bretaña (una en Kent, la otra en Escocia) y ninguna se ha casado. Incluso aunque Juliet se haya hecho un nombre (nunca mejor dicho) en el mundo literario, seguramente no sabríamos de esta historia de no ser por la película que resucitó el caso y que, quizá involuntariamente, provocó que se desvelara la identidad de aquellas jóvenes, con el morbo añadido de que una de ellas sea actualmente, cosas del azar, una famosa narradora de crímenes.

Anne Perry está harta de que le pregunten por su pasado. Entiendo que es natural. Justifica el crimen aludiendo a su enfermedad de entonces (tuberculosis), a la fortísima medicación que recibía (que luego se retiró del mercado, en efecto) y al trauma por la separación de sus padres. Parecen meras excusas, o quizá no lo sean. No voy a juzgarlo. Cuál será entonces la explicación de Pauline? Qué podría alegar ella? Perry asegura que su amiga era bulímica y que llegó a insinuar que se suicidaría si no la ayudaba a deshacerse de su madre. Sería cierto? Exageraciones de niñas? Más excusas? Muchas voces han visto, incluso, una bella historia de amor frustrada en este caso. Dos jovencitas incomprendidas en un mundo castrante y lleno de intolerancia, el asesinato como sublime prueba de amor. Confieso que tampoco esa teoría me convence. De aceptarla tendríamos que transigir con demasiadas conductas inadmisibles. Quizá la mayor ecuanimidad se encuentre en la película. En ella no se juzga, no hay villanos ni héroes. Sólo se cuenta una historia trágica de dos chicas que se amaban con la pasión de sus quince años y que se refugiaron de una realidad que les disgustaba hasta el lamentable punto en que perdieron la noción de todo.

Se puede analizar de mil maneras, desde muchos puntos de vista, sopesando todas las variables. Su corta edad, sus circunstancias familiares, su desbordante imaginación, si alguna de ellas o las dos padecía algún desorden mental, si sufrieron alguna experiencia traumática, si no soportaron la presión social, si, sencillamente, eran crueles, insensibles, malvadas, egocéntricas, visceralmente egoístas, inmaduras o incapaces de tolerar la frustración. Desconocemos muchos datos y seguramente nunca accederemos a ellos. Cómo desentrañar los más íntimos secretos de un ser humano? Quizá lo hermoso es que fueron capaces de crear un mundo propio y bello en el que amarse. Quizá lo terrible sea que, cuando ese mundo se hizo pedazos (y a todos nos ha pasado alguna vez) no tuvieron la entereza de afrontarlo.

No las definiría como Criaturas Celestiales. No sé si encajarían como Mujeres Malas. Lo único que sé es que me aterra un amor capaz de tanta crueldad. Me espanta una pasión que culmine en cuarentaicinco golpes en el cráneo, con premeditación, con alevosía, con el peor ensañamiento, con absoluta frialdad. Con una foto de ambas, en mitad del proceso judicial, sonrientes y despreocupadas. Y con una entusiasta y pletórica reseña en un diario. No me atrevo a definirlas, pero parecen vampiras más que ángeles.

3 comentarios:

Sra de Zafón dijo...

Puedo ponerme en cualquier situación que las haya "conducido" al sadismo criminal.
Puedo imaginar la necesidad de crear un universo paralelo donde poder ser ellas, donde sentirse albergadas la una en la otra como nunca soñaron, un lugar donde la entrega de todos los rincones del alma se hace de modo natural y se acepta como un gran regalo. Seas como seas, sientas lo que sientas, hagas lo que hagas.
Puedo pensar en carencias terribles y autoestimas rotas donde la necesidad de sentirse valoradas, recibidas y complacidas (me da igual si es con enamoramiento tipo pareja, o no) sea lo fundamental.
Puedo imaginarlas enfermas, sin control sobre su odio y alimentando su relación con esta emoción sentida hacia los demás, rotos los lazos con la realidad a fuerza de complacencias y egoismos mutuos.
Puedo imaginar, e incluso ponerme a sentir en mi pellejo, todas esas carencias, odios, necesidades,cuelgues,e insensateces de adolescentes "descerebradas" y encolerizadas, "poseídas" por la urgencia del descontrol emocional.

Sé que estas cosas pasan que son reales, pero no deja de estremecerme horriblemente aunque intente imaginarlas enfermas y heridas, porque pensar que simplemente son malas y capaces de planificar un crimen y matar a pedradas...me pone los pelos de punta y me encoge enormemente el corazón. Pero sí he de ser sincera sólo veo dos chicas malas,egoístas, absurdas, encoñadas, perversas y con muy mala hostia...

También se me ocurre pensar en lo bien que le habrá venido la publicidad a Anne Perry...

Sra de Zafón dijo...

Por cierto, un beso, Lenka :-)
Esta temporada tengo menos tiempo para escribir en los blogs, pero siempre te leo y a veces me apetece decirte:Lenka, te leí y mandarte un beso así que este no me lo dejo.

Lenka dijo...

Gracias por tus palabras y tus saludos, Zafo. Yo tampoco tengo mucho tiempo ahora para estar al día, ni siquiera para colgar entradas a buen ritmo, pero ahí seguimos, sin prisa.

Yo, como tú, puedo imaginar mil situaciones, mil emociones, mil circunstancias y motivos, y ponerme en sus entrañas y pellejos, y fantasear hasta límites insospechados (siempre he tenido una imaginación pasmosa, capaz incluso de los terrores más siniestros. Yo fui de esas niñas a las que los psicólogos del cole miraban con el ceño fruncido, de esas que escribían cuentos sádicos y hacían dibujos esperpénticos, y estoy segura de que en otros tiempos, o si hubiera dado con profesionales más impresionables, habría sido carne de psiquiatra o mis padres se habrían hartado de oír cosas sobre mi turbulenta mente retorcida), puedo imaginar todo eso y sobrepasar con el pensamiento cualquier atrocidad, pero, afortunadamente, sólo de llegar a plantear la posibilidad real de algo así... me espanto. Que es lo que nos pasa a la inmensa mayoría, lo que nos hace capaces de discernir.

Así que no sé, será que ciertas personas tienen esa parte atrofiada? O que la fantasía puede más que ellas? Cómo de disparatada tiene que ser la psique de uno para llegar a tal extremo? Porque mira que ha habido en el mundo (y hay, y habrá) mentes capaces de recrear horrores... (uno lee a Poe y puede pensar que era un auténtico psicópata) Y en cambio somos capaces de desprendernos de esas fantasías sin mayor problema.

En fin, la maldad, pese a todo, es fascinante. Precisamente porque nunca sabemos si aceptarla, si es lo que es o si es una tara. Supongo que no hay forma de saberlo o quizá como decimos siempre nos conviene creer que no, que es una tara monstruosa, nos deja más tranquilos el repetirnos: "yo jamás haría eso". Quizá nos es más fácil así, pensar que estas personas son malas, son distintas, son de otra pasta. Aunque luego resulte que sean capaces de llevar vidas normales. Puede que eso sea lo más aterrador de todo, lo que nos desmonta el argumento. Lo que nos prueba que nanay, que son como tú y como yo, y que quizá cualquiera en determinadas circunstancias puede sacar el monstruo a paseo. Que quizá no hay tanto loco, ni tanto enfermo, ni tanto tarado con traumas. Que a lo mejor hay personas real y profundamente malas, o que todos podemos ser malos, así de malos.

Respecto a la publicidad de Anne Perry... teóricamente para ella fue un palo tremendo que se destapara todo a raíz de la película. Supuestamente nadie de su entorno sabía nada. Era un episodio lejano y enterrado. Ahora la fríen a preguntas y siempre se lo sacan a relucir, cosa que le debe resultar muy molesta, seguramente vergonzosa. Había construido una nueva vida, una nueva identidad exitosa, y de pronto todo vuelve y se la juzga de nuevo. Calculo que será duro, aunque supongo que es el precio que se paga, y se suele pagar para siempre.

Ahora bien, que sus libros se vendan incluso más que antes, tampoco me extrañaría. Pero creo que en su caso ya le bastaba con su popularidad, y seguro que sacrificaría con gusto muchas ventas por su tranquilidad de antes. Digo yo, no sé.

Besotes, Zafo!