miércoles, 16 de julio de 2008

El pintor


Releyendo a Zafón recordé una de esas historias curiosas que viví hace unos meses y en la que no había vuelto a pensar. Podríamos decir que todo empezó hace unos tres años, cuando servidora pateaba museos y galerías cuaderno en mano, ejerciendo de crítica de arte y por amor al arte. Semejante tarea me permitió descubrir parte de los entresijos del mundillo (o, al menos, la parte de él que se puede ver en provincias), y comprobé que por esta feria de las vanidades campan jetas, ignorantes, snobs, aduladores, artistillas de medio pelo que se hacen los malditos, galeristas chupasangres, mecenas analfabetos, cretinos, fantasmas y pedorras a mansalva. Embadurnadores de lienzos que le dan a la oratoria y quieren convencerte de que un manchurrón simboliza "la angustia vital y desgarradora del hombre moderno ante la inevitabilidad de la muerte del YO". Aaaaaahhhh, qué interesante, oiga. Observas las reacciones. La mitad del rebaño abre la bocaza, impresionados ellos, pasmándose de lo mucho que habrá estudiao este muchacho pa hablar así de bien. Fïjate, Maruja. Lo borricos que somos, que pensábamos que eso era una mancha. Entre tanto, el resto de la manada nos sonreímos disimuladamente, fingiendo seriedad y tratando de no explotar en carcajadas, haciéndonos guiños cómplices. Puede repetir, por favor? Cómo era?? El desafuero interno existencial experimentado por el vecino del quinto, en contraposición al cabreo de su señora por la subida del ajo puerro???? En fin. Listillos.

Lo bueno es que también están los otros. Los artistas honestos, que, generalmente, son, además, humildes, sencillos y no venden humo ni lo pretenden. Incluso los más excéntricos, que, me barrunto, se disfrazan de genios locos por timidez o mera diversión. Gente que te muestra sus obras y son lo que son. Un paisaje. Una mujer pensativa. Unos monaguillos jugando. Gaviotas. Tejados. Nueva York. Venecia. Un pueblito asturiano. Un carnaval bufonesco. Una sátira mordaz en la que el juez es un pingüino (también conocido como "pájaro bobo"). Manchas de tinta, porque, sin más, "me gustan las formas y los colores". Simplemente. Cosas que cualquiera puede entender, que pueden gustar o no, pero que son honestas. Uno de esos artistas de verdad, seguramente el que más me gustó, es Adolfo Estrada. Recuerdo que sus cuadros me dejaron embobada por completo. Nunca me resultó tan fácil escribir sobre una exposición. Lo que dije debió gustarle, porque días más tarde su galería habitual en Gigia recibió un paquete a mi nombre, que contenía un dibujo suyo, dedicado y firmado. Recibí otros regalos de otros artistas, y todos son tesoros para mí, pero el de Estrada es la joya de la corona. Sin duda.

Hace pocos meses, buscaba imágenes de sus obras para ilustrar alguna entrada de este blog, para compartir con quienes me leen el talento de este hombre. Los misteriosos caminos de internet me condujeron a un foro de búsqueda de personas. Una mujer, en Argentina, buscaba a un pariente lejano y desconocido, un tal Adolfo Estrada, pintor, residente en España. No me lo pensé. Le envié un mail contándole que le conocía, expresándole mi admiración por él, relatándole lo encantador que había sido conmigo, su generosidad, y ofreciéndome para conseguirle la dirección a través de la galería. Al día siguiente, la respuesta de la mujer me hizo reír. Me daba las gracias de corazón, pero justo acababa de regresar de la Villa y Corte, de pasar quince días con aquel anciano pariente, intercambiando historias y fotos, nombres y anécdotas, conociéndose mutuamente. Más curioso aún: no hay uno, sino dos Adolfos Estrada, ambos artistas, el uno pintor, el otro, además, escultor. Le pregunté a la mujer cuál de ellos era el suyo. El suyo era el mío. Hace muchísimos años dos hermanos dejaron Asturias rumbo a las Américas. Uno probó suerte en el norte, otro en el sur. Uno de ellos se convertiría en el padre de un pintor extraordinario. Los descendientes del otro buscarían su rastro por los vericuetos de la red, tropezándose con otra asturiana que tuvo el honor de conocerle, y que reserva un lugar de honor sobre su cama para colgar su regalo.

Este es mi más reciente pequeño misterio. Os dejo el relato y una imagen que, espero, os explicará su belleza.

3 comentarios:

Rogorn dijo...

Joé, qué bonito. Gracias por la historia.

Wendy Pan dijo...

Yo se el secreto de JAS, pero no tienes mail en tu perfíl.
Mándame tu direscion o pásate por el foro blasfemador y te contamos.

Es un pequeño-gran secreto jejeje

Muchos besotes


(y por cierto, mencanta como escribes ).

Cris dijo...

Qué bonita historia!!! Gracias por contarla.