martes, 28 de febrero de 2012

Perdiendo la cabeza

Un día resoplas al darte cuenta de que has calentado la papilla de frutas en el microondas. Otro día compruebas que has usado el agua mineral de los biberones para llenar la cafetera. O, peor aún, que ibas a servir el café recién hecho en sendos biberones. Te descubres paseando por la casa con un tomate en cada mano. Tiras las cucharillas a la basura, junto con los envases de yogur. Intentas guardar las sobras en el lavavajillas, y una pila de platos sucios en la nevera. Olvidas al momento lo que ibas a decir, media lista de la compra o dónde dejaste el móvil. Estás a punto de cambiar el pañal dos veces al mismo niño. Te dejas las ventanas abiertas, la vitro encendida o el congelador de par en par. Te descubres en zapatillas en medio del portal, olvidas las llaves en casa. Ya no eres un archivo con patas, como antes. Le preguntas lo mismo a tu santo tres veces, no eres capaz de recordar el argumento del último libro que leíste, te duermes (por primera vez en tu vida) a mitad de una película. Unos días olvidas tu medicación y otros te la tomas por duplicado. Se te caen las cosas de las manos, tropiezas contigo misma, no encuentras el mechero que tienes delante. Necesitas anotarlo todo (a ser posible en el teléfono y con alarmas) para recordar cuándo te toca fichar en el paro, ir al médico o felicitar a alguien. Antes siempre recordabas esas cosas. No queda otra. Tienes que asumir que estás perdiendo la cabeza por momentos. Resignación!

5 comentarios:

Juan dijo...

O que tienes la cabeza demasiado ocupada rumiando y rumiando. Eso es exactamente lo que pasa con la Resonancia. Si das demasiadas vueltas a las cosas, tantas, que el cerebro no es capaz de centrarse en otras, aparecen los despistes y los fallos de memoria.

El cerebro infantil y juvenil es extremadamente flexible y es capaz de hacer eso y mucho más y seguir consiguiendo la suficiente concentración para hacer las actividades ordinarias. Pero a partir de la treintena, esa flexibilidad se empieza a perder por lo que, lo que antes conseguíamos, ya no lo podemos hacer.

Sé que es muy fácil de decir y complicado de ejecutar, pero hay que plantearse dejar de rumiar, por muchos problemas que nos aquejen, porque el rumiarlos 100 veces supone vivir el mismo problema multiplicado por 100. Centrarse sólo en lo que estás haciendo, por banal que parezca, y ser activo con el problema que te aqueja para intentar darle solución.

No estás perdiendo la cabeza sino la confianza.

Lenka dijo...

O más bien el sueño, Juan, el sueño!!!! XD

Necesito dormir doce horas seguidas, pero para más recochineo cuando llego a la cama me cuesta coger el sueño. Creo que ando pasada de vueltas, como les pasa precisamente a los bebés :S

Juan dijo...

¡¡¡Qué recuerdos¡¡¡

Estaba deseando estar de guardia porque en las guardias podía dormir tres horas seguidas.

Lenka dijo...

Si lo más gracioso es que duermen doce horas por noche!!!! Qué pasa?? Que la que no puede dormir por la noche soy yo. Y por el día ellos tienen suficiente batería como para no dormir jamás. Resultado: meses llevo descanso cuatro horas de cada 24, eso con suerte. Piltrafa humana total.

Lenka dijo...

"descansando". Lo ves? Ya no sé ni teclear. Con lo que yo he sido...

XD

(Y de nuevo despierta a las tres de la mañana. La Virgen. Qué cruz).