martes, 30 de junio de 2009

Tarde de perros


Como ya es casi costumbe, amanece un día de sol, humedad y calor despatarrante, que evoluciona irrememediablemente hacia cielos completamente negros y el chaparrón de rigor. Mi bello y verde reino. Me armo de valor, ya que parece que el agua da tregua, y salgo con la Fújur y con Malaussène bajo el brazo. Me siento en un banco del parque. Fújur olisquea. Los macarras de la Hermana Gervaise discuten con Caregga y con el forense las posibilidades de que un coleccionista psicópata se interese por el cadáver tatuado del pobre Cissou La Nieve. Tres líneas escasas después, se me acerca un anciano del barrio, con su perro lanudo, y ambos se aposentan junto a mí. El vejete es un charlatán incombustible. Nada le desalienta, ni siquiera el libro que reposa entre mis manos y al que lanzo nostálgicas ojeadas. Charlo con él cortésmente y me despido al rato, excusándome con un paseo más que necesario para la Fújur, que sigue sentada a mis pies ignorando la hierba y al mundo en general. La Fújur es, sin lugar a dudas, lo más vago que despachan en perro.

Cruzo la avenida principal de mi barrio e invado otro parque (es lo bueno del extrarradio, profusión de zonas verdes) lleno de abuelos, madres, niños y canes. Conociendo los patológicos miedos de la Fújur, elijo la zona más desierta y apartada, y me tumbo en la hierba a leer, bajo la escasa sombra de un arbolillo anoréxico (de esos de ciudad). La Fújur no se me separa ni un milímetro, proyectando esa mirada suya de eterna desconfianza. Tampoco quiere sentarse, ni tumbarse. Sit. Plas. Un huevo. La uso de mesa. Le da igual. Julie le monta a Ben un pollo antológico, echándole en cara sus absurdas ideas sobre el amor, mientras conduce como una demente. Tres líneas después, una gota. Lamadrequeme... El cielo de mi bienamada ciudad se divide en dos mitades: la una azul, la otra negra. Yastamos. Un hermoso arcoiris luce sobre Pum!-ar!-In, llegando hasta With-True-Cs. Llueve y brilla el sol. Lo clásico.

Así que desisto. Dejo a Julie y Benjamin con su bronca suspendida en el vacío, agarro a la Fújur (que tras tanta actividad cae desplomada en cuanto llegamos a casa) y regreso a mi cubil. Por el camino, compruebo cuánta vida se desparrama por el Monte-Vil. Las comadres comadrean, los abuelos abuelean, las mozas mocean y los perros perrean. Ruido de frenazos, bocinazos y broncazas. Sidras en las terrazas, desafiando la inestabilidad climatológica. Niños en los columpios. Un alarido me clava en el sitio y hasta la Fújur mete un brinco y orienta sus parabólicas. Es un enano, de aproximadamente un año, prisionero en su sillita y soltando unos berridos como si le despellejaran. Está al otro lado de la avenida. La gente se vuelve a mirarlo. La madre se hace la loca, clamando a Herodes en silencio, seguramente. Hasta los conductores se asoman a ver qué pasa. Lo juro. Jamás había oído tales chillidos saliendo de algo tan pequeño. El canijo está morado y se da cabezazos contra el respaldo de la silla. Mondié. Qué genio. La gente vuelve a sus quehaceres. El barrio recupera el aliento.

Retorno al hogar y tecleo estas sandeces. Oh, mi apasionante vida de parada. No sé cómo resisto tanta emoción. Mis planes futuros son poner una lavadora, tirarme en el sofá y seguir con Malaussène otro rato. La mula va al ralentí, así que parece que tampoco esta noche podré enterarme de Qué fue de Baby Jane, cosa que hace días me tiene intrigada...

(Foto del cielo en el Monte más Vil. Con Arcoiris y todo. Casi no se ve, pero está)

4 comentarios:

Dalai dijo...

A partir de ahora, ésta: "La Fújur es, sin lugar a dudas, lo más vago que despachan en perro.", es mi frase favorita, ja, ja...

Lenka dijo...

Uy, además es una frase que da mucho juego, lo tengo comprobao. Qué sé yo... Deva es lo más pequeño que despachan en gata, estoy segura. Godzi es lo más grande que despachan en hermano. Los pilares de la tierra es lo más tocho que despachan en libro. Lo que el viento se llevó es lo más largo que despachan en peli. Sawyer es lo más macizo que despachan en rubio. Y así hasta el infinito!!!!!

;)

Jack dijo...

Te cambio un par de tardes grises con perro y arcoiris, libros y tecleos por hasta cuatro (cuatro te parece poco? venga, cinco) de estrés a cuarenta grados m30 parriba, m30 pabajo, atasco, contaminasao, pájaras varias y dos móviles enloquecidos en el bolso, en misión suicida buscando algo que no existe.¿El sentido de la vida? No, un flotador rojo diminuto para una botella de acueirius.


He dicho cinco? dos semanas por un día de esos tuyos, pero ya.
Lo tomas o lo dejas?
Joé, yo ya no sé si me molesta más el curro o la ausencia de.
Madrid, definitivamente, es lo más molesto que ofrecen en ciudá.

Lenka dijo...

No hay tratooooooo!!! Jejeje, no cuela, prima. Pero te entiendo perfesssstamente. Yo no cambio ni la tarde más perra por otra noche con los moritos. Pero sí. Pero no. Mesplico? A que mesplico?

Que en el último mes me he zampao nueve novelas. A destajo. Cómo echaba de menos todo ese tiempo pa leer!!! (Y conste que de ese tiempo diez días fueron haciendo turismo sin parar) Que esto es la felicidad total. Y el agobio, y la culpa, el síndrome del parao, la crisis de la mantenida, de la inutilidad total, de la parásita vergonzosa, ayyyyyns.

Que quiero un curro. Normalico. Insulso. Del montón. Rutinario y poco reconocido. Sin mérito alguno. Mal pagao. Pero que me permita al menos la cosa honorable de aportar algo y pagarme las tónicas. Aunque me quite de leer y tocarme la higa. Ya me entiendes.
;)