martes, 25 de noviembre de 2008

Ruina en reconstrucción


Cuando eres pequeño pensar en los treinta años es, poco menos, asomarte al asilo. Te parece una edad inconmensurable y lejanísima. De hecho, crees que a los veinte ya serás mayor, que te casarás y tendrás hijos, que trabajarás en sabe dios qué. Ergo, a los treinta, serás un anciano. Según vas pasando por las diferentes líneas de meta, descubres que nanay. A los veinte te quedan mil estupideces por hacer. A los treinta, las sigues haciendo. Has aprendido mucho, cierto, y hasta puedes permitirte ese lujo maravilloso de viajar en el tiempo. Eres adulto, eres maduro, te sientes capaz de encarar el futuro y verte con hijos, asentado, con una vida tranquila. Al minuto siguiente suena aquella de Madonna y te descubres pegando brincos por el salón, de vuelta a los trece años. Es una edad increíble, llena de posibilidades.

Te impone un poco de respeto eso de "ser mayor", pero no duele tanto como imaginabas. Te consuela eso de poder brincar a la infancia cuando lo desees. En realidad, te sientes un niño más grande, un poco más sabio, también más cínico, pero un niño todavía. No has olvidado cómo se juega en "infantil", pero también te manejas en la liga de los profesionales. Son un montón de ventajas. Y, de repente, cuando lo creías todo controlado, empiezan los cambios. Las canas no me asustan, empezaron a salirme a los 23. Estoy más gorda, pero sigo siendo capaz de hacer el puente y levantarme. Hasta hago el spagart o como demonios se llame eso (jamás lo he visto escrito igual en dos sitios distintos). Pero resulta que la artrosis, tan típica en el norte, avanza por mis vértebras, mis manos, mis rodillas. Recordáis cuando podíamos estar un día entero tirados por el suelo? Recordáis cómo nos reíamos de nuestros padres ante sus esfuerzos por levantarse, ay, el reúma, ay, un tirón, ay, el lumbago? Todo llega! Y, en mi caso, llega por adelantado.

Y de pronto, no estás conforme con tu cuerpo. Y no se trata de una cuestión estética, no. Se trata de no sufrir un calambre corriendo tras el autobús, de no perder el resuello, de la punzada en las costillas cuando llevo apenas una hora en la cama, de la rigidez en el cuello, los mareos, el vértigo, de los dedos inflamados que me duelen al teclear. Y eso a los treinta! Obviamente, había que poner remedio. Siempre fui una niña muy veleta, de la natación a la rítmica, de la rítmica al aerobic, del aerobic al patinaje. Nunca sentí la pulsión de competir ni de ganar. Lo abandonaba todo en cuanto empezaba a ponerse serio. En realidad sólo quería divertirme. Tampoco es que me entusiasmara el deporte. Soy de natural perezosa. Donde esté una tarde de sofá, libro o pelis, que se quite eso tan inhumano de salir a correr. Hay que ser masoca, con la que está cayendo. También era una niña ágil, muy delgada, sana, fuerte. Comía como una bestia parda, nunca estaba enferma. Pero pasan los años, te miras, te padeces y no te gusta demasiado lo que hay. Lo bueno es, albricias, que se puede cambiar.

Conste que no tengo nada en contra de la gente que se esfuerza por pura estética. Lo malo es que he visto ya tales conductas negativas que asusta. Gente que, literalmente, se tortura. Gente que se maltrata, que se odia, que desprecia a todo aquel que no sea como ellos (quizá lo que detestan es que haya personas que se quieren y se gustan mientras ellos no pueden hacerlo). Gente embarcada en una lucha estéril contra el tiempo. Y es inevitable. A los cuarenta podrás aparentar treinta. Pero los setenta llegarán. Al final, mejor o peor, envejecerás. Mejor asumirlo. Obvio, es ideal envejecer con salud y energía. Pero, insisto, cuando la única motivación es estética, la lucha se vuelve desesperada. Y frustrante, supongo. Puede que llegues a los ochenta estupendo. Pero nunca más tendrás cuarenta, ni los aparentarás. No hay gimnasio, dieta, píldora o cirugía que pueda con eso. Cuando la gente se machaca tanto, tiendo a pensar que su problema no es físico. No son las cartucheras, ni la barriga, ni el pecho, ni las arrugas. Creo, sinceramente, que el problema está en la cabeza, en la autoestima, en la percepción. Quizá por eso nunca están satisfechos, por mucho que se lo curren.

He decidido no tener problemas en la cabeza. Bastantes tengo en el cuerpo, que se me desmorona como el de una abuela!! Contra eso es contra lo que estoy luchando. Las agujetas de los primeros días han sido terribles. Los resultados, inmediatos. No más punzadas. No más mareos. Mantengo el resuello con más facilidad. Los músculos se endurecen y tiran mejor de unos huesos que vienen un poco defectuosos. Posiblemente, de rebote, consiga un cuerpo más estético. Pero lo que me hace feliz, lo que me motiva, es que estará más sano, más fuerte. Menos dolores. Más actividad. Mejor humor. Más energía. Y, en esas condiciones, qué duda cabe, es mucho más fácil saltar en el tiempo y jugar a tener quince. Y afrontar lo que venga con más ganas. Sí, Costillo, lo confieso. Me ha atacado el virus del gimnasio! Sólo puedo decir en mi defensa que tenía, valga el chiste, una razón de peso. Yo.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Jo, Len, me encanta tu definición de los 30!!! Sí!! Podemos saltar y dar botes pero somos mayores y responsables, jajaja...

Yo también voy a terminar un día de estos en el gimnasio, es una certeza que me acompaña desde hace tiempo.

Gracias por la felicitación de cumple, por cierto.

Besos.

Am.

Io dijo...

Hola, Lenka.

Y seguro que ahora te imaginas a los 50 igual; mayor y desganada. Pues no. Ya verás. Las ganas de jugueteo son las mismas.

Ánimo con tu artrosis. Es un enemigo pequeño para tí. Por lo que te he leído tienes la cabeza muy bien amueblada, y una gran fuerza de espíritu. Tu cuerpo hará lo que digas. No lo dudes.

Mil besos y un abrazo.

Anónimo dijo...

Pero si el gymmmmm mola muchooo, lo que si, teneis que ir con humor (como hago yo), y reirte de las caras raras de los tios por levantar 50 kg y a la vez meter la tripilla para que no se les vea.... de la tipica torpe (usease yo) que se engancha en el step y casi se rompe la nariza, o levanta los brazo y sientes que el pantalon se te esta bajando y tienes que soltar la barra (para mi desgracia también yo) JIJIJ que bicho que soy.
Ahora que me doy cuenta , no se si la gente va a reirse de mi o yo de ellos ...........

Naska, Trasgu, Nieve

Anónimo dijo...

Lenka, que bien escribes!! Me encanta tu rinconcito!
Al final, esto del temporal de frío y el planazo de quedarse en casa trasteando con el ordenador,no está tan mal;
vaya regalo haberte descubierto
je... un claro entre tanto nubarrón!

GRACIAS (con mayúsculas)

Soleil Levant

Eli dijo...

Nenis, dos cositas te voy a decir:
-Primero, que a los treinta estás hecha una tierna infante por muchos achaques que creas que ya tienes. Lo verdaderamente bueno empieza diez años después :-)
-Segundo, de ruina nada, preciosa. Que eres guapa, estás buenorra y sabes tener una conversación inteligente. ¿Se puede pedir algo más? Jeje;Aparte de no tener agujetas, claro.

Lal dijo...

Te vas a querer tanto...
Adelante, guapa!

Cris dijo...

Adelante, Len!!!
Ya verás que bien te sientes.

Ina dijo...

Jo Len, a ver si me haces de liebre, que yo estoy esperando la alineación correcta de astros para arrastrar mi culo gordo hasta el gimnasio que tengo a una manzana de mi casa. (Lamentable, lo se).

Enhorabuena por tu energía, por tu decisión. Seguro que en poco tiempo te encontrarás mejor. Sólo te puedo decir dos cosas:
- Que seas constante
- Y QUE DEJES DE FUMAAAAAR!!!!

Lenka dijo...

Ayyyyyns, que sí, que lo tengo que dejar, lo sé. Mira, otra cosa buena del gimnasio. Una horita y media que te tiras sin humos, entre que te pones, te quitas, la duchita... y el ratito de después, que estás como tan lleno de aire puro que ni te apetece. Pero sí, hay que dejarlo del todo.

Ina, ese culo gordo del que hablas pa mí que se te ha colao en casa de okupa, porque el tuyo no es, maja, que lo sepas!! Pero sí, anímate, que tras los primeros días arrastrándote cual gusanillo aplastao, te vas a sentir como nunca.

Buf, Eli, no me hables de diez años más, que estaré achacosa perdida! Bueno, no, para eso estoy poniéndome en forma, jejeje.

Naska, por dios, apúntate a mi gimnasio, que tienes que ser un show total. Ya me imagino la que armarías si, en pleno esfuerzo en el step, me arrimo y te suelto aquello de: "buf! Qué pezte!"

Gracias mil a todos, Lala, Cris, Amaranta e Io por los ánimos.
Y muchas gracias por tus palabras, Soleil! Así da gusto teclear tonterías. Sé bienvenid@.

Chicos, el temporal se queda unos días. Habrá que hacer más café y atizar bien la chimenea!

Juan dijo...

Estoy altamente preocupado por tí Lenka. Aún es tiempo de luchar contra el virus. Me permito darte algunos consejos.

1. Pasa justo al lado de las pesas....¡¡¡pero ni tocarlas¡¡¡. Las miras de arriba hacia abajo, y ya haces ejercicio de cervicales.

2. Pon en marcha la cinta, ¡¡¡¡pero no te montes, que te cansas y sudas¡¡¡¡¡¡. Simplemente miras como corre la cinta y haces ejercicio de ojos.

3. En Spinning, ¡¡¡exige una bicicleta con dos ruedas¡¡¡. Con tres pedaladas que dés, adelantas a toda la clase y ya te paras, no es necesario más. No sudas y tu autoestima aumenta mucho cuando ves que has ganado a los musculitos de al lado.

4. Lo más importante: cuando veas a un grupo de chicas en una sala ¡¡¡¡no te juntes con ellas, por lo que más quieras¡¡¡¡. Parecen tranquilas, pero de pronto alguién pone música y se vuelven locas dando saltas como cabras. Lo llaman aerobic (aerovaca si alguna tiene más pecho de la cuenta). Evítalas.

Bueno, al margen de la juerga, me alegro mucho que hayas dado este paso. El ejercicio sólo sirve, a mi juicio, para una cosa: mejorar la calidad de vida, y aquí se incluye salud y belleza, si te hace sentir mejor esa belleza que se adquiere. Estoy contigo en que la obsesión nunca es buena.

Muchass gracias por tu post, me has hecho pasar un rato estupendo.

Lenka dijo...

JAJAJAJAJAJAJAAJAJAAAA!!! Molaría ver el careto de los cachas si aparezco con una bici de verdad y me pongo a dar vueltas por el gimnasio al grito de: "voy prime, voy primeeeee!!!"

Muy buenos consejos, Juan.

La belleza ni me preocupa ni me motiva, soy demasiado vaga como para ir cada día a sudar por estar mona. No, son mis huesos los que clamaban auxilio y por ellos lo hago. Y funciona, porque nunca me he sentido mejor.

Sra de Zafón dijo...

Hoy he caminado durante cinco horas, le he dado a la lengua tanto que tengo ganas de meterla en hielo, he perdido la llave del coche, me ha caído el móvil al mar y me he peleado con la jefa en plan total, y sólo de pensar en ir al gimnasio me da algo, pero sin embargo siento un poquillo de envidia cochina, porque jamás conseguí ser disciplinada en eso.
Ánimo Lenka.

Lenka dijo...

Buf, te entiendo! En días así, quién piensa en el gimnasio?????

Guaja dijo...

Vaya, que casualidad!. Hoy ha sido mi segundo dia de gimnasio. Mi entrenador no me quita ojo, se preocupa mucho por mis lesiones, es un buen tipo.

Pero aun no me sineto bien, porque cada ejercicio significa tension y miedo por quedarme trabada, o con el cuello tieso, o doblada a la mitad. Y en eso estoy ahora, en volver a recuperar la confianza en mi cuerpo, del que no me fio lo mas minimo. La ultima vez me de traiciono por agarrar el bote de champu en la bañera, asi que imagina el miedo que paso en los aparatos.

Pero leerte me anima a seguir llendo, porque tal vez llegue el dia en que pueda hacer un abdominal sin pasar angustia. Asi que ya sabes Len, a seguir sudando la camiseta, a darme ejemplo.

Lenka dijo...

Entiendo que extremes precauciones con los sustos que te has pegado ya. Pero mira, ya que nadie es capaz de darte una solución, quizá este sea un buen camino: poner la máquina tan a punto, conocerla tan a fondo, estar tan fuerte que cada vez haya menos sustos, y hasta puede que cada vez menos dolor. No se pierde nada por intentar una baza más. Esta requiere esfuerzo y pasar algo de miedo, pero seguro que merece la pena. Ánimo, Guaja!!!!