miércoles, 13 de junio de 2007

Lenka y Mila


Me dicen por ahí abajo, en la entrada anterior, que mi vida amorosa es muy ajetreada. Os parece? Nunca me lo había planteado, pero estoy haciéndolo ahora. Yo creo que "ajetreada" no es la palabra. De hecho, no sé cuál podría ser la palabra. Creo que se define mucho mejor con títulos:

Las cosas que nunca te dije...
Lo que pudo haber sido...
Es más tarde de lo que crees...

No sé si existe el destino, o si cada cual va tejiendo el suyo como puede. No sé si las cosas ocurren como consecuencia de nuestras decisiones, de lo que decimos y callamos, o si todo se basa en momentos y nosotros no podemos influir. Lo que sé es que, en mi caso, nunca parece ser el momento. Las cosas ocurren demasiado pronto, o demasiado tarde. Amo a quienes no me aman, y me aman quienes me dejan indiferente. Cuando llego acaban de partir, o aún no han llegado. O bien el sentimiento es mutuo pero se interpone la edad, o la distancia, o los otros amores, o los caminos, las metas, o la muerte. Resulta curioso este desajuste en la cadencia. Supongo que por eso afirmo que mi vida amorosa es inoportuna. Porque vivo con la sensación, al rememorarla, de que cada historia quedó inconclusa, que siempre quedó algo por hacer, algo por decir, algo por callar. Quizá esa es la razón de que haya empezado a escribirle cartas a Momo. Para dejar de ser Momo yo misma, para pensar en mis propias historias y desgranarlas como cuentas de rosario. No es una queja, ni un lamento. Es la manía de recordar, de atesorar los momentos, los nombres, las miradas. Desandar lo andado y comprobar cómo la sucesión se repite una y otra vez. Es como caminar en círculos, o dentro de un laberinto. No importa, habrá más historias. Que acabarán igual... o tal vez no.


Pero en realidad, lo que quiero hoy es enviar un beso a otra Géminis. A una que, misteriosamente, encontró un amor único, una historia eterna. Para bien o para mal, así fue. Así es. Es una Géminis muy especial, con la fuerza de un gigante y esa ternura llena de detalles de las mujeres de antes. Una Géminis que dejó su huella en un hombre, en once hijos, en trece nietos, que desciende de gentes bravas, de amores ilegítimos, de brañas, del mar y de una ermita vikinga. Una superviviente. Tengo en herencia el color de sus ojos, sus ojeras, su curiosidad por todo y, según dicen, su mal genio. Hoy todos mis besos son para Mila, que puso tanto de ella en mí y que me recuerda cómo seré si tengo la suerte de llegar a los ochenta y dos.

4 comentarios:

Lal dijo...

Con esa descripción de Mila y sabiendo que hay parte de ella en ti, no queda sino enviarle otro beso.
Inoportuno...el amor siempre lo es. Supongo que ahi radica gran parte de su encanto...
Besos Len!

Lenka dijo...

Oh, sí. El amor. Es encantadoramente odioso!!!

;-)

Celadus dijo...

Lo que no pasó fue tan súbito
que allí me quedé para siempre
sin saber, sin que me supieran,
como debajo de un sillón,
como perdido en la noche:
así fue aquello que no fue,
y así me quedé para siempre.

Pregunté a los otros después,
a las mujeres, a los hombres,
qué hacían con tanta certeza
y cómo aprendieron la vida:
en realidad no contestaron,
siguieron bailando y viviendo.

Es lo que no le pasó a uno
lo que determina el silencio,
y no quiero seguir hablando
porque allí me quedé esperando:
en esa región y aquel día
no sé lo que me pasó
pero ya no soy el mismo.

Pablo Neruda, Memorial de Isla Negra.

Un besote, gemela.

Lenka dijo...

Muchísimas gracias, gemelo.