viernes, 8 de junio de 2007

Es mi isla!!


"Pero al niño no le interesaba el perdón. Su único temor era que si iba al infierno... el perro estuviera esperándolo".
Vale, lo confieso, mi frikismo empeora. Había renunciado y me he vuelto a enganchar!! Pero claro, tenía que pasar.


Este año empecé con Josh. Por su culpa me metí en política. Y ojo, no en cualquier política. En la Casa Blanca. A lo grande. Rodeada de yankees! YO!! Con lo que he sido!! Pero le amaba, claro. Y le volveré a querer en cuanto los dioses me premien con otra campaña electoral. Porque se fue, por supuesto. Los hombres son así. Unos ingratos! Les amas, les adoras, les sigues con devoción durante cinco temporadas... y se van. Me quedé deshecha, claro. Y, qué podía hacer? Una verdadera bruja siempre anda a la caza de íncubos. Y, por desgracia, siempre encuentra alguno.

Desde Malaussène no he sido la misma. Me dejó, el muy desgraciado. Le fui fiel durante cinco libros, pero me dejó igualmente. Y, como en el fondo soy una viciosa, me eché en los brazos de un adolescente. No lo puedo evitar, es tan mono... con sus gafitas y su cicatriz... Evidentemente no podía durar mucho. Y en cambio ya ven, seis libros. Uno más que con mi Benjamin. Seis, nada menos. Lo dicho, vicio y nada más que vicio. Lo nuestro era imposible, obviamente. El chiquitín es divino, pero tiene que jugar con los de su edad... y yo con los de la mía. Así que abandoné a Potter (no descarto que caiga el séptimo cuando llegue el momento... por los viejos tiempos) y me enredé con el rubio.

Ustedes me comprenderán. El tío es un escándalo. El pelo, los ojos, esa mandíbula, esa boca, ese cuerpazo... la viva estampa de un vikingo. Y cada cual con sus filias, señores. Que servidora, en esencia, es Viggoréxica desde la más tierna pubertad. Pero, por encima de todo, es veleta.

Y aquí estamos, perdidos en una isla desierta llena de gente. Y osos. Y caballos. Y un búnker. O dos, o tres, total, ya metidos en harina... y avionetas. Y vírgenes rellenas de heroína. Números chungos, un ordenador antediluviano, una tecla, sueños paranoicos, signos de interrogación y un humo negro rarísimo que debe ser la venganza del ozono cabreado con los aerosoles. El ambiente no es que sea el colmo del romanticismo, no. Y encima está la pecosa, que lo tiene loco. Pero no importa. También hay acantilados...

Del genio embaucador y cínico al chivo expiatorio corrosivo, pasando por el mago imberbe, y de ahí, haciendo un mortal hacia atrás con doble tirabuzón, a los brazos del canalla más macizo a este lado del Pacífico Sur. Amo a Josh. Y a Ben. Y a Harry. Y a Viggo, por encima de todo. Y amaré a muchos otros porque hay bruja para todos. Pero, de momento... me quedo con Sawyer... hasta nueva orden. Por cierto: que a nadie se le ocurra rescatarme. En esta isla estoy bien. En esta sí.

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