miércoles, 29 de octubre de 2008

Madres Vampiro


Me he empeñado en hablar de Mujeres Malas y bajo este título voy confeccionado un cajón de sastre (y desastre) en el que caben las distintas, las olvidadas, las vilipendiadas, las luchadoras, las fuertes, las sometidas, todas las que fueron malas porque el mundo las señaló así, también las que fueron malas para sí mismas y, cómo no, las que realmente fueron monstruosas.

Y es que de todo hubo. Y, muchas veces, el calificativo dependió del momento, de la historia, del lugar. Ser buena o mala casi nunca tuvo nada que ver con ellas mismas, sino con su mundo. Por eso la pérfida Jezabel podría haber sido hoy día una heroína trágica, o, tal vez, la protagonista de Sexo en Nueva York. Por eso Zenobia fue aplaudida como esposa perfecta en su día y hoy nos merece compasión por la esclava que fue. Por eso Camille fue enterrada en vida, mientras George Sand gozó de la gloria.

Apena ver a tanta mujer valiente borrada de la historia o, en el mejor de los casos, tachada de loca, histérica o perversa. Pero también sorprende que el silencio haya alcanzado incluso a las malvadas. También en eso nos han ganado los varones. Habiendo, como hubo, tanta mala real, por qué ignorarlas y estigmatizar a otras que no lo fueron? Por qué en ese esfuerzo que tantas veces la iglesia, o la religión, la literatura incluso (recordad los cuentos de la infancia) se tomaron en moralizar a nuestra costa, en demonizar a otras para enseñarnos la buena senda, no aparecen los nombres de las verdaderamente despreciables? Acaso, en el fondo, ni siquiera los machistas y misóginos de entonces estaban preparados para asumir ciertas cosas y prefirieron desaparecerlas? Temían estos buenos hombres que sus coetáneas pudieran descubrir la maldad absoluta? Era más deseable decidir (controlar) qué era bueno y qué malo para ellas, para nosotras? Rescatemos del silencio a más Mujeres Malas. Algunas de ellas, terribles.

Aurora nació en El Ferrol, en el año 1880, en el seno de una familia acomodada, socialista y con fama de extravagante. No fue al colegio, pero devoró la biblioteca paterna, adoptando ideas revolucionarias y alimentando una locura que sin duda ya latía en ella, y que le hacía verse a sí misma como un mesías. A los catorce años se volcó en la crianza de un sobrino (que su hermana tuvo de soltera) ensayando en el niño sus particulares teorías pedagógicas. El pequeño, Pepito Arriola, llegaría a niño prodigio como pianista, pero Aurora jamás le otorgó mérito alguno. Era ella la causa de todo, era su sabiduría, su influencia, su espíritu poseyendo al niño. Al llegar los primeros éxitos, la madre se llevó al portento, dejando a Aurora desconsolada. Curiosamente, Arriola decayó hasta desaparecer del panorama musical, y eso fortaleció en Aurora la idea de que el prodigio se debía sólo a ella. Probablemente fue entonces cuando decidió ser madre.

"Yo soy la Aurora de nuevos seres que están por venir", llegó a asegurar. Pariría el comienzo de una nueva raza, de un redentor de la humanidad. Una criatura que sería educada en tal sentido y a tal fin. Fallecidos sus padres, Aurora no tenía preocupaciones económicas, así que buscó a un candidato para fecundarla, se acostó con el tres veces (cosa que le produjo gran repugnancia) y, al saberse embarazada, se fue a Madrid. Allí, en 1914, en un mundo convulso e incierto, nació su hija, a la que bautizó con el pomposo nombre de Hildegart "jardín de la sabiduría". Desde ese mismo instante, comenzó el entrenamiento de la niña. A los tres años, Hilde leía y escribía correctamente. A lo cuatro, era mecanógrafa. A los ocho dominaba cuatro idiomas. Aurora no descuidó la filosofía (a través de la cual le inculcó sus ideas) ni la educación sexual (porque pensaba que el sexo perdía a las mujeres). Más adelante, Hilde confesará que no tuvo infancia, ni amigos. Que jamás pudo jugar. Las madres de otros niños aborrecían a Aurora, que trataba a la pequeña con frialdad, le imponía jornadas de trabajo extenuantes y la maltrataba constantemente. A los catorce años empieza la vida pública de Hildegart, que ingresa en las filas de UGT y las Juventudes Socialistas, donde será elegida vicepresidenta tres meses después.

Hildegart publica artículos y libros, da conferencias, se vuelve una feroz crítica contra el partido socialista, es expulsada, ingresa en el Federal, critica al gobierno republicano (como se puede ver, es cualquier cosa menos conformista), termina Filosofía y Letras, Derecho a los diecisiete años, empieza Medicina, funda la Liga de la Reforma Sexual y empieza a darse a conocer en el extranjero. H.G. Wells y el sexólogo Ellis (que la apodaba La Virgen Roja) mantienen correspondencia con ella y la animan a irse a Inglaterra. Esta decisión supone el resquebrajamiento de los planes de Aurora, en mitad de una tensión que venía de muy atrás.

Y es que la vida de Hilde, lejos de parecer idílica, es un infierno. Aurora es absolutamente controladora, no permite a su hija relacionarse, mucho menos salir con hombres o tener la más mínima libertad. Vivían en una cárcel, sin visitas, sin amigos, sin separarse jamás la una de la otra, sin nada que pudiera contaminar a Hildegart. Aurora disfraza su crueldad de abnegación: "yo sólo vivo para mi hija y para servir a la humanidad". Vampiriza a su propia sangre, vive a través de ella, representa a la perfección la imagen de la madre castradora revestida de amor y sacrificio. Y, de pronto, el mundo conspira para robarle a su hija, porque es el medio para acabar con la madre, con Aurora, el verdadero genio. Porque, una vez más, todo el mérito es suyo. Hildegart es sólo un instrumento, una marioneta de sus delirios megalomaníacos. Aurora no va a permitir que la destruyan, y mucho menos tolerará la traición de esa hija suya egoísta que pretende abandonarla, esa hija que, sin ella, no es nada.
Para terminar de complicar las cosas, Hilde comete la imperdonable osadía de enamorarse de un compañero de partido, y pretende llevar a la práctica esa tan cacareada libertad que pregona su madre. Quiere vivir, quiere amar, quiere ser ella misma. Quiere ser una mujer normal, quiere gustar. Se corta las trenzas, se adorna tímidamente ofendiendo a su madre, que reniega de la coquetería y aborrece el sexo, por mucho que conozca la teoría. Aurora siente celos de su hija, detesta la idea de perderla, de ver cómo se aleja. Encolerizada, aplasta sus ilusiones románticas asegurándole que no ha sido concebida para el matrimonio, ya que tal debilidad echaría por tierra todos sus planes (los de ella, los de Aurora). Hildegart tiene una crisis de llanto. El lazo de su madre se cierra cada vez más sobre ella. La joven, asfixiada por tantos años de esclavitud, asegura que quiere morirse. Aurora la encierra a cal y canto en casa. Incluso arranca el teléfono para que Hilde no pueda hablar con nadie. Presa y carcelera comparten incluso el dormitorio y el último verano de Hildegart se convierte en una tortura macabra por el aislamiento y las discusiones. Finalmente, la joven está decidida a escapar y empezar una nueva vida en Inglaterra. Pocos días antes de que Hildegart alcanzara la libertad que tanto ansiaba, su madre pasa la noche en vela, contemplándola dormir y barruntando sabe Dios qué paranoias. Al amanecer, le dispara cuatro tiros a bocajarro que la matan en el acto. Uno de ellos, el último, desfigura la cara de Hilde. Aurora lleva su crueldad hasta el final, destrozando la belleza, la juventud y la vida de su hija.

Aurora odiaba la idea de ser tenida por loca. Durante el juicio, luchó incansablemente por probar su lucidez, por demostrar que el asesinato de su hija había sido "una obra sublime". Lo asombroso es que, en efecto, se la consideró cuerda y fue enviada a prisión. Dos años más tarde, en cambio, su demencia era tan obvia, que decidieron trasladarla a un manicomio, del que ya no saldría jamás. Sobrevivió veintitrés años a su hija de dieciocho. Permaneció encerrada y castigada, perdida en sus ideas delirantes, convencida siempre de lo intachable de su conducta. Afortunadamente, no pudo destrozar otras vidas. Por desgracia, su hija Hildegart nació, vivió y murió siendo el centro único de aquella enajenación. La propia mano de su madre, de su verdugo, la liberó por fin. Pero a un precio demasiado alto.

En los años treinta, en esta país, ya había mujeres interesadas en la sexología, ya se hablaba del amor libre, del control de la natalidad y de las libertades. Posteriores fascismos y dictaduras aplastaron estos movimientos y relegaron (otra vez) a la mujer a un papel secundario, sumiso. La lucha por la igualdad no es nueva, viene de muy atrás. Ha sido muy duro, ha sido muy difícil y ha costado muchas vidas, vidas que rara vez aparecen en monumentos o reciben homenajes. Es triste que la mayoría hayan caído en el olvido. Y es más triste comprobar cuántas veces la mujer es una zorra para la mujer.

12 comentarios:

Ado dijo...

Esta historia pone los pelos de punta. La primera vez que la oí fuen el la voz del gran José Antonio Cebrian.

Esperando otras mujeres malas

Ina dijo...

Es cierto. Es un episodio tan triste y tan terrible que hiela la sangre. ¿Cuánto sufriría esa pobre niña?

Kaken dijo...

No puedo recordar desde hace cuantos años he oido o leido esta terrible historia, que siempre me escalofría, bufff.
Y lo más grave es que sigue sucediendo, aunque en una escala menor.
Mi conclusión personal es que nadie tiene derecho a faltarle al respeto a sus hijos, no son su posesión y, a partir de ahí, se pueden construir muchas cosas.
Gracias, Lenka.

Juan dijo...

Un lujo Lenka. Qué bien cuentas las historias.

Al margen de lo obvio, me llama la atención ¿hasta dónde es capaz de conseguir el cerebro si se le adiestra?.

Un abrazo.

Lenka dijo...

No tengo la menor idea, Juan, pero imagino que puede llegar muy muy lejos. Lo malo es cuántas veces se ha destrozado una vida a cambio de potenciar un cerebro. Parece que es casi imposible equilibrar el conocimiento con todo lo demás: las emociones, las vivencias, la diversión. Recuerdo que hace poco Kaken nos hablaba de los niños superdotados. Lo más lógico parece motivarlos, estimular esas capacidades suyas, verdad? Si no se hace, suelen caer en el aburrimiento, la desgana, incluso la depre y la frustración. Y por otro lado, qué delgada es la línea... la de casos de niños especiales que se lamentan de no haber tenido infancia, siempre estudiando, de no haber podido nunca mancharse la ropa, hacer el tonto, ser banales y reírse por nada.

Conozco a algún niño así, y a otros que me resultan un tanto espeluznantes, y son esos que ya no pueden evitar mirarlo todo por encima del hombro, con hastío, con condescendencia. He visto niños muy inteligentes claramente avergonzados de sus padres, tiesos, encorsetados, incapaces de la menor espontaneidad, niños que te confiesan que la mayoría de la gente les parece estúpida. Es terrible, porque se van aislando cada vez más, porque nada a su alrededor les resulta satisfactorio, nada les llena. Supongo que son esos los que luego conocemos como "genios cascarrabias", esa gente brillante pero incapaz de relacionarse, de empatizar, casi de vivir.

Cómo se evitará eso? Todos hemos oído que los tontos son más felices porque no se comen tanto la cabeza. Arturo suele hablar mucho del precio que se paga por la lucidez. Cuando alguien, máxime un niño, es tan inteligente como para que todo le parezca superficial, qué se puede hacer? Nadie así puede plantearse: "de acuerdo, voy a ser menos listo, voy a ser menos lúcido, voy a olvidar cuanto sé y a ignorar todo lo que opino, voy a ser más tonto y más feliz". Será por eso que estas personas tienen tanta dificultad para adaptarse? a lo mejor una inteligencia muy alta te convierte en un elitista sin remedio, en un autista social, en un intransigente, qué sé yo.

Hala, me acabo de ir por las ramas a más no poder. Mira lo que has hecho, Costillo!! ;-)
En fin, más allá de teorías rebuscadas, esta historia es estremecedora. La conocí hace años y nunca deja de impactarme. Como dice Ina, el sufrimiento de esta chica debió ser incalculable, espeluznante.

Saludos a todos y gracias por soportar estos ladrillos!!

Eli dijo...

En 1977 Fernando Fernán Gómez rodó una película sobre esta mujer que puso los pelos de punta al personal. Ya el poster de la peli era espeluznante. Recuerdo que yo la ví mucho más tarde y aún de remanguillé porque no era el tipo de peli que los padres de la época nos dejaban ver.

Juan dijo...

Es que no te has ido por las ramas. La historia, además de las conclusiones que se pueden extraer de la actitud de la madre, también tiene una vertiente muy interesante y que tú has expresado muy bien: hasta donde puede llegar nuestra mente....hasta donde es conveniente que llegue, como se llega a un equilibrio entre lucidez y emoción. ¿Porqué se puede ser extremadamente inteligente en el aspecto intelectual y un auténtico subnormal en inteligencia emocional?.

Has abierto la caja de Pandora Lenka, jejejejeje.

Un abrazo.

Lenka dijo...

Eli, hace años que deseo ver esa película, pero no hay forma de encontrarla. También sé que hubo una obra de teatro y que estuvo prohibida muchos años. Se ve que el tema no dejaba indiferente a nadie (no es para menos!)

Juan, pues sí que hemos abierto la caja, sí. No sé si la de Pandora, pero alguna hemos abierto. Sigo dándole vueltas, la verdad es que la cosa da para mucho. Como mínimo para una entrada aparte.

"¿Porqué se puede ser extremadamente inteligente en el aspecto intelectual y un auténtico subnormal en inteligencia emocional?" Tal cual. Ahí le has dao. Ese es el quid. El perfecto resumen de todo. No creo que se pueda aplicar a Hilde, porque ya sabemos que ella no eligió su aislamiento, pobrecita. Muy al contrario, su afán por la vida, por relacionarse, por ser normal, le costó la vida. Pero es muy cierto que les pasa a muchos. Por eso igual el tema merece su propia entrada, independiente de la historia trágica de Hildegart. Sigo barruntando...

Lenka dijo...

Oivá, he cambiado la foto pero también aparece la antigua en anteriores comentarios, así que ahora parece que hay dos Lenkas!! Jejeje, como decía mi madre: la Lenka buena y la Lenka mala.

Quién es quién??

;-)

Anónimo dijo...

La Lenka que a mi me gusta es la que mira al frenteeee, no te pega esconder la cara!!

Te encontre por estos lares por azares del ciberespacio, MOTERA!!!!

Lenka dijo...

Quién ereeeeeeeees???? (Hala, qué intriga!!!!)

Kaken dijo...

"¿Porqué se puede ser extremadamente inteligente en el aspecto intelectual y un auténtico subnormal en inteligencia emocional?"
Te suena SD?? ;-)
Y no sigo que si no va a "parecer" que estoy obsesionada, jejeje.
Me encanta tu analisis y la foto.