jueves, 30 de octubre de 2008

Apostando al 13


Ayer brindábamos con cava para celebrar tu indefinido. No está mal después de siete años. Todavía queda un poco en la nevera y me pregunto si esta noche podremos volver a brindar. Menuda racha sería, dos brindis seguidos, verdad? La Bruja dice: "demasiado bonito para ser cierto". La Hechicera dice: "ya lo verás, ya lo verás, todo saldrá bien, es el momento de que todo salga bien!!!" La Vampira se returce el pelo, inquieta, intentando vencer la pulsión de echar a correr de un lado a otro presa del pánico. Yo le suelto un bufido a La Bruja, intento atemperar el delirio optimista de La Hechicera y, directamente, amordazo a La Vampira. Está claro. Tres son multitud.

En cualquier caso, estoy dispuesta a apostar por el 13. Es un número que siempre me ha gustado. El número de la Diosa transformado en pagano, demonizado y perseguido cuando llegó a su fin la era de la Gran Madre. Es un número femenino y por tanto oscuro, siniestro y maléfico. Ya sabéis. Mujeres Malas. Me gusta el 13 por todo su simbolismo esotérico de la muerte y el renacer (todas esas pamplinas mágicas que me encantan porque hunden sus raíces en lo que fuimos). Me gusta el 13 porque nos rodea desde el principio. Un 13 nos quedamos a solas la primera vez, como en un presagio. Seis meses después, también un 13, compartimos la primera noche. Parece que el 13 se haya convertido en nuestro número. Y hoy descubro, por pura casualidad, que este barrio en el que vivimos se fundó un 13. Pero no un 13 cualquiera, un 13 de abril, seis años antes de nuestra historia. Es curioso. El 13 y el 6.

Juguemos al 13, entonces. Confiemos en él y en que hoy sea el último día del pasado y, de algún modo, el primero de una nueva era. Confiemos en esa firma, en el futuro y en el cava. Lo sé, es irracional, no sirve de nada tener fe en las pequeñas magias. O sí? Qué tiene de malo? Siempre me han gustado estos juegos inofensivos. Conjuremos la mala suerte con un 13. Con el nuestro.
Edición de última hora: Vaya, pues no. La Bruja se parte de risa en mi misma cara. "Lo veeees?? Lo veeeees??" me repite, la muy desgraciada. Así que le ordeno que cierre el pico si no quiere que la cuelgue por los pies. Pues nada, no ha sido el día, hoy tampoco tocaba, de nuevo todo a medias, este es el cuento de nunca acabar. Nena, me tienes frita. Ya sé que no es mi guerra, pero no estaría mal que tuvieras un poco de consideración con las tres personas a las que tienes bailando a tu son. A qué juegas? Qué quieres? Por qué tantas vueltas? Si eres tú quien lo está decidiendo todo, qué problema tienes? Te aseguro que sigo apostando al 13 y no pierdo la fe, porque quieras o no, tarde o temprano, este estupidez terminará. Pero entre tanto y no... este junco cada vez tiene más ganas de volverse fusta!!!!!! No importa, no importa, todo está bien. Más paciencia. Por mis muertos que me he de beber esa botella de cava. Y tú que lo veas. Mona.

10 comentarios:

Ina dijo...

Lo siento Len. Paciencia. El tiempo suele poner las cosas en su sitio. Aunque no se da mucha prisa, eso es cierto. Un abrazo.

Juan dijo...

La verdad es que me he quedado un poco a dos velas. No he entendido bien esta entrada.

Ina, a veces, pocas, el tiempo pone las cosas en el sitio que deseas.....pero yo confiaría bastante poco en el tiempo o en el 13. El tiempo fija las cosas, y no necesariamente en el sitio que queremos.

Un abrazo.

Lenka dijo...

Eso lo sé, Juan. Crees realmente que confío en cosas como la suerte, los números o el azar?? Bastante complicada es la vida ya sin contar con eso. No, sólo son mis pequeñas magias, cosas a las que me agarro para mantener la calma, como otros repiten un mantra o mi abuela sus rosarios. Son tonterías inofensivas en las que no pones realmente ni la fe ni la esperanza. Simplemente les haces guiños.

Esta entrada habla de una historia que acabó hace más de dos años y de otra que empezó hace casi siete meses, pero que, en algunos aspectos, está en el aire porque la historia anterior se resiste a terminar. Una de las partes, al menos. Habla de cómo consentimos a las personas que amamos, sin darnos cuenta de que les hacemos (y nos hacemos) un muy flaco favor. De cómo esas personas suelen volverse caprichosas, indecisas, veletas y las seguimos consintiendo, cuando ya no hay amor, no vaya a ser que se les ocurra perjudicarnos.

Habla de hacer equilibrios, del conflicto entre "le daría dos bofetadas" y el "hay que tener paciencia, a ver si esto se acaba de una vez de la mejor manera posible". Habla de revanchismo, de pataleo, del "te tengo cogido por donde yo quería". De terceras personas metidas en guerras ajenas pero que se ven obligadas también a bailar al son. De que la maldad, la inmadurez, la estupidez (no tengo muy clara la causa) de una sola persona pueda tener en danza a otras tres con berrinches absurdos, negándose a aceptar que, efectivamente, el tiempo no siempre fija las cosas donde queremos.

Y habla de que se me está acabando la paciencia por momentos.

Juan dijo...

Ahora sí lo entiendo Lenka, muchas gracias.

Muy duro eso de consentir. Muy duro. Pocas veces sirve para algo, que no sea cronificar el dolor y el error.

Consentir no es más que aceptar lo inaceptable.

Muchos ánimos Lenka.

Un fuerte abrazo

Lenka dijo...

Cierto, Juan, pero cuántas estupideces hacemos por amor, por miedo, por egoísmo a veces, por mera precaución... yo qué sé, por mil motivos. Acabamos justificándonos de muchas formas y no todo es justificable.
Consentir no es más que aceptar lo inaceptable. Muy buena. Una verdad tremenda. Me la quedo, con tu permiso.

Gracias a los dos por los ánimos.

Guaja dijo...

Se tiene que acabar, Le. Se le da todo lo que pide, se le facilita todo. En algun momento no va a tener mas motivos para seguir rompiendo las pelotas.
No te voy a decir que tengas paciencia, pero si que tengas en cuenta todo lo bueno que habra cuando esta historia termine.
Tu Trasto, VUESTRO torreon, y toda una vida por delante.

Un beso enorme pollo!!

Lenka dijo...

Gracias Lo. Esteeee, así, por mera curiosidad no más... no te traerías algún sicario en la maleta?? O te lo confiscaron en el aeropuerto???

;-)

Alberich dijo...

Un abrazo, Len-

Sra de Zafón dijo...

Buen día de todos los santos, conocidos y desconocidos, al Torreón de Lenka.
Apostemos al 13 y al 22 (en mi caso aparece siempre de modo cíclico y mágico acompañando los mejores momentos de mi vida) pero sobre todo apostemos por arrojar de nuestras vidas todo lo que consideramos inaceptable (como bien define tu amigo Juan el hecho de consentir).
Consentir no es lo mismo que respetar, ni amar, más bien es todo lo contrario. Consentir es ofrecer la posibilidad al consentido de seguir siendo un pataletas ególatra e irracional.
Consentimos por miedo y por comodidad, nunca por respeto al otro, porque si le respetásemos no le consentiríamos.
Los consentidores nunca son libres, por tanto nunca VIVEN de verdad.
Pero a veces, Lenka, una que ha tenido que currarse los propios "no consiento", he consentido, con todo lo que ello conlleva, que mi pareja lo haga. Creo que he respetado el tiempo que cada uno necesita para ver y elegir lo que quiere hacer, pero en mi caso la decepción a la que me estaba llevando el comportamiento de mi pareja casi quiebra nuestra relación. Pero lo vi muy claro, yo eso no lo quiero en mi vida, y mi chico tuvo que elegir entre seguir consintiendo o seguir con...migo. (Eran años ya...)
En nuestro caso es un asunto muy delicado porque hay niños por medio. Él creía que consentía por "proteger" a sus hijos, pero a leguas se olían su miedo y su comodidad. En cuanto pasó a decirles la verdad de todo lo que ocurría y le quitó la máscara a su ex, ha dejado de tener problemas "de padre separado".
Cualquier niño entiende que no se debe dejar usar, ni comprar, curiosamente sería más sencillo que un adulto lo entendiese pero la mayoría de las veces no es así.
He trabajado en mediación familiar durante años, y he asistido a barbaridade increíbles, y puedo asegurar que sólo cuando el consentidor (da igual que sea hombre que mujer) pierde el miedo la vida de todos los implicados comienza a ser VIDA.

Si tu pareja, tu trasto, sigue consintiendo vas a acabar mandándolo al cuerno. Por cordura, por honestidad, por agotamiento...
Porque me da que tú no vales ni para consentir, ni para vivir con un consentidor durante mucho tiempo.
Espero por el bien del trasto que se sitúe donde tiene que hacerlo para no decepcionarte, porque el amor es muy lindo, pero más lindo es sentirse bien con una misma sin pelearte contra guerras ajenas que tú resolverías en un tris trás.

Lo mismo me he pasado un montón, Lenka...pero la entrada esta da para esto y para más.
Besos

Lenka dijo...

No te preocupes, que no te pasas.

Verás, esta historia me la conozco de pe a pa. Primero, porque fui niña de padres separados, y me consta cuánto se consienten, cuánto se echan en cara, cuánto dolor te salpica y cuánto consientes tú mismo como hijo (hasta que aprendes la diferencia entre perdonar y consentir, que es enorme, y haces las paces contigo mismo hablando muy clarito, manifestando lo que no vas a consentir nunca más y perdonando todo lo anterior. Es todo un momentazo de empezar a VIVIR, como bien dices)

Ahora me toca otro papel. El papel de cómplice consentidora, porque, dentro de lo malo, al menos tengo la suerte de que mi pareja no está ciega ni justifica lo injustificable. Mi pareja está hasta el moño también, y ve, analiza, capta las intenciones, no se deja engañar por lo que está pasando. Y tras valorar la situación concluye que sí, que malditas las ganas, pero que va a consentir hasta aquí. Y a partir de un punto no consiente más. Y como me entiende, me escucha, me mantiene al margen de las piñas, respeta lo que yo opino y decido al respecto y todo se habla y se negocia, pues, de momento, la cosa no nos afeta como pareja. Tenemos la suerte de sentirnos en el mismo bando y de apoyarnos en esto.

Quizá sea otro modo de justificarnos, pero es lo único que podemos decir en nuestro favor: nos sabemos consentidores y no nos gusta, pero, de momento, consideramos que es lo mejor para los dos, él y yo. Y ambos estamos de acuerdo en el hasta dónde y en que si deja de ser lo mejor para nosotros, se acabarán las contemplaciones. Al menos es más llevadero así!!!
;-)