martes, 20 de julio de 2010

La vida de Rom


La historia de Rom es de esas tan absolutamente demoledoras que, de verla retratada en una película, tildaríamos al guionista de exagerado. Nació en un país de sudamérica, en el seno de una familia en la que ya existía el maltrato. Su padre es, para qué andarnos con eufemismos, uno de esos cabrones demoledores, déspotas, machistas y cobardes que nunca han servido para nada y pagan sus frustraciones con quienes tienen más cerca. Rom creció en medio de esa realidad, sufriendo los rigores de aquel ogro violento y de una madre sometida, llorosa, infeliz y devastada que, a pesar de todo, siempre se ha negado a romper con su verdugo. Se independizó en cuanto pudo (o, mejor dicho, salió huyendo) y, como suele suceder, unió su vida a un tipo que era un calco de su padre. Tuvo con él dos hijas y soportó lo insoportable hasta que un buen día se le terminó la paciencia de la peor manera posible. La última vez que su marido intentó pegarle, Rom le apuntó con un arma y disparó. Como resultado de aquel episodio, ella fue a prisión, las niñas se fueron con los abuelos y él se quedó sentado en una silla de ruedas, impotente y a merced de unas bolsas que le vaciarán vejiga e intestinos por el resto de su vida.

Cumplida la pena, Rom re-deshizo su vida con otro elemento de parecidas características, aunque esta vez no mediaron pistolas en sus conflictos. Llegaron dos hijas más y un día Rom abandonó a su nuevo verdugo. Decidió poner oceáno entre ambos y se vino a España. Su familia la siguió en su aventura, con las ventajas y lastres que eso suponía. El patriarca no perdió sus arraigadas costumbres: siguió bebiendo, gritando y golpeando a su mujer, a Rom y a su hermano adolescente. Pero un día tuvo la ocurrencia de pegar a la mayor de sus nietas, y aquello fue la gota que colmó el vaso. Rom agarró a su prole y se plantó en la Casa de las Mujeres Tristes. Su caso es de los imprevisibles. Hablamos de una mujer que ha pasado por varios infiernos pero que, al mismo tiempo, es capaz, voluntariosa, trabajadora. Una mujer que pelea sin descanso por alcanzar la normalidad, la paz. Lo complejo del asunto es que vive inmersa en un mar de contradicciones. Cuenta con la cercanía de su familia, pero esto no le sirve de ayuda, al contrario. Papá fue su primer verdugo, mamá la primera consentidora. Y Rom está agotada de esa guerra. Tanto que, secretamente, nos suplicó que si su madre solicitaba ingresar en la Casa, la enviáramos a otra parte. Porque Rom ya no soporta ese peso, esa responsabilidad, ni la certeza de que a los pocos días su padre aparecerá duchado, afeitado y con una rosa mugrienta y se llevará del brazo a su mujer, sonriendo bobalicona como una novia.

También están las cuatro enanas, su otra contradicción. Porque son su mayor tesoro, su fuerza, lo que le impulsa a resistir, pero también su mayor carga. Rom es más joven que yo. La mayor de sus niñas tiene 11 años. La menor, 6. Una no puede soltar todo y largarse o vivir despreocupada cuando tiene cuatro hijas. Una ni siquiera puede sentarse a llorar, deprimirse, cansarse o largar un trabajo de mierda. Que esa es otra. Rom, como tantas compatriotas suyas, trabaja doce horas diarias limpiando una casa, cocinando y cuidando a una anciana, a cambio de un sueldo miserable y teniendo que soportar cómo la "señora" (la hija de la viejita, por más datos una jodida maruja ociosa) la persigue constantemente para chillarle cómo debe sacar brillo a los muebles, cómo debe preparar la comida, cómo debe bañar a la pobrecita inválida, cómo de mal lo hace todo y lo agradecida que debiera estarle a ella, tan buena cristiana, por haberle hecho el inmenso favor de darle un trabajo digno pese a ser una extranjera. Rom traga saliva, dice "sí, señora" y colma de mimos a la abuelita indefensa, porque pertenece a una cultura que venera a los mayores.

Las niñas de Rom son una piña sin fisuras. Adoran a su madre, que las educa con ternura y firmeza. No las consiente, pero tampoco se permite una mala cara hacia ellas, por reventada que esté. Es todo un icono de amor maternal sin ñoñerías, muy consciente de su responsabilidad y muy ajena a histerismos y victimizaciones. Rom asume su vida como mejor puede. Por mi parte jamás había conocido niñas más difíciles de conquistar. Malencaradas, esquivas, desafiantes, con una malicia muy adulta y la picardía suficiente como para plantarse justo en el límite de la grosería sin atravesarlo. No las culpo. Para ellas, cualquier adulto que no sea su madre es, sencillamente, un hijo de puta potencial dispuesto a hacerles daño. No te quieren, no te aceptan, no te necesitan, no van a dejarte entrar en su pequeño mundo de cinco, y así te lo hacen saber. No intentes ganártelas con dulzuras ni con regalitos. Automáticamente te clavarán sus ojos oscuros llenos de desconfianza y, por deseosas que estén de aceptar el obsequio, te lo despreciarán con frialdad.

El otro día el barrio atronaba de sirenas. Cuando llegué a trabajar supe la razón. Tras un día particularmente insufrible en el trabajo y la noticia de que su hermano de 15 años había tenido que ir al hospital tras la enésima (y especialmente violenta) paliza de papá, Rom preparaba la cena de sus crías y, sin pensárselo dos veces, se rajó el vientre con el cuchillo que tenía en la mano. Se cubrió con un trapo, mandó a las niñas al apartamento de otra usuaria, pidió ayuda y fue llevada a urgencias, donde le dieron unos puntos y un calmante. Oficialmente, y de cara a las nenas, se cortó de modo accidental. Regresó esa misma noche, serena y sorprendida. "Te juro, no sé ni qué hice. Jamás me pasó algo así, y mira que hasta estuve en prisión. Cómo me volví así de loca de repente, si me han pasado cosas peores?" Le dije que, simplemente, un día a cualquiera se nos salta la tapa. Suspiró, fue a por sus niñas y se acostó. "Mañana tengo trabajo", dijo. "Pero, mujer, cómo vas a ir a trabajar con la barriga recién cosida?" Se echó a reír. "Y que me despida esa bruja? No, no, yo mañana me voy al trabajo con mi viejita. Además, qué remedio me queda?" No lo sé, Rom. Ojalá lo supiera.

13 comentarios:

Rogorn dijo...

Le queda irse a otra parte donde no esté él. Sin él, solucionado. Por el momento. Sería el único sacrificio que tendría que hacer, si es que aún lo es.

Jack dijo...

Joder, Len.
Vaya tela.



Vaya tela, vaya tela.

Es lo único que me sale, de tantas cosas que me salen.
En fin.


Por cier.
Lo de la bolsita de mierda me parece lo mínimo.

Lenka dijo...

Desde luego tendría que alejarse de su padre, eso está claro. Pero qué difíciles son estas cosas. Por más que esté harta de sus movidas familiares, harta de la sumisión de su madre y de una situación que siempre se repite, no puede evitar sentirse responsable en cierto modo. Sobre todo por su hermano. De ahí su agobio. Se siente en el deber de salvar a su madre y a su hermano, mientras se intenta salvar ella y cría a cuatro niñas. Es un desfase. Y no dudes que, además, sufre chantajes emocionales al respecto. Porque su madre es de esa clase de mujeres que pide socorro y se refugia en la hija cuando las cosas se ponen muy chungas, pero luego niega la mayor, vuelve con el cabrón y espeta cosas como "tú no te metas" o "respeta a tu padre!" Una situación de porquería de la que no es fácil encontrar salida.

Jack, te diré que nosotras jamás le hemos aplaudido a Rom el tiro que le metió a su primer marido. Ahora bien, cuando lo comentamos entre las del gremio te aseguro que siempre se escapa una mueca de esas de "no voy a decirlo en voz alta, pero ya me entendéis todas". Vamos, que racionalmente no lo apruebas. Visceralmente opinas que quizá no esté mal del todo eso de haber dejado al nota con la polla inservible. Puede que así no haga más desgraciadas ni más chiquillos que traumatizar.

Rogorn dijo...

Casos como éste son por lo que te digo que yo no podría hacer ese trabajo. Yo no pararía de darle la murga con que se las pirara por la vereda y se llevara a todas las mujeres de la familia. O sea, hacen sacrificios diarios, cargan con carros y carretas, se rompen el lomo currando, y no hacen lo más sencillo (que no lo más fácil), que además lo arreglaría todo.

Si el problema es el curro, podría intercambiárselo con alguien de otra casa igual en la punta contraria de España a quien también le viniera bien cambiar de aires. Pero claro, este es el tipo de cosas que dice quien no está metido en el ajo.

Luna dijo...

Buenas.
Que se puede decir de una historia como esta?
De entrada solo se me ocurre decirte que tienes toda mi admiracion, cariño y respeto por ese trabajo duro, pero bien hecho!
Pense que estarias de vacaciones... y la sorpresa...
Tengo algunas cosas que a lo mejor te podrian venir bien, pero eso me gustaria comentarlo en privado.

Para poder hacer ese trabajo, hay que ser muy generosa...

Me gusta tu lucha, tu generosidad...deberiamos aprender cada dia de tus historias que reflejan tus esfuerzos!
Besos desde el fondo de mi corazon!
Rosa

Lenka dijo...

Y cómo haces para convencer a tu madre de que deje a tu padre? Cómo te las apañas para dejar todo atrás (lo poco que tienes) y largarte a otro sitio a empezar de cero con un hermano de 15 años y cuatro hijas? Porque no dudes que los Servicios Sociales te andarán controlando, y a ver qué pasa con ese hermano, y con esas niñas, y a ver cómo es que una mujer de menos de treinta años y ganando 400 o 500 euros al mes se puede hacer cargo de semejante prole, y a ver si no va a ser mejor meter a los niños (todos, hermano incluido) en un centro...

Y mira, soy la primera que dice que, para estar mal, mejor en un centro, sí. Pero es que no están mal con Rom. Las niñas no. Están bien atendidas, escolarizadas y por nada del mundo se quieren apartar de su madre. Y respecto al hermano... pues ahí anda, aguantando los tirones de un lado y del otro. Porque para él dejar a la madre sola con el agresor es una traición. Ire con Rom es ser una carga. Y quedarse como está es no ganar pa palizas. Sólo tiene 15 años y no puede con esto. Lógicamente la única solución es la del centro de marras, cosa de la que el crío no quiere ni oír hablar. Porque ya estuvo en centros en su país de origen y oh, vaya, precisamente en ellos recibió tantas palizas como en casa amén de alguna que otra violación. Por más que le digas que aquí no pasa eso, te dice que al centro te vayas tú. Y te añade que no entiende por qué si él no ha hecho nada malo le quieren castigar. Y le entiendo. Hay cosas que tenemos muy mal montadas, o será que hay casos (como el de la madre que prefiere que la maten a denunciar o dejar al marido) con los que sencillamente es que no sabe uno por dónde tirar. Porque es el padre quien debiera estar en la cárcel, no el crío.

Total, que Rom tampoco se va porque no quiere perder de vista a su hermano del todo. Porque aunque esté agotada no pierde la esperanza de que algún día la madre espabile. Y, entre tanto, a sobrevivir. Y es que, además, hablamos de gente con unas ideas extremadamente complejas y clásicas sobre la familia, las lealtades y todo eso.

Vaya, que yo soy la primera que visceralmente pienso: agarro el petate y marcho. Pero no, no es tan fácil, depende de demasiadas cosas. Y siempre, siempre tienes miedo a equivocarte y que todo se complique aún más. Un telar!

Lenka dijo...

Hola, Luna!!!

No, no estoy trabajando ahora. Esta historia fue la última que viví en el curro, mi última guardia (de momento, espero que me sigan llamando y que haya muchas más).

La verdad es que seguiré contando historias, seguramente, porque fueron tantas en esos pocos días que aún las ando rumiando. Y es que, además, la Casa en cuestión está en mi barrio, al ladito de la mía, así que aunque por ahora no trabaje allí me cruzo constantemente con esas mujeres y sus críos, y me siguen contando cómo les van las cosas.

Te mandaré un mail, me encantará charlar contigo.

Un beso!!

Luna dijo...

Buenas guapa
Me encantara poder charlar contigo...
En el correo identificate en el asunto.. que como no te tengo fichada ira a correo no deseado.
Y no me gustaria perderlo!
Besos
Rosa

Lenka dijo...

Enviado, Luna. Espero noticias!

Luna dijo...

Buenas.
Socorroooooooooooooooooooooooooooo.
Debio ir a la bandeja de no deseados y no lo identifique, reenviamelo, y en asunto, ponme :Lenka
Que mala uva me acaba de entrar al no verlo!!!!!!!!
Que desastreeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!!
Cuando he leido que lo habias enviado...Bua...Bua...Bua
Besos
Rosa

Lenka dijo...

Jajajaja, y eso que me identifiqué!!!! No pasa nada, te lo reenvío ipso flauta!!
;)

Dalai dijo...

Dios mío, es lo más horrible que he visto en mi vida...me dan ganas de imprimirlo para leerlo cada vez que cualquier nimiedad en mi vida me parezca una tragedia...

Lenka dijo...

Te entiendo, a mí me pasa lo mismo. Es humano quejarse, todos lo hacemos (incluso por chorradas. Es más, casi siempre por chorradas!!!) Y bueno, vale, sueltas un cagamento y te quedas más ancho que largo. Pero creo que no nos podemos permitir más que ese cagamento, la verdad.

A mí este curro me ha enseñado tantas cosas que sería imposible enumerarlas. Pero una de las más importantes es precisamente esa. Yo era la tipa más quejica y triste del mundo. De repente empecé a trabajar con gente con vidas como las de Rom y que, pa más narices, sonreían, trabajaban, luchaban, asumían. Se le cae a uno la cara de vergüenza. Y piensas: "vale, yo he tenido mis dolores y mis penas, bien. Y tampoco me voy a prohibir llorar o cabrearme. Pero por dios, diez minutos a lo sumo. No me consiento más que eso".

Y a partir de ahí te entra un asco tremendo por los llorones del mundo (me incluyo la primer). Mucha gente no entiende cómo es que me gusta este curro. O se creen que se requiere una fuerza y una generosidad pasmosa. Pues no. A veces creo que aprendo más de esta gente de lo que yo les enseño. Trabajo en esto porque lo considero justo, sí, porque creo mucho en la justicia social. Pero también por egoísmo. Para recordarme que, si puedo ejercer este oficio es simple y llanamente porque estoy del lado de los afortunados.