"Yo estoy en paro cobrando 426 euros, ni para el fin de semana", dice un nota en el facebook. Y se queda tan ancho. Y yo me pregunto cómo me las ingenié para sobrevivir un año cobrando 600 euros que me dieron para comer, vestirme, pagar el alquiler, tener móvil, internet, canales de pago, cenar fuera de vez en cuando, tomar cafés y hasta comprarme algún que otro vaquero, varias camisetas, reponer bragas y darme el capricho de hacerme con varios libros. No sólo eso, sino que ahorré lo suficiente como para sobrevivir otro año más cuando me quedé en el paro (sin cobrar). O soy de un rata que mete miedo o vivo en un planeta que no tiene nada que ver con el de otra mucha gente.
No dudo que haya a quien 426 euros no le den pa un fin de semana. No dudo que, si te empeñas, puedes gastarte eso y más de viernes a lunes. Fijo. Yo no sabría cómo, pero seguro que se puede. Lo que se me escapa es qué sueldo necesita esta peña entonces para vivir. Para vivir como a ellos les parece lo mínimamente aceptable, me refiero. La gente está insufrible con la puta crisis. O a mí me lo parece, en todo caso. Igual es que yo llevo once años jodida y no noto la diferencia, no lo sé. Igual es que me he acostumbrado a los curros eventuales, mal pagados, sin contrato y sin paro y ya estoy esclavizada sin remedio. Igual la rara soy yo por tener la osadía de considerarme feliz y afortunada de tener techo, comida y hasta ciertos vicios. Igual soy un alien por asumir que si no puedo pagarme mi ansiado viaje a Praga (tampoco este año), pues me iré una semana al pueblo tan ricamente. Que si no puedo cenar fuera todos los findes, se cena en casa. Y hasta por sostener (sin rubor alguno) que las marcas blancas no matan y que puede uno ponerse sandalias del chino sin que sobrevenga una hecatombe.
Ya lo dice mi viejo: mentalidad de pobre. Incluso cuando he tenido trabajo estable (al menos yo lo creía estable!) y he ganado (atención) 1.200 eurazos al mes (mi sueldo más desorbitado) he sido lo bastante tafuña como para pagar 20 si podía evitar pagar 30. Porque soy así de lerda. Porque sé en qué mundo vivo, cómo está el patio y lo poco que dura lo bueno. Porque hasta de hacer malabares se puede hacer un oficio. Porque nunca he currado más de un año seguido en el mismo sitio y tengo la estúpida manía de no vivir por encima de mis posibilidades. Más bien opto por apartar siempre algo pal calcetín. Porsiaca. Novayaser.
Lo que muchos no pueden creer es que, además, soy feliz así. Claro, sueño con viajes, con montones de libros que no puedo comprarme, con papeos magníficos (comería fuera cada día de mi vida!!!), con montones de cosas. Pero no las necesito. Para nada, en realidad. Cuando se pueden pagar, se pagan. Cuando no, soy la leche de feliz con un bocata en la mano y un Asterix manoseado en la otra. Mis vecinos no paran de llorar por la pérfida crisis y el perro de Zp. Son los mismos que (cajeras del super, chispas, camareros, peluqueras, o sea, clase media, como casi todos nosotros) cambiaban de coche cada dos o tres años, no perdonaban un sólo sábado de cenorra y copas, estrenaban teles de plasma y móviles con batidora, TENÍAN que veranear en Punta Cana (qué menos, por dios, acaso somos del tercer mundo?) y pedían créditos para las tetas de goma, el quad para ir los domingos a hacer el imbécil al monte y la comunión megaferolítica con bugre pa la Jessy. Entonces nos miraban a los demás arrugando la nariz, porque les molestaba tela el hedor a mercadillo. Ahora estamos jodidos todos. La diferencia es que yo no debo un duro a nadie. Y vivo más o menos como siempre. Incluyendo el grado de felicidá.
Cada vez estoy más convencida de que algunos, cuando tienen la opción de probar el caviar, se olvidan del salchichón. El caviar mola. Si puedes. Cuando puedes. Cuando no, una bolsa pipas y al parque. Pero claro, eso es de cutres. De pobres. De mierdas. Vale. A lo mejor es que también hay muchos que comían mortadela y eructaban ibérico. O de repente alguien les dijo que esto era jauja y que todos podíamos ser ricos. Y lo creyeron. Qué cojones, todos podemos aspirar a darnos la vida padre. Pues sí, adelante. Pero al menos no demos luego el coñazo. (Es más, puedo ser mala? Citaré a Nelson: JA-JÁ!)