jueves, 4 de diciembre de 2008

Viento


Dicen que ciertos vientos tienen la capacidad de enloquecer a las personas. Llevamos un montón de días bajo el temporal, con frío, lluvia, granizo. Hoy empezó el bochorno y el viento soplaba como sólo sabe hacerlo aquí. Quizá fue eso, el clima. Demasiados días grises. El caso es que de nuevo estaba agitada, nerviosa, preocupada y con la cabeza llena de nubes. Nada real, como siempre, nada que tuviera sentido, nada por lo que debiera preocuparme. Posiblemente sólo la fatiga por tu fatiga, el hartazgo por tu hartazgo, la impotencia por tu impotencia. La rabia y el temor a que esto nos desgaste, a que lo de fuera contamine lo de dentro, a que lo paguemos nosotros. Ese es mi mayor temor.

Compruebo con asombro que mi capacidad de comunicación sigue estropeada. Me subleva, porque jamás imaginé nada tan incompatible como el silencio y yo. Esta clase de silencio. La defensora a ultranza del diálogo y la sinceridad. De la charla, del no guardarse nada, de la escucha. Para una lección, una sola, que traía bien aprendida desde la cuna y la desaprendí de repente. Quizá como compensación por todo lo nuevo aprendido. Al menos no es la única compensación. Me cuesta más decir las cosas, pero las digo mejor. Las digo en mejor momento, de mejor manera, de mejor humor. Más serena. Sin ira y sin reproches. Las digo cuando estoy preparada (bueno, sí, también cuando ya se me nota demasiado), sin gritos, sin escenas. Soy otra yo. Las digo porque las siento, pero no permito que el sentimiento me domine. Las digo con la legitimidad de mis vísceras, pero con la certeza de que no existe tal certeza. Que las vísceras pueden equivocarse. Que el dolor puede ser sincero, pero también la inocencia del que no sabe que lo provoca. Las digo porque necesito decirlas, pero sin culpas, con la única meta de la comunicación, del entendimiento. Me pasa esto. Me siento así. Porque pensé que tú sentías esto otro y me preocupa que lo sientas.

Después, el alivio. No lo sientes como yo creía. Las nubes se disipan. Pero reconoces que hay parte de verdad en mis temores, en mis sospechas de cómo nos afecta lo de fuera, los terceros, los problemas que nos cargan. Que te cargan, porque es a ti a quien te los han endilgado; y que me cargan, porque los comparto contigo, como lo comparto todo. Lo bueno y lo malo. Lo bueno es poder hablarlo (aunque ahora, paradojas increíbles, eres tú, el antaño hermético, el que usa los anzuelos conmigo, la antaño verborreica. Aprendemos y desaprendemos, y, aún así, seguimos encajando. Es curioso). Lo bueno es que la madeja se vaya desliando. Poco a poco, sí, y exigiendo mucha paciencia, pero ahí vamos. Lo bueno es que hoy, cuando se me pasó ese latido de pajarito asustado, cuando se evaporaron los espejismos, cuando todo quedó hablado y abrazado, aún tuvimos una satisfacción más. Hemos avanzado otro paso en esta trama nuestra tan compleja, esa que, algún día que esperamos no muy lejano, suponga un final y un principio. Un final para el pasado ese que nos lastra. Un principio para nosotros.

Así que respiro hondo y vuelvo a sentirme segura. Veía dragones, pero no estaban. Debió ser cosa del viento. Estamos un poco más cerca. Y has comprado bombones para celebrarlo. Quizá estemos brindando antes de lo que imaginábamos.

6 comentarios:

Katha dijo...

Hola,

He llegado aquí por casualidad, desde el blog de Rogorn, al que también acabo de llegar por casualidad.

Otro día bucearé por tu blog. De momento me ha sorprendido tu presentación y, sobretodo, el título de tu blog: "esperando a los búhos". Los búhos son animales nocturnos, supongo que equivaldría a esperar a los que no duermen, a aquellos cuya cabeza siempre bulle y nunca para quieta.

Sería placer ser un búho más, si me admites en el club.

Lo que comentas sobre la meloncolía... no es bueno dejarse vencer por ella, darse por vencido, dejar apagar la luz, dejar de buscarla, dejar de soñar o tal vez soñar demasiado.

Buenas noches a todas a las aves que pernoctan, buscando tal vez un poco de compañía a su soledad al otro lado de un teclado, de una pantalla, o a los que simplemente desean intercambiar sus ideas.

Un saludo nocturno de
Katha

Lenka dijo...

Qué razón tienes. No es bueno dejarse llevar por la melancolía. Lo hice durante mis primeros treinta años. Acabo de encontrar la luz. Ahora, cuando me asalta la tristeza (con motivo o sin él) puedo controlarla.

Bienvenida, Katha!!

Juan dijo...

He tenido el privilegio de vivir desde la pantalla una transformación increíble en ti. Te lo he comentado en otras ocasiones y esta entrada lo confirma por completo.

Ahora te veo muy abierta a todo. No has cambiado tu esencia pero sí la percepción que tienes del mundo que te rodea. Una percepción que te lleva a sumar y no a restar.

Me gustaría preguntarte: ¿a qué consideras tú que se ha debido esta transformación tan rápida y eficaz?. ¿Qué has hecho o pensado para conseguirlo?. ¿Te han influido/ayudado otros?.

Un abrazo.

Lenka dijo...

La respuesta la puedes encontrar (la encontré yo misma) hace poco menos de un año. Anda todo por ahí escrito, justo a partir de Nochevieja, en mis autopsias, jejeje.

El por qué del cambio? Por muchas cosas. Se podría decir que esto me ha llevado años de recoger pistas sin acabar de entenderlas, hasta que por fin hice el puzzle. Pero creo que sería un poco largo de contar. Te lo responderé con más tiempo, seguramente esta noche. Verás como no ha sido un cambio rápido en absoluto, qué va, ha sido muy lento. Sólo que ni yo me di cuenta hasta que encajé todas las piezas y dije: "hasta aquí".

Sra de Zafón dijo...

Ay Lenka pues dale a la tecla, please, que con el mono de nocotina estoy mu ansiosa :-)

¡El puzzle! , es así, sí señor, un día sin darte cuenta resulta que lo tienes montado. Pero me da el cuerpo, gratamente, que desmontarás el puzzle para quitar y añadir piezas por el resto de tus días, porque eres... una artista , Lenka. (Había puesto cojonuda pero creo que es por la agresividad que tengo encima con esto de no fumar, así que dejo lo de artista :-)y lo otro lo pongo entre paréntesis y con explicación, que no quiero abusar de tu hospitalidad)

Ayyy, me voy a dar un paseo de esos de volver rota.

Lal dijo...

Como dijo el poeta: que se joda el viento.
:)