domingo, 28 de diciembre de 2008

Pobres niños ricos



Era una mujer delgada, de gesto adusto, rubia, con la nariz un tanto ganchuda. La recuerdo vagamente, ya que sólo la vi una vez, hace dieciséis años, en medio de una parranda de boda. Ella era la madre del novio. Juraría que vestía de lavanda, con gran pamela, muy enjoyada. Yo sólo tenía catorce años pero percibí la gelidez del ambiente. Ellos eran ricos, nosotros no. Los de mi lado bailábamos, nos divertíamos, paseábamos en corrillos. Los de su lado (muchísimos, porque claro, ya se sabe, las amistades, los compromisos) formaban una facción cerrada que nos miraba con cierta condescendencia. Eran ricos, pijos, divinos. Pero parecían aburridos. El alcohol terminó haciendo estragos en su apariencia elegante. Borrachos no parecían tan maravillosos. Resultaban un tanto ridículos.

A ella no debió gustarle mucho la elección de su primogénito. Una chica humilde, de barrio. Él valía mucho más, claro. No importa que fuera un vago, un bebedor compulsivo y un cocainómano. No importa que tuviera un carácter violento. Era su campeón, su único hijo varón. Merecía más. De aquella unión nacieron dos niñas. I, que es especial, que siempre será una niña, que vive en un mundo particular de talentos tan extraordinarios que la incapacitan para esas cosas tan banales como leer, escribir o sumar. A, que, por esas leyes de la compensación cósmica, posee una inteligencia tan clara y sagaz que nos deja con la boca abierta. El matrimonio fracasó, como era de esperar. Pero los dos duendecillos nos llenaron la vida de alegrías.

No sé cómo lo encajó ella. Su adinerado marido se portó como un caballero con la ex mujer de su hijo y con las nietas, siempre pendiente de que nada les faltara. Sé que intentó encarrilar al hijo sin resultados. Lo tienen todo, dinero, propiedades, dos buenas hijas y muchos nietos. Pero el varón seguía con su vida de ocioso rajadiablos. Y la mayor, dando tumbos de cama en cama, con un chiquillo monstruoso y consentido, y esclavizada por el polvo blanco. También la recuerdo de la boda. Una especie de yonki alelada vestida de firma.

Quizá los fracasos le pesaban más que los logros. No lo sé. Quizá se vio impotente a la hora de tomar las riendas. Al parecer llevaba varios años sumida en una depresión. No volví a tratarla, así que ignoro si era una verdadera depresión o si se trataba de ese síndrome tan actual y tan de moda que todos tenemos en boca al primer revés. No sé si realmente perdió las fuerzas y la ilusión, o si era una de esas personas mimadas y débiles que prefieren rendirse a pelear, que se lamentan y se victimizan, que chantajean, que están fatal para salir de la cama y cumplir sus obligaciones pero nunca renuncian a una cena en la que lucir galas. No sé si se había apagado como una vela, sin ganas de nada, o si sólo recordaba su pena cuando había alguien delante a quien reprochar, alguien a quien lloriquear. He conocido a personas sumidas en ambos tipos de depresión, la que me parece real y la que me parece comodona.

No quiero cometer el error de ser prejuiciosa. Quizá por su altivez, por su condición de señora rica la esté etiquetando sin más. Apenas la conocía más allá del cliché. Quizá sólo la encasillo en base a su ceño fruncido, sus miradas de reojo y sus comentarios sobre lo mal que está el servicio, mucho peor que en Madrid, claro, donde hay tantas filipinas calladitas y baratas. Quizá ella era mucho más que esa pose. No lo sé. El primer impulso es el de catalogarla dentro de los quejones, los caprichosos, los que se ahogan en un vaso de agua. Los que descubren que una depre te pone las cosas muy fáciles porque todo el mundo se desvive por dártelo todo hecho, mimarte y consolarte. Los que explotan sus lágrimas para no tener que hacer, que decir, que actuar. Qué malísimo estoy. Los que se convierten en enfermos eternos, en tiranos. A lo mejor me equivoco por completo con ella.

Sea como fuere, la mujer de lavanda y de la gran pamela, decidió terminar con todo saltando por una ventana el pasado día veinticinco. Y estoy cabreada. Estoy cabreada porque, pese a intentar dominar mis prejuicios, no veo más que maldad y egoísmo en ese último gesto. No puedo más y me voy, pero me voy asegurándome de dejaros bien jodidos a todos, de empañar para siempre la alegría de las fiestas, de dejaros una herida eterna. No me basta con grabaros a fuego la culpa de no haber sabido ayudarme. Además, haré que jamás lo podáis olvidar. Intento convencerme de lo insondable que sería su dolor, de su desesperación, de que no veía salida. Y no puedo. Me siento mezquina, la verdad. Porque lo único que me sacude es rabia. Supongo que la he condenado sin más.

Ni siquiera recuerdo su nombre. Nada nos unía, salvo que la menor de mis tías se casó con su hijo. Nunca más volví a verla. Mis primas eran sus nietas, nada más. La ira que me sacude es por ellas. Por unas niñas que, seguramente, la querían sin reservas ni juicios de valor. El contemplar a mi abuela, la que esas niñas y yo tenemos en común, tan brava, tan sólida, con una vida tan dura, y que sigue ahí, pese a que ella misma reconoce que, algunas veces, ya se levantaba llorando de agotamiento. Pienso en A, tan certera, tan lista, y en I, tan pura, tan inocente. Pienso en que, tarde y temprano, sabrán que su abuela no se durmió para ya no despertar, como les han contado. Porque, al final, todo se sabe. Sé que A lo encajará con la edad, es tan fuerte, tan brillante... Pero quizá I nunca lo comprenda, nunca lo supere. Porque I siempre tendrá seis años. Puede que mis temores no tengan sentido, tal vez su propia inocencia la proteja, quizá podamos maquillar la terrible realidad y ella la asuma con su candidez de siempre. Ojalá.

Sólo sé que admiro a la gente que sabe irse con dignidad y elegancia, resistiendo hasta el final. Y que siento pena y rabia por el modo en que ella se ha ido. Por las lágrimas de incomprensión que, seguramente, derramarán los ojos de I, que, en su hermoso mundo de amor y de ternura, no encuentra lugar para el sufrimiento, la maldad y la muerte.

20 comentarios:

Katha dijo...

¡Dios! Triste, horrorosamente triste. Y lo más triste es que no es ficción, sino realidad.

Mi padre siempre ha dicho que el dinero trae vicio que, cuando todo se tiene sin esfuerzo, nada se valora.

Siento mucho, muchísimo lo de esas dos pobres pequeñas. Desde que soy madre todo lo relacionado con niños me cala hondo. También lo siento por la madre de las niñas, la pobre habrá tenido que pasar mucho al lado de ese marido que tuvo. Aunque el realmente perdedor es él, por no saber aprovechar lo que tenía a su lado, por no ser más importantes sus dos hijas que el alcohol, las drogas, la juerga. Él es el débil, tanto o más que su madre. Me alegro de que al menos el abuelo tenga algo dentro, que se preocupe de sus nietas.

Lo que comentas de una depresión por comodidad o no... No sé, a veces no es bueno llevarse por los prejuicios, pero la actitud de la señora no es que ayudara mucho, por lo que te leo. Por otra parte, me hace pensar: ¿Dónde me catalogo yo? La mayor parte de mis lágrimas han sido a escondidas. Sí es cierto que me he desahogado a veces con alguna amiga, pero jamás he obtenido mimos por estar triste. Más bien he tenido que ocultarlo a veces. Otras he estallado, literalmente.
El otro día me expliqué fatal, mi vida ha sido bastante fácil, aunque nadie me ha regalado nada. La carrera, mi trabajo, me lo he conseguido todo yo solita, como el resto de los mortales. Yo, a diferencia del resto de mis compañeras, no tengo chica que me lo haga todo en casa. Cosa absolutamente incomprensible para ellas. A veces me quejo de esta vida de mujer moderna, que a todo se supone que tiene que llegar, y a veces es la vida sin parada la que te abarca a ti. Quizás también sea cierto que me dejo amilanar, pero esta vez me inundó la tristeza por no ver la salida. Me dejo achicar, lo reconozco, pero soy de las que, al final, lucha y busca alternativas.

Espero que entre todos arropéis a A y a I, que podáis darles todo el cariño que se merecen.

Muchos besos

Lenka dijo...

Katha, no debes sentirte mal por haber estar depre, por tener momentos de tristeza. Tampoco por compartirlos ni desahogarte. Todos tenemos momentos así, todos pasamos por malas rachas, todos nos agobiamos. Y hasta todos necesitamos a veces una dosis de mimo, de atención. No creo que tenga nada de malo.

Mi reflexión iba dirigida a muchas personas que he conocido (y me fastidia admitir que casi siempre son mujeres) cuyo único tema de conversación es la enorme depresión que tienen. En estos tiempos todo se cataloga, usamos nombres que suenan mejor y a los que parecemos agarrarnos como excusa. Vaya por delante que no quiero despotricar contra los males de la mente, están ahí, existen y merecen trato y respeto.

En mi familia parece haber un "gen chungo" (nos lo tomamos con cierto humor) que nos inclina a la melancolía. Cuento con muchos suicidas entre mis antepasados y también tengo parientes con trastorno bipolar o con depresión endógena. Debe ser terrible que algo en tu cabeza, algo químico dentro de ti no funcione como debe y te quite las ganas de todo. Debe ser terrible no controlar siempre tus impulsos, no poder manejarte a ti mismo. Uno de los miembros más queridos de mi familia, una persona dulce, positiva, tierna, maravillosa, alegre, lucha hace años con la rabia que le produce el dudar si toda esa forma suya de ser se debe sólo a unas pastillas. Porque, sin ellas, sólo quiere morir. Qué tremendo tener al enemigo dentro, preguntarte quién eres realmente, intentar una y otra vez no depender de unas pastillas y comprobar que no hay más remedio. Es duro.

Pero, por otro lado, los niños que antes eran traviesos ahora son hiperactivos, y no se les debe castigar porque, oh, pobres, no lo pueden evitar. Todos son hiperactivos? Me niego a creerlo. Máxime cuando son capaces de pasarse horas embobados delante de la consola. No cuela. El muy humano miedo de antes es ahora estrés y ansiedad. Nunca se oyó tanto el término "depresión", y me preocupa.

Porque claro que existe la hiperactividad, el estrés, la ansiedad, la depresión, pero cuánta gente se agarra a esas etiquetas para no tener que hacer nada, para abandonarse, para que se lo den todo hecho, para justificarse, para que se les tolere todo. Cuánta gente está tan poco preparada para el dolor (que es parte de la vida, cuándo se nos olvidó eso??) que ante su aparición corren a pedir diagnósticos y pastillas mágicas??

Hay quienes incluso presumen de sus síndromes y medicaciones! Estamos llegando a un punto en el que mola, es cool, son como cicatrices de guerra, a ver quién está peor de la olla, a ver quién sufre más. Pero no "a ver quién le echa más narices a la vida para tirar palante", no, eso no. Esa entereza se está perdiendo.

Siento un profundo respeto por todas las personas que sufren de tristeza, o cuya química no funciona, o que tienen genuinos momentos de fragilidad. Pero me cabrean otros cuyo único problema real parece el aburrimiento total, el vacío de sus vidas y las pocas ganas de cambiar eso. Seguramente soy muy osada e injusta con mucha gente, pero ves casos increíbles.

Tengo una depresión terrible, recéteme algo. A ver, no, espere un poco. Cuénteme, qué le pasa, qué ocurre, cómo se siente, por qué cree que le pasa eso. Ay, no, eso es muy cansado, no quiero pensar, usted deme algo que me cure. Nos hemos hecho tan cómodos que preferimos depender de un fármaco a hacer el esfuerzo de "arreglarnos".

Obvio. Quién quiere oír que es quejica, que es cobarde, o un celoso compulsivo, que es un tirano, que se ha rendido, que es egoísta, que quizá debería probar esto o lo otro, que debe pelear, que cambie? Eso no nos gusta a nadie. Nadie quiere admitir qué cosas tiene de malo, qué cosas pueden estar perjudicándole a él y a otros. Es más fácil culpar a una cosa abstracta que puede justificarnos de todo eso, que nos exculpa de toda responsabilidad incluso para nosotros mismos.

Por ahí iba mi reflexión, por las personas así. Un beso.

Anónimo dijo...

Comprendo muy bien lo que dices en tu entrada de que admiras a la gente que sabe irse con dignidad y elegancia, resistiendo hasta el final, pero no todos tienen vidas resistibles con dignidad y elegancia, o martines y martinas que le sostegan cuando el suelo se abre bajo sus pies queriendo tragarlos.

Katha dijo...

Hola Lenka,

Se me ha borrado el comentario tras llevar un montón de tiempo tecleando. Resumiré.

Lo del gen chungo lo comprendo bastante bien.
Yo tengo tendencia a la tristeza, no lo niego. ¿Se heredará? Tengo motivos para sospechar que sí.

Las mujeres y la depresión. He leído que tenemos más predisposición que ellos. La madre naturaleza nos trata fatal, no sé porqué.

Lo de recurrir a las pastillas para todo... Supongo que habrá gente que sí lo hará. De hecho leí hace poco, en el periódico gratuito que me dan a veces por la mañanas, lo mismo que tú comentas: nos hemos acostumbrado a tenerlo todo sin luchar, sin pelear, sin dolor, sin problemas. En cuanto estos surgen, recurrimos a las milagrosas pastillas. De hecho ponían el ejmplo de una madre qeu acudió al médico pidiendo algo para su hijo, que estaba muy deprimido tras dejarlo con su novia. Lo "gracioso" es que el chico llevaba poco tiempo con su novia, no recuerdo si algo más de un mes, todo lo más dos.

De todas formas, no se puede generalizar. Yo he bordeado la depresión y se pasa mal. Da igual lo que te digan, tú lo sigues viendo todo gris. Supongo que estar dentro será muy duro.

Besos

Besos

Lenka dijo...

Anónimo, no me cabe duda de que "no todos tienen". Los hay que no tienen familia, los hay que no tienen trabajo, o amigos, o dinero, los hay que carecen de casi todo. Conozco a personas a quienes les asesinaron a miembros queridos (todos los abuelos de mi generación pueden contar mil horrores), a personas que enterraron parientes, hijos (puede haber algo peor que eso?), parejas. Personas que ni saben dónde están sus muertos. Conozco a personas con enfermedades incurables, personas que soportan terribles dolores físicos. Todos hemos sufrido por desamor, por pérdida, por carencias. Conozco a personas que fueron maltratadas o violadas, que estuvieron en la cárcel, personas que pasaron hambre, que pasaron por adicciones teribles. Seguro que todos conocemos a personas que han pasado lo indecible, y muchas de ellas están ahí. Han sabido vivir, luchar, amar, reponerse, caerse y levantarse, luchar, compartir, darse. Han vivido, han resistido. No conozco mayor dignidad que esa y la aplaudo, porque creo que es digna de aplauso. Estamos rodeados de héroes cotidianos.

Quién no se ha hundido en un momento dado, por causas terribles o incluso por nimiedades que nos pudieron? Yo, la primera. Yo no tenía martines en el peor momento de mi vida, mi abuela tampoco los tuvo. Yo, y mucha gente, hemos estado SOLOS con mayúsculas muchas veces. Yo, y mucha gente, se acostumbró tanto a estar sola que hasta siente pudor a la hora de pedir ayuda. Y, además, ni todos los martines del mundo te pueden sostener cuando todo es negro y no tienes fuerzas. Pueden escucharte, apoyarte, abrazarte, pero NADIE salvo uno mismo se puede salvar y salir a flote. Nadie. La mejor demostración es que hay mucha gente que no ha tenido quien le apoyara, le escuchara ni le abrazara y ahí están. Algunos no los tuvimos en muchos momentos, o decidimos no recurrir a ellos por pudor, otros no les han tenido jamás.

Pero siempre se tiene algo. Mi abuela no tenía padre (se lo mataron), ni dinero, ni ropa, ni apenas comida. Pero tenía madre, hermanos (los que no se le murieron), y luego marido, hijos, nietos. Unos no tienen pareja, pero tienen amigos. Unos no tienen familia, pero tienen pareja. Todos tenemos algo, nadie está solo y desamparado ante el mundo para siempre, por muchos momentos de soledad que se pasen.

No dudo que esta mujer tendría carencias, pero las tenemos todos. Y ella, además, tenía dinero (ni la menor preocupación económica), un hogar, las necesidades cubiertas (lujos incluídos), marido, hijos, nietos, familia, montones de martines a los que agarrarse. No quiso, no pudo, no supo, no lo sé. Escogió la salida cobarde y egoísta, se fue haciendo daño. No pretendo trivializar el dolor ni los motivos de nadie, pero, lo siento, hay actitudes más dignas que otras. Al menos esa es mi opinión.

Katha, sé lo mal que se pasa con depresión, no generalizo. Pero también sé que somos nosotros los que nos empeñamos en verlo todo gris. Que sólo nosotros podemos decidirnos a cambiar el color, a no resignarnos. Que por comodidad, agotamiento, cobardía (lo que sea en cada caso) a veces nos emperramos en desbaratar todas las buenas razones y apoyos que nos ofrecen, y que es injusto, cansino, agotador para quienes nos rodean. Que consentimos y nos consienten demasiado y consentir no es amar. Que a veces un par de guantazos hacen más que toda la lástima del mundo y que, al final, si uno mismo no le echa cojones nadie lo hará por él. Que victimizarse y lamentarse (en plan enfermizo) es la forma más idiota de ser egoísta, la forma más absurda de quererse. Cuando uno se quiere, pelea por sí mismo. Cómo puede quererse y respetarse quien se abandona, se maltrata? Si me quiero no puedo condenarme a la pena, malgastar mis pocas energías quejándome. Precisamente porque me quiero no me voy a permitir el verme así.

Es un tema muy complicado, es cierto, y entiendo que puedo sonar de lo más insensible. Pero así lo veo. La tristeza es normal, el desánimo es normal. Sobrevivir y pelear debería serlo también.

Kaken dijo...

"La tristeza es normal, el desánimo es normal. Sobrevivir y pelear debería serlo también."

Lenka, solo una cosa: debería?

Un bes

Lenka dijo...

Debería, sí, Kaken. Debería, porque no lo es. Para todas esas personas que menciono, no lo es. Para una sociedad cada vez más asustada, más consentida, más comodona, hedonista, hipocondríaca, egocéntrica y autocomplaciente, no lo es. Y debería serlo. Eso creo.

No se te escapa nunca ni el más mínimo detalle gramatical!! ;)
Un beso!

Eli dijo...

A lo mejor soy prejuiciosa, pero hasta la muerte de esa señora parece un acto egoista como culmen de una vida egoista.

Entiendo lo de la depresión, las decepciones y demás, pero no puedo simpatizar con la idea de abandonarse y tomar la vía fácil.

Por otra parte, si esa señora fue cruel, si no vivió de forma digna ¿como iba a morir dignamente?

No sé, el suicidio siempre me ha planteado muchas dudas y reflexiones.

Sra de Zafón dijo...

Buenos días, Lenka, en tu último post lo dices todo: incapacidad para tolerar la más mínima frustración y una gran capacidad para intentar conseguir todo lo que creemos necesitar.
Necesitamos tener miedo para justificar nuestra cobardía. Necesitamos consentir para justificar nuestra comodidad.
Necesitamos creencias que nos ayuden a mantener nuestro hedonismo ya que no tenemos ni un poquito de tolerancia, ya no al dolor, si no al esfuerzo que conlleva ser independientes y autónomos.
Confundimos el amor con la exigencia de ser amados y la justicia con la autocomplacencia.

No sé Lenka, yo tengo una tía muy parecida a tu mujer de malva, con un hijo muerto por excesos y una hija en terapia permanente y con mil operaciones estéticas encima. Un buen día su marido, médico, decidió dejarla a ella y a todo su mundo y se fue Nicaragua a ejercer su profesión. Ella es maestra, aunque sólo había ejercido en su jueventud, su hija había terminado la carrera y su hijo amenazaba con no terminarla ni a los 40, como así fue. Les dejó todos sus bienes materiales, que eran muchos. Él solo se llevó una maleta que usaba para los fines de semana. Ella se sintió terriblemente mal porque la fuente de ingresos le había cortado el caño, además la humillación de "mujer abandonada" la habitó por encima de cualquier otra realidad. Su hija se sintió terriblemente abandonada porque sus tarjetas de crédito ya no le daban para pagarse más modelitos, su hijo abandonadísimo porque sin el dinero de su padre no tenía para casi nada y menos para sus fiestas. A ninguno de los tres se les ocurrió ponerse a trabajar, no, lo más fácil fue que la Mari Pili se casase con otro florero,cuanto más rico mejor, y lo consguió después de un año de sibilinas maniobras sociales. Su madre vive con ellos y su hermano chupó de ellos hasta que la coca le reventó la cabeza un día de Navidad. Dicen que su desgracia la provocó un hombre que murió construyendo aldeas y e intentando curar heridas a personas que a cambio de su labor le ofrecían alimentos, cariño y respeto.Murió en brazos de una maestra vasca convertido en un adúltero traidor.
Sonrío porque murió siendo feliz y dándonos una gran lección a todos lo que supimos recibirla.
Su mujer legal, mi tía, sigue exprimiendo a su yerno y dándole unos sofocos monumentales cuando su hija se atreve a llevarle la contraria. El último la llevo al hospital tras un "intento de suicidio" en su piscina : se tomo dos copas, no se cuantas pastillas y se tumbó en un sillón flotante con su gran pamela. Estoy convencida de que no fue un intento de suicidio si no uno de sus irresponsables colocones,que según ella, sólo su marido podría evitar...
Son así, y quieren seguir siéndolo...

Anónimo dijo...

Estoy completamente de acuerdo, Lenka. Hay mucha cobardía y conformismo. Y mucho vampiro emocional suelto, que vive la vida de otros porque la suya está tan vacía que no le llena.

Un beso y Feliz Año

Amaranta

Lenka dijo...

A eso me refiero, Eli. Somos mezquinas por cabrearnos ante estas cosas?? Por, en lugar de sentir lástima al oírlas, pensar algo como: "un buen par de guantazos le hubiera dado yo, a ver si espabilaba!!"? Estamos pecando de soberbia? Mira que si luego la vida nos pone ante una situación que no podamos resistir... lo pienso, pero luego miro atrás y veo que ya he estado en malas situaciones, las he sufrido y he salido adelante. A ti... qué te voy a contar de las tuyas?? Y coño, no me siento especial ni heroica, porque qué menos?? Qué menos que tirar palante, no? Debería ser lo normal, debe serlo. Y, si me comparo con otras personas... qué heroicidad ni qué cuernos? Mi abuela es heroica. Yo, a su lado, lo he tenido todo fácil, incluso en el peor de mis días.

Mucha gente argumenta que el dolor no se puede medir, que claro, lo que yo supero con relativa facilidad le cuesta un mundo a otro, y viceversa. Será cierto, claro, pero es excusa? Todo dolor es legítimo, cierto, yo puedo perfectamente agarrarme una depre por estar en el paro, pero... es que luego miro a mis chicos de Senegal, que han pasado de todo, y no pierden la sonrisa... y me da vergüenza! Me puedo poner depre por mis dolores de huesos, pero luego miro a quien ha superado un cáncer y tiene intactas las ganas de vivir y se me cae la cara!

Es legítimo tener bajones, depres, malos momentos, por supuesto que es normal que eso pase ante reveses tremendos (y los hay, por desgracia) e incluso ante pequeños baches (no siempre tenemos el ánimo arriba) pero agarrarse al dolor? No creo que sea buena idea.

Zafo, fascinante historia. Y, en esencia, parecida a la mía. Casi he reconocido a los personajes.

Amaranta, encantada de leerte por aquí.

Un beso a todos!

Katha dijo...

Increíble la historia que ha contado Sra de Zafón. No puedo creer que a estas alturas de la historia haya gente que prefiera ser "mujer florero" a trabajar. Algo así no me cabría en la cabeza. Yo preferiría trabajar, precindir de ciertos caprichos y valerme por mí misma. Pero yo no he tenido nunca grandes caprichos. En mi casa teníamos lo necesario, pero no había dinero para caprichos. Supongo que todo depende de cómo te eduquen. ¡Dios! Espero no malcriar de esa manera a mi pitufo.

Sobre el marido que lo dejó todo y se largó. No me extraña.
Por otra parte, la actitud de la madre me recuerda a la película de Titanic. El padre muere dejándolas en la ruina y a la madre no se le ocurre otra cosa que casar a la hija con un millonario, casi venderla, para seguir con su ritmo de vida, con las apariencias.

Cada vez voy entendiendo más aquello de: "la realidad supera la ficción".

Besos

Kaken dijo...

Lenka, no era una cuestión gramatical ;-)
Nunca sería capaz de señalar tal tipo de "errores", me dan igual en este medio y en donde sea (salvo en las tareas de los peques si surge, jejej)

No, mi pregunta iba sobre qué hay detrás del "debería" ¿nuestros gustos, nuestros prejuicios, que hay?
En principio, un debería supone un deber, es decir, una expectativa, una obligación y un resultado esperado.
Y hasta aquí puedo leer...

Un bes.

Lenka dijo...

No, no, Kaken, cuando dije lo de los detalles gramaticales no quería dar a entender que me estuvieras corrigiendo, ni mucho menos, sino en que (me he fijado, no puedes negarlo!!) siempre andas al quite de esas cosas, eres muy observadora con la forma en que empleamos el lenguaje. A ver cómo lo explico...

Usemos como ejemplo la frase: "sobrevivir y pelear debería ser normal". Te imagino frente a la pantalla leyendo y pensando: "hala! debería?? Por qué habrá puesto debería en lugar de debe? Qué querría expresar realmente? Será lo que yo pienso, o lo estaré entendiendo mal?"

Según lo veo, no es que intentes corregirnos la manera de expresarnos, sino que, si algo te llama la atención, quieres aclararlo, estar segura de que lo has entendido y que era eso justamente lo que queríamos expresar. Te llama (parece) mucho la atención la manera en que elegimos las palabras. Por qué esa y no otra? Por qué un debería, que suena condicional, y no un debe, que suena más categórico? Querrá Lenka marcar una diferencia? Y es la diferencia que yo creo?

No sé si el ejemplo es siquiera remotamente exacto, pero eso es lo que yo entiendo cuando me pides una puntualización de ese tipo. Nada de corrección, sino matización, hincapié, por qué le habrá salido esa palabra? Sería algo inconsciente o deliberado? Y te aclaro que no me parece para nada molesto, al revés, es una pasada cómo te fijas en esos detalles que parecen tan pequeños y me haces pensar en por qué lo he dicho así o asá. Parece una chorrada pero la elección de una palabra (inconsciente o conscientemente) puede decir muchísimo de una persona y lo que quería expresar, así que te felicito por ser tan observadora y por el esfuerzo que haces en que los mensajes se entiendan.

(Se ha entendido este???????)
Besos, Kaken!

Anónimo dijo...

Ay, prima.
Tengo poquísimo tiempo y una conexión fugaz, pero creo que Special K se refiere exacta y concretamente a la palabra DEBERÍA. Por lo poco que la conozco :).
Porqué-alguien-Debería-Algo, según tú. Ese era su matiz.
Por ahora sólo sospecho la razón (estaría bien que se animara a contarlo ella), pero a la señora K esos Deberías nuestros le rascan como el esparto....
Quizá (y claro, es una sospecha, no una certeza) sea una especie de cruzada personal de Kaken contra un tipo muy concreto de prejuicio (al que confieso que yo tiendo bastante). Creo.
Sólo creo, no sé.
En lo demás, como siempre, te entiendo ferpectamente.

Feliz año a tutti. A partir de hoy, qué coño, no hay que esperar a pasao mañana para ser felices.

Jack



P.D.1.- Tronca, no, ni un ratín he sacao pa ir a Gijón a comadrear. Lamentable.....!
P.D.2.- Aprovecho para saludar al señor Ro, que me estará viendo. Y pa pedir perdón por no encamisarme (dado que está visto que tol cibertiempo que tengo hoy lo voi a pasar en el buherío)
P.D.3.- Sra de Zafón, mola un huevo tu blog. Que lo sepas.
P.D.4.- ...meca, toi usándote esto de tablon de anuncios... (quediostelopagueconunbuenhome)
(ah, que ya tienes...)
Juas.
Biquiños.

Lenka dijo...

Pues que hable nuestra K!!! Que lo mismo has puesto el debo en la llaga y es ese debería el que rasca. Que nos diga ella si es eso y por qué. Kaken, manifiéstate!!!
;)

Kaken dijo...

Jajajaja, vaya dos¡
Para empezar, Lenka, se te entiende de maravilla, gracias por tus palabras en todos los sentidos :-)

Jack, llevas parte de razón.
Es cierto que soy un sabueso de los debería, primero en mi misma, porque encubren prejuicios y sus nefastas consecuencias. Y dado que os parezco "puntillosa" con las palabras, jejeje, ahí va otra¡ ;-): cruzada. Uyyy, ni de lejos, Jack. Las cruzadas entran, para mí, dentro del espectro del fanatismo, y si algo he aprendido es que quiero ser feliz, y el fanatismo es una obcecación nefasta de la que huyo con todas mis herramientas.

Que se trate de un caso concreto, no. Me sigue "oliendo mal" si se habla de una pija o de una choni, de un yonki o de un SD, de un incapaz o de X per-so-na...o de un suicida, con respecto al "debería".

Sería muy largo de explicar porqué me transformo en sabueso (en vez de en un vampiro de los Cullen, ya quisiera yo), pero si os interesa mucho intentaré hacer una entrada...muy dificil. O lo pongo por aquí, lo que querais. Y no es gran cosa, básicamente lo que os acabo de comentar.

Un besote para las dos.

Lenka dijo...

Desde luego que los "debería" pueden encubrir montones de prejuicios. Seguro que hay otras palabras así de peligrosas.

Sirva como descargo que, en este caso, no es un "debería" aplicado a la persona, a la mujer de malva. Poco importa lo que yo pueda pensar de ella, he hecho un mero esbozo de la parte de ella que conocía para ilustrar la historia que ha protagonizado (su vida) y que ha decidido terminar hace pocos días. Poned el "decidido" entre comillas. Ponedlo todo entre comillas, en realidad. Es tan poco lo que sabemos de la gente!!!

Tomé su aspecto, sus circunstancias, su manera de expresarse, sus comentarios, y elaboré un esquema de ella. Es eso lo que hacemos todos, no? No queremos etiquetar ni tener prejuicios, pero es inevitable. Observamos a las personas que conocemos y pensamos: "guapo, viejo, rica, casado, viuda, médico, abogada, amable, tímida, pijo, hippie, conservadora, rojillo, intelectual, deportista, fuerte, sincera, egoísta, mandón, generosa..." Qué sé yo, mil cosas. Acertamos y nos equivocamos. En cualquier caso, simplificamos, claro. Se tarda mucho en conocer a las personas, si es que se llega a conocerlas del todo alguna vez.

Tenía cuatro pinceladas de ella, seguramente borrosas. Cogí lo que tenía y os lo mostré, y os conté la historia. Opiné sobre esa historia y sobre cómo ella la encaró. Es un jucio, sí. También lo hacemos demasiado. No estoy en absoluto segura de acertar, de hecho he expresado mis dudas. Son opiniones, sensaciones, no es una certeza ni una sentencia. Es una más de las mil historias que nos encontramos cada día y que nos hacen pensar, aunque nunca jamás tengamos toda la información. Es posible tenerla alguna vez? Toda ella, objetiva e imparcial? Me temo que no. Nos movemos entre esas simplificaciones, siendo conscientes (o eso es lo ideal) de hasta dónde llegan. Pero no podemos evitar que nos hagan pensar y sentir, y creo que eso es bueno.

A dónde iba yo con todo esto?? Ah, sí, al "debería". Quiero dejar claro que el "debería" no es por la mujer de malva ni por ninguna otra persona. Ni yo ni nadie tiene potestad para decir como debería ser nadie. Mi "debería" se ceñía a una actitud, a una postura. Yo no creo que la gente deba ser valiente, o fuerte, o sabia, o digna. Puede parecerme lo ideal, pero me lo parece a mí, por no mencionar que mis ideas sobre la fortaleza, la sabiduría o la entereza son mías y no necesariamente de nadie más. Pero sí que creo que en todos debería ser natural el deseo de sobrevivir y pelear. Debería serlo. Ojalá lo fuera. No es una afirmación, más bien un deseo. Ojalá todo el mundo, fuera como fuese, encontrara natural e implanteable el deseo de vivir y pelear.

Digamos que es un "debería" en el que hay deseo, no imposición.
No sé si doy palos de ciego, Kaken. Ibas por ahí? Espero haberlo aclarado un poco.
Besotes!

Kaken dijo...

Gracias, Lenka.
En este momento estoy ya mediofrita y deseando apoyos mentales del tipo Costi y Cel...pero me bato sola y a gusto ;-)
Dame tiempo, prenda, es sustancioso lo que has escrito y quiero responderte con calma y tiempo...esperame, plis.
Un bes

Juan dijo...

Lenka, como mi contestación iba a ser demasiado larga, he hecho una entrada completa en mi blog.

Un abrazo.

¡¡¡¡feliz año¡¡¡