martes, 23 de diciembre de 2008

Juegos aterradores


Llevamos ya un par de meses de bombardeo y observo que las cosas, esencialmente, han cambiado poquito. Cuando yo era peque a los niños les regalaban cochecitos, cosas teledirigidas, armas de mentirijillas, patinetes, balones, y cosas muy molonas, como los playmobil. A las niñas nos daban muñecas, cocinitas, cunitas, peluches y otras cosas que no molaban mucho, al menos a mí. Afortunadamente siempre pude jugar con los barcos piratas y los ranchos de mi hermano y, como además era un ratón de biblioteca, conseguía que en Reyes, cumples y demás todo el mundo me diera libros. A la única Barbie que tuve la torturamos salvajemente, cortándole el pelo, pintándole la cara a lo Kiss y castigándola en la cocinita para los restos. Los juguetes góticos me pillaron ya con canas, qué pena. De niña me habría chiflado tener muñecas Mortizia, tan siniestras ellas, posters de vampiros y peluches como uno que vi el otro día y que me encantó: un gato con pinta de piojoso, negro, feote, con un botón a modo de ojo y una equis en el otro ojo, o sea, tuerto! Era terrible!!! (Gracias mil a los amigos que, obviando mis treinta añazos, me siguen regalando esas chuladas góticas tan divinas!!)

Pero no, en mis tiempos reinaba la rubia de Mattel, también las Nancy, los bebés pelones e incluso aquellos kits de aspiradora, plancha y recogedor que te anunciaban cantando lo contenta que estaría mamá si la ayudabas a limpirar la casa. Muy fuerte, si lo piensas. No me voy a poner intelectual, ni eriza, despotricando sobre el sexismo que aún impera en el mundo del juguete, pero es como para meditarlo un rato. Naturalmente se puede quitar hierro al asunto. Acaso hay generaciones y generaciones de niñas traumatizadas por haber jugado a mamás y amas de casa? Pues no, supongo. Pero es una gota más en el vaso. Calculo que tampoco los cuentos clásicos nos perturbaron pero no se puede negar que eran de un machista y moralista que te mueres. Y no tiene nada de malo ver pelis de Doris Day y reírse con ellas, pero el mensaje está ahí.

Hay muchas cosas que parecen inofensivas, pero no sé si de verdad lo son o sólo nos lo parece por la costumbre. Y la costumbre, desde luego, tiene su peso. Sigue habiendo juguetes "de niños" y juguetes "de niñas". Y otros más, digamos, neutros. Los primeros te los venden de un modo muy activo, muy dinámico, pum, pam, cataplof, corre, salta, vuela, colores llamativos y una voz en off muy varonil (generalmente es Costantino Romero) que te invita a competir y a ganar, sí, eres el campeón! En los segundos hay coros angelicales, mucho tono pastel y todo es pausado, tierno y ñoño. Los niños siguen siendo futbolistas, pilotos (de coches, motos, aviones, barcos, submarinos, tanques), soldados, espías, monstruos, piratas. Las niñas, básicamente, son guapas y madres. Tengo la sensación de que ya no se ven tantas aspiradoras y planchas, y, cuando se ven, casi siempre hay un varón pequeño compartiendo juegos, lo cual me parece un adelanto. Ahora, las niñas van de tiendas, diseñan joyas, se pintan, se ponen abalorios en el pelo, uñas postizas, mechas de colores. Tienen muñecas con armarios dignos de Paris Hilton que se definen como "fashion victims" (y que, en mi opinión, gastan unas caras de actriz porno que te pasas). Los niños tienen maletas que se transforman en pistas de carreras o talleres mecánicos. Las maletas de las niñas se convierten en palacios rosas o en centros comerciales. Ellas no van a ser campeonas de nada, pero al menos sí van a ser "la más guapa".

Siempe digo que el sexismo nos afecta a todos, nosotras y ellos. Te etiqueta, te asigna ciertos roles y te marca el camino. De verdad influye tanto todo eso? No somos, la gran mayoría, normales, y sanos, y muy capaces de hacer con esos roles lo que nos da la gana? Somos tan capaces, en realidad? Insisto, no quiero ser tremendista ni radical. Crecerá un niño convertido en un cromañón sólo porque de niño jugaba con una escopeta y su hermana con un osito? Es mucho decir. Pero quizá no sea tanto decir que tanto ese niño como su hermana tendrán bien asentadas ciertas ideas sobre lo que son, lo que deben ser, lo que se espera de ellos, lo normal. Mi hermano creció convencido de que los hombres son astronautas, guerreros o aviadores. No hacen la cama. No limpian, ni cocinan. Eso lo hacen las mujeres, las mamás. Mi hermano nunca jugó a limpiar, y tampoco aprendió a hacerlo. Si yo hacía la cama, las mujeres de mi casa me aplaudían la proeza. A mi hermano se le hacía la cama. Si había que pedir ayuda para la limpieza, se le pedía a la niña. Las pocas veces que se le pidió a él, fue con propina de por medio. Qué lección se le dio a mi hermano? Los niños no hacen esas cosas. Tanto es así que, si las hacen, se les paga por ello. Lo normal es que se recurra a las niñas, porque saben hacerlo, porque les gusta, porque tienen algún gen relacionado con escobas y detergentes que ellos no tienen.

Quizá esos roles eran los establecidos hasta no hace mucho, pero las cosas están cambiando. Mientras tecleo este ladrillo, es mi Trasto el que pasa la aspiradora. Nunca jugó a limpiar ni a cocinar, pero sabe hacer, y hace, todas esas cosas. Y no las hace porque sea un chico moderno y solidario que gusta de "ayudar" en casa. Las hace porque cualquier ser humano normal debería ser capaz de alimentarse solo y lavarse la ropa, sea hombre o mujer. Las mujeres decidieron hace tiempo ser capaces de conducir, no necesitar que un señor las llevara y las trajera, ganarse esa autonomía. Manejar una lavadora viene a ser lo mismo. Los padres de antes se perdían montones de cosas con sus hijos. No cambiaban pañales, no bañaban, no alimentaban, no jugaban. Eran cosas de mujeres que, como mucho, les daban a sus maridos el informe a la vuelta de la oficina. Un diente nuevo, una palabra, un pasito. Hoy trabajan ellos y ellas y los dos se involucran con los críos, los dos los disfrutan y los padecen. Es una delicia pasear por un parque y ver a esos abuelos octogenarios que jamás tuvieron el tiempo ni la costumbre de achuchar a sus propios hijos haciendo las mayores tonterías con sus nietos y cubriéndoles de besos. Las costumbres pesan y calan mucho, pero se cambian.

Si los roles son distintos, si las cosas han ido evolucionando tanto, no me explico por qué eso se refleja tan poco en los juguetes, en las primeras herramientas que los niños tendrán para aprender. A esa edad jugamos a imitar. Si nos fiamos de la tele, las mujeres siguen siendo las únicas en cocinar y criar bebés. No hay rol de padre que haga gugú tatá y dé biberones, por lo visto. Así que los niños varones no tienen que jugar a eso. Para qué? Habremos avanzado mucho, sí, pero todavía son legión los que alzan las cejas si la nena pide una metralleta. Y las alzan mucho más si el nene pide una cocinita. Al final somos los adultos los que, a pesar de haber propiciado cambios en carne propia, nos empeñamos en mantener costumbres arcaicas. Los niños sí ven cambios. Salgo al parque y veo a algunos (pocos) pequeños varones empujando sillitas con muñeco dentro. No tiene nada de raro, porque los hombres pasean bebés. El niño lo ha visto y lo imita. Deberíamos alegrarnos por ello, pero aún son demasiados los que comentan entre dientes que ese crío es rarito. Lástima.

De pequeña no sabía jugar a la mamá. No entendía lo de los bebés de plástico. Algunos parecían tan reales que me daban cierto miedo. No sabía acunarlos amorosamente, no entendía qué gracia tenía que llorasen. Me aburría cambiarles la ropa o darles de comer. Un bebé da para muy poco en eso de jugar. Prefería los juegos "de niños" y eso me hacía sentir un poco rara. Porque casi todo el mundo parecía querer verme siendo mamá. Nunca lo entendí. Las niñas no eran mamás, eran niñas. Y sigo sin entenderlo. Por qué pretendemos que una criatura que aún tiene que ser bañada y alimentada haga lo mismo con otra, aunque sea de plástico? Jugamos con bebés antes incluso de saber de dónde vienen. Siempre me ha parecido aterrador y antinatural lo de las mamás de seis años. En serio. Seguramente es una paranoia mía, pero se me ponen los pelos de punta cada vez que una muñeca balbucea "mamá" a una chiquilla de medio metro mientras los niños se disparan en el jardín. Qué yuyu. En fin, cada cual con sus terrores y sus neuras. Siempre preferí los peluches. Eran osos, conejos, perritos, jirafas. Eso descartaba la consanguinidad. Eran clarísimamente de mentira. Compis de juego. Y al menos una no se sentía tan culpable si los lanzaba sobre la cama o los abandonaba un rato. Al menos no estaba siendo una mala madre!!!

15 comentarios:

Eli dijo...

Yo, francamente, nunca he estado muy de acuerdo en esa teoría de que los juguetes sexistas marcan a los niños.

Cuando yo era pequeña tenía tres hermanos varones más pequeños que yo con los que jugaba. Así que mis Reyes consistían a veces en un disfraz de Sheriff, un pinball casero o mi propio bólido pal Scalextric. Y si disfrutaba con la Nancy y sus ropitas también es cierto que adoraba los mecanos (aún me gusta hacer agujeros con la Black-Decker, jeje).
Estuve ocho o nueve años compartiendo juegos con los varones hasta que mi hermana fue suficientemente grande para jugar en compañía. Y para entonces, yo ya era una niña grande. Así que básicamente jugaba como una machorra. Pero me encantaban las faldas con mucho vuelo, los zapatos de charol, pintarme los labios y vestirme de flamenca. Y cuando en el recreo jugábamos a Scooby Doo yo siempre era Daphne.

En fin, jajaja, tú me conoces, y a mi pijama de seda ;-)
¿Crees que los juguetes me marcaron de alguna forma?

Sra de Zafón dijo...

Mira yo no creo que haya cambiado tanto la cosa, desde luego mientras siga escuchando eso de que mi marido "me ayuda" un montón, pienso que vamos dadas, pero bueno de lo que era a lo que está siendo parece que hay un trecho caminado.
A mi me pasaba un poco como Eli, que aunque los juguetes llegaban con el nombre de cada uno luego los usábamos todos.
Yo tuve indios, vaqueros, canicas, tirachinas, cocinitas, máquinas de coser y muñecas.

Pero recuerdo un día que lo pasé muy mal porque quería el disfraz de supermán que le habían regalado a mi hermano pequeño. Yo tenía uno de campanilla ...e imaginaros el resto. Sí,conseguí convencerlo con un montón de canicas que le había ganado. Salimos de casa vestidos así y en el baño, con gran esfuerzo, nos cambiamos y ...nos echaron del colegio.
Esto me hace recordar que ahora no podrían hacerlo y que el trecho caminado es más grande de lo que a veces me parece.

Un abrazo

Lenka dijo...

Desde luego que cada persona es un caso único y que, como digo en la entrada, no hablo de traumas ni pretendo ponerme radical. No importa si nos atiborraban a muñecas o pistolas. Yo pasaba de las muñecas y el vecino de Guaja jugaba con las Barbies. Al final cada cual se marca sus caminos y es muy capaz de superar corsés y roles, quedándose con lo que le gusta.

Lo que me alucina es por qué nos empeñamos en mantener esos corsés y esos roles, aunque se hayan quedado anticuados. Damos por sentado que Borjita querrá ir de Superman y Laurita de princesa. Puede que hoy día no los echen del cole si van "al revés", pero de verdad pensáis que la gente se lo tomaría con naturalidad? Yo creo que no.

Una de las mejores amigas de mi madre andaba preocupadísima porque su nieto quería un carrichoche para Reyes. Quería pasear un muñeco por el parque. Pues la buena mujer estaba de los mismos nervios, aterrada ante la sola idea de que su nieto de cuatro años fuera gay. Es decir, que algo tan simple como jugar al papá le parecía una amenaza! Y ser gay no digamos! Porque, como todos sabemos, el afecto, la ternura, la paternidad... todo eso es cosa de niñas, o de gays. Es absurdo, caray. Lo es, pero lo perpetramos sin darnos cuenta. Y no traumatiza, ni tiene demasiada importancia, pero está ahí y me resulta llamativo.

Porque el niño que peina muñecas es raro, como si hoy día los padres no peinaran a sus hijos. El niño reproduce lo que ve y deberíamos estar satisfechos de que vea eso entre otras cosas. Estupendo si es pirata, vaquero, piloto de carreras y papá (a pesar de mi yuyu hacia la paternidad infantil!!!)

Y la niña que juega al fútbol sigue siendo rarita, nos guste o no. Porque yo pensaba que esas cosas estaban superadas, pero tengo una prima de trece años que, desde muy niña, siempre ha preferido llevar el pelo cortito y hacer deporte. Era un hacha pateando balones y pasaba mucho de muñecas. Y, os lo juro, he tenido que oír muchas veces que la niña es machorra y que, seguramente, será lesbiana de mayor. Como si tuviera alguna relación (yo sería la mayor lesbiana del universo!) o como si, en realidad, tuviera la menor importancia!!! Mi tía lesbiana se parte el eje recordando que ella sí jugaba con muñecas.

Besotes, chicas!!! Y Felices Fiestas!!!!

Kaken dijo...

Tendría que pensar bastante en tu entrada y en los comentarios (gracias, Lenka, Eli y Chusa)

Creo que tenemos en común que a todas nos gustaba jugar a "cosas de chicos".Le mangaba los soldaditos, el fuerte, lo que fuera, a mis hermanos en cuanto podía, que eran pocas veces.
En el recreo, jugaba a ser D'Artagnan o Tarzán y como portera de futbol se me rifaban.

Nunca me dejaron montar en bicicleta (nunca aprendí) ni a caballo (a mis hermanos sí)

Y luego también disfrutaba de todo lo que se supone que son juegos "femeninos".

Con mi hijo fuí un tanto "talibana", pretendí que la diferencia de sexos en cuando al juego era sólo una imposición social y pensaba excluir todo tipo de armamento, de pelotas y lo que yo consideraba burradas.
Mi talibanez se vino abajo cuando descubrí que el, con pocos meses, se volvía loco por una pelota y ni miraba a una muñeca....

Conclusión: les dejo ser a los tres como son, sin pensar en su sexo. Lo que les gusta, allá voy.
Eso sí, se habla con ellos, se preguntan porqués, se explican mis porqués....y hay una espada por ahí que igual a él le sirve para sentirse Aragorn, hay figuras para pintar de ESDLA, y toneladas de peluches que son tan queridos que es dificil llevarlos a la lavadora.
También hay Barbies y una ingente creatividad en torno a ellas (por parte de las niñas, el niño se aburre aunque muchas veces cedía en jugar con las hermanas)y peluches, y microscópios, juegos de investigación, disfraces...

Las cosas cambian a un ritmo que no siempre nos satisface, pero yo sentí que por mucho que me indignara (y lo hacía desmesuradamente)el sofocón me lo llevaba yo, de modo que ahora prefiero no pensar en lo que soy incapaz de entender o cambiar y centrarme en aquello a lo que sí llego.

En cuanto a los niños gay, es algo muy nuevo. Tu tienes la suerte o el esfuerzo, Lenka, de verlos como algo normal. Otros no saben, otros no pueden o no quieren...a saber.
Ayer, precisamente, supe de un niño de mi familia al que su tía (su tía¡¡) criticaba delante de terceros por parecer que tenía esas tendencias y que los padres se lo fomentaban¡¡ Yo ahora puedo decir que me horrorizo, hace años...no.
El hijo de mi amiga más querida prefiere jugar con muñecas. Ella ya ronda los 50, se puede imaginar su bagaje...pero le deja hacer, se preocupa...pero se prepara, y el crío es feliz.

En fin, supongo que cada uno tiene su casuística...

Acabo de caer, Lenka, porqué cuando tu te vuelves sintética yo voy y me lanzo a contar pelos y señales??? jjajjaja.

Un abrazo y muy feliz Navidad...a tu manera :-)
Bes a todos.

Juan dijo...

Que disfrutes mucho con todos los tuyos. Supongo que no te traeran una Barbie, jejejeje.

Un abrazo

Cris dijo...

Que pases unas felices fiestas junto a los tuyos, Len. Feliz Navidad!!!
Besos.

Katha dijo...

Hola Lenka,

En cuanto pueda leo tu entrada. Ahora sólo quería desearte una Feliz Navidad y un próspero 2009.

Por cierto, he decidido no permitir que el desánimo pueda conmigo.

Muchos besos.

Lenka dijo...

Esa es una noticia que me hace muuuuuy feliz, Katha!!! Enhorabuena por esa valiente decisión que has tomado. Y, por descontado, si en algún momento te apetece desahogarte, patalear o notas que flaqueas, estás en tu casa. Adelante!!!!!!

Acabas de dar un paso que, aunque no te lo parezca, es enorme. Con empeño, podemos obrar el milagro de ver las cosas bonitas, cada vez más bonitas, hasta que al final ya nos sale sin esfuerzo. Entonces se habrá producido el cambio (es como un entrenamiento para la vida!) Y en cuanto empiezas a sentirte distinta todo el mundo te nota la metamorfosis y te aseguro que todo cambia, se te devuelve todo eso. Cuanto más fuerte, positiva y alegre estés, más felicidad crearás a tu alrededor, más arropada te sentirás, en serio, es contagioso.

Muchas veces no nos damos cuenta de que, estando tristes o furiosos con la vida, nos terminamos aislando. Por pudor, incluso, por no molestar. Y ahuyentamos a la gente. Unos se van porque se hartan de aguantarnos, otros por ese mismo pudor de no molestarnos (querrá estar sola?) Al final creamos un muro a nuestro alrededor, nos hacemos inaccesibles. Las mismas defensas que creemos nos protegen del dolor externo son las que terminan siendo una cárcel.

Tira abajo esos muros (no es tan difícil, en serio, se empieza con una sonrisa, eso ya crea un puente hacia el mundo, hacia los demás) y verás qué agusto se está fuera, al sol, y cómo la gente se te acerca, cómo se pierden los miedos. Cuando estamos encerrados a veces esperamos que vengan a rescatarnos, pero es que no es nada fácil saltar murallas. Y lo más absurdo es que son nuestras murallas! Por eso no hay que sentarse a esperar ni a lamentarse, hay que agarrar pico y pala y hacer reformas.

Creo que acabas de ponerte el mono de curranta y el casco. Enhorabuena de corazón, Katha. Vas por el buen camino, verás cómo todo empieza a ir mejor.

Kaken, es muy sabio lo que dices. Creo que a los niños no se les debe influir, ni siquiera con lo que creemos que es lo acertado. Trabajando con pequeñajos noté que, para ellos, jugar es jugar. Si les proporcionas una variedad de cosas y las tratas con neutralidad, ellos juegan a todo y con todo y descubres que cada cual tiene sus propias preferencias. Si de todos los juguetes la nena escoge balón y el nene muñeca, estupendo. Y si es al revés, estupendo también, creo que lo esencial es disfrutar con ellos y aplaudirles el juego, sin andar corrigiendo que si esto es de niñas y esto de niños ni viceversa (sería igual de ridi darles una conferencia sobre sexismo!!!) Opto más por fomentarles la libertad de elegir. Si mañana tengo un varón que peina Barbies, pues se peinan Barbies, y que nadie le diga que tiene que patear balones sólo por ser niño.

Sobre la homosexualidad... ayns, cuánto nos queda aún. Pero me llama mucho la atención que personas muy preparadas y que presumen de amigos gays, o incluso que los cuentan entre sus familiares, aún se inquieten tanto por estas cosas, hasta el punto de sospechar de actitudes como el juego. Si los juguetes pudieran influir tanto en la orientación sexual... que alguien me explique cómo es que había gays en la época de los romanos, cuando, seguramente, todos los niños jugaban a atizarse y ser soldados! Creo que hay aún mucha ignorancia y cliché sobre este tema, y seguramente es porque aún hay mucho miedo. Espero que se vaya perdiendo con el tiempo.

Muchos besos a todos y Felices Fiestas!

Sra de Zafón dijo...

Ya ando de nuevo por aquí.
Papánoel me trajo una caja de herramientas con 6 compartimentos y ruedas!Tiene de todo, hasta destornillador eléctrico, ¡mola! pero estoy temerosa... la verdad es que me da pánico la posibilidad de convertirme en tío con pelo en pecho :-)
Sobre la homosexualidad sólo decir que mientras tengamos que preparnos para recibirla es que algo sigue oliendo muy mal, pero que muy mal.

Acaba de llegar un chico muy guapo tapando sus gayumbos con una chaqueta mía a invitarme a un café con mantecadas de astorga, así que me voy con él no se me vuelva gay.

Besos a todos

Rose dijo...

azkHola.
Nosotros hasta el momento hemos proporcionado a nuestro hijo todo tipo de juguetes (excepto los bélicos). Tiene varias muñecas, cacharritos de cocina, coches, muñecos de Spiderman, animales, monstruos varios, peluches varios... uffff.... demasiadas cosas, probablemente. Suele jugar con casi todo, pero tiene preferencia por los juegos tradicionalmente masculinos (jugar a fútbol, a superheroes, a todo lo que sea trepar, correr, tirarse al suelo o pelear...) Eso si, le encanta que le pinte las uñas y los labios. Durante todo el verano, me pedia casi a diario que le pintase las uñas, y un dia me dijo que un niño le habia dicho que era una chica por llevar las uñas pintadas. Le pregunté que le había respondido y si le había importado lo que ese niño le había dicho, y el me dijo que no, que le daba igual lo que el otro niño dijese, y que él era un chico, no una chica. Así que tan pancho, y con sus uñas recién pintadas todos los días.... Relacionar los juegos y la lógica curiosidad y experimentación por parte de los niños con su futura sexualidad me parece demasiado rebuscado...
En cualquier caso yo si veo una gran evolución en la manera de jugar de los niños y en los juguetes que les proporcionan sus padres (con excepciones, por supuesto). Veo que casi todos los niños varones pequeños pasean muñecas sentadas en sillitas por el parque, y veo que las chicas también juegan a fútbol y baloncesto en los equipos escolares, además de manera mixta, no como cuando yo era pequeña, época en que si eras chica jugabas en el equipo femenino, y si eras chico en el masculino. Pero sí sigo observando un tremendo sexismo en la publicidad y en la fabricación de juguetes. Espantoso, casi diría que cada vez mayor. Sobre el tema es buenísimo un artículo en el blog de Salarino, un blog que suelo visitar a menudo, cuyo autor es profesor de primaria, totalmente enamorado de su profesión...
http://salarino.blogspot.com/2008/12/la-vie-en-rose.html
En alguna ocasión también he escrito sobre el tema juguetes. Si te apetece...
http://www.lacoctelera.com/elpatiodemicasa/post/2007/06/15/y-angeles-apor-no-tienen-sexo-
No sé por qué la foto que aparece no es la que publiqué en su día, y soy incapaz de recuperarla...
También, que recuerde...
http://www.lacoctelera.com/elpatiodemicasa/post/2008/11/22/igualdad
Bueno, el tema da para mucho (sobre todo en estas fechas) pero me muero de sueño, así que me voy a la camita.
Saludos y besos a todos, y buenas fiestas...

Katha dijo...

Hola Lenka,

Por fin he podido leer tu entrada.
la leí y me sonreía porque pienso como tú. Veo los anuncios para niñas, todo rosa, todo de los más cursi y me da también el yu-yu. Miro a mi marido y le repito que si, en vez de un niño, hubiéramos tenida una niña, yo le compro "las piezas", como las llama mi hijo. Ya sabes, las piezas de construir, porque mis mejores recuerdos son con el Tente de mi hermano, con el Exin Castillos... Me encantaba montar y desmontar. La pena es que ya no existen ni el Tente ni el Exin Castillos, han pasado a ser piezas de coleccionista. Sólo queda el Lego, o los Megablocks, que es lo que tiene mi pitufin, y no creas que fue tan fácil de encontrar. De hecho creo que a mi sobrinilla, que apenas sabe andar, le voy a regalar unos megablocks, para que construya algo entre los miles de muñecas que le regalarán el resto. Al menos que el centro comercial lo construya ella, ¿no? :-)
En cuanto a los "ser la más guapa", me sigue pareciendo patético. Después de luchar por demostrar que nosotras podemos hacer muchas más cosas que estar en casita, ser abogadas, arquitectas, ingenieras, conductoras y ser competentes en nuestra profesión, sólo importa ser "la más guapa". ¿Qué hacemos las feas?
Lo cierto es que tuve un profesor en la universidad que llegó a decir en clase que, en su opinión, las mujeres no valíamos para profesiones técnicas. Tuvo que retractarse claro, si no quería evitarse posibles problemas, pero la frase quedó ahí, suelta. En mi caso la técnica no me gusta, cambié de rumbo, pero seguro que hay compañeras mías que le demostrarían a aquel... Cromagnon lo equivocado que estaba.
Por cierto, a mi pequeño, y otros muchos en el parque, le pirra pasear el carro de muñecas de alguna niña. Pasea al osito o a lo que quiera que haya en el carrito en cuestión. Siempre hay alguna que mira un poco raro, lo que tú comentas. Pero su padre también le paseaba también en el carro. De hecho, cuando salíamos con el peque, siempre andábamos "peleando" por ver quien llevaba el carrito. Ahora tú, ahora yo.

Y sí, con las campañas de juguetes, a pesar de ser tan modernos, seguimos igual.
Eso sí, a mí me pone enferma lo de que "él ayuda en casa", ya veo que a Sra de Zafón también. Vamos a ver, ¿no vive él también en ella? No ayuda, hace su parte y punto.

Lo dicho Lenka, encantada de leerte. Y sí, estoy en trance de animarme un poco. Es algo que debo hacer yo misma, por mí misma, y también, en última instancia, por los que me rodean.

Muchas gracias por compartir tus ideas con nosotros, los demás búhos que tampoco descansan, por tus ánimos.

Besos.

Lenka dijo...

Rose, desde luego hemos evolucionado muchísimo, pero te aseguro que me entra la risa imaginando la cara de muchos padres y madres si su angelote les pidiera un día que le pintaran las uñas. A tu niño ya le han hecho comentarios, a ti nunca te han dicho nada? Porque me parecería curioso, en serio. Nunca te ha dicho nadie que menuda ocurrencia, que harás al niño rarito?? Lo mismo hemos avanzado mucho más de lo que pensaba!

El primer centro de acogida en el que curré era exclusivamente para niñas (al final la ley les obligó a hacerlo mixto) pero ya había un varón, uno nada más, de dos añitos. Creció rodeado de niñas hasta que empezaron a entrar otros varones. Recuerdo que una vez me pidió que le pusiera un kiki, un moñito en la cabeza. Normal, todos los seres humanos a su alrededor lo llevaban. Se lo puse y andaba él contentísimo, en pijama y bata y con su kiki diminuto. Tuve una bronca fenomenal con una de las monjas. Me pareció patético.
Gracias por los enlaces!!

Katha, veo que estamos de acuerdo. Supe de una chica que estudiaba FP (mecánica) y que tuvo la mala suerte de dar con un profesor carca que la suspendía constantemente. A ella se le daba bien la asignatura, no podía entenderlo. El fulano acabó confesándole que, mientras él diera clases, ninguna mujer le robaría un puesto de trabajo a un hombre. La cosa acabó en protestas y al tipo le llamaron al orden, pero aquella chica desperdició años de su vida con una asignatura colgada inútilmente, una asignatura que, para más inri, dominaba. Supongo que ese señor es de los que opinan que, en efecto, nuestra obligación es estar guapas y poco más.

Pero sí, vamos cambiando, algún día estos cromañones serán tan raros que los tendremos en los museos.

Me alegro mucho de que estés tan animada y decidida.

Besos a todos!!

Rogorn dijo...

Yo, como nunca tuve hermanas, no había problemas: todo era de chicos. Y nunca nos dio por las muñecas. Futbolines, exincastillos, cajas de herramientas, balones, canicas, blandiblub. No mextraña que ahora lleven pistola de verdad.

Siento ahora lo que voy a hacerle a Keken, que es crearle un trauma retrospectivo: jamía, si te pedían que te pusieras de portera, es por un motivo. Es donde nadie quiere jugar y donde siempre acaban mandando al feo, al gordo, al malo... y a la chica (Palabras de los guajes, no mías). Sorry, jeje.

Rose dijo...

No, no, Lenka, nadie me ha hecho ningún comentario al respecto, de verdad. Supongo que a mis espaldas quizá sí, porque alguna cara rara sí que he visto, pero a mí directamente no. Es más, personas como su pediatra, o las madres de amigos, y también algunos padres, han admirado los colorines (es que además, me hacía pintarle una de cada color....). Y no es el único niño que he visto lucir uñas de colores, en serio.
La verdad es que yo veo que la gente va siendo más abierta con estos temas. Ya digo que todos los niños varones han paseado su sillita con muñeca por el parque. Mi hijo tiene una rosa chulísima... aunque ya digo que en realidad, le gustan más los juegos tradicionalmente masculinos. Pero lo que sí noto es que las bicicletas, las motos MOLTÓ, los patines y patinetes, y hasta los primeros ordenadores, a las niñas se les siguen comprando de color rosa... Y la mayor parte de la gente ni se lo plantea... y si tú sacas el tema, eres la rarita....
Lo del quiqui del niño es genial. Rn. suele pedirme que le ponga horquillas y pinzitas de las pequeñas, y le encanta ponerse las cintas anchas que yo me pongo para sujetarme el pelo en casa. Para él es algo tan natural como ponerse un pañuelo pirata (le encanta) o que le pinte la cara de tigre...
Si dejásemos a los niños expresarse más libremente, sin transmitirles nuestros prejuicios, nuestas fobias y nuestras filias, seríamos mucho más felices, nosotros y ellos...
Besos....

Lenka dijo...

Rogorn, supongo que tú eras el que dirigía la batalla del exin castillos... jejejeje... te imagino de master ya de pequeño ;)

Rose, celebro que no te hayan intentado comer el coco. Ya ves que siempre hay gente que se echa las manos a la cabeza ante las tonterías (generalmente luego pasan por alto las cosas más serias) Es cierto que vamos normalizando el hecho de que los varones jueguen a cosas que ya no son sólo de niñas hace tiempo (como pasear bebés) Pero luego hay otras cosas que, inconscientemente, se asocian a uno u otro sexo. Lo del rosa que comentas. Un ordenador infantil es gris o azul, el de niña es rosa. Por qué? Por qué hay que sexar un ordenador????

Pintarse las uñas, llevar pendientes, el pelo largo, los lazos y prendedores... son cosas de niñas tradicionalmente. Pero los críos no entienden mucho de tradiciones o costumbres. Supongo que habrá niños que se pregunten por qué la hermanita lleva pendientes y él no, caray, qué injusticia. O por qué no puedo yo ponerme un kiki y pintarme las uñas si me da la gana?? Es que es de niñas. Por qué? Por nada, claro, quién sabe? Porque la cosa ha sido así siempre.

Pelos largos y pendientes están superados hace tiempo. Hay muchos chicos que llevan bolsos y bandoleras. Llámalos metrosexuales y ya tienes otro mercado abierto, jajaja. Al final parece que todo se resume al consumo, pero ese ya es otro debate, creo.