lunes, 21 de julio de 2008

Las niñas de la sombrilla

Disfruto como una enana viendo un documental sobre la historia de las olimpiadas (los que me conocen bien saben hasta qué punto me enloquecen) y, más concretamente, sobre el papel de las mujeres en ellas. Resulta curioso, enternecedor, casi cómico ver a aquellas pioneras disparando con arco con sus sombreros y sus faldas hasta los tobillos, o descubrir que las primeras en ganar medallas en atletismo eran amas de casa, madres de familia. Resulta estimulante recordar cómo aquellas mujeres se empeñaron en demostrar que podían correr, nadar, saltar, lanzar una jabalina, que no iban a romperse en trocitos ni caer desmayadas fuera de sus corsés (y cuántos corsés quedaban todavía) Resulta gratificante ver el graderío plagado de rostros ansiosos, muchos de ellos masculinos, aplaudiendo con ganas los logros de las féminas. Admitiendo, seguramente, que sí, que ellas podían. Y es una gozada, además, escuchar a muchos periodistas, realizadores, cámaras y demás currantes del medio, poner en su lugar a Leni Riefenstahl, vilipendiada tantas veces por haber ejercido su trabajo en la Alemania nazi. Me encanta oír a todos esos profesionales reconocer que fue la mejor, que fue una visionaria, que cambió para siempre el modo de cubrir los Juegos Olímpicos, introduciendo técnicas innovadoras y nunca vistas hasta entonces, técnicas que, depuradas por los avances, se siguen usando hoy día. Porque lo demás es otra historia. La historia que le tocó.
Por eso es tan patético que, un minuto después, el mismo canal deportivo publicite un torneo de fútbol playa y nos bombardeen con imágenes de mulatas en tanga meneando las caderas. Veo eso y, al mismo tiempo, me vienen a la mente las niñas de las sombrillas, las azafatas de mil eventos deportivos, shorts, escotazos y tacones de aguja, todo la mar de deportivo. Me vienen a la mente las chicas en bikini sosteniendo marcadores, posando con las jaurías del público asistente y oyendo las burradas que oirán, en medio de tanta testosterona revuelta. Pienso en toda esa banalidad, en esa imbecilidad de petardeo terracil, en esa asociación de lo deportivo con el macho y en la inclusión en ese mundo de las modelos, las caras bonitas, las niñas anuncio, puro escaparate para recreo de los tíos. Sonrisitas de plástico y cara de devoción sumisa al entregar ramitos de flores (porque los premios, las medallas, las copas, las entregan señores feos con cara de importantes). Pienso en los salones del automóvil (otro universo exclusivamente masculino) con las señoritas estupendas haciendo morritos, lángidamente espatarradas sobre los deportivos. Y pienso en la estupidez absoluta de ciertos periodistas que, aún hoy día, se empeñan en ningunear a las deportistas haciendo comentarios intolerables, del tipo "la guapísima estadounidense", o "María Vasco no es ni guapa ni fea". Como si eso importara un cuerno. Como si, en el caso de María, no estuvieran hablando de una campeona. Como si hubiera que justificarle la estética. Pobrecita. Gana medallas, pero es tirando a corrientita. Se lo perdonaremos, porque gana.
Pienso en todo esto y me cabreo, lo reconozco. Imagino qué pensarían las primeras, las que, seguramente, fueron consideradas unas locas y unas insensatas cuando decidieron que no se conformaban con entregar ramitos de flores. Cuando dijeron que querían correr. Que podían correr. Supongo que ellos no se dan cuenta. Es un mundo falócrata y, obviamente, no van a quejarse de todo aquello que les alegra la pestaña. Sobre todo porque están tan acostumbrados a que se les consienta que lo dan por sentado. Es legítimo. Es normal. Te vas a ver al Rossi apretando orejas y, qué puñetas, también quieres ver jamonas en pantalón corto. Para eso están. Forman parte del decorado. No les parece machista, ni denigrante. Hombre, ya.
Y nosotras, qué? Tampoco es que podamos quejarnos mucho. Las erizas están ocupadísimas con sus miembras y sus chorradas. Nosotras, la mayoría, somos las primeras en comentar si tal cantante ha echado culo, como si eso le influyera en las cuerdas vocales. Y me imagino que ellas, las miles de chicas que sueñan con ser modelos (y qué es eso de ser modelo, sino vivir de tu cuerpo y tu cara bonita, y me imagino que si eso te encanta es porque te encanta que te miren y que te comenten lo divina que eres) están locas por calzarse los shorts y los tacones, pasear palmito y hacerse fotos con el campeón. Y cobrar, claro. Al fin y al cabo es un curro. Está claro que no podemos luchar contra el sistema, porque nosotras mismas lo tenemos más que asumido. Estamos en la rueda y para quedarnos, inmortalizando ese machismo que nos parece (a nosotras y a ellos) tan natural que ni lo vemos. Para qué voy a patalear yo, si María Vasco luego va y se despelota en Interviú, como tantas otras? Para qué lamentarte de que, al final, sigamos siendo trozos de carne, si al final son las trozos de carne las que te miran alzando la ceja (perfectamente depilada) y te llaman retrógrada? Como si el gran logro no fuera el voto, la universidad, el control de natalidad, el divorcio, sino (cómo no me dí cuenta antes??) enfundarse el tanga y saludar con la manita?
Y bueno. Forma parte de la libertad también, supongo. Ganar medallas, enseñar las tetas, ser Premio Nobel o figurín. Allá cada una. Pero a veces, sí, me cabreo. Me cabreo porque me parece patético. Y porque me pregunto cómo se sentirían ellos si jugáramos al mundo al revés. Si en la gimnasia rítmica o la natación sincronizada (feudos femeninos) tuviéramos a unos cuantos maromos en marcapaquete dando ramitos de flores y haciéndose fotos con las asistentes. Si las venerables cincuentonas les dieran palmaditas en el culo y les babearan encima. Si el marcador o la sombrilla la sujetara un efebo rubito y depilado, sonriendo al respetable y saludando con la manita. Por qué no?? Hagámoslo. También sería lícito, no? Reclamemos nuestro escaparate y nuestros trozos de carne. A ver qué pasa.

4 comentarios:

Rogorn dijo...

Juegooooos. Ya vienen, ya vienen. Dos semanas de insomnio y ver sudar a otros. Y otras.

Lenka dijo...

Ayyyyns, cuánto falta tovíaaaa!!! Qué ganas!!!!

(Oye, desgraciao, ya podías comentar algo de mi profundísima reflexión, cohone!!!)

;-)

Wendy Pan dijo...

Amén, hermana!

Y, síiiiiiiiiii, los juegos se acercan y me van a pillar en Menorca @#$%&/@# !!
Pero qué gozada de pre-olímpico de baloncesto, aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!
Que dure, que dure que mis chicos de oro se lo merecen todo.
Como las chicas de la sincronizada a ver si este año son "justos" y les dan el oro que se merecen.

Lenka dijo...

Ayns, no sé yo, Wendy. Si hay rusas de por medio (y siempre las hay) se lo llevan todo de calle, merecido o no. Es ya como una tradición...