miércoles, 30 de enero de 2008

Clamando a Herodes

Tarde movidita, noche movidita y, para no perder el ritmo, mañana movidita. Ayer los monstruos de El Ñeru casi acaban a cuchilladas. Ni siquiera sabemos por qué. En plena cena, con todos parlando infiel y nuestro Abderramán volviéndose loco para traducir semejante galimatías, parece ser que alguien le mentó la madre a alguien y poco faltó para terminar cenando, literalmente, pinchos morunos. En realidad la cosa prometía, dado el colocón de disolvente que traían todos tras su paseo vespertino (esa mierda les está fundiendo el cerebro clarísimamente). Tras la oportuna contención, que acabó con un sopapo involuntario a Madrid, y la pertinente y sosegada charla ("pero qué coño os pasa, joder? Estáis mal de la cabeza?") parecía que todo volvía a su cauce. Pero no. El Guapo, anonadado ante semejante violencia gratuita y, pensando seguramente que al final el único medio normal era él mismo, el homicida, anunció que se largaba de allí. Dicho y hecho. Siguiendo los pasos de Houdini, se adentró valerosamente en la fría noche de Vetusta.

Para cuando llego con Burgos, todos están de la ceca a la Meca, viendo la tele y enredando por las habitaciones. Mientras Madrid, Rastas y Abderramán nos ponen al corriente, oímos los espeluznantes chillidos de Canijo, y deducimos que le están despellejando, que, finalmente, ha llegado la hora fatal en la que los mayores se han hartado de sus incansables tocamientos de gónadas. Volamos por la escalera para comprobar que nada más lejos de la realidad. Canijo, Chiqui y Fantasma juegan a la lucha libre. Les reprendo por el escándalo y no tardo en comprobar que el ambiente está cargadito. Nada que ver con otras veces en las que, al menos, te toman por el pito del sereno con una sonrisa amable. Esta vez ni se molestan. Miradas aviesas, silencio demoledor. Fantasma me agarra del brazo, me pega un tirón y me lo dobla a la espalda. Jugando. Sin jugar un pijo le advierto que, o me suelta, o va a tener un problema mucho más allá de su imaginación. Me suelta. En ese momento, Canijo empieza con su retahíla de arabescos. Me encojo de hombros y le digo que no entiendo y que, ya puestos, tampoco me importa un pijo. Me mira retador desde su metro y medio escaso y me espeta: "que te largues de aquí". Claro, yo lo entiendo. Hasta ahora sólo les sufrían los esforzados compañeros del turno de mañana, tarde y findes. Con los de la noche todo es guasa. Algún día tenían que medirse con nosotros también. Aprovechemos el factor sorpresa, ya que nunca nos han visto en plan cafre. Le lanzo una mirada asesina y le digo con tono meloso: "disculpa? Que te quede claro que me largaré cuando me dé la real gana, y casi mejor que no quieras demostraciones". Canijo pone cara de susto. Esta vez ha colado. Me digo a mí misma que mañana no colará, y, para variar, tengo razón.

Mantengo una charla telefónica con la jefa que, olvidando toda diplomacia, suelta múltiples blasfemias sobre el comportamiento del Canijo. Creo entender algo así como "castigado hasta que se jubile". Poco después llama Boabdil, el otro traductor, y me hace morir de risa con dos perlas que tampoco suenan muy pedagógicas: "a la puta calle, hombre ya!!" y "estoy hasta las narices de estos marroquíes". Viniendo de un tío de Tánger, la cosa tiene guasa.

A las doce se van a la cama sin que tengamos que decírselo, excepto el Ermitaño, claro, que, como siempre, duerme tranquilamente desde hace horas. A las dos de la mañana suena el teléfono. Un amable nacional me comenta entre risas que tienen dos regalitos para nosotros, recién adquiridos en la estación de autobuses. Al cabo de una hora nos traen a Houdini y al Guapo. Al menos estos maderos vienen bromeando con ellos y haciendo comentarios tipo: "ay, estos críos..." Nada que ver con la panda de subnormales que nos escoltaron al Novato. Seis tíos para acompañar a un chaval de cincuenta kilos, algunos vestidos de calle, haciendo el imbécil sin el más mínimo sonrojo, "reconociendo el terreno" y dándose instrucciones por los walkies, con gafas de sol a las cuatro de la mañana y poniendo esas caras de Harry el Sucio que dan ganas de vomitar o de partirse el eje. Eso por no mencionar el simpático comentario del jefecillo de turno: "Venimos tantos para pegarle cuatro tiros si intenta escapar, que estos putos moros corren mucho". Alá, dame paciencia. Dame paciencia porque hoy termino en comisaría, pero este subnormal profundo se traga la orden de fiscalía, la porra y hasta las putas gafas.

Houdini y el Guapo llegan encantados con su aventura y muy contentos de haber hecho amigos. "Estos polis son buenos". Les comento que estoy terriblemente feliz de que lo hayan pasado bomba y que me siento muy realizada por haber tenido que levantarme a esas horas, vestirme y salir a la calle a congelarme el alma para esperarlos. Ponen cara de pena y se disculpan. Hombre, algo es algo. Houdini comenta muy serio: "mañana hablo con la jefa para que me castigue". Burgos y yo hacemos esfuerzos sobrehumanos para no morirnos de risa.

Por la mañana lo de siempre, nadie quiere levantarse. Les enchufamos a Tino Casal a todo meter por megafonía, rezando para que no nos denuncien por tortura. Resulta de lo más efectivo, salen de la cama por patas. Incluso Houdini y el Guapo, con cara de estar pensándose muy mucho lo de las aventuras nocturnas. Canijo la vuelve a montar. Al señorito no le da la real gana de hacer sus tareas. Incluso le levanta la mano a Burgos (total, ya lo había hecho antes con Galicia, Alicante y Ricitos, supongo que el chaval sólo intenta ser equitativo) De nuevo toca charla sosegada y pedagógica ("si no os gusta estar aquí ya sabéis dónde está la puerta, aunque muy lejos no vais a llegar, preguntadle a Houdini. La pasma os va a estar devolviendo hasta que os salgan canas, campeones y a nosotros nos pagan lo mismo. Y tened en cuenta una cosita: éste sitio es de paso. De aquí van a salir informes recomendando a dónde tenéis que ir y esos informes los escribimos nosotros, por si no habíais caído. Si cumplís con lo vuestro se aconsejará que os manden a un sitio abierto, con pagas de fin de semana, donde os consigan los papeles, os enseñen un oficio y os dejen salir de julandreo. Si os empeñáis en tocar los cojones lo mismo se nos ocurre la feliz idea de mandaros a Sograndio y, por si alguno no lo sabe, eso es una cárcel de menores, con sus celdas de castigo, sus seguratas con porra y su alambrada. Vosotros mismos". Tienen que haber cometido un delito gordo para ir a Sograndio, pero ellos no lo saben. Tampoco saben que, al final, Consejería hará lo que se le cante, pasándose nuestros informes por el arco del triunfo. Pero esto es la guerra y vale todo. La charla cunde entre los mayorcitos. Canijo, para variar, ni las ve venir ni las piensa)

Allí estaba Pola soltando el discurso con un careto de lo más convincente, cuando el enano ya se había largado y se había metido en la cama. Comer, dormir y tocar las narices es lo único que motiva al pequeño zampabollos este. Le digo que baje inmediatamente a limpiar el comedor. Me mira de arriba abajo con un desprecio y una guasa como para no dar crédito. Sabía yo que la segunda no colaba. Agarro el edredón y se lo quito. En dos segundos lo tengo hecho una fiera, dando tirones por el otro extremo y chillándome que suelte. "Lo has pagado tú? No has pagado ni tus putos calzoncillos, así que relájate o te relajo". Levanta el brazo para sacudirme (no vaya a ser que me ofenda yo por ser la única en no ser convenientemente amenazada) y antes de que me dé tiempo a nada, Houdini suelta la fregona, se lanza sobre Canijo, lo agarra y se baja al santoral entero en perfecta parla bereber. El Chiqui, hasta ese momento de morros con todo el mundo, entra como una tromba y se lleva al matón en miniatura, le obliga a coger una escoba y le vigila mientras hace su trabajo. Les agradezco a ambos la ayuda y salgo con Pola a fumar un cigarro, todavía las dos con tembleque de canillas. No me asusta un crío de 13 años que me llega por las tetas. Lo que me asusta es perder el norte un día y sentarlo de un guantazo.

Mi viejo tenía razón: Herodes fue un santo incomprendido. Habrá que buscar su número en la guía y pedirle que se dé una vueltecita por El Ñeru.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Juas.... qué majetes los neños!!!!

Ánimo Len....

Besos

Marechek

Rogorn dijo...

Joer, neña. Porque no te dejarán y tal, pero esto está para publicarse. Por lo que pasa, que tiene su tela, y por cómo lo escribes.

Casi dan ganas de que tengáis jaleo para poder leer la próxima entrega, jeje.

Lenka dijo...

Sabía que te ibas a morir de risa, cabrito!! Y si entra por aquí Don Bowman, calculo que también se partirá un rato a mi costa. Que os conozco!

;-)

Alberich dijo...

Vaya panda de mamoncetes!!

Anónimo dijo...

Pos mira, acabo de entrar y no sólo no m parto de risa sino q m estremezco. Quizá lo mejor del relato es, precisamente, el tono. Suelto, fresco, distendido y natural (y nada Scorsese, por cierto) para contar dramas y situaciones, en fin, ligeramente tensas. Perfecto.

En fin, "críticas" literarias al margen, veo que no te aburres. Un beso para ti. Y una ostia pa los nenes (de parte del abuelito cazallero, jeje).

Lenka dijo...

A eso me refería, querido. A que te reirías de los modos, no de los hechos. Yo misma me río al contarlo, ergo puedes reírte al leerlo.

;-)

(Les daré ostias de tu parte, descuida)