sábado, 17 de marzo de 2012

Tanto era

Era tan bella y mía
que, al marchar, no se oyeron sus pasos.
Y tanto se ha llevado que no hay
nombres con que nombrarlo.
Aún quedan ecos suyos por mi voz
y dentro de mi armario.
La luz no es ya su luz
pero aquí está
prendida entre mis manos.
No dejó nada atrás y en cambio es
tanto lo que me deja
que sigo tropezando en ella hoy,
soñándola despierta.
Era tan bella y mía
que, al marchar, provocó una tormenta
de besos, de memoria, de pavor,
de nostalgia y marea.
Deshago el equipaje de los dos,
de esta vida, la nuestra.
Ordeno en los estantes su lunar,
sus zapatos de fiesta,
aquella tarde larga de cafés,
las fotos, los domingos,
el vino, los enfados, aquel tren,
las charlas y los hijos.
La siento en el desorden que ahora soy,
en todas mis esquinas,
metida hasta mis huesos, tan real,
tan bella y sí, tan mía.

7 comentarios:

Sianeta dijo...

Es hermoso. Lo has escrito tú verdad?

Lenka dijo...

Gracias, Siané. Sí.
Creo que son mis primeros versos desde que tenía 15 años. Aunque hubiera preferido no escribirlos nunca, desde luego.
Besos.

Sianeta dijo...

Lo sé. Lenka, lo que has escrito es conmovedor. Las palabras deben salir de las entrañas, y no siempre es fácil.
Un abrazo

Juan dijo...

Bellísimo.

Lenka dijo...

Gracias a los dos.

juaneg dijo...

El 9 del 11 del 2011 se me fué la mía,despacito y en paz se fué marchando y ...ya estoy sólo.
Sólo en mis palabras y mis lágrimas diarias vive todavía y en los siete que parió y educó hasta el fin. Tanto nos quiso que casi me he hecho creyente... y hoy no siento tristeza porque he conocido la muerte. Espero que encuentres consuelo pronto.

Lenka dijo...

Por suerte para mí aún no me ha tocado. Pero, cosas de la vida, en poco tiempo han pasado por tremendas pérdidas un hombre al que aprecio y admiro (para él son estos versos) y una de mis mejores amigas (para ella la entrada siguiente). Se han visto privados respectivamente de compañera y madre. Estas dos personas no tienen nada que ver ni se conocen, pero significan mucho para mi y me entristece su dolor que ni alcanzo a imaginar ni mucho menos a entender.

Un abrazo, Juaneg. Ánimo y fuerza.